tag:blogger.com,1999:blog-11541997671948306692024-03-12T21:19:53.812-03:00. Palette Renaissance .Intentos de ensayo y de ficción, soliloquios de grosero solipsismo, excesos de narcisismo y algún que otro suspiro perdido. No digas que no te avisé.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.comBlogger86125tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-46600221448400847062012-07-31T18:01:00.000-03:002012-10-11T14:37:04.006-03:00Me gusta esperar el tren<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-6seOmRajGlE/UBhFur0t00I/AAAAAAAAArs/sHAO7mr5Evc/s1600/Turner%252C+Joseph+Mallord+William-+Rain%252C+speed+and+steam%252C+1844.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://4.bp.blogspot.com/-6seOmRajGlE/UBhFur0t00I/AAAAAAAAArs/sHAO7mr5Evc/s320/Turner%252C+Joseph+Mallord+William-+Rain%252C+speed+and+steam%252C+1844.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
Cuando salgo de mi trabajo siempre que puedo tomo el tren para ir a casa. Podría tomar el colectivo. Me quedaría mas cerca, y me bajaría a dos cuadras de casa. Para tomar el tren camino seis cuadras, y me deja a cuatro. Pero tomo el tren.<br />
Después de dos cuadras la cantidad de gente transitando se reduce mucho, y cuando cruzo la General Paz para el lado de provincia apenas pasa algún coche que va hacia capital. Empiezo a sentirme como quiero sentirme. A veces voy escuchando música, a veces no. El andén casi siempre está semidesierto. Las pocas personas esperando se sospechan mutuamente, y se miden con la mirada. Yo los mido también. El que está adentro de la boletería apenas existe, de no ser porque da el cambio exacto con el boleto (casi nunca lo saco). Nunca veo cuando actualiza el papelito que dice el horario del próximo tren a Retiro. Si es de noche la boletería está cerrada. Y si es de noche se escuchan voces debajo del andén, donde duermen un par de cirujas. Una vez vi a uno, me miró fijo y lo miré. Creo que quería saber si le tenía miedo. Yo seguí caminando hacia el final del andén, siempre lo hago. Ahí espero al tren.<br />
Si el tren viene enseguida no puedo dejarlo pasar, me subo. Pero no me molesta esperarlo. Me gusta sentarme en el final del andén, con mis piernas colgando por encima de las piedras. Porque de entre todas las incertidumbres que encierra mi vida, y con las que aguijonea mi pecho, una de las pocas es saber que en algún momento el tren va a aparecer en el horizonte, y que una vez que lo haga, va a ir acercándose hasta que pueda tocarlo con las manos. Un colectivo aparece a cualquier hora y de golpe, obliga a estar alerta. El tren tiene su horario y se muestra con tiempo, me permite sentir el alivio de verlo venir por espacio de unos minutos. <br />
Mi paciencia está sometiéndose escandalosamente al curso natural de las cosas. A veces siento que es como sentarse frente una serpiente que no sabés si te va a morder o no. A veces pareciera que estoy esperando que una pared me hable. A veces quisiera pasar del otro lado y curiosear, saber qué hay detrás de los pensamientos ajenos. Pero no se puede. Lo único que se puede hacer es esperar. Y mi consuelo es esperar el tren. En este día nublado, en el que el viento da al frío el grado justo para poder sacarme la bufanda y recibirlo en el cuello, me di cuenta por qué.<br />
<br />Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-18049313264268093532012-05-19T07:29:00.001-03:002012-05-19T07:37:57.589-03:00El polimodal (21)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-7Ttvsf6qd3A/T7d2BJNR44I/AAAAAAAAAq8/MWu6hC29Jmg/s1600/temple+of+medusa.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-7Ttvsf6qd3A/T7d2BJNR44I/AAAAAAAAAq8/MWu6hC29Jmg/s320/temple+of+medusa.jpg" width="267" /></a></div>
<br />
A mediados de invierno, empezaba mi día cuando todavía era de noche.
De mis 5 pantalones 3 eran de jean y tardaban en calentar mis piernas.
El pasto de las veredas siempre estaba rociado de escarcha, y cruzaba la
plaza recibiendo el frío de costado, la nariz enrojecida. Saludaba los
faros de neón en silencio, testigos de mi marcha apresurada. En esos
minutos de caminata, pensaba en lo que había soñado, en la última que
hubiese hecho con los pibes, en las últimas palabras que había cruzado
con Melina, en las próximas que podría decirle. Mi conciencia del mundo
exterior nunca se espabilaba realmente hasta que cruzaba palabra con
alguien, o mejor aún, cuando veía el tumulto de gente al formar (andaba
muy justo con las faltas y no me quedaba otra que llegar temprano).
Entrábamos al aula teniendo que prender la luz, apagándola a mitad de
clase, cuando el sol despuntaba lo suficiente como para iluminar el
pizarrón y las carpetas. Tenía su encanto.<br />
<br />
Hacia fuera, me volvía cada vez más ligero, impredecible. Por
momentos a caballo de un rayo eléctrico, arrojando salidas que caían
sobre el curso como bombas de napalm. Pero empecé a sentirme extraño.
Faltaban pocos meses para fin de cursada, y pensando en eso a veces me
ensimismaba mucho. Hasta entonces me había confiado en que las cosas
siguieran su curso, pero en el fondo tenía terror de exponerme. Estaba claro que la situación con Melina había llegado a un punto
decisivo, en el que no podía darse un paso atrás ni uno adelante sin
consecuencias. Ni siquiera detenerse. Ella parecía cómoda, no iba a
tomar la iniciativa. Por otro lado, el Chileno hacía sus movidas y
lograba entretenerla a base sus máximas de vida. De a poco se había
vuelto más refinado, sin perder el estilo, pero abandonando los puntos
más soeces que lo distanciaron de Melina en un principio. Melina sentía
que lo rescataba, su influjo lo empujaba hacia arriba. También a mí. Con
sus acotaciones nos ponía en constante entredicho. De nuestro
enfrentamiento velado ella era juez y testigo, con su risa.<br />
<br />
Una de esas veces en que acompañaba a Héctor en el kiosco. Entre las
cosas en las que él sabía más que yo, además de política, estaba la
psicología, el psicoanálisis sobre todo. De chico había ido varios años
a una terapeuta, su familia se preocupó por la muerte de su madre. Él
decía que fue mas por no preocuparlos a ellos que por necesidad propia.
Llovía finito y lo ayudé a tapar las revistas con una lona transparente.
Él cebaba el mate.<br />
<br />
-Sabés Palito que a veces me da pena por vos.<br />
-¿Por qué?<br />
-Porque siempre te agarro mirando a Melina. Vos pensás que lo escondés bien, pero es fácil darse cuenta.<br />
-¿Qué se nota?<br />
-Bueno, la situación en sí se nota, todo. La mina te tiene. Y vos podés decir lo que quieras pero te tiene.<br />
-No sé si es tan así.<br />
-Pero es así. Y al Chileno también. Esa mina los va a hacer pelear a
los dos, encima la tiene a Fernanda ahí al lado, te pensás que ella no
la aconseja… se cagan de risa de ustedes dos. Lo veo.<br />
-…<br />
-¿Qué onda con Carla?<br />
-¿Cuál?<br />
-La de 1º, no te hagas el boludo.<br />
-Ah, si. Nada.<br />
-Está con vos.<br />
-Sí.<br />
-Tiene lo suyo.<br />
-Tiene.<br />
-Qué onda.<br />
-El otro día fuimos a la plaza.<br />
-¿Y?<br />
-Nada. Nos besamos y no sentí nada.<br />
-Nada.<br />
-Nada.<br />
-Estás con la idea fija. Hasta que no te des la cabeza contra la pared no vas a parar.<br />
-No voy a parar.<br />
-Te estoy avisando eh.<br />
-Yo sé Héctor, pero no es fácil…mientras más siento que estoy cerca
de… siento como si…. como si… algo empujara mi pecho hacia… como hacia
adentro y… y no puedo, porque de repente me paralizo, y pienso qué
podría decirle, cómo podría decirle, en qué momento, y entonces es como
si el mundo se viniera encima mío y yo… y a veces me siento tan capaz de
todo, de ir y decirle, y de… besarla… pero…<br />
-Yo sé. Te pensás que no sé. No te diría esto si no sabría lo que es.
Pero tenés que parar un poco chabón. Tu problema es que estás demasiado
pendiente de ella y de tu idea de ella. Yo te puedo decir que veo cosas
de ella que…<br />
-Qué vas a decir.<br />
-Que no es la mina que pensás que es. Te está usando. Pero bueno
listo, no te vas a dar cuenta hasta que estés demasiado cerca, me parece
innecesario, me parece que…<br />
-Eso es porque es amiga de Fernanda, es un tema tuyo eso, no me lo
quieras meter a mí. Yo no quiero estar con Fernanda, pero es amiga de
Meli y yo me hablo con ella, y bueno, son amigas, que querés que haga.<br />
-¡No es eso Palito! Mirá cómo te ponés boludo. Pará un poco man.<br />
-Mierda… yo… es que… no entendés.<br />
-Si boludo, sí que entiendo. Estás enamorado, ya sé. Que te pensás
que no sé lo que estar con el corazón en la boca por una mina.<br />
-No sé.<br />
-Bueno, si sé. Escucháme bien porque si no puedo hacer que cambies tu
curso de acción, por lo menos escucháme esto que te voy a decir.<br />
-El qué.<br />
-Sobre el mito de la Medusa.<br />
-Ahá.<br />
-¿Conocés el mito de la Medusa? Era una mina tan linda que…<br />
-¡Si, si!<br />
-Bueno, pará. Los mitos son como mensajes cifrados que hay que saber
desenredar. Cuando podés hacerlo, te dan mucho más de lo que te podrías
imaginar. Escucháme bien porque esto te va a ayudar para lo que sea que
tengas en mente. Confiá en mí.<br />
-Bueno. Dale.<br />
Un señor vino y le compró un Crónica. Seguimos.<br />
-Qué pasa cuando los hombres miran a Medusa.<br />
-Se convierten en piedra.<br />
-Bien. Por qué.<br />
-Porque tenía la cabeza llena de víboras y era horrible.<br />
-Ahí está el error. Dijimos que Medusa en un principio era linda. Demasiado linda.<br />
-Se cogió a Zeus y Hera la castiga, convirtiéndola en…<br />
-Bueno ahí está. No te quedes con que es fea, eso es lo que Hera, envidiosa, quiere pensar de ella.<br />
-No entiendo Héctor, das muchas vueltas.<br />
-Quedáte con esto: Medusa es linda, demasiado linda.<br />
-Ahá.<br />
- Ese su poder sobre los hombres. Cuando los mira, los convierte en piedra.<br />
-Los paraliza.<br />
-Claro ¿Entonces qué hacés?<br />
-La prendo fuego.<br />
-…<br />
-Bueno a ver.<br />
-¿Cómo vence Teseo a Medusa?<br />
-Usa un espejo. Un escudo como espejo.<br />
-No la mira. Mira su reflejo.<br />
-Si.<br />
-¿Entendés?<br />
-No sé. Creo que no. Si no miro a Melina va a pensar que estoy enojado o algo, y el Chileno va a ganar terreno, y yo…<br />
-No. Pensá un momento lo que te digo ¿Cómo se vence a la Medusa?<br />
-…<br />
-Y pensá, no es Medusa la que nos vendieron, no es Medusa la víbora
gigante y horrible. Es Medusa la que se cogió al dios del Olimpo.<br />
-Cualquiera puede caer.<br />
-Por qué.<br />
-Porque se dejan llevar. Se arrastran por ella.<br />
-Bien.<br />
-Y Hera representa a todas las mujeres decentes que son cornudas por
culpa de la atorranta de turno. Para ellas los hombres son pollerudos.<br />
-Bueno… en realidad…<br />
-¡Si, si, es eso! Mujeres así son la base de todo, madres de familia,
que se casan para poder dejarse estar, asentarse. Entonces viene la
pelirroja de Rogger Rabitt y les roba al muñeco, pero para ellas es un
monstruo. Ese es el cuento, eso es. Medusa es Lilith.<br />
-Más o menos. Lo importante es por qué los hombres caen con Medusa.<br />
-Pierden.<br />
-¿Y vos cómo vas con Melina?<br />
-Al precipicio… si…<br />
-Directo ¿Sabés por qué?- me da el mate-. Y esto es lo que te va a
volar la cabeza si lo agarrás bien. Miráme bien. Concentrá toda tu
atención en este momento.<br />
Una vieja le compró la Predicciónes mas una revistita de crucigramas.<br />
-Estoy.<br />
-Lo que vos ves en Melina y que te corta la respiración, no es Melina
en sí misma, es lo que de ella resuena en vos. Es lo que de ella está
en VOS mismo, en TU ideal de mujer –puso un dedo en mi pecho-. Cuando
ella hace o dice algo, o cuando te ponés a mirarla, ella hace eco en esa
parte de vos, y te destruye por dentro. Ella no tiene idea realmente de
esto que produce.<br />
-¡Algo tiene que saber!<br />
-Me animo a decir que en todo caso sabe muy poco. Incluso yo hoy me doy cuenta que estás más metido de lo que pensaba.<br />
-Me carcome lentamente. Todos los días sonrío mientras me retuerce el
corazón como un trapo de piso… no sé que hacer Héctor- me puse a
llorar.<br />
-Yo sé Palito, yo sé que estás sufriendo. Pero tenés que entender
esto. No se trata de Melina, no esencialmente. Se trata de vos. Estás
agarrando un fierro caliente todos los días, luchando por no convertirte
en piedra y ella no sabe nada.<br />
-Tiene que saber…<br />
-Sabe algo, si, pero ¿Hasta qué punto? Y no es contra ella, digo, o sea ¿Podría ella realmente saber? ¿Entendés?<br />
-No, no, pero ella… -sonándome los mocos- en algún momento tiene que saber, algo tengo que hacer.<br />
-Si, pero no. De eso te quería hablar, porque te veo que vas para ahí. Vos estás pensando en agarrarla y decirle todo.<br />
-Si…<br />
-Error. Si lo hacés, perdés. Te convertís en piedra. Y no porque a ella no le pase nada con vos, no es eso.<br />
-Qué es.<br />
-Es una cuestión de saber dominarse. Ella tiene que poder ver en vos que podés dominarte, y llegado el caso, dominarla.<br />
-¡Yo no quiero dominarla!<br />
-No quise decir eso… puede haber un equilibrio, pero en algún momento
un hombre tiene que poder agarrar las riendas. Las mujeres lo
necesitan. Y si querés que las cosas te salgan bien, lo vas a tener que
poder hacer. Sino, olvidáte. Podés ser inteligente, gracioso, tener
encanto, todo lo que vos quieras. Pero si no tenés eso, no tenés nada. Y
una mujer desde que nace aprende a saber quién lo tiene y quien no. Y
Melina es muy viva, eso te lo voy a reconocer.<br />
-No tiene por qué ser así todo.<br />
-Decíme una cosa ¿Qué imaginas cuando pensás en estar con ella?<br />
-Cosas.<br />
-Bueno, pero qué cosas.<br />
-Pienso… en caminar de la mano. Reírnos. Cosas así.<br />
-¿No pensás en “hacerle el amor”?<br />
-A veces. Intento no pensar mucho en eso.<br />
-Pero pensás.<br />
-Ponele.<br />
-Y no te atrevés a pensarlo ¿Te das cuenta? Porque no se trata de
Melina, se trata del ideal de mujer que no querés violentar ¿Entendés?
¿Ves como todo esto tiene toda una cosa interna de la que ella nunca se
entera?<br />
-Algo. Pero yo no lo había pensado así, o sea, está la Idea, y está el mundo, y la Idea proviene del mundo.<br />
-Si, Palito, exactamente. Platón no es el camino. Tenés que dejar de
ver en ella tu ideal de mujer, tenés que poder verla tal como es. Es una
mina linda, es inteligente, tiene imaginación, pero tiene sus cosas, es
mala a veces.<br />
-Malísima ¡Eso me gusta de ella! A veces me mira de una forma que me dan ganas de ponerle un látigo en la mano.<br />
-Bueno eso es un tema la verdad- se reía-. Pero ese es el escudo de
Teseo, no mirar al ideal, sino mirarla a ella. La metáfora invierte el
signo, porque el espejo de tu ideal es la Melina de carne y hueso, y tu
ideal es lo que te paraliza, no ella. Para vencer eso, tenés que
enfrentar tus demonios. Lo que quiero que entiendas, o sea, por lo
menos, es que acá vos tenés dos enemigos.<br />
-Melina no es mi enemiga.<br />
-No. Pero tenés dos problemas muy diferentes, y vos estabas pegando
todo en una misma cosa. Tenés, primero, un problema interno, el de que
tenés una demanda muy profunda de algo que nadie te puede dar. En algún
momento vas a tener que aceptarlo. Ahora o más adelante, igual lo vas a
tener que hacer. Y no es que sos vos solo que te pasa esto, es lo que le
pasa a todo el mundo. Es el creer que hay una persona por ahí dando
vueltas que nos va a llenar el vacío que tenemos adentro.<br />
-Romanticismo not dead.<br />
-Y decíme – me pasó otro mate- ¿Existe eso? ¿Existe esa persona para cada uno?<br />
-No, puesto así, no. Sería demasiado perfecto. Poco probable. Habría
que cubrir demasiadas variables, habría que suponer alguna clase de
karma o dios que…<br />
-Exacto.<br />
-Y dios no existe. Tampoco el karma. No pueden existir. Jamás.<br />
-Nunca.Y todo este sistema de mierda se basa en vendernos que eso
existe, que el amor perfecto existe, porque en el fondo lo necesitamos.
Demasiado.<br />
-Lo reconozcamos o no, todos quisiéramos poder creerlo…<br />
Un pibe vino a pedir dos pesos en moneda, Héctor le dijo que no tenía, que pregunte al de las garrapiñadas.<br />
-Tenés que poder ir mas allá Palito. Porque si lográs resolver el primer problema, el segundo va a caer solito.<br />
-Lo que me estás queriendo decir es que para estar con Melina, tendría que chuparme un huevo Melina.<br />
-Perfecto.<br />
-No acepto.<br />
-Vas a entrar al templo de la Medusa.<br />
-Si, voy a entrar.<br />
-Pero cuando llegue el momento, usá el escudo, haceme caso.<br />
-No decirle lo que es para mí mismo, decirle lo que es para ella nada más.<br />
-Bueno Palito, capaz que lo veas así es todo lo que puedo hacer por vos hoy.<br />
<br />
Dijo esto mientras le cambiaba la yerba al mate. La lluvia se largó un poco más fuerte.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-31299341402742970082012-05-17T06:30:00.001-03:002012-05-17T06:31:31.001-03:00El polimodal (20)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-7qSheklHEew/T7TFM59JP8I/AAAAAAAAAqc/V6wvx8MuFvE/s1600/2032638481_d7f4926bab.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://4.bp.blogspot.com/-7qSheklHEew/T7TFM59JP8I/AAAAAAAAAqc/V6wvx8MuFvE/s320/2032638481_d7f4926bab.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">La revista
nunca se hizo. Fue otra de esas ideas que podíamos alimentar durante todo el
día, primero en el colegio y después caminando por Pacheco, y que después
quedaban en la nada. Todo dependía siempre de que se pudiesen o no concretar en
el momento, o a lo sumo en un corto plazo muy inmediato. En parte por fiaca,
pero también por concepto, porque la magia estaba en que las cosas pasaran en
el momento en que eran concebidas, sin más sostén que la fuerza del impulso.
Demasiada planificación siempre nos jugaba en contra. Una vez me fui al colegio
con una muda de ropa en la mochila, y cuando terminó el recreo Daniel retuvo al
Chileno en el patio, mientras yo me cambiaba y después convencía al curso para
que participen de la joda. La idea era hacer como si nada y ver si el Chileno
notaba la diferencia. De una remera blanca con jean pase a una celeste con un
jogging negro. Cuando armamos grupo para hacer un trabajo práctico, el Chileno
se me quedó mirando.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> -Te hiciste una paja y te acabaste encima.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿…?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-La remera,
te la cambiaste.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Qué? –mirándomela-
No, flasháste Chileno.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Dale
pelotudo, te la cambiaste.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Los pibes
miraban a Marcos con cara rara, y cuando el les preguntó buscando apoyo fue rechazado,
incluso por Antonella. Daniel tiró:</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Me parece
que la paja te está afectando a vos Chileno ¿Por qué no esperás que te suba la
guasca al cerebro de nuevo?- y todos nos reímos, aislarlo era parte del plan.
Cuando se puso de pie y le preguntó al resto de las chicas nadie le pasó
cabida, y entonces se sentó y se me quedó mirando.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Pero… ¿En
serio no…? Yo te vi hoy. Era blanca la remera.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Estás
bien boludo? ¿Te pasa algo?- le preguntó Héctor.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No, nada. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Y se quedó
callado. Participó poco en el trabajo práctico, y me pareció que mordía la
lapicera con más frecuencia de lo normal. Una semana después le aclaramos lo
que había pasado y le preguntamos que pensaba del asunto. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¡Ah yo
sabía! Fue muy raro todo…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Si pero el
punto es que ya te habías rendido, no bancaste los trapos Chileno- dijo Daniel.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Y bueno
que querés también…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Si pero el
problema es que te elegimos a vos porque era difícil convencerte, si le
decíamos a Palo que tu remera era plateada por mas que fuera negra el iba a
decir que era plateada.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¡Calláte
puto qué decís!- protesté.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¡Jaja! No
Chileno pero en serio, esto nos preocupa porque significa que el individuo no
puede soportar la presión de la masa si está solo- dijo Héctor.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Siempre es
mejor si por lo menos hay una persona que te entiende, sino te volvés loco. Es
como en el Proceso de Kafka- dije, disimulando mi irritación.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No sé si
para tanto- matizó Marcos.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Chileno yo
no quiero decir nada, pero estuvimos hablando sobre tu conducta ese día, y
notamos varias cosas- dijo Héctor.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Primero
que todo, después de eso casi no gediste más en todo el día. Hasta Melina te
dio pié en una que dejaste pasar, con lo del gesto de la publicidad de
toallitas- observó Daniel.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Después
casi no participaste para el trabajo práctico, estabas lento para copiar el
dictado y mordiste tu lapicera más que en lo que va del año- dije.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Bueno
vayanse a la mierda. Me pueden chupar bien la pija.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No
entendés Chileno, no sos vos el problema, es todo. Esto significa que si no nos
mantenemos unidos, la masa nos va a absorber y descomponer. Cuando termine el
año, tenemos que encontrar la forma de no perdernos entre nosotros- dijo
Héctor.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No quiero
verte a vos con 30 años reponiendo en un supermercado, a Palo llevando un carro
de bebé con otro guacho de la mano y a Héctor demacrado por luchas sindicales
dentro de una fábrica de mierda- dijo Daniel.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Y vos qué
hijo de puta? saliendo de un Mercedes. Tomatelá- dijo Marcos.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Para mí
que se hace futbolista y fracasa en la
B. Se hace puto en el proceso- dije, intentando equilibrar
las agresiones.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No te
enojes Chileno, fue para bien- dijo Héctor.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Ya fue, no
pasa nada.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Sabemos
que tenés sed de venganza, mas vale que la uses contra alguno de nosotros y que
sea productivo- le dijo Daniel.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">El Chileno
lo miró. Después me miró a mí, pero no entendí el significado de esa mirada y
seguimos caminando hasta dividirnos.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">La semana
siguiente nos juntamos a la noche en la avenida comercial. Cada uno había
llevado una docena de huevos. La causa había sido cuando Héctor le dijo a
Daniel que no rompa los huevos con el asunto de Fernanda y la hermana, y yo
dije que por qué no comprábamos huevos para tirarnos a la noche desde un lado
al otro de la ruta. Hicimos dos bandos. De un lado Héctor y yo, del otro el
Chileno y Daniel. El condimento era que la comisaría estaba a 2 cuadras. Los
lanzamientos eran por turnos, el bando que recibía los disparos no podía
moverse ni taparse la cara. Daniel acertó a Héctor en el hombro, casi en el
cuello. Daniel recibió uno de Héctor en la cintura. El Chileno me dio en el
brazo, y yo apenas logré darle en la pierna. Los últimos tres tiros fueron
reservados para un vale todo que no duró mucho, pero tuvimos oportunidad de
poder tirar por encima de los escasos coches que pasaron. Un par tocaron bocina,
pero como no le pegamos a ninguno nadie paró. Las veredas y la calle eran un chiquero, salimos corriendo una cuadra para
adentro por las dudas. Cuando empezamos a caminar el Chileno se sacó uno del
bolsillo de la campera y me lo aplastó en la cabeza con la mano. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¡Eeeeh que
puto que sos Chileno! –espeté.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Muy
rastrero, pero lo vale, mirá como te dejó- festejó Daniel.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Un reguero
amarillo me caía del pelo embadurnado, manchándome la campera de jean. Yo no
estaba realmente enojado, en el fondo estaba implícito que algo así podría
pasar desde el momento en que propuse lo de los huevos, y me había tocado a mí.
Así que cuando pude sacarme la mayoría de engrudo, y con pelo todo pegajoso, ya
estaba hablando lo más bien. Y el Chileno me miró de nuevo, como esa vez hacía
poco. Solo horas mas tarde, después de haber llegado a casa y mientras me daba una ducha, empecé
a pensar en lo que Daniel me había dicho tiempo atrás, y en que Marcos podía estar
celoso de mí por Melina.</span></div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-35282280497080576192012-04-27T07:04:00.001-03:002012-04-27T07:19:58.775-03:00No hay corazón que aguante<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-nTAJsvWn6OM/T5psVULzomI/AAAAAAAAAps/bOUQgmayF7I/s1600/6a00d83451694c69e200e54f6dc5788833-800wi.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="215" src="http://3.bp.blogspot.com/-nTAJsvWn6OM/T5psVULzomI/AAAAAAAAAps/bOUQgmayF7I/s320/6a00d83451694c69e200e54f6dc5788833-800wi.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-AR"> </span></b><span lang="ES-AR">En 1979 el
doctor Gerald Hobbes tenía 47 años y ya casi se había quedado calvo, aunque su
espalda recta y su contextura delgada le daban un porte saludable. Dictaba
clases todas las semanas y dirigía junto con dos profesores adjuntos los
lineamientos de la cátedra de Física de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de
California, intentando siempre estar al tanto de los últimos avances
tecnológicos. El énfasis estaba puesto en toda clase de adelantos de la
ingeniería, pero principalmente sobre todo aquello que estuviese relacionado
con la informática, y esto se debía en gran parte a la insistencia de Hobbes
acerca de la importancia de las computadoras para el futuro de la sociedad
moderna. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Hobbes era
un experto en Física y en Sociología, combinación extraña aún hoy día para un
científico. Sus ensayos habían sido esgrimidos por el Decano de la Facultad, Edmund Haysen,
ante el Congreso, consiguiendo así fondos que resultaron esenciales para la
creación del departamento de Tecnología Aplicada. Según Hobbes, cualquier gasto
que colocara a una institución a la vanguardia de la tecnología era una apuesta
segura, ya que cada descubrimiento solo podía atraer más inversiones. Gracias a
una combinación de fondos públicos y privados, la universidad de California
contaba con Echelon, una computadora que ocupaba un piso entero del pabellón
principal, de las más potentes en todo el mundo, aún cuando no tuviese ni de
cerca la capacidad del más débil procesador actualmente a la venta.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Hobbes era
un tipo realmente meticuloso, y en eso habrían estado de acuerdo todos sus
compañeros. Nunca hablaba de su vida privada con ellos, les decía que era mucho
más interesante priorizar las discusiones académicas. Por lo general se
mantenía sereno y reservado, pero hacía falta que alguien menospreciase la
importancia de las computadoras para que se ofuscara visiblemente y pasase a
exponer uno por uno los principios por los cuales el humano progresivamente se
haría más y más dependiente de ellas, hasta que no pudiésemos pensar como es
que pudimos vivir antes de su invención. Su razonamiento era tan sólido que si
uno prestaba solamente atención a sus palabras, difícil era no sentirse
invadido por su futurismo. Hobbes tenía varios acérrimos adeptos entre sus alumnos.
Pero su irritación era tan visible que era foco de algunas bromas entre sus
colegas, que en los almuerzos o en las conversaciones de pasillo dejaban
escapar comentarios chabacanos sobre mujeres robots obedientes, inteligencia
artificial para opinar sobre deportes, y cosas por el estilo. Hobbes a veces no
advertía la intención a tiempo y se enfrascaba argumentando, y cuando se
disponía a concluir sus ideas con alguna sentencia, se cambiaba el tema de
conversación o alguien hacía algún chiste que lo ponía en ridículo. Hobbes
nunca podía tomarse a risa esos momentos, simplemente miraba hacia abajo con un
suspiro de resignación, y mientras limpiaba sus gafas con su pañuelo, pensaba en
que la Historia
le daría la razón.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">----------------------------------------------------------------------------</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">En agosto
de ese año el doctor Hobbes presentó un proyecto de estudio al recientemente
creado departamento de Tecnología Aplicada. En un cuidadoso informe de 42
páginas, Hobbes defendía la idea de que el departamento le proporcionase fondos
a fin de adquirir dos máquinas de cómputo de mediana potencia y incluyendo la
paga del personal para administrarlas durante 6 meses, en un experimento que
ilustraría en abstracto un principio esencial de la interacción humana,
imprescindible para el entendimiento de la sociedad moderna: el amor.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">No es que
el decano Haysen creyese efectivamente en el efecto positivo que el experimento
de Hobbes pudiese tener sobre la institución, en realidad no pudo leerlo más de
una vez, y por momentos le pareció extravagante, pero le debía a él en buena
parte el éxito de sus gestiones por un presupuesto que cualquier universidad
del mundo habría envidiado. Lo llamó por teléfono y asintió con fingida
gravedad a las explicaciones de Hobbes acerca de la importancia del estudio, y
cuando la cosa se empezó a volver confusa y de vuelo filosófico, le dijo que no
se preocupara, que era cosa hecha. Al día siguiente solicitó personalmente a
los miembros de la junta departamental que no obstaculizaran la designación de
los fondos para el experimento sobre “el amor”.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Normalmente
los asistentes en los experimentos de toda universidad se seleccionan entre los
alumnos más aplicados de las asignaturas relacionadas, que resultan becados. De
haber sido así, Hobbes habría dispuesto de muchos voluntarios. Pero se había
vuelto desconfiado, y había solicitado estrictamente que sus asistentes fuesen
dos técnicos graduados provenientes de Suecia, donde había realizado un
posgrado de especialización en Informática y en donde había granjeado algunas
amistades. Haysen no se opuso a este pedido porque después de todo Hobbes
merecía eso y mucho más. Por otro lado, el sueldo pretendido para los suecos no
era nada del otro mundo, parecían más interesados en el proyecto por gratitud
hacia Hobbes que otra cosa.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Las
máquinas tardaron 2 meses en llegar desde su planta de fabricación en Colorado.
Ni bien estuvieron instaladas en un espacioso cuarto destinado para el
experimento, Hobbes dio instrucciones precisas al personal que habían dispuesto
a su cargo y todo se puso en marcha.</span></div>
<br />
<br />
<span lang="ES-AR">----------------------------------------------------------------------------</span><br />
<br />
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Para Hobbes
el cerebro no era en esencia muy distinto a una computadora, según pensaba él ambos
procesan información. Uno ya podía suponer a priori que a ello se debía la necesidad
de dos computadoras en vez de una para el experimento (tal vez por eso no
solicitó usar a Echelon, no debía ser idónea para la tarea), pero no quedaba
claro en su informe preliminar cómo es que la naturaleza del amor sería
desgajada. En vez de eso, uno se encontraba numerosas listas de consignas para
las diversas tareas a que las máquinas serían sometidas, haciendo énfasis en la
inviabilidad práctica de realizar manualmente los cálculos que ellas podrían
realizar en segundos. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Víktor y Alice, los dos técnicos contratados, eran una pareja
de Ingenieros especializados en electrónica y en física aplicada. Tenían que
atender principalmente a dos cosas: por un lado, supervisar el correcto
funcionamiento de las computadoras, la estabilidad de la alimentación
eléctrica, etc.; por el otro, recopilar la información que las máquinas
imprimían con cada tarea, largas hojas de reportes plagadas de números y
caracteres difíciles de entender hasta para muchos docentes de la facultad.
Cada reporte era archivado cuidadosamente con la fecha y las especificaciones
relativas a la tarea correspondiente. Al final de cada reporte, Hobbes
elaboraba informes en los que pretendía ir sacando en limpio los resultados. Su
tono era críptico, por lo que difícilmente alguien que no fuera él o los suecos
habría entendido algo de ellos. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">El
experimento había suscitado no poca curiosidad en la universidad, se sabía que
dos máquinas de alto rendimiento habían sido traídas específicamente para ello,
y aún cuando los suecos se esforzaban por mantenerse en sus asuntos, no podían
evitar llamar la atención. No eran los únicos extranjeros que deambulaban por
los pabellones, pero más de un alumno volteaba al mirar la figura de Alice, o
se sentía amedrentado por la estatura de Viktor. Peor cuando se supo que el
experimento tenía que ver con el amor, fue eso lo que envolvió definitivamente
todo el asunto con un halo de hilaridad. Hasta los alumnos se divertían
pensando en lo que el doctor Hobbes podía lograr con las dos máquinas y la
pareja de suecos, sugiriendo extrañas teorías eróticas. Esa fue probablemente
la fuente de inspiración de los dibujos que había en las puertas del baño de
varones del 1º piso.</span></div>
<div style="border-bottom: solid windowtext 1.0pt; border: none; mso-border-bottom-alt: solid windowtext .75pt; mso-element: para-border-div; padding: 0cm 0cm 1.0pt 0cm;">
<div class="MsoNormal" style="border: none; mso-border-bottom-alt: solid windowtext .75pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 1.0pt 0cm; padding: 0cm;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Durante los
primeros meses poco se filtró del experimento. Cualquiera que no fuese el doctor
Hobbes o los suecos tenía prohibida la entrada a la sala, las ventanas tenían
espesas cortinas que nunca se corrían. Hobbes contestaba a las interpelaciones
de sus colegas con una sonrisa de modestia y cortesía, como si no tuviese
derecho a hacerse cargo del revuelo. Confiaba en que no tardarían en dejarlo en
paz.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Ante las
reiteradas preguntas de sus alumnos en clase, Hobbes se limitó a decir que para
hablar de ello primero necesitaba tener acumulados los resultados necesarios, y
cuando le preguntaron si podía decir algo más, y como de otra forma era muy
difícil seguir con la clase, dijo que toda estadística precisa de un acopio de
datos lo más abundante posible antes de sustentar una hipótesis. Ante esto uno
de sus alumnos preferidos dijo que todo indicaba que los resultados del
experimento podrían exponerse en forma de gráficos, que todos debían tener
paciencia para apreciar en algún momento lo que probablemente sería una
ilustración matemática del amor. “Como todos saben- dijo el alumno-, el doctor
Hobbes también es sociólogo, y si puede mostrarnos el fenómeno desde un nuevo
punto de vista, eso puede derivar en…”. Pero Hobbes no lo dejó terminar y
recondujo la clase hacia la termodinámica, que era de lo que trataba
originalmente.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">En enero de
1980, 3 meses después de iniciado el experimento, se supo que las máquinas
estaban siendo sometidas a una alta exigencia. Cierta información sustentaba el
rumor: en 1º lugar, un empleado de mantenimiento, encargado de chequear el
consumo de energía eléctrica de cada departamento, confirmó a un alumno
indiscreto que la sala de Hobbes consumía durante varias horas al día lo máximo
esperable (acorde a los datos que le habían sido facilitados con la llegada de
las máquinas). En 2º lugar, la llegada
de repuestos era constante, y de vez en cuando se veía al sueco llenando unas
planillas para recibir conforme las piezas que (se decía) eran necesarias para
volver a poner las computadoras en funcionamiento. En proporción, el número de
piezas era mucho mayor al que por ejemplo requería Echelon.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">En mismo
mes, el doctor Hobbes se excusó ante sus alumnos por pedir una licencia que lo
eximía de dar clases desde la semana siguiente hasta marzo. A esa altura pocos
podían pasar por alto que en marzo precisamente se cumplirían 6 meses del
inicio del experimento, pero era época de exámenes y Hobbes podía ser muy
severo cuando quería, por lo que nadie se atrevió a mencionarlo en voz alta. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">En febrero,
el empleado de mantenimiento mencionado antes se sintió en el deber de
comunicar a la junta departamental que el consumo de la sala del doctor Hobbes
por momentos sobrepasaba con creces lo esperado por los reportes preliminares
que el mismo Hobbes firmara en noviembre de 1979. La razón era que la sala
había empezado a ser utilizada durante la noche por el doctor y sus asistentes,
al parecer para optimizar la obtención de resultados. Hayden se encargó de
echar paños fríos sobre el asunto, recordando que el doctor Hobbes era todo un
orgullo para la institución y que, después de todo, solo faltaba 1 mes para la
fecha de término. </span></div>
<div style="border-bottom: solid windowtext 1.0pt; border: none; mso-border-bottom-alt: solid windowtext .75pt; mso-element: para-border-div; padding: 0cm 0cm 1.0pt 0cm;">
<div class="MsoNormal" style="border: none; mso-border-bottom-alt: solid windowtext .75pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 1.0pt 0cm; padding: 0cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-f3ipE2QuqWg/T5psg5NttpI/AAAAAAAAAp0/IldsUk1sERU/s1600/brainthatwouldnt3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="235" src="http://2.bp.blogspot.com/-f3ipE2QuqWg/T5psg5NttpI/AAAAAAAAAp0/IldsUk1sERU/s320/brainthatwouldnt3.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="border: none; mso-border-bottom-alt: solid windowtext .75pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 1.0pt 0cm; padding: 0cm;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> En marzo,
el experimento finalizó. Hobbes no parecía especialmente aliviado, a decir
verdad durante el último mes algunos decían haberlo percibido un poco
estresado. Pero ahora que la obtención de datos había cesado solo quedaba
redactar la confirmación o la negación de la hipótesis, nada más se podía
hacer. Cuál era esa hipótesis era lo que en ese momento todos se preguntaban.
Viktor y Alice volvieron a su país a principios de abril, después de ayudar al
doctor Hobbes a archivar los reportes en su despacho. Las máquinas fueron
llevadas en un cuarto contiguo a Echelon, Hayden pensó que en el futuro sería
posible combinar el rendimiento de las tres maquinas con fines que él mismo
ignoraba. Hobbes tenía programada una conferencia en el auditorio principal
para mayo. Allí tendría la oportunidad de exponer (ante la junta departamental,
el resto de los profesores y los alumnos que solicitasen un lugar en el salón)
su hipótesis inicial, los resultados de su estudio, y las conclusiones que de
él derivasen. La expectativa era elevada y Hobbes lo sabía.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Quince días
antes de la fecha prevista para la exposición, Hobbes solicitó exponer en un
salón más pequeño, solo ante la junta departamental y profesores invitados. Su
recelo era inexplicable, excepto por la idea creciente en la universidad de que
Hobbes no estaba satisfecho con los resultados obtenidos y que ahora solo
quería presentar sus excusas por los gastos generados a la universidad. Para
desilusión de muchos, el viaje de Alice que, junto con Viktor, quería acompañar
a Hobbes en la conferencia, fue cancelado por el mismo Hobbes, que los
telefoneó para decirles que no se molestaran en venir, que él los informaría de
toda repercusión en detalle. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">El 3 de
mayo el decano Hayden, seis de los diez integrantes de la junta departamental,
más 4 profesores que el doctor Hobbes había invitado personalmente para su
exposición, salieron del salón confundidos, sin saber si el doctor era un visionario
o si les había tomado el pelo. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> </span><span lang="ES-AR">----------------------------------------------------------------------------</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> Mi nombre
es Francis. Hace poco me gradué en programación avanzada y diseño de software
en la Universidad
de California. Un año antes de finalizar la carrera comencé a pensar en algo
para preparar mi tesis, y apenas había encontrado un tema que me convenciese
vagamente. Solo tenía esbozados algunas hojas sueltas sobre el impacto de las
redes sociales, sobre la posibilidad de que en el futuro los usuarios criados
en una sociedad 3.0 pudiesen crear pequeños módulos sociales de diseños
altamente personalizados, sobre una base intuitiva como las de los blogs.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Me
invitaron a una conferencia en Iowa sobre el impacto de la electrónica en la
vida moderna. En un momento uno de los especialistas dijo al exponer que una de
sus fuentes de inspiración había sido asistir a las clases del profesor Hobbes.
Yo aún no tenía idea de quién era él, y un estudiante al lado mío dijo a su novia (o
lo que fuese) algo de un experimento sobre el amor. Le pregunté de qué trataba
eso, y me dijo que lo busque en Internet, que él solo había escuchado que
Hobbes era un profesor de los 80 obsesionado por las computadoras y que un día
se le soltó la chaveta. Rápidamente lo busqué en mi portátil, pero apenas
encontré algunas vagas referencias al informe del experimento. En cuanto a
Hobbes, solo pude averiguar que había enseñado en mi universidad entre 1973 y
1982, y que murió pocos años después. Decidí preguntarle a mi padre sobre el
asunto, él había sido Decano durante esa época (por eso algunos profesores eran
afectuosos conmigo). “Haysen eh?– me decían-, como anda el viejo Edmund?
Envíele un saludo de mi parte”. Mi padre había sido reelegido en su puesto
numerosas veces, hasta que se retiró en el 96, al cumplir los 60 años. Ahora
tenía 76 y vivía solo, mi madre había muerto de cáncer en el 2004. Tengo una
hermana, pero ella siempre anda viajando por el mundo y hace tiempo que ni él
ni yo la vemos.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Así que fui
a visitarlo como hacía siempre cada mes, desde que me había mudado a un
departamento con dos compañeros de estudio. Su habla era pausada, y no tenía
problemas para articular sus ideas, pero a veces divagaba. Me contó sobre
Hobbes. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Nunca te
hablé de Hobbes?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No lo
creo. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Que
extraño. Hobbes era un tipo muy cuidadoso, siempre elegía las palabras que
decía, y estaba muy interesado en las computadoras. Teníamos una grande en esa
época ¡Ocupaba un piso entero!</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Echelon.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Si, eso es
¿Ya te lo había dicho?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Si, papá,
pero esta bien. Me gusta escucharte hablar sobre ella.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Bueno es
que ahora son mucho más pequeñas y hacen tantas cosas… antes no era tan fácil…
realmente costó mucho que la construyeran, los costos…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Si, lo sé.
Oye papá ¿Qué hay del experimento de Hobbes? ¿Es cierto que hizo un experimento
sobre el amor?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-El amor…
mira, si. Presentó una solicitud para traerle dos máquinas Ajax ¿Sabías que
eran usadas para decodificar mensajes secretos en la Guerra Fría?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Si ¿Nada
mas pidió?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Oh, si.
También pidió traer a dos suecos que él conocía bien, no pedían mucho dinero.
Parecían quererle. No recuerdo el nombre de él, pero el de ella era Alice, si
supieras que linda era… Bueno, tu madre era linda sabes, esos grandes pechos
sureños… pero Alice era como una modelo. Estaban casados esos dos, creo…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Nada más?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Ehm, bueno,
lógicamente una sala de ensayo donde las máquinas pudieran instalarse y ellos
trabajar cómodamente. No dejaban entrar a nadie, las ventanas siempre estaban
tapadas. El sueco salía más para buscar repuestos de las máquinas que para ir
al baño, jaja…- mi padre tosió un poco-. Y la junta me pidió que averigüe por
que las máquinas se rompían tanto, y por qué se gastaba tanta energía. Pero yo
les paré el carro -dijo señalando con el dedo-. Gracias a Hobbes teníamos
fondos para investigar muchas cosas y sueldos para llevar a nuestras esposas de
viaje. Les dije que lo dejaran en paz, que yo respondía por él. Se enteraron,
sí que se enteraron-. Mi padre se puso rígido, yo sabía que en la mayoría de
sus historias él decía haberse comportado como un general del ejército, cuando
en realidad había estado más cerca de un paciente abogado.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Y qué
paso con el experimento?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Después de
seis meses Hobbes dio una conferencia especial, estuvimos yo, los integrantes
de la junta, algunos profesores… creo que había algunos alumnos –mi padre
entendió perfectamente que me tenía pendiente de sus palabras, así que empezó a
tomarse su tiempo entre cada frase-. Y allí nos contó que en esos seis meses
había puesto a las máquinas a correr de verdad. Él quería que se comportasen
como seres humanos cuando se enamoran. Entonces le hizo hacer esto y aquello. Y
habló del amor, oh, si que habló. Ese día llegué a casa y le traje un ramo de
flores a tu madre y una caja de bombones de chocolate suizo. Es todo lo que
puedo decir.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Anda ¿No
recuerdas más?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Ehm… el
experimento, si, claro. Hobbes dijo también… que no era posible realmente
comprobar su hipótesis como hubiese querido. Dijo que en el futuro, cuando las
computadoras como Echelon cabieran en la palma de la mano, entonces podría
hacerse algo decente.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Tal vez
tenía razón.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Quién
sabe.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> -Supe que murió.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> -En el 86. Ya no enseñaba y tuvo un derrame
cerebral. No pude ir a su funeral. Algunos decían que nunca pudo superar su
divorcio. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Y no hay
material sobre ese experimento en alguna parte?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Claro que
sí. Hobbes pidió que se guardara toda la información del experimento en los
archivos de la biblioteca, y así lo hicimos. ¿Acaso quieres consultarlo?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Me
gustaría.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Bueno,
necesitarás la autorización del Decano actual.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Clayton.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No es mal
tipo. Dile que vas de parte mía, te dará lo que quieres..</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Lo haré.
Gracias papá.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-De nada,
hijo, de nada. Sabes que me gusta que vengas a visitarme.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Luego de
esa suave extorsión, le preparé un té de hierbas medicinales. Hablamos sobre
algunas nuevas tecnologías, él siempre me pedía que le cuente los últimos
adelantos. También le conté sobre una chica que me gustaba, exagerando lo
dramático de la situación y me dio algunos consejos, sólo por darle el gusto de
ser mi padre de vez en cuando.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div style="border-bottom: solid windowtext 1.0pt; border: none; mso-border-bottom-alt: solid windowtext .75pt; mso-element: para-border-div; padding: 0cm 0cm 1.0pt 0cm;">
</div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">El Decano
Clayton poco y nada sabía del informe de Hobbes, pero al llamar por teléfono a
la biblioteca, pidió revisar los ficheros y efectivamente ahí estaba. Me dijo
que solo debía llenar una solicitud en la biblioteca, que no estaba muy al
tanto de que iba la cosa pero que tenga cuidado, que eran papeles viejos y que
no quería que se estropeasen. “Mantelo alejado de las latas de cerveza de tus
amigos” dijo, y con una sonrisa me despidió de su oficina. Minutos después, las
cajas se apilaban sobre el mostrador de la biblioteca, con todos los reportes
que las máquinas Ajax habían impreso a instancias de Hobbes y sus técnicos.
Tuve que llamar a un amigo para que viniese a buscarme con su coche, llenando
su baúl y su asiento trasero con miles de columnas de números, y folios con
informes de cada fase del experimento. Antes de retirar la última caja, la chica
que ese día atendía la biblioteca me dijo “Puedes llevarte esto también”.
Parecía un viejo cuaderno, pero con solo hojearlo entendí que era una especie
de diario con notas del profesor Hobbes.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-vjhn9HmfFVE/T5pt-5wPJiI/AAAAAAAAAp8/dPdBO9MnEIo/s1600/1292887117807.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://2.bp.blogspot.com/-vjhn9HmfFVE/T5pt-5wPJiI/AAAAAAAAAp8/dPdBO9MnEIo/s320/1292887117807.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"></span><span lang="ES-AR"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"></span><span lang="ES-AR"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> Apilé las
cajas en mi cuarto, y al principio la información me pareció tanta que casi
desisto sin siquiera empezar. Resmas enteras de papel repletas de números y
balances constituían la mayor parte. Estaba acostumbrado a que ese tipo de
información fuese procesada por la computadora. Hobbes había incluido oportunamente
en cada fase numerosas observaciones, con informes y gráficos para cada una, que
se sumaban al informe final. Preferí concentrarme en eso. También encontré una
cinta con el audio de la conferencia que mencionó mi padre, adjunta a una
transcripción completa. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">En su
exposición, Hobbes había comenzado diciendo que su hipótesis acerca del amor
pretendía abstraer un principio invariable que regía todo el espectro del
fenómeno. Acto seguido dijo que lo que se había propuesto, como todos pudieron
prever a partir de ese momento, era simular determinados aspectos de la
interacción amorosa mediante la realización de diversas tareas de cálculo
impuestas a las dos máquinas especialmente destinadas a ese fin. Antes de
continuar, Hobbes dijo que del mismo modo que las ciencias sociales ya habían
hecho el equivalente a una autopsia en cuanto a lo que se refiere a la religión
en sí, las ventajas de lograr una abstracción tal, de ser posible, en relación
al amor ameritaba cualquier esfuerzo. “Si podemos entender el amor –fueron sus
palabras-, este fenómeno tan individual desde un punto de vista estrictamente
científico, es decir, su funcionamiento, un campo enorme se abre para las
ciencias sociales. Las ventajas de este entendimiento podrían ser extrapoladas
a la publicidad, a la política. Sobre todo en materias tan importantes hoy día
como la creciente tasa de divorcios, la tasa de natalidad, la disminución o el
aumento de la tasa de interés para los préstamos hipotecarios…”. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Luego dijo
que en el amor podía observarse un patrón claramente identificable. En un
intento de síntesis, Hobbes elaboró el “esquema del amor”. Las caras de los
asistentes oscilaban entre la suspicacia y el beneficio de la duda. Algunos
miraron su reloj. Hayden se veía despreocupado, el pensaba que no importaba lo
mal que saliera la conferencia, de todos modos Hobbes bien valía la pena, y
pensaba en la cuantiosa suba de su sueldo anual que le permitiría llevar de
viaje a su esposa por Italia. Hobbes dijo más o menos lo siguiente: que en un
“estado inicial absoluto”, los enamorados se remiten a una coincidencia
originaria en la expresión mutua y genuina de aspectos profundos de su
psicología individual. En ese momento que reviste diversas formas, la
recompensa endógena es tan alta, que el individuo hará lo que esté a su alcance
por volver a sentirla, mintiéndose a sí mismo, e incluso distorsionando su
percepción de los hechos, llegando al extremo de la alucinación, dado el caso.
Por lo que al momento originario le seguiría una fase de distorsión, en la que
cada enamorado percibe al otro de la manera en que su neurofisiología se lo
reclama, a fin de obtener la recompensa endógena tan preciada. Esta fase según
Hobbes era inevitable, y para graficarlo intercaló oportunamente en las
diapositivas la imagen de la obra de Magritte, “Los amantes”, en la que una
risueña pareja se da un beso, con el agregado de que ambas tienen sus
respectivas caras cubiertas por un pañuelo. El tercer paso y muchas veces el
final, es el desengaño consiguiente a la fase anterior, en el que la distancia
entre la distorsión y la información real que hace input en el cerebro es
demasiado grande, viéndose obligado siempre alguno de los dos amantes a admitir
que tal vez su objeto de deseo no fuese lo brillante que parecía ser. “Siempre
–dijo Hobbes-, pero siempre, uno de los dos será capaz de asumirlo antes que el
otro, porque el que los dos adviertan la verdad al mismo tiempo es altamente
improbable, y cuando digo improbable hablo de posibilidades tan escasas como
las que manejamos en la Física”.
Acerca de la naturaleza de esa recompensa endógena Hobbes prefirió no
explayarse, aduciendo que se permitió considerarlo como un elemento dado y cuyo
análisis habría requerido de un estudio radicalmente diferente. Luego dijo que
el amor siempre consta de estas tres fases, por más empantanadas que pudiesen
estar en la apreciación del observador, y que por supuesto que la separación en
tres pasos era una abstracción meramente intelectual, pero que era sin duda
válida si podía derivar en la manipulación del fenómeno. Por último, concluyó
en que el desengaño implicaba que uno de los dos amantes siempre se encontraba
en posición de tener que despertar al otro de su ensueño, y que eso podía
llevar a una variedad de desenlaces, aparentemente amplia, pero muy simple en
esencia. “El vínculo cesa- y al decir esa palabra miró en derredor, atribuyendo
correctamente a los asistentes el entendimiento de las distintas maneras en que
un vínculo puede cesar- o el vínculo continua,
pero disminuyendo en gran medida el nivel de la recompensa endógena. En todo
caso, el amor cesa de todas formas, dando paso a algo distinto. La clave reside
en que tan dispuesta esté la psicología individual del amante para asumir una
tasa de recompensa de menor intensidad, considerablemente menor a la de la fase
inicial, pero asegurándose una constancia. Acerca de esta disposición podemos
mencionar algunos factores de importancia, como la autoestima del indivuduo,
así como su edad y su posición social, elementos que en definitiva remiten a
uno solo: la expectativa del individuo de conseguir esa recompensa inicial con
un nuevo amor”</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Algunos
asistentes arquearon sus cejas o miraron al de al lado, reconocieron esperar
menos de la exposición del doctor Hobbes, hubo quien recordó alguna vieja
historia, quien evaluó su presente amoroso, hubo quien recordó alguna excelente
novela leía antaño, algún clásico del cine y hubo quien nunca había escuchado
hablar del amor en términos tan poco negociables y sintió removerse algo en su
interior.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Después
intentó explicar lo que según él era una confirmación parcial, insuficiente de
su hipótesis inicial. Ya entonces varios recuperaron algo de su impresión
previa, porque ya se podía presumir que la demostración de Hobbes no iba a ser
tal, y que en todo caso pediría un nuevo presupuesto para un experimento más
costoso. El cambio de atmósfera fue visible, pero Hobbes intentó mantener la
compostura. Explicó que durante los primeros 15 días, las máquinas fueron
exigidas a ciertas tareas sencillas para comprobar su correcto funcionamiento y
para conocer al detalle su potencial. Durante el resto de octubre, estuvieron
exclusivamente dedicadas a elaborar en simultáneo secuencias numéricas de dos
dígitos completamente aleatorias. La tasa de coincidencia entre los resultados
de ambas máquinas fue almacenada como Tasa de Azar. El gráfico que Hobbes
mostró daba clara cuenta de que cada coincidencia no determinaba para nada un
aumento ni un descenso de coincidencias posteriores. Hobbes aclaró que en la
interacción humana esto era imposible porque no podemos evitar retener
información acerca de nuestras interacciones con los demás, pero que aún así
era necesario delimitar una Tasa (ideal) de Azar.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Durante el
segundo mes, Hobbes y los técnicos se habían dedicado a configurar diversos
rangos de “recompensa” (iguales para ambas máquinas) para las coincidencias
entre las secuencias numéricas producidas, de modo que cada coincidencia era
retenida por las máquinas como un factor de “estímulo” para otras nuevas,
introduciendo réplicas del mismo número en la serie de cifras posibles. Así se
aumentaban las probabilidades de las mismas. De modo que si en el estado
inicial coincidían en el número 32, la próxima coincidencia probablemente sería
sobre el mismo número, lo cual se convertía en un doble estímulo para otra más,
y así. Si la coincidencia era en otro número, invariablemente había sucedido
que la recompensa seleccionada había sido poco significativa, por debajo de un
5%. En ese sentido los gráficos eran contundentes. No hacía falta traducir el
significado de estos resultados, pero aún así Hobbes lo hizo, al decir que si
dos personas tienen un momento de comunicación profunda, no tardarán en generar
el siguiente, iniciando un crescendo, aún cuando no lo adviertan de esa manera
y piensen que es obra del Destino. Y que si el siguiente momento profundo se
daba por azar, entonces la recompensa no había sido alta.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Durante el
tercer mes, se había experimentado con tasas diferenciadas de recompensa para
cada una de las máquinas. Los gráficos mostraban que las coincidencias eran
previsibles desde la tasa de recompensa de la máquina menos “estimulada”, de
forma que por más que la otra estuviese recompensada en exceso, no le servía de
mucho, sino sólo en la medida en que la otra lo estuviese. El beneplácito de
Hayden crecía, iba sintiéndose mejor por no sólo haberle hecho un favor a su
protegido, sino por haber podido contribuir a algo que en definitiva al menos
pudiese tener alguna repercusión académica, por más falaz que fuese. No sería el
primer experimento popular en constituir metodológicamente una farsa. Hobbes
observó que en el amor no importa que tan enamorada esté una persona de la
otra, no puede forzar la coincidencia si no hay algún interés de la otra parte.
“Ahora verán –dijo Hobbes-, lo que sucedió con las máquinas fue que la que
tenía mayor tasa de recompensa, llamémosle A, producía los números exitosos con
mayor frecuencia, y tardaba menos de una hora en terminar reproduciendo una
reducida serie de números, mientras la otra los producía a una tasa menor”.
Hobbes proyectó un gráfico que denotaba esa evolución dispar y continúo. “De
modo que cuando esa fase llegaba, era altamente improbable que se diesen
coincidencias diferentes a las que A planteaba. Mientras tanto, la tasa de recompensa
es menor para B, que entonces es capaz de evolucionar con un repertorio mas
amplio de números exitosos, solo que la reducida serie que A termina fijando no
le permite mostrarlo. Este fenómeno fue retomado en la última fase del
experimento.” Hobbes también explicó que durante esta fase aumentó la cantidad
de piezas solicitadas para repuesto, ya que muchas veces se incentivó a alguna
de las dos máquinas al tope de su potencial de cálculo mientras la otra se
mantenía en un nivel relativamente bajo. Hobbes entonces se puso visiblemente
nervioso y dijo que el motivo de esa exigencia era la posibilidad de que tal
vez la secuencia aleatoria que las máquinas generaban fuese solo aparentemente
azarosa, y que en ese caso hubiese algún patrón identificable desde la otra
máquina. “Si eso sucedía, la Taza
de Azar habría quedado invalidada -dijo Hobbes- y tenía que intentar reducir
ese riesgo en la mayor medida posible”. Y entonces el profesor Kipling, uno de
los adjuntos de la cátedra de Hobbes, le preguntó si eso no habría podido
significar también que podrían existir personas capaces de detectar patrones de
comportamiento en el objeto de deseo, a fin de acoplarse a ese patrón y forzar
así las coincidencias que alimentan el amor. Hobbes aceptó la observación con entusiasmo,
dijo que eso último no solo era posible sino comprobable, y que se referiría a
ello al final de su exposición.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Hobbes
explicó que durante el cuarto mes, se trabajó con ecuaciones complejas en las
que por un lado la máquina era incentivada a buscar la coincidencia numérica, y
por otro, era “castigada” en la obtención de sus recursos energéticos si la
tasa de coincidencias se volvía demasiado elevada, simulando lo que le sucede
al organismo humano. También, se trabajó con diversos grados de intensidad para
el efecto acumulativo del estímulo, de modo que con la combinación adecuada las
máquinas podían sostener una tasa energéticamente razonable de coincidencia
hasta después de cien combinaciones exitosas, luego de lo cual su alimentación
bajaba del mínimo necesario y se apagaban. Este umbral de colapso era el que
según Hobbes todo individuo evita a pesar de amar mucho a alguien, porque para
amar ante todo hay que estar vivo, y al decir esto señaló con el puntero el eje
de las abscisas, por debajo del cual la línea ya no representaba nada.“Aunque,
claro está, también existen personas- dijo Hobbes- cuya recompensa por la
coincidencia es tan alta que pueden dejar de lado el interés por la
supervivencia. El hecho de que terminen de esa forma es precisamente lo que los
vuelve tan poco numerosos, y funcionan como advertencia para los demás”. La
cosa se estaba desmadrando un poco y tanto por las palabras como por el tono
Hobbes se iba volviendo cada vez menos riguroso. Pero parecía haber sido meses
de esfuerzo realmente comprometidos por la búsqueda de un nuevo punto de vista
sobre el amor. Nadie protestó, la impresión general era que por lo menos valía
la pena escucharlo. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">El quinto
mes fue utilizado para complejizar de la mejor forma posible la disyuntiva entre
la autoconservación y la recompensa. La tasa de recompensa era elevada y ahora
estaba ligada a mejoras en el rendimiento, es decir que a mayor número de
coincidencias distintos recursos de procesamiento eran habilitados y el
desempeño de la máquina se optimizaba, de modo que si ambas se “enamoraban”
producían sus secuencias a un ritmo mayor. Pero a largo plazo el sostenimiento
de la integridad de la máquina estaba relacionado estrechamente con la
producción de un patrón numérico específico, llamado por Hobbes el Patrón
Genuino. El Patrón Genuino era establecido previamente por los técnicos, y si
cada una de ellas sostenía el suyo funcionaba indefinidamente a un nivel
óptimo. Si la máquina adoptaba el Patrón Ajeno, es decir, el patrón numérico
que surgía de las coincidencias con la secuencia producida por la otra máquina,
su rendimiento mejoraba, pero a largo plazo la máquina colapsaba en alguno de
sus componentes. Hobbes explicó que no importaba cuál era el elemento
específico de la realidad del individuo que lo pone en conflicto con el amor,
sino el conflicto en sí entre lo que uno realmente necesita y lo que la
recompensa pide. Podían ser los proyectos personales, así como los valores
inculcados desde edad temprana, e incluso el correcto funcionamiento de un
órgano o parte del cuerpo. Pero invariablemente el amor generaría siempre una
distancia respecto de la realidad que tarde o temprano tendría que ser
atendida. Hobbes mencionó que su técnico Víktor le sugirió elaborar un
principio por el cual la máquina “aprendiese” a abandonar definitivamente
cualquier incentivo de coincidencia y adoptar de allí en más su Patrón Genuino,
pero que él adujo que eso no sería válido, ya que nuestra tendencia a buscar la
recompensa es a priori y no se puede modificar. Un integrante suspicaz de la
junta preguntó si con a priori se refería a la genética de la especie, y Hobbes
le respondió que no sabía si los humanos buscábamos el amor por genética o por
aprendizaje, pero que en todo caso el aprendizaje debía ocurrir a una edad muy
temprana, similar a la que tienen los pollitos para seguir a quien de ahí en
más será su madre, y que por fuerza ese aprendizaje debía responder a
condiciones generales de existencia, comunes a todos los seres humanos, por
ejemplo, ser amamantados.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">El último
mes fue aprovechado al máximo para definir distintos márgenes de tolerancia a
las consecuencias del Patrón Ajeno. Para ese entonces fue del todo claro que,
si A tenía una mayor tasa de recompensa, atendería menos su Patrón Genuino, y
que si la máquina B tenía una menor tasa de recompensa, lógicamente tendría que
atender su Patrón Genuino en mayor medida que A, que era esta la manera en que
mejor estaríamos representando el amor.” El profesor Kipling se había
convertido en el único interlocutor activo de Hobbes, y parecía entender sus
preocupaciones. Dijo: “Porque en el amor el que ama más se respeta menos, y
viceversa”. “Al menos – replicó Hobbes- esa es la premisa que a priori
observamos acerca del fenómeno, me alegraría saber que en ese sentido todos los
aquí presentes estamos de acuerdo”. Un murmullo de vaga aprobación resonó en la
sala, y Hobbes continuó. “De modo que durante el sexto mes, fuimos capaces de
representar numerosas veces lo que llegamos a pensar que es el Esquema del
Amor, es decir el drama que se representa entre los seres humanos bajo diversas
formas y con una misma esencia: Un sujeto A obtiene del amor una recompensa
excesivamente alta, lo cual lo lleva a efectuar acciones que ponen en peligro
su solvencia. Posee una tendencia a instalar una serie fija de puntos de
conexión con el otro, se podría decir que necesita mirarse en un espejo. Por su
parte B no es perfecto, también recibe una recompensa del amor, pero en
relación a A, tiene una tendencia a la autonomía, y se resiente más rápidamente
de las deficiencias en el sostenimiento de la misma. La interacción entre ambos
se da en 3 fases. En la primera, son capaces de ver sin distorsión los puntos
de conexión entre ambos. Esto lleva progresivamente a un establecimiento,
conciente o no, de situaciones en las que ambos ya han experimentaron antes una
cercanía profunda. En algún momento, la autonomía de B se resiente, o tal vez
la de ambos, solo que B puede verlo con mayor claridad, así que él intenta
recuperarla e alguna manera. Esto entra en conflicto con la necesidad de A, que
ahora necesita su recompensa más que nunca, y que hará lo posible por negar el
conflicto y convencer a B de que todo está bien. De aquí en más puede pasar que
B provoque la separación en pos de su autonomía, o que A logre convencerlo de
que se acostumbre a una autonomía menor a cambio de una recompensa estable. Es
entonces cuando puede empezar una nueva fase en la relación, que refiere a la
vulgar distinción entre amor y enamoramiento. Todo depende de lo que B esté
dispuesto a aceptar. Ahora bien, B tiene una tendencia a la autonomía mayor a
la de A, pero eso no significa que no obtenga una recompensa en el amor. Este
es el punto que puede ser explotado por A, sea conciente o no al hacerlo.”</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">A
continuación Hobbes dijo que en todo fenómeno del universo conocido, siempre
que se observaba a dos elementos en interacción, el comportamiento de alguno de
los dos se volvía predecible a partir del comportamiento del otro, en una
jerarquía asimétrica. Es decir, que uno de los dos elementos en cuestión
siempre es dominante y comanda al otro. Comenzó a ilustrar ese principio
enunciando fenómenos de diversos campos: los planetas y sus satélites, el sol y
los planetas, los ojos de una persona, entre otros. “El amor –dijo- no iba a
ser la excepción. Porque entre dos cuerpos de cualquier clase y analizados por
cualquier disciplina, encontramos que si interactúan necesariamente entran en
un juego de fuerzas, en el que uno de los dos tarde o temprano domina al otro.
La base de esta fortaleza en los planetas es básicamente su tamaño, como sucede
en la batalla de los sexos. En el amor la probabilidad de dominación se
sustenta en la intensidad de la recompensa.” El profesor Kipling interrumpió
nuevamente a Hobbes. “Siempre hay uno que ama más que el otro ¿No es cierto?”.
“Exacto- respondió Hobbes-, y ese es el que más tiene por perder. Ésa persona
es la que tolerará consecuencias más graves para su integridad, con tal de
seguir obteniendo la recompensa. Esa es la persona que se negará a ver lo que
en realidad está pasando, mientras la otra comienza a pisar el freno de la
relación. En este punto final del proceso, el juego de fuerzas entre ambos se
define, y la capacidad de uno para recuperar su autonomía confrontará con la
necesidad del otro por retener lo que los une.” Uno de los integrantes de la
junta no pudo contener sus reservas ante un esquema basado en dos tipologías
tan reducidas que pretendiese abarcar una multiplicidad tan grande como la del
hecho amoroso. El semblante de Hobbes se volvió sereno, como el que adoptaba
cuando respondía a una ingenua observación de uno de sus alumnos, y dijo “No
hay dos personas iguales en el mundo. Pero no olvide que tampoco hay dos
cuerpos iguales en el universo, y eso no impide que podamos ver en la
interacción entre dos de cualquiera de ellos, leyes abstraíbles, universales y
aplicables para cualquier eventual encuentro entre cuerpos jamás vistos. Por la
misma razón que no hay dos seres humanos iguales, es que entran en un juego de
fuerzas, y por más mínima que sea la diferencia, siempre uno necesitará del
amor más que el otro.” </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Luego
Hobbes dijo que con los recursos de que habían dispuesto había resultado
imposible ir mas allá, y que la hipótesis inicial distaba de ser puesta a
prueba en toda su extensión. La junta expresó rápidamente que no podía otorgar
fondos para un experimento similar al menos hasta dentro de 1 año, y que
tardaría mucho más aún en equiparse de una máquina similar a Echelon si en eso
estaba pensando. Pero Hobbes dijo “No era eso lo que quise decir. Verán,
durante el experimento surgieron numerosas variables que nos vimos
imposibilitados de abordar, aún cuando eran imprescindibles para sistematizar
el fenómeno del amor. Como dijo el profesor Kipling, existen individuos capaces
de advertir la aspectos esenciales de la personalidad del otro, para
reproducirlos en sí mismo, provocando artificialmente la conexión profunda ¿Es
eso lo que quiso decir?”. Kipling asintió, y Hobbes continuó. “También sucede
con mucha frecuencia que el sujeto B provoca la ruptura indirectamente,
haciendo algo que A no puede perdonar. Y también es muy cierto que cada
historia de amor es capaz de afectar al sujeto decisivamente en su
comportamiento, alterando su destino para siempre. A puede aprender a absorber
menos a B. B puede aprender a resignar cierta independencia respecto de A. Pero
hoy día no existen máquinas que puedan representar esos hechos con el grado de
correspondencia que necesitamos. Quiero decir que en este momento no es posible
llevar a cabo el experimento con la complejidad que se requiere, porque no hay
máquina en el mundo que pueda procesar la información con el nivel de rapidez
necesaria, ni capaces de aprender a funcionar de otra manera que de la que
fueron programados.” Kipling dijo si hacía falta esperar al surgimiento de una
Inteligencia Artificial. “No estoy seguro de que haga falta superar el Test de
Turing –dijo Hobbes-. Solo digo que la capacidad actual de cálculo de la
computadora más poderosa no es suficiente, y que las generaciones futuras serán
las que en todo caso podrán llevar a prueba un experimento más adecuado. Mis
técnicos y yo nos contentamos con sentar un precedente en la materia. Por eso
solicito a la junta que esté de acuerdo en almacenar los informes que recogen toda
la información acumulada durante estos 6 meses, sumado al informe final que ha
sido la base de la exposición de hoy, para que en el futuro cualquier
interesado pueda consultarlos y tomar de ellos lo que necesite, a fin de
realizar un nuevo experimento.”</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Releí la
transcripción varias veces. Reconstruí imaginariamente los rostros de los
asistentes, incluso llegué a imaginar algunas cosas que mi padre pudo haber
pensado durante la exposición. Estaba atónito y fascinado a la vez por la
audacia de Hobbes para encarar un experimento así, y no menos por su capacidad
para reconocerlo fuera de sus posibilidades llegado el momento. Miré fijamente
la única foto suya que había encontrado en Internet, impresa y pegada sobre el
papel de corcho encima de mi escritorio: casi calvo, pómulos huesudos. Llevaba
camisa y unos lentes, la foto parecía sacada para alguna clase de
identificación. Tenía que haber sido un hombre inteligente y solitario. Un
sabio de la montaña mezclado entre nosotros. Entonces supe que tenía que retomar
el intento de Hobbes donde él lo había dejado.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-CzHiUyCQLh4/T5puyyf9B0I/AAAAAAAAAqE/27JjgUos8ts/s1600/peliculas_cyberpunk_hackers_piratas_informaticos_ciberespacio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="234" src="http://4.bp.blogspot.com/-CzHiUyCQLh4/T5puyyf9B0I/AAAAAAAAAqE/27JjgUos8ts/s320/peliculas_cyberpunk_hackers_piratas_informaticos_ciberespacio.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> A
diferencia de Hobbes, yo no necesitaba fondos de la Universidad para mi
proyecto. Me alcanzaba con armar dos computadoras de buen rendimiento con una
parte no demasiado grande de mis ahorros. Conocía proveedores que me venderían
casi al costo, y ensamblar los componentes era muy fácil. Además, siempre que
se arma una máquina para un tipo de tarea específica, uno puede prescindir de
muchas cosas innecesarias. Lo que yo necesitaba era que cada una tuviese
procesadores de alta potencia, y que su memoria RAM no se quedara corta. Estaba
pensando en manejo de cálculo de alto nivel en simultáneo, a niveles con los
que Hobbes solo habría podido soñar. Iba a necesitar una conexión de alta
velocidad entre ambas, así como discos rígidos con capacidad de varios
terabytes , no había necesidad de imprimir la información, solo de almacenarla.Y
también pensaba en alguna clase de representación gráfica en tiempo real del
proceso, para que cualquiera pudiese tener una impresión más intuitiva de todo.
Las placas de video tenían que estar a la altura.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Cuando Josh
y Bruce, mis compañeros de piso, vieron las dos máquinas sobre mi escritorio,
pensaron que había comprado algún juego estilo Modern Warfare y que quería
jugar en modo duelo o cooperativo todo el día. Después Josh largó una de sus
ocurrencias bizarras y dijo que en realidad mi idea era tener dos máquinas para
que la chica de turno y yo miremos porno cada uno por nuestra cuenta antes de
acostarnos, lo que según él marcaba un panorama del futuro en las relaciones
sexuales. Espanté sus desmanes con un gesto de asco, en el fondo sentía que a
Hobbes le habría pasado algo parecido en su momento. Entonces Bruce comenzó a
espiar adentro de los gabinetes, abiertos para una mayor ventilación.
“Procesadores de 12 núcleos, placas Geforce último modelo, memorias RDRAM,
coolers extragrandes… ¿En qué estas pensando Fran? ¿Tiene esto algo que ver con
los papeles del loco ese que me hiciste traer el otro día?” dijo, y mientras
hablaba miraba en derredor, confirmando su última suposición, al ver
desplegados por toda la pared hojas que reconoció de los folios con informes,
así como diagramas y anotaciones hechos por mí. No los saqué a patadas solo por
ser mis amigos, pero les dije que no podía hablar del proyecto hasta haber
terminado. Se retiraron, Josh con un gesto de suspicacia, y Bruce con
preocupación en el rostro. Con la puerta entreabierta dijo “Te conozco y sé
cuando estás hipnotizado por algo o alguien. Sea lo que sea, no te olvides de
comer mientras estés con esto y si me necesitas estoy en mi cuarto”. “Yo
conozco a unas amigas que pueden interesarte, ellas podrían…” dijo Josh, antes
de que Bruce cerrara la puerta para no dejarlo terminar.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Me tomó una
semana diseñar el software adecuado, y una semana más hacerlo correr sin
errores. Comencé con lo simple, establecer la Tasa de Azar. Decidí anotar en lo posible todo lo
relevante sobre cada etapa. Después empezó lo bueno, cuando probé distintas
tasas de recompensa. El modelo de Hobbes basado en coincidencias de números
simples funcionó bien, pero sabía que en algún momento tendría que subir la
apuesta. Me decidí por módulos complejos, de modo que cada máquina pudiese
analizar grandes flujos de datos, a fin de obtener recompensas a partir de
grupos de coincidencias, filtrados entre las múltiples diferencias. Los
gráficos se iban sucediendo uno a otro, y en cada uno de ellos yo veía
historias de amor. Cada pantalla daba su versión de la historia. Algunas eran
clásicas, iniciaban con un ascenso agudo, para caer en un ángulo grave en una
de ellas, mientras la otra daba tumbos hasta el estrepitoso final. Otras
iniciaban con un ascenso progresivo, declinando de la misma manera. Había
algunas donde A anulaba a un rendido B, y otras donde B se distanciaba para
volver esporádicamente con A. El
programa que había diseñado permitía que los componentes de la máquina se
desempeñaran al nivel de rendimiento que yo deseara, tal como si se tratase de
una vieja Commodore, o cerca del máximo posible, si así yo lo quería. De modo
que podía establecer perfiles específicos, les ponía un nombre y observaba su
evolución a lo largo de un periodo de tiempo, a través de varias historias con
otros perfiles. Comencé a apasionarme por algunos de ellos.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Una vez
Bruce me trajo una bandeja con comida china, y cuando le dije que A-2 estaba a
punto de engañar a B-4, hizo una mueca mientras me decía que él invitaba esta vez.
Pronto tenía un universo de identidades artificiales interactuando entre sí,
alterándose continuamente. Continuas reformas eran las que debía hacer al
software inicial, entre otras cosas para permitir introducir el equivalente a
factores externos a las relaciones amorosas, como el dinero o los amigos. Si al
principio pensé en mi tesis y en una exposición razonable de mi proyecto,
entonces ya pensaba en algo muy diferente, buscaba una especie de revelación
que me diera una comprensión mística del asunto.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Mientras
tanto, asistía a clases y me preparaba para los exámenes, pero no me quedaba en
el comedor después de hora, me iba directamente a casa a analizar más
resultados. Jennifer era la chica de la que le hablé a mi padre, estudiaba
Diseño Gráfico y como yo, estaba al final de su carrera. Mis problemas siempre
le parecían menos graves de lo que decía, tenía esa habilidad de hacer todo más
simple y de hacerme sentir que yo pensaba demasiado las cosas. Le pareció raro
que ya no me quedase a almorzar con ella. Me alcanzó a la salida y me preguntó
si ella había hecho algo malo. Le dije que no, pero que tenía un proyecto entre
manos y que no podía pensar en nada más hasta tenerlo terminado. Entonces me
miró a los ojos, y con un gesto de no entender algo dió media vuelta y se fue. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Después de
un mes y medio de experimentar con los perfiles, sentía que había llegado a un
punto crucial. Tenía un perfil de A y otro de B altamente desarrollados, A-10 y
B-7. A
esta altura me permití explicarle a Bruce de que trataba mi proyecto. Le dije:
“A necesita del amor, pero aprendió a cuidar el vínculo respetándose a sí
mismo, de modo que puede manejar mejor su impulso de absorber a B. B sigue
priorizando su autonomía, pero aprendió a equilibrarla con recompensas
elevadas, exponiéndose más que antes. Y entonces se encuentran.”. Le dí inicio
al encuentro entre ambos perfiles, dando lugar a un gráfico equilibrado, con
vaivenes que no amenazaban la estabilidad del vínculo. Ambos habían aprendido a
contener sus correspondientes tendencias destructivas, parecían enganchados en
una coreografía bien practicada. Eso me hizo estar más seguro que nunca de que
todos necesitamos lastimar a otros y ser lastimados para llegar a entender lo
que realmente queremos. Así se lo dije a Bruce. Él dijo que podía ser, pero que
para entender esa clase de cosas la vida era la mejor maestra, y después se fue
a tender la ropa al balcón del comedor.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR"> Dos semanas
después de nuestra conversación, Jennifer tocó el timbre de mi departamento.
Tal vez le pidió la dirección a Bruce, el también la conocía. Fue él quien la
dejó pasar y le indicó mi cuarto, por lo que su aparición en el marco de la
puerta me dejó sin palabras por unos segundos. Primero miró a las dos máquinas,
y luego comenzó a recorrer las paredes plagadas de reportes, notas y diagramas
improvisados. Algunas hojas contenían frases en mayúscula y tamaño gigante, en
tono de aforismos existenciales, aún cuando para mí eran parte de rígidos
axiomas. Me arrepentí de haber escrito algunas como “todos necesitamos lastimar
a otros” (en rojo), o “En muchos casos B cree que la felicidad es resignarse a
estar con A”. Esa última hoja fue la que Jenny desprendió de la pared, y con
ella en mano me pidió si podía explicarle de qué se trataba el proyecto
exactamente.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">“A ver si
entiendo –dijo Jenny-. A siempre ama más que B. Pero ¿Que pasaría si B se
encuentra con otro B?”. “Eso es imposible- dije-. Porque siempre hay uno que
ama más que el otro, y esa diferencia en algún momento se hace valer, dándole a
cada uno su lugar en la ecuación”. “Pero entonces yo puedo ser A hoy y B el día
de mañana”.”Por supuesto, A y B son términos relativos, aún cuando haya
personas mas predispuestas que otras a ser A o B”. Le mostré como funcionaba el
programa que había diseñado, y le mostré qué fácil era seleccionar los perfiles
desarrollados para hacerlos correr, enfrentándolos. También le dijo que B-7 era
mi preferido, un equilibrista entre su inconformismo y su necesidad de ser
feliz. La verdad estaba un poco nervioso por su presencia, a Jenny no se le
escapaba nada y mi cuarto era un desorden. Fui a buscar algo para tomar, y
cuando volví Jenny me dijo que la parte gráfica del programa podía ser mucho
más elegante y simple a la vez, incluso tridimensional. Y luego volvió al
ataque.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Y qué
pasaría si B se encuentra con B?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Ya te
dije, eso es imposible.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Bueno,
pero ¿Qué pasaría?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-No
entiendo ¿Para qué habría de…?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-¿Me estas
diciendo que montaste todo este laboratorio de simulación y todavía no te
atreviste a ver que pasa si enfrentas a B con otro B?¿De qué tienes miedo?</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">-Es que esa
clase de cosas no suceden Jenny, yo podría simular muchas cosas así que nunca…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR">Y entonces
me di cuenta, por la forma en que me miró y después miró a las máquinas, de lo
que iba a pasar. Yo estaba sentado en mi cama con un vaso de agua en la
mano, y ella estaba sentada en mi butaca
frente a las computadoras, con todo lo que necesitaba saber. Con la rapidez de
un rayo copió el perfil de B-7 y lo traspasó a la otra máquina. Después lo
seleccionó en ambas y los echó a correr. Desde mi cama no podía ver las
pantallas, pero no me pareció que valiese la pena asomarme. Solo cuando me
pareció que la luminosidad reflejada en el rostro de Jenny era extraña, me
asomé y vi que las pantallas se habían vuelto locas. Por mi cara y por la
diferencia con los gráficos que había visto antes, Jenny sabía que estaba
pasando algo extraño, ambos coolers se habían activado a la máxima potencia, y
el nivel de consumo se hacía más y más elevado. No me moví, incluso cuando
sabía que las máquinas no iban a parar por sí mismas. Tampoco me moví cuando
saltaron chispas del estabilizador y ambas se apagaron. Supe que las dos
máquinas estaban perdidas, y ella también. Jenny dijo que tendría que haber
comprado componentes de mejor calidad, pero como yo no hablaba y miraba fijo
por la ventana encima del escritorio, comenzó a esbozar una disculpa. Mi boca
ya no estaba abierta, la miré y dije “No entiendes Jenny, el experimento
finalizó”. Sonreí. Ella propuso ir a comer algo al centro tomando el bus de
las 8. Yo propuse ir caminando.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-13128281097847018372011-12-20T05:54:00.002-03:002012-01-05T01:04:59.868-03:00El polimodal (19)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-0s27arW7zRQ/TvBNJUuxjwI/AAAAAAAAAmk/9OA9ccCyzmU/s1600/Plateau+of+Chess.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="216" src="http://3.bp.blogspot.com/-0s27arW7zRQ/TvBNJUuxjwI/AAAAAAAAAmk/9OA9ccCyzmU/s320/Plateau+of+Chess.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
El parque abría sábados y domingos. Mi tarea era esperar en la
entrada al grupo designado, generalmente de 15 a 20 chicos de entre 7 y
13 años (acompañados de algunos padres), para guiarlos por los juegos
según un diagrama mas o menos improvisado pero que terminaba siempre en
un gran comedor, donde todos los grupos comían y le cantaban el feliz
cumpleaños a algún nene o nena de papá. Tenía que estar pendiente de que
nadie se lastimara, de negociar constantemente con los que se portaban
mal, mi peor terror era que algún nene se perdiera por ahí en medio de
la marea de gente, y de alguna forma me sentía bien teniendo esa
responsabilidad, por estresante que fuera. Odiaba el uniforme, un
pantalón caqui con una remera azul que me quedaba grande, zapatillas de
lona. Pero tener ese dinero ya no solo era necesario para la revista,
sino para comprarme algo de ropa, para escapar de las extorsiones de mi
madre, no tener que pedirle plata para todo y no depender de su
generosidad para salir.<br />
<br />
Cubría mis gastos, eso era algo
que ya no podía echarme en cara, haciéndome sentir como una sanguijuela.
Y cuando a fin de mes se terminaba la pasta de dientes, el papel
higiénico o no había plata para comprar leche, y sabiendo perfectamente
que en la primera semana se había gastado en pelotudeces (como esos
viajes innecesarios en remis o esas cremas que se acumulaban en su
cómoda), yo iba y sin decir nada compraba. Cada vez que lo hacía sentía
un regocijo muy intenso, una extraña plenitud, en el fondo una pequeña
venganza contra el orgullo de mi madre. “Ay, gracias hijo…” decía, como
si mi ayuda viniese del cielo. Yo asentía con una sonrisa. Se fue dando
cuenta de que no era tan simple, empecé a hacer comentarios agrios en el
momento exacto en que la veía a punto de hacer esos extraños gastos de
principios de mes, como si yo tuviese derecho a opinar sobre la economía
de la casa. Eso realmente la sacaba de quicio, y como yo aparentaba ser
razonable y preocupado, y como ya no podía amenazarme con no darme
dinero para mis cosas, con el tiempo logré que a fin de mes no faltara
lo básico.<br />
<br />
En la semana veía a Melina en el colegio, que
cada vez salía menos al patio en el recreo. No podía quedarme solo en el
salón si los pibes salían, hubiese quedado en evidencia. Pero a veces
volvía un rato antes de que sonara el timbre y ahí estaba ella. Si
estaba Alejandra tenía que mantener equilibrada la conversación con
ambas, pero sino podíamos hablar tranquilos. Cuando estaba solo, me
acordaba de mis conversaciones con ella, repasando los momentos más
intensos con deleite, sonriendo sin poder contenerme. También imaginaba
líneas de diálogo distintas a las que habíamos tenido, cosas que ella o
yo habríamos podido decir, réplicas posibles para los momentos en que
ella me dejaba sin saber qué decir. También pasaba que se me ocurrían
cosas aisladas para meter en algún momento, algún juego de palabras,
alguna metáfora indecente pero rebuscada, decepcionar a Melina no era
una opción. Pero con ella, como con los pibes, también tenía esa
sensación de que al hablar con ella algo único iba a pasar. Porque no
importaba cuantas cosas hubiese imaginado yo en soledad, nuestras
palabras siempre tomaban aguas rápidas, un camino imprevisible en el que
cada paso alumbraba el siguiente, en el que mis pensamientos y los de
ella entrechocaban continuamente, en un duelo de ingenio y temple con el
que los dos nos hacíamos cada vez más agudos. Y en el fondo me sentía
un miserable, porque mientras yo invertía gran parte de mi tiempo
pensando en esos encuentros, contemplando posibles escenarios para
aumentar mis recursos, estaba completamente seguro de que ella no lo
hacía, de que le alcanzaba simplemente con ser como era. Yo sentía que
si Melina no decía nada, era porque no había nada para decir, y que si
yo no decía nada, era porque mi imaginación se había quedado corta.<br />
<br />
Los
fines de semana en la veía en el Parque. Si el grupo que tenía ese día
era de nenes muy chicos podía llevarlos a su sector, donde ella podía
estar manejando el carrusel, la pista del trencito y cosas así. Entonces
ella podía verme hacer de niñera y reírse de mí. También podía verla en
el comedor, cuando entre grupo y grupo me hacía espacio para comer o
tomar algo y coincidía con su descanso. El comedor era muy parecido a
esos que se ven en las películas yanquis de la prisión, mesas largas en
las que se juntaban grupos más o menos cerrados. Como muchas veces
estaba acompañada, yo me sentaba a comer solo haciéndome el que no la
había visto, esperando que ella viniese con su bandeja a buscarme pelea.
A veces lo conseguía, a veces no.<br />
<br />
Podía pasar que
coincidiese con Daniel, pero su sección tenía mucho más personal y
mandaba a varios al descanso a la vez, por lo que él siempre estaba con
un grupo de gente. Daniel siempre lograba imponer sus condiciones a
quienes lo rodeaban. A la mayoría caía simpático porque sabía qué decir y
cómo para agitar las aguas y tornar una conversación aburrida en
carcajadas. Lo que siempre pasaba era que alguien se mostrara receloso
de él, que no lo tragara y que, sin enfrentarlo directamente, intentara
boicotearlo. Esa clase de persona era perfecta para él, porque la tomaba
de punto, utilizándola para hacer reír a los demás. En el caso de los
varones podía ser un tipo desplazado del centro de atención o el eterno
amigo de alguna chica que andara atrás de él. A las mujeres lindas las
trataba como si no fueran la gran cosa, y ellas estaban tan
acostumbradas a seducir con solo vestirse bien y sonreír que se volvían
locas por llamar su atención. Así se exponían más y más, y como un
cazador que no ataca al animal hasta que está lejos de su cueva, Daniel
las dejaba ir más y más lejos. En el Parque no le convenía exponerse
mucho por Antonella, y eso le generaba el inconveniente de que le
hiciesen propuestas muy evidentes para transar. Salvaba su orgullo
retrucando fuerte, con frases como “¿Entonces da para un pete?”, de tal
manera que sus pretendientes no podían aceptar sin dar mucho más de lo
que esperaban, pero sonreían al recular, como si lo estuvieran
considerando. Daniel me contaba sobre esas situaciones. Yo le hacía
observaciones, y como él veía que yo entendía la complejidad de muchas
cosas en sus manejos, me daba más detalles y analizábamos en conjunto el
camino a seguir. Una vez me presentó a sus compañeros y me senté con
ellos, pero yo prefería estar solo por si Melina venía.<br />
<br />
A
veces yo iba para su casa a la tarde, cuando no tenía nada para hacer.
Su familia ya me conocía. También íbamos al kiosco de revistas de Héctor
y llevaba un ajedrez de tablero magnético, de esos que se pliegan con
las fichas adentro. Hacíamos ganador queda, pero yo nunca podía ganarle.
Pero esa vez jugamos en la vereda de su casa, tomando gaseosa. No
importaba si jugaba con blancas o negras, el resultado era el mismo. Mi
único progreso era que las partidas durasen cada vez más tiempo, me iba
defendiendo mejor. Mientras jugábamos hablábamos de muchas cosas. Una
vez se la compliqué y el partido duró más de lo normal. Entonces me dijo
que me iba a marcar mis errores de juego.<br />
<br />
-Te preocupás
mucho por la defensa. Cuando yo saco mis peones al centro, vos movés el
peon-caballo del rey para ir preparando el enroque.<br />
-Ahá.<br />
-Como
sé que estás tan preocupado por esconderte, voy al ataque de lleno. Me
ubico de tal forma que tu esfuerzo sea al pedo. Pocas veces hago mi
enroque porque no lo necesito ¿Entendés?<br />
-Pse.<br />
-O sea tus
piezas siempre están protegidas, pero llega un momento en que hay que
abrirse paso y sacrificar algunas, para abrir huecos en la defensa del
otro. En esos cambios siempre salgo ganando, porque como estoy dispuesto
a sufrir pérdidas, los hago con iniciativa. Yo decido cuando me
conviene perder un caballo para que pierdas un alfil, o cuando puedo
permitirme perder un peón para ganar una posición útil.<br />
-Me cuesta aflojar las piezas, y las termino perdiendo igual.<br />
-Las terminás perdiendo igual ¿Te das cuenta?<br />
-Se.<br />
-Y
nunca, nunca tenés que resignar el centro del tablero, ahí es donde se
define todo. Si yo abro moviendo el peón-dama al centro, vos tenés que
hacer algo para pararlo. Y si yo muevo otro para apoyarlo, lo mismo. No
pelear esa zona es un suicidio, por más bien que protejas al rey.<br />
-Claro.<br />
-Te
defendés bien, pero te atrincherás tanto que no es necesario que yo me
cuide, eso hace que mi ataque gane siempre. Podés jugar a la defensiva,
porque se puede, pero para eso tenés que saber atacar también.<br />
<br />
Desde
ese día nuestros partidos fueron cambiando. Estaba claro que me costaba
atacar, y tropezaba mucho con errores torpes, perdiendo incluso más
rápido que antes. Pero con el tiempo lo iba entendiendo mejor. Empecé a
aceptar los sacrificios de piezas con rapidez, desconcertando a Daniel.
Cuando esas tormentas de cambios tenían lugar el tablero se despoblaba
rápidamente, y eso me gustaba porque de repente todo era más simple y
quedaba manifiesta cualquier ventaja. Una vez logré hacer tablas. Otro
día tuve chance de jaque mate pero no la vi a tiempo, me la marcó Daniel
después de ganarme, reubicando las piezas. Otra vez tuve un final de
reina contra su rey y me sacó tablas. Daniel dijo que nunca tenía que
confiarme de las ventajas, seguir jugando como si estuviésemos mano a
mano. De todas las veces que jugamos solo le gané un par. Empecé a
pensar que mi manera de jugar estaba muy relacionada con mi manera de
hacer las cosas en general, como podía ser en mi necesidad de no quedar
mal nunca con Melina. Cuando veía a Daniel siendo guaso con una mina,
pensaba “pierde piezas, pero ahora ella sabe que si le dice algo picante
no puede decir que es inocente, así que cuando eso pase Daniel va a
poder avanzar sin temer un rechazo”. Y cuando veía a Daniel en medio de
un grupo siendo el centro de atención, o incluso haciendo chistes sobre
otra persona con tal de seguir siéndolo, entendía que él no podía
resignar esa posición de ninguna manera, intentando manejar su destino y
el de los demás.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-63158232298550610782011-12-12T12:23:00.000-03:002011-12-12T12:23:08.146-03:00El polimodal (18)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-PU508tBPw1o/TuYcB7E05iI/AAAAAAAAAmc/MMGdV1eHs7E/s1600/gross_2006-120x80acryl_v0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="214" src="http://1.bp.blogspot.com/-PU508tBPw1o/TuYcB7E05iI/AAAAAAAAAmc/MMGdV1eHs7E/s320/gross_2006-120x80acryl_v0.jpg" width="320" /></a></div>
Faltaba poco para empezar las clases, y me sentía como un avión en el
hangar. Como un corredor esperando el disparo de largada. Porque
siempre que veía a los pibes tenía esa sensación de que algo iba a
pasar. No importaba qué hacíamos o dónde nos juntábamos, tenía esa
seguridad de que pasaría algo único que haría que el día valiese la
pena, que fuese irrepetible. Siempre surgía una palabra clave nueva,
alguna anécdota se agregaba a la lista que se iba haciendo más larga,
algún nuevo desafío era aceptado. Nuestro equilibrio se basaba en el
mismo principio que esos adornos de escritorio que no paran de
balancearse. Un movimiento continuo. Estar juntos era como entrar en una
forja. Con cada día, con cada nueva demostración de lo que éramos
capaces, todos íbamos pasando más a una forma potenciada de ser.
Alentándonos, conteniéndonos mutuamente, pero también lastimándonos,
desafiándonos. Todo era parte de la retroalimentación, y estaba claro
que éramos parte de algo. Porque pasar tiempo juntos era ir formando un
pensamiento común, un entendimiento de base, tomar posición acerca de
muchas cosas. No había tema que no pudiésemos tocar. Incluso cosas sobre
las que yo no sabía nada, sobre las que aprendía a los tropezones,
diciendo cosas sin fundamento, exponiéndome al ridículo. Al otro día,
después de averiguar en la biblioteca, o de meditar sobre el asunto en
casa, me rectificaba o me reafirmaba, según hubiese tenido la razón o
no. Pero no se trataba solo de eso, sino de saber sostener una posición,
por más errada que sea. Hacia adentro, pulíamos esas divergencias,
profundizándolas todo lo posible. Hacia fuera, éramos una máquina de
guerra, haciendo muy difícil sostener una posición frente a nuestros
recursos. Podíamos usar la lógica y los hechos. Lo básico. Pero también
podíamos usar silogismos, inventar sucesos históricos, anunciar falsos
adelantos científicos. A veces alcanzaba con ridiculizar al oponente, en
ese sentido teníamos claro que la falacia ad hominem funcionaba muy
bien.<br />
<br />
La buena noticia al empezar el año fue que ninguno de los
varones del otro grupo logró pasar de año. Eso nos convertía en los
dueños incontestables del destino del curso. Porque de haber sido por
las mujeres, todo habría sido mas o menos estudiar y chusmear. Nosotros
éramos inmaduros y queríamos llamar la atención todo el tiempo. Nosotros
atentábamos sistemáticamente contra la tranquilidad, la paz nos sacaba
de quicio, y por eso éramos capaces de alterar las cosas. Nuestro curso
era una aplicación a escala de un principio histórico mayor, el de que
el cambio viene casi siempre por el infantilismo masculino, por su
arrogancia, por su capricho. Así lo teníamos asumido. Íbamos hacer de 3º
6º un curso que fuese recordado por años.<br />
<br />
No mentiría si dijese que las mujeres estaban a la
expectativa de con qué íbamos a salir. Ya en la primer semana, Daniel
dijo que la del duende había quedado en el pasado. “Necesitamos una
pirámide” dijo. Cuando volvimos del recreo, las sillas y las mesas
habían sido puestas en un semicírculo, mirando hacia el pizarrón. Y en
el medio, las mochilas de todos formaban una montaña.<br />
<br />
El Chileno dijo que todas las mujeres del curso tendrían
sexo con él, y que caso contrario encontraría la forma de que eso fuese
cierto de alguna manera. No pasó un mes antes de que frotara el lápiz de
Pamela con una servilleta arrugada que trajo de su casa, y todos
sabíamos lo que eso significaba. Temí por Melina y sentí un escalofrío.<br />
Héctor armó una carpeta compilando textos con cosas que creía que
teníamos que leer. Manifiestos ideológicos de varias clases, fragmentos
de discursos políticos, diálogos filosóficos entre pensadores o entre
personajes de ficción. Incluso un catálogo de películas que teníamos que
ver juntos. Nos hizo una copia a cada uno, anillada y todo, con espacio
al final para tomar notas.<br />
<br />
La verdad que yo no había pensado en nada, yo solo sabía
que iba a ser un año fuera de lo normal. En los primeros días, unos de
contable interrumpieron la clase de historia para anunciar que ellos
iban a publicar la revista del colegio. Iba a salir 5 pesos y lo
recaudado iba servir para financiar el tradicional viaje de fin de año
“vamos a la frontera”, en el que se ayudaba a algún pueblo necesitado
del noroeste con ropa y comida. Y no fue muy original de mi parte, pero
ese día dije:<br />
<br />
-Tenemos que tener nuestra propia revista.<br />
-Lo recaudado sería para beneficio de… ¿Nosotros?- dijo el Chileno.<br />
-Copas de cristal para tirar desde el techo del colegio. O alguna
obra de un pintor medio pelo, comprarla y prenderla fuego. En frente de
su casa- dijo Daniel.<br />
-Capaz podríamos hacer un viaje también- dije-. No sé adonde, pero no al Norte, no quiero Mal de Chagas y desnutrición.<br />
-Tengo un conocido que podría hacernos las impresiones a buen precio- dijo Héctor-. Pero igual necesitaríamos algo de plata.<br />
<br />
Hicimos unos bocetos de las secciones, pero era verdad que
sin plata nada se podía hacer. El Chileno trabajaba con el padre en una
tornería, y Héctor seguía con el kiosco de revistas. Pero Daniel y yo
no teníamos nada. Nos enteramos de que el Parque del Tigre tomaba
menores de los colegios para hacer pasantías, y parecía que no pagaban
tan mal. Así que fuimos a llenar la solicitud. Nos llamaron y había
mucha gente del colegio en la fila para la entrevista, la mayoría no
quedó. A Daniel lo tomaron para la parte gastronómica, igual que a
Antonella. A mí me tomaron como guía de grupos de cumpleaños. A Melina
para operar juegos de chicos.<br />
<br />Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-36170498056228879792011-11-19T04:49:00.001-03:002011-11-19T05:15:08.591-03:00El polimodal (17)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-mX2nL-YW1V4/TsdjaNKWA0I/AAAAAAAAAl0/9K5EPTMXjow/s1600/Jonas-de-Ro-2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="http://1.bp.blogspot.com/-mX2nL-YW1V4/TsdjaNKWA0I/AAAAAAAAAl0/9K5EPTMXjow/s320/Jonas-de-Ro-2.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
Recién cerca de terminar el año fue que mas o menos me llegué a hablar con todo el curso. Con los varones del otro grupo tenía un diálogo escaso pero sin conflictos. Si en parte no me pasaban era por ser amigo de Daniel, pero servía como nexo diplomático entre ambos grupos para pasar mensajes. En todo caso, en el curso la mayoría eran las mujeres. Y nosotros éramos la envidia de cualquier escuela técnica.<br />
<br />
Estaba Antonella, la rubia flaquita de ojos claros que
tenía algo con Daniel, sin que él se preocupase por definir exactamente
qué. Había algo de incondicional en ella, no hacía caso de nada que le
dijesen sobre él, aún cuando las querellas viniesen de sus propias
amigas. A la salida podía pasar que fuésemos todos caminando hasta su
casa en El Talar para tomar algo, sobre todo desde que empezó a volver
el calor.<br />
<br />
Estaba Pamela, simpática, muy viva y con un cuerpo que cualquier mujer de 25 años le hubiese envidiado. Tenía un novio que siempre la venía a buscar en coche.Trataba
con las demás como si fuesen nenas y ella toda una mujer (había algo de
cierto en eso). Si por plebiscito se hubiese armado un ranking de las
mujeres más deseables del colegio, Pamela sin duda habría estado entre
las 3 primeras, mínimo.<br />
<br />
Estaba Fernanda, enemiga declarada de Daniel (según él una
“gorda resentida), siempre intentaba aprovechar cualquier cosa que
pudiese separarlo de Antonella, de quien era amiga. A veces le pasaba
que chocaba el costado de alguna mesa con su cadera, lo que enseguida
desataba una carcajada de Daniel, y una mirada de ella hacia la
profesora, que la miraba como diciendo "¿Qué quiere que haga? tenga más
cuidado al caminar".<br />
<br />
Estaban Cintia Gaona y Cintia Herrero, “las Cintias” como
les decíamos los pibes. Las Cintias no hablaban mucho con nadie y
siempre se quedaban en el salón, fuese recreo u hora libre. Por eso
habían presenciado muchas de las nuestras, nos conocían bien. Jamás nos
habían delatado en nada. A veces El Chileno les decía algo,
interpelándolas, como “Cintía conozco un pibe que está loco por vos” y
“Cintia-uno” (Gaona) se mantenía impasible, pero “Cintia-dos” se reía
bajito, escondiendo la cara. Eran muy tímidas. Las respetábamos y
cuidábamos que nadie se metiese con ellas.<br />
<br />
Alejandra era la compañera de banco de Melina. La mayoría
del tiempo parecía amable, pero nadie confiaba en ella, tenía fama de
falsa y de meter cizaña. Su vínculo con Melina era estrecho, supuse que
de alguna forma ambas se habían encontrado aisladas del resto. Alejandra
por su conducta traicionera, y Melina por su falta de frivolidad, por
su incapacidad para conversar sobre asuntos como el maquillaje o las
novelas de la tele, por no poder hablar de los varones como lo hacían
las demás. Claramente Melina no acostumbraba salir a bailar ni nada
parecido. Tampoco mostrarse en los recreos para alimentar su ego, la
mayoría del tiempo usaba su buzo canguro azul y rojo, escondiendo su
buena figura. Supuse que eran amigas por esos acuerdos de entendimiento
implícito, por saber que era eso o estar solas. Alejandra parecía
entender mi situación más de lo que yo hubiese querido, de ella podía
depender el desenlace del asunto con Melina, sentía que estaba a su
merced. Para peor, Alejandra había tenido el año anterior algo con
Héctor, que empezó a verse con su hermana, Gabriela. La tensión entre
ellos era patente, así como la que soportaba yo por no poder llevarme
mal con ninguno de los dos. No estaba acostumbrado a esa clase de
conflictos.<br />
<br />
Matemáticas fue la materia de la que casi nadie se libró
hasta al final. Recién en las últimas dos semanas los que ya habían
zafado pudieron salir afuera, mientras los demás rendían. Entre esas
personas estaban las Cintias, que se sentaron en la escalera. Y entre
esas personas también estábamos Melina y yo. <br />
<br />
<br />
-Ya casi termina el año Palito…<br />
-¿Te imaginás que estuviésemos viviendo siempre este mismo día?<br />
-Cómo.<br />
-Así, empezando el día, hablando esto, nos vamos cada uno a su casa, y al otro dia se repite lo mismo. Nada cambia.<br />
-Sería raro.<br />
-Sería tener todo el tiempo un deja vu constante. O algo así.<br />
-¡Imposible! Si este día se repitiese siempre ¿Quién podría decir cuando empezó a repetirse?<br />
-O sea…<br />
-Si se repite para siempre, se repitió desde siempre, es un círculo cerrado. Si cada día es idéntico al anterior…<br />
-No podría haber ninguna diferencia. No podría haber deja vu, a menos que…<br />
-…fuesen siempre los mismos, exactamente la misma sensación. Todo.<br />
-Formarían parte del círculo también. Claro. No habría chance de despertar ni de salir.<br />
-Exacto.<br />
-Y siempre hablaríamos de esto, de que no se puede salir de acá. Sería peor que la Matrix.<br />
-La vida es sueño dice Calderón de la Barca.<br />
-La vida es eterno retorno dijo Nietzsche.<br />
-…<br />
-…<br />
-¿Me vas a extrañar Palito?<br />
-Si Meli ¿Vos?<br />
-No ¡Qué te pensás nene!<br />
-Capaz mañana, en este mismo día que se repite para siempre, me decís que sí y yo me río de vos.<br />
-No Palito, ya te dije es un círculo perfecto, no puede tener fallas. Siempre gano yo.<br />
-No puede tener fallas.<br />
-Nop.<br />
-¿Te vas a algun lado?<br />
-A la costa. Mi familia tiene una casa en San Bernardo.<br />
-Ah.<br />
-¿Vos?<br />
-Mi familia tiene una casa en el Delta de Entre Ríos, un paraje
desolado en medio de la nada. Probablemente me lleven ahí a contar los
días que falten para volver.<br />
-Ah bien.<br />
-Mientras vos estés tomando sol o caminando por la playa, capaz yo esté destripando pescado o cortando yuyos con machete.<br />
-La verdad me aburre la playa.<br />
-Si, claro.<br />
<br />
Pero el año terminó, y mientras mamá, Hernán, Elena y Fede
se fueron a la isla por un mes, yo me quedé en casa con papá. Mamá no
puso resistencia porque era bueno que hubiese alguien en la casa
mientras papá trabajaba (diciembre de 2001 había instalado el miedo a
los saqueos, todavía duraba). Pero también por el bien de sus
vacaciones, por no tener que aguantarme. Intenté mantener la casa mas o
menos en orden, saliendo adonde yo quería y cuando quería. Los pibes me
pasaban a buscar a la tarde y así conocieron a mi viejo, que me daba
algo de plata, no mucha pero sin hacerme planteos. Salíamos a andar en
bici, yo agarraba prestada la de Hernán. O llevábamos el Sega de Daniel a
lo de Antonella y jugábamos al Internacional Superstar Soccer (Deluxe).
Y siempre que enganchábamos alguna repetición de los Simpsons, la
poníamos.<br />
<br />
Cuando mi familia volvió, y mientras ayudaba a organizar
las cosas de los bolsos, Fede me puso al tanto de que no me había
perdido de mucho. Yo ya sabía con toda seguridad que había sido uno de
los mejores veranos de mi vida.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-12982393043123825022011-11-15T03:53:00.001-03:002011-11-15T03:59:47.028-03:00El polimodal (16)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-n3MPKwy-2dg/TsINrD5cswI/AAAAAAAAAls/uD6O1p5V9jw/s1600/Polaco-+27000.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-n3MPKwy-2dg/TsINrD5cswI/AAAAAAAAAls/uD6O1p5V9jw/s320/Polaco-+27000.jpg" width="274" /></a></div>
<br />
La situación en casa había tenido algunos cambios. Fede y yo nos
volvimos mutuamente más independientes, nuestros círculos sociales casi
no se cruzaban. A los dos nos parecó lógico. Emiliano ahorró y se fue a
España con una buena oferta de trabajo, relacionada con la empresa
autopartista en la había estado varios años. Él era el preferido de mamá
así que eso la afectó. Hernán se puso de novio, y mi cuñada tuvo que
pasar por lo que pasa cualquiera que conocía a mi madre: al principio
amable y cálida, y después una bestia impredecible con ataques de celos,
contra los que Hernán tenía que pelear de tanto en tanto. Elena se
estaba llevando todas las materias, camino a repetir de año otra vez. El
día que mamá se enteró le pegó varias veces mientras ella escapaba a la
pieza. Papá tuvo que ponerse en el medio y recibió algunos bifes.<br />
<br />
Era
difícil contribuir así, pero intenté hacer mi parte, metiendo la
religión y la política en la mesa. Alguna frase iniciaba todo, sobre
algo como el racismo o el aborto, en tono blasfemo, antipapista si era
posible. Sobre todo si había puchero o sopa. Una vez mientras yo
defendía los derechos de los homosexuales, ella dijo “Nicolás, hijo,
insistís tanto con ese tema… me parece que tenés un conflicto, y si es
así lo podés hablar conmigo ¿Sabés? Puedo tener un hijo así, ya estoy
para todo”, y al decirlo miró a mi hermana con saña. Me la jugó bien.
Pero la mayoría de las veces la dejaba sin argumentos, la obligaba sus
recursos más bajos, uno tras otro, y a medida que lo lograba se
desgajaba su ficticia disposición a dialogar las cosas, salía a la luz
el hecho de que ella tenía el poder en la casa, y que lo usaba si las
papas quemaban. Antes, sufría amargamente las privaciones de dinero y
salidas como una injusticia. Pero aprendí a tomar esos desenlaces como
señal de mi superioridad moral ante ella.<br />
<br />
Les contaba sobre mi madre a mis amigos, se reían mucho de
ella. Daniel dijo que un día yo iba a aparecer en el noticiero por
matarla de 114 puñaladas o algo así. El Chileno dijo que la autopsia
revelaría violación, antes y después de su muerte. Héctor agregó que a
partir de esa conversación el acto ya sería premeditado, y que
atestiguaría en mi contra en el juicio para desechar mi defensa por
emoción violenta.<br />
<br />
Antes de noviembre ya tenía mis primeras amonestaciones.
Una profesora de otro curso me vio dándole una patada voladora a la
puerta. Yo quería pasar, pero desde adentro el Chileno hacía fuerza para
trabarla. Falsificar la firma de mis padres fue fácil. También tenía
algunas faltas por llegadas tardes, nada grave. No me llevaba ninguna
materia. La nueva ley decía que si la nota del 3º trimestre era un 7, el
año de esa asignatura quedaba aprobado, por lo que Noviembre fue el mes
en el que los profesores intentaban hacer recuperar a los que venían
mal. Así que tuvimos mucho al tiempo al pedo, incluso nos dejaban salir
al patio a los que no teníamos que recuperar nada. Entre esas personas
por supuesto, también estaba Melina.<br />
<br />
Noviembre era también el mes de mi cumpleaños, en el que
hicimos un festejo quemando el muñeco que habíamos armado durante el
año, en la esquina de lo de Daniel (lo sacamos por partes). Cuando
llegué a casa, entrada la noche, mi familia me esperaba con enojo
generalizado, había hecho esperar a mi tía varias horas y mi abuela se
había ido porque trabajaba temprano al otro día.<br />
<br />
-Te estábamos esperando.<br />
-Es mi día y lo puedo pasar como yo quiera y con quien quiera. No le pedí nada a nadie.<br />
-¡No seas maleducado!<br />
-Contestále bien a tu madre- dijo papá.<br />
-¿Quién te enseñó a hablar así me querés decir?<br />
-Vos mamá. Vos me enseñaste perfecto.<br />
-¿Por qué no trajiste a tus amigos a casa a ver?<br />
-No quiero que los espantes con tus ataques. Llamarían al 911, habría lluvia de cristales y muchas bajas.<br />
-Te hice una torta, tiene durazno con crema- dijo mi tía intentando aligerar la tensión.<br />
-Gracias tía ¿Ves mamá? La tía no está enojada. Así que ya está, no
te preocupes más- dije, y sus ojos chispeaban. Como había visita, no
podía desbocarse, mi sonrisa le decía que yo lo sabía perfectamente.
Empezó a llorar.<br />
-¡Tanto esfuerzo que hago por esta familia podés creer Fabi! Y este mocoso que me contesta así…<br />
-Mamá ¿Qué te hacés la dolida? Ni que yo fuera el Anticristo… ¡Ojalá!<br />
-¡Ah!- y con ese alarido se tapó la cara.<br />
<br />
Fede no reía, pensaba que se me iba la mano. Elena no
entendía como podía yo no tenerle miedo a mamá, si sabía que apenas se
fuese mi tía me iba a caber. Papá intentaba mirar la tele, resoplando
con hastío. Yo comía mi porción de torta de durazno con crema. Mi tía
las hacía mejor que nadie.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-46745879457397848312011-11-09T04:29:00.002-03:002011-11-09T04:32:29.272-03:00El polimodal (15)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-JfpTtyESHvc/TrorrX-oFfI/AAAAAAAAAlk/JqdAGrOXYTo/s1600/1407461262393618.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://3.bp.blogspot.com/-JfpTtyESHvc/TrorrX-oFfI/AAAAAAAAAlk/JqdAGrOXYTo/s320/1407461262393618.jpg" width="320" /></a></div>
Muchas de nuestras conversaciones se trataban sobre cómo deberían ser
muchas cosas. Uno de los principales blancos era la publicidad:<br />
<br />
-¿Por qué las publicidades de dentífricos son tan pelotudas? Siempre ese lenguaje neutro, lo odio- dijo Daniel.<br />
-Las
de jabón para la ropa, para mujeres esclavas de la limpieza. Para mí
fue como un trauma saber que diseñan todo eso de tocar el timbre de una
mina para que parezca de verdad, es todo mentira, o sea hay un casting
para elegir a esa mina que sale haciéndose la sorprendida- dije yo.<br />
-Las
del yogur violeta me dan ganas de ir a buscar al que las hace y
deformarle la cara con un cutter, se piensan que no nos damos cuenta de
que son para las viejas con cañerías tapadas- protestó el Chileno
haciendo gesto alusivo.<br />
-Están orientadas a targets específicos de
la sociedad. Son estereotipos de consumidor que tienen estudiados,
fórmulas que funcionan. No pueden salirse del esquema si no quieren
perder plata- sentenció Héctor.<br />
-Pero podrían hacer algo más copado. Dame la mitad de la plata y te hago una publicidad de la re puta madre- retrucó Daniel.<br />
-Depende
de que bien de consumo sea. Si es ropa, o un recital podés hacer de
todo. Son cosas que definen tu identidad y que no son estrictamente
necesarias. La plata que la gente gasta en eso no es parte de las
cuentas del mes, es parte de los gastos de capricho. Ahí la publicidad
trabaja sobre el deseo del consumidor, necesita tentarlo.<br />
-Pero el
jabón en polvo, el dentífrico, el limpiador antigrasa, el yogur
laxante… son cosas que uno compra en teoría todos los meses- acoté,
intentando seguir el razonamiento.<br />
-Claro. Esas publicidades
trabajan sobre la persona que recorre las góndolas pensando en lo que le
hace falta en su casa. Alguien que está intentando ser responsable.
Entonces no pueden trabajar con la tentación. Necesitan darle al que
compra una imagen de gasto razonable, necesario, de conveniencia.<br />
-Entonces
siempre vamos a ver lo mismo. Para todo lo innecesario, publicidades
que sorprenden, que intentan seducirnos con el impacto. Para todo lo
necesario, la misma mierda de siempre, el mismo esquema que se repite.
Es un asco- dije.<br />
-Y va a ser peor. En el futuro las publicidades
van a ser mucho más invasivas que ahora. Van a estar tan presentes que
todo el asunto va a estar fuera de discusión. Ya es así en algún punto:
Coca cola, Mc Donald´s, Disney… -concluyó Héctor.<br />
-Yo podría vivir
como creativo de publicidad. Haría mucho más que todos esos boludos
juntos con menos recursos. Yo haría que las amas de casa compren espadas
ninja y que los pelotudos como el Chileno compren una licuadora- dijo
Daniel.<br />
-Quiero una. Cuánto.<br />
-No es tan fácil- dijo Héctor.<br />
-Qué
no. Lo que sea que pongas en la tele la gente va y lo compra. Y si no
lo compra lo ponés de nuevo, y sino lo ponés de nuevo. La gente es
pelotuda. Yo me aprovecharía mejor.<br />
<br />
A veces la queja
contenía sarcasmo, como si en el fondo supiésemos que no servían para
nada, que nada podría en realidad cambiar, y que las cosas eran así
porque no podían ser de otra forma. Esto por un lado coartaba cualquier
chance a nuestras pretensiones de reformar del mundo, pero esa
imposibilidad a la vez nos habilitaba entonces a expresar el enojo,
aunque inofensivo, de la forma más corrosiva. Como en la música.<br />
<br />
-Chileno ¿Por qué tenés una mochila de la 25? ¿Te hacés el rolinga ahora?- le pregunté una vez.<br />
-Ni en pedo. Se la agarré a mi hermano. Necesitaba una.<br />
-¿Saben que hay que hacer con todas esas bandas de mierda?- se metió Daniel.<br />
-Cuáles.<br />
-Como la de tu mochila: la 25, los gardelitos, Callejeros, Pier, Jóvenes Pordioseros.<br />
-La Mancha de Rolando- agregué.<br />
-Si,
también. Primero hay que organizar un supuesto festival de rock en un
estadio de fútbol. Después hacerles creer a cada uno que llegó su
momento de tocar para que salgan todos juntos. La gente en las tribunas,
todo lleno, popular, plateas. La parte de la cancha libre. Apenas
terminan de entrar las bandas se cierran todas las salidas, quedan
encerrados. Ahí hay que tirarles unas armas al piso.<br />
-Onda gladiadores.<br />
-Se.
Entonces por los parlantes se escucha “como todas estas bandas de
mierda son iguales, viven de hacer la misma música y confunden a la
gente con su melodía mediocre, ahora todas van a luchar entre sí hasta
la muerte. La última que quede, va a ser la única autorizada para tocar
de esa manera tan nefasta. La gente pide sangre. A pelear”. Y listo.<br />
-¿Y si al final quedan chabones de distintas bandas? Van a tener que armar una de última- dije.<br />
-Yo soltaría unos leones tambíen- dijo el Chileno-, y si al final ganan los leones se termina el rock barrial. Para siempre.<br />
-Yo
me imagino- y me empecé a tentar, ya antes de relatar la imagen, eso me
pasaba mucho- al flaco de la Mancha de Rolando, que se da cuenta de la
que se viene antes de salir por la compuerta, y se quiere meter adentro,
onda “¡Hace 20 años que tocamos nuestra música, qué nos vienen a decir,
no merecemos estar acá!”, y cachetazo en la nuca ahí nomas, un empujón
para que entre, la compuerta que se cierra y el chabón que mira
alrededor, empezando a caer en la que se le viene.<br />
-Y el flaco de
Pier que ya lo espera con una llave cruz, decidido a que su banda sea la
única, sabedor de su mediocridad o sea re asumido ya en el juego. Se la
da en el mentón, no dura ni 5 segundos el chabon de la Mancha de
Rolando, queda tirado en el piso mientras todos luchan por su banda y su
vida. 20 años tocando y todo termina así. Charco de sangre- completó
Daniel.<br />
-El de la 25 que quiere tocar en vez de pelear y le cabe
un espadazo en la jeta con el primer acorde. Juanse de los Paranoicos
desde un palco vip, se cree a salvo, el Pity le corta el cuello y se lo
tira a los leones. Por hijo de puta- dijo el Chileno.<br />
-La gente enceguecida, agitando. Pide más- coronó Daniel.<br />
<br />
Las
risas podían durar mucho, según la capacidad que tuviésemos para
construir las escenas, para ir agregándole cosas, manteniendo encendido
el fuego. Todos los días conversaciones así, conciliábulos en los que
nuestras miradas se cruzaban con entendimiento, en los que el mundo era
continuamente destruido y reinventado. Cada uno de nosotros luchaba
contra los titanes en su interior, intentando derribarlos. Éramos un
ejército de 4.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-16936542897870730772011-11-07T04:34:00.002-03:002011-11-07T23:09:15.277-03:00El polimodal (13)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-nMiQy94eY8Y/TreJnCUYFGI/AAAAAAAAAlc/bOvxAdtHmgY/s1600/1311387448323.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://3.bp.blogspot.com/-nMiQy94eY8Y/TreJnCUYFGI/AAAAAAAAAlc/bOvxAdtHmgY/s320/1311387448323.jpg" width="320" /></a></div>
Melina no gustaba de todo lo que hacíamos, desaprobaba con un gesto
algunas maniobras. Pero era evidente que para ella éramos un caso
aparte, que estábamos en otro nivel. A veces estábamos en el medio de
alguna discusión y ella quería decirnos algo, entonces yo mediaba para
que tomase la palabra. Una vez los pibes nos reíamos de una escena de
los Simpsons.<br />
<br />
-Están hablando en la reunión de
creativos de Tomy y Daly. Entonces la rubia de pelo corto le dice a
Krusty lo de “asertivo” y “paradigmático”- dijo el Chileno.<br />
-Ahí
agarra uno de sombrerito y anteojitos y dice: “perdón, pero palabras
como asertivo y paradigmático ¿No son las que usa la gente estúpida para
parecer intelectual?”- dramatizó Daniel.<br />
-El sombrero es verde, tiene una línea naranja. Tiene como unas rastas el chabón- completé.<br />
-¡See! Y dice: “Estoy despedido ¿No?”- siguió el Chileno.<br />
-“Sí, y con razón”- cerró Daniel.<br />
-No dice así- dijo Melina dándose vuelta.<br />
-Cómo dice- respondí.<br />
-Dice
“Sí, los demás nos vemos en la sala de almuerzos”. Es del capítulo que
meten a Poochy. Lo de “si, y con razón” es de otro capítulo.<br />
-Tomatelá- tiró Daniel-, a ver de qué capítulo es.<br />
-No sé pero es de otro.<br />
-Ves que no sabés una mierda.<br />
<br />
Canal
11 repetía capítulos de temporadas viejas toda la semana. Un sábado a
la tarde vi que Melina tenía razón, y les dije ocupándome de que ella me
escuchara:<br />
<br />
-Al final lo de “y con razón” es del capítulo del Niño Fisión.<br />
-Ah, si, lo vi el otro día- dijo Daniel.<br />
<br />
Melina se dio vuelta y me miró, pero no dijo nada, volvió a mirar hacia adelante.<br />
<br />
Había
cierta tensión en estas mediaciones porque yo no quería traicionar los
códigos, pero no podía resistirme a Melina. Daniel se daba cuenta de mi
situación. Su casa quedaba a 2 cuadras de la mía, cruzábamos la plaza
para agarrar después cada uno por su lado. En esa esquina del reloj nos
podíamos quedar media hora conversando antes de ir cada uno a su casa. A
veces yo pasaba por su casa y después me iba a la mía, demorando el
inicio de la segunda mitad del día, que por lo general incluía alguna
escena tortuosa con mi madre.<br />
<br />
-Te gusta Melina.<br />
-Me puede.<br />
-El Chileno ya sabe. Creo que él también le tiene ganas. Ojo.<br />
-Nunca toca los útiles de ella.<br />
-Viste. Es piola la minita, y linda. Pero no te vuelvas loco por una concha. Es peor.<br />
-¿Ella sabrá?<br />
-Las
minas se hacen las pelotudas, siempre saben esas cosas, por más que te
digan que no. Saben lo que generan y lo usan, todo el tiempo. No le des
bola. Mientras menos te importe mejor.<br />
-Como si pudiese elegir.<br />
-No porque las minas te hacen eso, te van midiendo, te van probando. Cuando están seguras de que ya te tienen, te dejan tirado.<br />
-Quieran al demonio para vestirlo de santo. No sé dónde lo leí.<br />
-Se. Algo así.<br />
<br />
El
invierno pasó rápido. De alguna forma encontraba ocasiones para
conversar con Melina, la mayoría de las veces cuando ella se quedaba en
el salón y yo volvía del kiosco con algo para convidarle. La hacía reir
hasta que le dolía la panza, aunque era más difícil si Alejandra estaba
con ella. Tambíen volví muchas veces con algo en cada mano para
encontrar el salón vacío, o con Daniel esperando para hacer la del
duende.<br />
<br />
En julio fué cumpleaños de Héctor, hizo una
cena en su casa. Supe entonces que su madre no vivía, y que vivía con su
padre y su hermana. Espiando la biblioteca de su familia encontré un
volumen de poesía maldita, selección de obras de Baudelaire, Rimbaud y
Mallarmé. Se lo pedí, y me lo regaló. Leyéndolo sentí escalofríos,
calor, estremecimentos, impulsos de voluptuosidad confusa, una energía
cada vez mas grande y profunda. En dos semanas ya lo había releído tres
veces.<br />
<br />
En esos cuatro meses soltamos un gato de mi
madre adentro del colegio, subimos al perro callejero al 2º piso
tentándolo con comida, armamos un muñeco con partes de distintas cosas
del colegio y lo escondimos en un compartimiento, juntamos más de 30
borradores que llevamos a la casa de Héctor y tiramos por la ventana una
máquina de escribir destartalada. A la salida, cuando el salón quedaba
vacío, revoleábamos sillas que al caer sobre las otras hacían gran
estruendo, y ante el cual salíamos disparados por las escaleras,
saltando los escalones de a 4 o 5 a la vez.<br />
<br />
A la
salida, las veces que hicimos la caminata por la avenida comercial,
hasta llegar a la parada antes del puente, donde Héctor y el Chileno
tomaban su colectivo, armamos escenas en los negocios, falsos
avistamientos de ovnis, buscamos parecidos bizarros entre los
transeúntes (mayor el mérito cuanto más rebuscados: jugadores de fútbol
retirados, actores de segunda línea, etc), y llegó a pasar que
predicáramos el nihilismo con el método de los evangelistas, parando a
la gente para decirle que la vida no tenía sentido, que deje de hacer
como si lo tuviese.<br />
<br />
A la noche, salimos a pintar
paredes del barrio con aerosol, poniendo frases y dibujos improvisados,
robamos enanos de jardín, pusimos candados en rejas desconocidas tirando
la llave al desagüe, corrimos tirando botellas de vidrio al aire,
colgamos la basura de las casas en las rejas, pusimos macetas de una
casa en la de al lado y una vez pusimos el juego de mesas y sillas de
jardín de una casa en medio de la calle. Al hacer estas cosas nos
reíamos hablando de qué pensaría la gente al empezar su día de esa
manera. Imaginábamos preguntas como “¿A quién se le ocurriría algo
así?”, o frases como “Este país se va la mierda”, o “No te la puedo
creer y la puta madre que me re mil parió…”. Entre otras.<br />
<br />Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-23630624381243212292011-10-23T07:25:00.000-03:002011-10-23T07:46:36.621-03:00El polimodal (12)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-AZUfhUREYm0/TqPqvh7d2EI/AAAAAAAAAkw/EK5CgOCQzQA/s1600/photo-3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="261" src="http://1.bp.blogspot.com/-AZUfhUREYm0/TqPqvh7d2EI/AAAAAAAAAkw/EK5CgOCQzQA/s320/photo-3.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: Calibri; font-size: 14pt; line-height: 115%;"> </span>Entre las réplicas punzantes, la dramatización de escenas
supuestamente típicas de barrio, los diálogos de los Simpsons aplicados a
niveles estrafalarios de la vida, y los impulsos de histrionismo, algo
se iba formando entre nosotros cuatro. No paso mucho tiempo para que
hiciéramos camarilla, nos cubriéramos mutuamente en todo momento y nos
entendiéramos con una mirada. Nuestras bromas se iban haciendo más
crípticas, un encadenamiento de códigos que nos separaba del resto,
provocando una reacción hacia fuera y otra hacia adentro, incluso cuando
en ambos casos se tratara de carcajadas (porque nosotros sabíamos el
verdadero significado).<br />
En algún momento fue que empezamos a hacer
cagadas. Al principio nada importante, frases inconexas en el pizarrón
que los profesores borraban desorientados, ruidos ventrílocuos durante
la clase, peleas simuladas. Y después, empezó de verdad, porque ya eran
operaciones con un procedimiento estipulado de antemano.<br />
<br />
“El
duende”: si en un recreo veíamos que todos se iban del salón, volvíamos
para intercambiar todos los útiles de las mesas, sin que faltara nada.
Era anunciada casi siempre por Daniel con una risa de nene diabólico.
Mientras que en la 1º vez hubo revuelo, con cada repetición todos en
general terminaron aceptándolo, resignándose a mirar buscando sus útiles
en las mesas de los otros.<br />
<br />
“Veneno”: sacar un objeto
de una mochila para ponerlo dentro de otra. Descubrimos que funcionaba
mejor con mujeres, surgían más conflictos y sorpresas antes y después de
la “confesión” y también era sorprendente atender a la conducta de la
que demoraba el momento, con creciente angustia. Más de una vez el
objeto nunca volvió a su dueña original. Era mi preferida, requería
estar atento a las enemistades y tensiones entre ellas, se anunciaba con
un alarido de mono.<br />
<br />
“Vómito”: dejar escupidas en cada
una de las sillas (las sufría el turno tarde). Esa le gustaba al
Chileno, la pedía haciendo una arcada forzada varios minutos antes de
salir para que juntemos saliva, sobre todo si alguno de nosotros tenía
flema. Después de la 4º vez la directora vino a hablar al aula
preguntando qué nos pasaba a los varones, sin saber si culpar a un grupo
o al otro, incluso derramó unas lágrimas. Ese tipo de cosas nos
fortalecía mucho.<br />
<br />
“Sarcófago”: Una palabra rara era
elegida mas o menos al azar, y después tenía que ser incluida durante la
lección oral, fuese individual o en grupo. Ideada por Héctor. Como al
principio fue demasiado fácil, se agregó la complicación de sortear 4
papeles cuyo contenido debía mantenerse en secreto. En uno decía
“gatillo”, en otro decía “disparo” (en los otros nada). El gatillo era
encargado de hacer un chasquido con la lengua durante la exposición. El
disparo tenía que incluir la palabra acordada durante los siguientes 10
segundos. La primera vez que el procedimiento completo estuvo listo,
hubo que incluir la palabra sarcófago en medio de una lección sobre los
menonitas.<br />
<br />
Las operaciones en potencia fueron
innumerables, muchas quedaron en la nada por impracticables o por falta
de consenso en su mérito. No contaban las improvisadas colaboraciones
que pudiesen surgir con resultados insólitos, porque no tenían un
objetivo previo, o como decía Héctor, a priori. Además, fueron pocas las
que ameritaron repetirse como para recibir un nombre. Héctor era el
menos entusiasmado por las operaciones riesgosas, pero hacía de campana
si era necesario. Daniel y Marcos ya levantaban sospechas por su
conducta del año anterior, por lo que tenían que cuidarse de que nadie
pudiese probar nada. Mi historial limpio y mi imagen de estudiante
aplicado me daban el margen para absorber el impacto, al menos por un
tiempo. Si había que robar algo de preceptoría, yo iba. Si había que
distraer al profesor acercándome a su escritorio para tapar su vista de
alguna situación, lo hacía.<br />
<br />
Una de nuestras mejores guías para el éxito de una operación era el rechazo y la desorientación del otro grupo varón. Eran seis en total, y no tenían parecían tener idea de por qué hacíamos las cosas que hacíamos, ni de por qué nos reíamos tanto realmente. Las confrontaciones no faltaron, y estuvimos cerca de tener enfrentamientos a la salida porque ellos eran un grupo mas o menos unido, pero la verdad es que nunca pasó nada. De alguna manera nos tenían miedo, capaz entendían que estábamos un poco locos, o a lo mejor no sabían de qué eramos capaces y preferían no saberlo. Las amonestaciones por cosas como fumar en el baño o salir del colegio para ir al kiosco de enfrente a comprarlos tenía a la mayoría al borde de la expulsión, eso tampoco los ayudaba.<br />
<br />
Muchas cosas que hacíamos estaban orientadas
hacia nosotros mismos, como la pirámide de sillas que hacíamos sobre la
de Héctor al entrar cada mañana, y que él desarmaba con la paciencia de
un trabajo fabril, como la plasticola que a Marcos le gustaba derramar
entera adentro de nuestras cartucheras, como las quemaduras en el pelo
que Daniel nos hacía con el encendedor si nos agarraba desprevenidos.
Como el apodo que me pusieron al estilo dadá y para el que tuve que
inventar una historia: Palito. No sentíamos miedo, culpa ni rencor. En
vez de eso, nos hundíamos en la fascinación del mal, de que alguien
saliese perjudicado en beneficio de risas que hacían doler la panza,
incluso si el perjudicado era uno. Cualquier rebeldía en ese sentido era
imperdonable para cualquiera de nosotros, castigada de alguna forma
que obligaba a aceptar el daño de entrada la vez siguiente.<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;">
</div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-21339960335957309262011-09-30T08:29:00.002-03:002011-09-30T08:29:42.526-03:00El polimodal (11)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-qqZctEcLB6s/ToWoASAKB_I/AAAAAAAAAkg/_meVTOKyEqA/s1600/wine_snow.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-qqZctEcLB6s/ToWoASAKB_I/AAAAAAAAAkg/_meVTOKyEqA/s320/wine_snow.jpg" width="295" /></a></div>
<br />
Daniel, un aparente pibe de familia bien, tenía una propensión al
odio que enfocaba ciertos estereotipos, y que sostenía con argumentos y
anécdotas. Para Daniel los gordos eran resentidos, las gordas no dejaban
coger a sus amigas, las viejas eran conchudas, los pelirrojos eran
mufa, los hinchas de independiente eran todos amargos, los tarjeteros
eran pelotudos, los hipocondríacos eran simplemente mentirosos, y los
chupamedias merecían morir. Su fuerza no estaba en la credibilidad de
sus historias, sino en la forma en que las contaba, su habilidad para
obligar al que oía a reírse, y al hacerlo, aceptar tácitamente que
Daniel tenía algo de razón. El colectivero que seguía de largo y mirando
fijo hacia delante siempre era gordo. Si en un partido la cámara
enfocaba a un pelirrojo en la hinchada la siguiente jugada contra Racing
terminaba en gol. Si una historia con una chica se frustraba siempre
había alguna gorda de por medio. La menstruación en realidad era un mito
para atormentar a los hombres. Muchas veces lo escuchaba decir cosas
que no tenían sostén alguno y que se imponían por la pura fuerza de su
carisma. Esto él lo sabía muy bien, pero lo tomaba como un desafío: no
tener razón era una desventaja inicial, nada más. Organizaba
constantemente bromas en las que la víctima de un día era el cómplice
del siguiente, aminorando el costo de las venganzas en su contra. Los
varones fuera de nuestro grupo no lo soportaban, hablaban mal de él a
todo el mundo pero les costaba hacerles frente sin quedar en ridículo.
Algunas chicas lo veían como a un pibe que se hacía el loco, otras
hacían saber sin problemas que “le daban”. Unas pocas lo tomaban en
serio (como Fernanda) y lo odiaban. A éstas Daniel siempre sabía
hacerlas quedar mal. Y Cada vez que él tornaba las cosas a su favor, con
uno de nosotros, con gente del curso o con los profesores, me mostraba
la manera en que funcionaba el mundo de verdad.<br />
<br />
Con Daniel
se sentaba Marcos, morocho y vestido al estilo hardcore. El Chileno era
un morboso, gustaba de generar asco con sus comentarios. Sus temas
preferidos: fijaciones sexuales enfermizas. La lista de cosas por las
que el Chileno había dejado en claro sentirse atraído era muy amplia, y a
la vez no podía descartarse ninguna, por lo que cualquier cosa podía
tener connotación sexual, y todos tenían que andar con cuidado de lo que
decían. Nada ni nadie se salvaba. Los varones del lado de la ventana no
querían meterse con él, sabían que era capaz de besarlos en la boca sin
aviso. Lo extraño era que el temor a darle algún pie actuaba en hombres
y mujeres como una tendencia a quedar mal parados. Una vez Natalia, de
pocas luces, dijo que su perra había tenido cachorritos, y cuando el
Chileno se le apareció al lado preguntándole si le regalaba uno, se tapó
la cara con horror, mientras unos pocos nos reíamos. Otra vez Pamela,
la petisa tetona, dijo a la profesora de Inglés que había pasado con el
colectivo por al lado del lugar de un accidente, con patrulleros y una
ambulancia, y que había visto un cuerpo manchado con sangre, postrado al
lado de una moto. El Chileno se paró con urgencia y los ojos bien
abiertos, y preguntó donde había sido eso, y preguntó a la profesora si
podía salir a hacer algo importante. Si pescaba a alguien mirándolo, le
guiñaba el ojo o le sacaba la lengua lascivamente. En los recreos
gustaba de tomar elementos de los demás y pasárselos por abajo de los
calzoncillos, y en clase esperábamos con ansia el momento en que esa
lapicera era llevada a la boca, mordida, chupada. Entonces era imposible
no tentarse, no dar y recibir codazos en las costillas, ante la
incomprensión del resto.<br />
<br />
Héctor era más tranquilo, odiaba
los deportes y parecía tener un desprecio por el mundo adolescente en
general, como si él fuese un adulto, como si él hubiese estado obligado a
serlo desde hace tiempo. Trabajaba en el kiosco de revistas de su
padre, íbamos a hacerle compañía de vez en cuando a fuerza de ajedrez,
mate y pedirle prestado alguna revista para hojear (nunca para llevar a
casa). Su condición de presidente del Centro lo llevaba a ausentarse de
clase con frecuencia para atender distintos asuntos, y los profesores no
le decían nada porque sus notas siempre iban por encima de lo
necesario. Se sorprendió cuando le dije que había leído el Leviatán de
Hobbes, y se rió mucho cuando le dije otras cosas que había leído, como
Jorge Bucay y Paulo Coelho. Le dije que no tenía mucho para elegir en mi
casa, y me ayudó con la bibliotecaria para poder llevarme cosas fuera
del colegio. También me pasaba algunos textos sobre política, la mayoría
sobre marxismo y anarquismo, pero también sobre filosofía e historia.
Le gustaba escucharme sacar conclusiones, por momentos parecía sacarlo
de su aburrimiento. A medida que iba ganando su confianza, deslizaba su
humor ácido en voz baja, entendía sus pensamientos con miradas o gestos
leves de indicación, muchos eran para remarcar las maneras nefastas en
que los profesores manejaban el poder que tenían, lo inútiles que eran
las clases en sí. Héctor decía aprender más escuchándonos a nosotros que
a los profesores, y eso no era necesariamente un elogio para sus
amigos. Una vez discutimos porque yo dije que todos somos libres de
elegir, siempre. Él decía que en ciertos momentos de la historia fue
imposible elegir, como en la dictadura. Yo puse ejemplos como el de
William Wallace en Corazón Valiente, y él dijo que películas como esa
eran productos del sistema liberal-capitalista para alimentar la ilusión
de la libertad ante la injusticia, perpetuando esta última. Yo dije que
si me apuntaban con un arma, aún era capaz de elegir, y él dijo que eso
era mentira, como si a mí me faltase todavía entender la gravedad de
una situación así.<br />
<br />
Al principio yo viví de hacer
imitaciones improvisadas, pero eso no podía durar mucho tiempo. De
Daniel aprendía a estar mas seguro de las cosas que decía, o en todo
caso aparentarlo. De Marcos a usar en mi favor el rechazo que pudiese
generar alguna actitud mía, transformando equívocos en risas. De Héctor a
tratar de mirar siempre un poco mas allá de la escena, de entender el
esquema en las situaciones y predecir el siguiente movimiento. Pero mi
principal recurso se volvió esperar el momento exacto para rematar
situaciones con una frase. Me constaba contar chistes, la presión de que
lo último que vaya a decir tenga que ser gracioso me sobrepasaba, pero
con mis remates lograba por un momento captar varias cosas a la vez y
darles un sentido. Eran actos completamente originales, en el sentido de
que no había guión que marcase esa línea a decir, que sin embargo venía
de lo más profundo de mí, como un rayo que me obligaba a abrir la boca y
recibir las risas, a veces generales, y a veces mas restringidas. Eran
momentos dorados, en los que me sentía capaz de todo, en los que me
parecía que el destino me tenía reservado para decir esas palabras en
ese momento y lugar, para hacer reír. De repente todo tenía sentido para
mí, como si el curso fuese una gran comedia y yo estuviese llamado a
representar un papel.<br />
<br />
Melina tenía el pelo negro, largo y
lacio, tapando la mitad de su diminuto torso. Sus rasgos eran una mezcla
de árabes con europeos, su ascendencia, como la mía, debía ser
portuguesa por su apellido, Castelo. Escuchaba todas nuestras
conversaciones, la veía de espaldas encorvar los hombros o tirar la
cabeza para atrás al soltar una carcajada, incluso golpear la mesa con
fuerza. Cada vez que hacía reír a Melina, me anotaba un punto. Y cada
vez que Melina reía, yo tenía que saber la causa, incorporarla para mis
intervenciones. Cada día era un avance en mi conocimiento de lo que a
ella le hacía gracia. Tanto los planteos de Daniel, como las salidas del
Chileno o mis remates la tentaban, pero mientras que en ellos dos era
un efecto entre otros, para mí se fue volviendo cada vez más en una meta
precisa. Hubo veces en las que me conformaba con un murmullo solo
quebrado por esa risa demoníaca, o con verla sonreir un poco y decirle
algo a su compañera de banco, Alejandra. A veces fallaba y percibía su
disgusto, y me aseguraba de no repetir el error. Sentía que iba
encontrando sus puntos sensibles, calándola, adquiriendo cierta clase de
poder sutil sobre ella, poco en comparación al que tenía su risa sobre
mí. Nulo, irrisorio al que empezó a tener cuando empezó a voltearse
hacia mí al reirse, mirándome. Sus ojos eran oscuros, mucho más que los
míos. Me tenía.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-44456016987060711682011-09-28T04:40:00.000-03:002011-09-28T15:19:44.334-03:00El polimodal (10)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-Q2WyHh_LOS8/ToLNg4XxHvI/AAAAAAAAAkU/5Ve_OYyN9jY/s1600/01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="180" src="http://2.bp.blogspot.com/-Q2WyHh_LOS8/ToLNg4XxHvI/AAAAAAAAAkU/5Ve_OYyN9jY/s320/01.jpg" width="320" /></a></div>
Las primeras semanas fueron difíciles. En casa nadie se levantaba a
las 7 excepto yo (papá salía de casa a las 6), y apenas desayunaba algo
mientras ponía la tele de fondo. Hacía el mismo camino que antes,
encogiendo los hombros por el frío de la mañana, con mi cabeza todavía
entumecida por el sueño.<br />
<br />
Me sentaba solo, adelante, y
durante el recreo me quedaba en el salón, dormitando con la cabeza sobre
la carpeta. En clase no intervenía, y si los profesores preguntaban
algo me contenía, esperando que alguien respondiese en mi lugar. Solo
participaba si me lo pedían expresamente. Entonces sentía que todos me
miraban, y yo quería desaparecer, no existir para nadie. A la salida me
cruzaba con los de la tarde, así me enteré de que todos los varones
repitieron menos César. La primera vez que crucé a Patricia, en la
escalera de la entrada, se me quedó mirando como a un fantasma, me
saludó y no supe que decirle, antes de que la marea de gente se pusiera
entre nosotros.<br />
<br />
Pasado el mediodía llegaba a casa, si no
había cruzado a Fede en el camino lo veía entonces, terminando de
cambiarse. Mamá podía no haberse levantado, la otra posibilidad era
verla saliendo del baño en camisón, a lo sumo cocinando algo. Con la
tarde libre, me dedicaba a leer cualquier cosa que encontrase en casa:
en los estantes del living había algunas novelas, en el escritorio de
Emiliano había fotocopias de la facultad sobre política y derecho, y en
la cajonera de Hernán había una caja de lata llena de cartas de las
chicas con que estaba o había estado.<br />
<br />
Fue recién pasado
un mes que hubo que hacer grupos para trabajos prácticos, y ahí conocí a
los pibes. Daniel, un flaco de ojos claros, su voz ya me era familiar
por escucharlo putear y hacer chistes a costa de cualquiera (fuese
amigo suyo o no). Marcos, alias el Chileno, le gustaba hacer frases
morbosas para quedar como un enfermo. Héctor, presidente del Centro de
Estudiantes, nunca se exaltaba demasiado y siempre parecía saber más
que todos sobre todo: política, música, cine. Juntarme con ellos se
hizo costumbre, empecé a sentarme con Héctor. Al principio me aceptaron
por mi capacidad de redacción para las respuestas, a mí me encantaba
hacerlo porque en ocasiones se trataba de resumir los puntos en común a
partir de discusiones acaloradas entre ellos, de a poco iba
interviniendo también. A veces los enunciados finales no tenían mucho
que ver con lo que la actividad pedía, pero no importaba, era divertido
hacerlo así. Para conversar con ellos era necesario tener algo de
imaginación, capacidad de réplica instantánea, conocimiento óptimo de
los capítulos de los Simpsons, y no estar pendiente de quedar bien con
las mujeres. Para ganar una discusión valía cualquier cosa, y tener
razón no garantizaba nada.<br />
<br />
Solo entonces empecé a mirar de
verdad al curso, a sentirme parte de él. Del otro lado del salón se
juntaba el grupo de varones mas preocupados por salir a bailar e
impresionar a las mujeres, de responder a los profesores con ignorancia
y gesto cómplice. Minas lindas había varias, eso lo supe desde el
principio, pero ahora mirarlas me ayudaba a olvidar Patricia. Y tal vez
no fuese solo eso, porque con cada día que pasaba, y en relación
directa a los chistes que hacíamos los pibes, resonaba en mi cabeza la
risa de la chica de pelo negro y lacio sentada contra la pared, cerca
nuestro. Melina se llamaba.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-49089107611867237682011-09-11T05:50:00.000-03:002011-09-11T05:52:23.792-03:00Vacaciones (Polimodal-9)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-t_I583Ecc2g/TmxzVyzU0UI/AAAAAAAAAkI/eeOvSQRtdVg/s1600/Egor-Shapvalov-7-494x494.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-t_I583Ecc2g/TmxzVyzU0UI/AAAAAAAAAkI/eeOvSQRtdVg/s320/Egor-Shapvalov-7-494x494.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;">
<br /></div>
<br />
No aparecí para el acto de fin de año, menos todavía para la fiesta
que hicieron después. La mitad del verano la pasé en el delta de Entre
Ríos, en la casa de la familia de mi madre. Íbamos casi todos los años,
siempre había que limpiar la costa de maleza y ventilar la casa. Pescar,
limpiar el pescado, hacer leña, remar, machetear. Comiendo a la luz de
un farol de querosén. Mirando correr el agua del río, hacia el este de
día, bajando. Hacia el oeste de noche, en subida.<br />
<br />
Papá iba los fines de semana, la mayoría del tiempo estábamos solos
con mamá. Si el día era soleado mis hermanos y yo nos metíamos al río,
intentando piruetas por turnos. De noche hacíamos grandes montañas de
ramas secas y las llamas subían varios metros. Nos quedábamos pescando
hasta tarde, hablando boludeces , avivando las brasas. Volver a ese
lugar era volver a ser chico. Podía estaba triste, apático la mayoría
del tiempo, pero también me divertía escuchando las historias de terror
que inventaba Hernán, o las anécdotas de peces enormes que contaba Emi.
Por algunos días venía algun tío o tía con sus hijos (con quienes
podíamos jugar a la escondida), o incluso la abuela, lo que era muy
festejado por todos nosotros. En un lugar así, donde por momentos la
única salida era escuchar la radio o leer revistas viejas, todo ser
familiar era bienvenido, incluso aquellos a quienes nunca iba a visitar
si de mí dependía.<br />
<br />
Generalmente a la hora en que todos dormían la siesta o tomaban
sol, me ponía a escribir en un cuaderno anillado. Escribía sobre
Patricia, sobre los sueños o pesadillas que tenía cada noche, sobre mi
creciente ateísmo, sobre la muerte, sobre el aburrimiento y la pena
que por momentos me agarraba, aunque cada vez menos. Hacía algunos
intentos de escribir en verso, bastante flojos. También hacía dibujos,
bosquejos que en su mayoría no mostraba a nadie, a lo sumo a Fede.<br />
<br />
A veces un viento frío hacía silbar los sauces, y mamá decía
“sudestada”. Podía significar simplemente que el agua suba un poco
durante el día. Pero si se veía en el horizonte una columna de nubes
oscuras avanzando, el viento iba tomando fuerza. Cuando oscurecían el
cielo, el viento era capaz de revolear cualquier objeto liviano, incluso
de tumbar personas adultas, por lo que había que entrar todo a las
corridas y con cuidado de no caerse al río. Los relámpagos y truenos se
sentían mucho más fuerte que en la ciudad, y cuando finalmente se
largaba la lluvia, sabíamos que duraría hasta el otro día. Esas
tormentas siempre habían tenido un halo apocalíptico para mí, las
respetaba. Emi siempre decía que en la sudestada andaba el surubí, y se
lamentaba de que mamá nunca lo dejara ir a encarnar chicotes y espineles
en medio del vendaval. Esa vez quiso aprovechar la distracción de mamá
que entraba las cosas con Elena, pero necesitaba alguien que lo acompañe
en el bote. Me ofrecí. Mamá nos vió tarde, apenas escuchamos sus gritos
desde el otro lado del río. El agua empezó a arreciar a mitad de
camino, pero me sentía terriblemente bien. Ya no tenía miedo. Ni a la
tormenta, ni al castigo de mamá, ni al fin del mundo. A nada.<br />
<br />
El viaje de vuelta fué de noche, la última semana de febrero.
Adoraba viajar en la lancha de noche, sobre todo al cruzar el Paraná en
medio de la marejada, antes de que saliera la luna. Cuando llegamos a
casa, recuperé todos los lazos con la civilización y la tecnología,
prendiendo la tele y subiéndole el volumen, viendo las noticias,
prendiendo y apagando las luces frenéticamente, poniendo la cara contra
el ventilador, sacando algo frío de la heladera para tomar. Solo
entonces sentí la verdadera energía de un nuevo año.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-23285786001223560822011-09-08T05:02:00.000-03:002011-09-08T05:02:05.723-03:00El polimodal (8)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-wuUAKovjvto/Tmh2XvkbxXI/AAAAAAAAAkE/7CoMQIoZY7U/s1600/tumblr_lq8jqjhk7v1qz6f9yo1_500.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="317" src="http://2.bp.blogspot.com/-wuUAKovjvto/Tmh2XvkbxXI/AAAAAAAAAkE/7CoMQIoZY7U/s320/tumblr_lq8jqjhk7v1qz6f9yo1_500.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
Terminaba septiembre cuando Carina me preguntó que me pasaba.<br />
<br />
-Andás raro vos… es por Pato ¿no?<br />
-Parece que acá se sabe todo ¿Ella te dijo?<br />
-¿Querés saber?<br />
-Si.<br />
-No,
no fue ella. Pero eso no importa nene, vos estás mal, te veo que estás
mal. Esa cara, por favor, dónde quedó el Nico que yo conozco...<br />
-Se quedó en esa esquina, para siempre.<br />
-¡No seas exagerado! ¿Y cómo es eso de que te vas a cambiar de turno?<br />
-Es posta.<br />
-¿Y por qué? No la vas a conquistar así eh.<br />
-No importa.<br />
-¿Cómo que no importa? ¿Y nosotros no te importamos?<br />
-…<br />
-¿Ni un poco?<br />
-Te voy a extrañar Cari.<br />
-Me estás jodiendo.<br />
-Ojalá.<br />
-Forro. ¿Por qué no hablaste conmigo antes?<br />
-Habría sido lo mismo. Si no gusta de mí.<br />
-Ves que no entendés nada. Dale tiempo y vas a ver. Pero cambiándote de turno…<br />
-No puedo esperar. Yo…<br />
-¿No vas a terminar el año con nosotros por lo menos? ¿Ya tiene que ser?<br />
-Pregunté y no hay vacantes, tengo que esperar al año que viene. Seguro repite gente y me hacen el hueco dijeron.<br />
-La verdad… me dejás sin palabras. Pensé que era mentira.<br />
-Perdón Cari. Te voy a extrañar, de verdad.<br />
<br />
La
miré a los ojos, amagando una sonrisa. Me alejé caminando hacia las
escaleras, momentos antes de que sonara el timbre que marcó el final del
recreo. La idea de cambiar de curso había sido lo único que me dio
cierta sensación de control de la situación. Patricia no podía obligarme
a mantenerme cerca de ella después de rechazarme. No pensé mucho en si
estaba lastimando a mis amigos. No lo hice porque todos en ese curso,
día a día, dejaban de existir para mí.<br />
<br />
La semana después
de hablar con Carina, Carlos me dio un papel doblado con mi nombre. La
letra era de Patricia, sin duda. En esa carta me pedía que por favor no
me cambie a la mañana. Decía estar triste porque yo ya no le hablaba,
que ni siquiera la saludaba, que cómo podía ser que le hiciese algo así.
Decía que no podía estar conmigo en ese momento, pero que más adelante
era posible. Decía que lo que yo le había dicho era muy fuerte y que
necesitaba tiempo. Decía algunas cosas lindas sobre mí, y me pedía
perdón por no poder darme una respuesta segura. Leí esa carta tantas
veces que me la aprendí de memoria. Al otro día le escribí. Mi carta
decía que si no la había saludado ni le había hablado era para no
hacerla sentir incómoda, que quería borrarme de su mapa para que pudiera
estudiar tranquila, que no quería obligarla a verme. Le preguntaba qué
le impedía estar conmigo, y por qué tenia que ser más adelante y no
ahora. Decía que me había costado mucho decirle lo que sentía, y que a
lo mejor me habría ido mejor si hubiese ido mas despacio, pero que lo
que sentía por ella no me había pasado nunca, y que por momentos no
sabía qué hacer. Le decía que era la chica mas linda que había conocido y
que verla tan cerca era una tortura para mí. Ella nunca respondió.<br />
<br />
Juan
reconocía en esa carta el tesoro que era para mí. Juntos la habíamos
desmenuzado, aislando ciertas frases, intentando analizarlas, sacando
conclusiones. La llevaba siempre conmigo. Juan estaba conmigo el día que
a la salida, un tipo que debía tener como mínimo 26 o 28 años, saludó a
Patricia con un beso en la boca y se fue por Entre Ríos, caminando con
ella de la mano. Juan vió cómo la miré hasta que doblaron en Tucumán
camino al Bajo, y no dijo nada cuando saqué la carta del bolsillo de mi
pantalón y la rompí, tirando los pedacitos en el tacho de la esquina.
Juan supo por mi cara que si antes había dudado de cambiarme, a partir
de ese momento supe que iba a hacerlo. Juan era el único que entendia
que a veces lo mejor es caminar en silencio.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-52307902005907431942011-09-05T11:48:00.000-03:002011-09-06T14:53:35.410-03:00El polimodal (7)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-v95Qixvi6dU/TmThRlrbKHI/AAAAAAAAAkA/Gq79JiH33rI/s1600/317513_10150312237831122_529631121_8122378_7887475_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://4.bp.blogspot.com/-v95Qixvi6dU/TmThRlrbKHI/AAAAAAAAAkA/Gq79JiH33rI/s320/317513_10150312237831122_529631121_8122378_7887475_n.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
Lunes al mediodía, en mi cama. No quería levantarme. Un fin de semana
en el que pude zafar de ir al banquete familiar en lo de mi abuela,
solo para quedarme en casa, mirando por la ventana de mi pieza cómo caía
la linea del sol en el paredón, cómo se acercaba lo imposible. Tener
que verla de nuevo, esquivarla ¿Cómo? Y solo para evitarle el problema
de esquivarme. Ya no podría saludarla, eso seguro. Tampoco podía faltar,
en algún momento tendría que ir y sería peor. Tenía que levantarme,
tenía que ir. Prendieron la tele en el comedor, era mamá levantándose.
Me convenía ocupar el baño antes de que ella pasara. Me levanté.<br />
<br />
Llegué
tarde, media falta. La clase de Matemáticas ya había empezado. Desde la
puerta, en la esquina del fondo del salón, me pegué a la pared para
llegar a mi lugar. Tardé media hora hasta subir un poco la vista y verla
copiando. “¿No copias nada?” me dijo Carlos. “Ya vimos esto” le dije,
glacial. Carlos iba en picada con varias materias, incluyendo
matemáticas. Necesitaba de mí más que nunca y yo ya no podía ayudarle.
No podía ayudar a nadie.<br />
Hicimos grupo para Geografía, pero mi
capacidad ese día era tan nula que César agarró el libro y se puso a
buscar las respuestas él mismo. Me limité a aprobar las que propuso, y a
copiarlas cuando dictó.<br />
<br />
En el recreo quise quedarme en el salón, pero Carlos me insistió para ir al patio.<br />
-¿Qué te pasa pelotudo? Contáme.<br />
-Nada.<br />
-Qué nada, estas con una cara de concha desde hoy. Qué pasó.<br />
-Le dije.<br />
-Qué dijiste. A quién.<br />
-A Pato.<br />
-Qué le dijiste.<br />
-Que estoy enamorado de ella.<br />
-¿No ves que sos un pelotudo? Ahora ya está.<br />
-El qué.<br />
-No viste que la semana pasada la vino a buscar la hermana, va a la 20.<br />
-…<br />
-Zafa. Y dice que te vió y que gusta de vos, pero ahora cagaste todo.<br />
-Y qué tiene si no quiero a la hermana.<br />
-Pero
así empezabas a ir a la casa, le dabas celos, entendés, y al final te
comías a Pato. Ahora ya fué. No me avisaste encima ¿Por qué no me
avisaste?<br />
-No sé.<br />
-Bueno, y qué te dijo ella.<br />
-Que me quiere como amigo.<br />
-Hija de puta. ¡Vos también! ¿Cómo te vas a mandar así de una? Cuándo le dijiste.<br />
-El viernes a la salida.<br />
-Qué hiciste.<br />
-Nada, se iba caminando sola, ya se habían ido todos. Fui y le dije. Le dí un bonobón.<br />
-¡Un bonobón! Jajaja… ¿te lo devolvió?<br />
-No, se lo quedó, se puso así como nerviosa, me dijo eso, me saludó y se fue.<br />
-¿Y ahora que vas a hacer?<br />
-Nada.<br />
-No pensás hacer nada.<br />
-Qué se yo. No iba a venir hoy, pero sino después era peor. Igual me voy a cambiar de turno, a la mañana.<br />
-Dejáte de joder, por una mina…<br />
-No puedo estar ahí con ella, no puedo… me viste hoy, no puedo estar así.<br />
-Sí, así es Juan. Te andas juntando con él, mirá donde estás ahora.<br />
-…<br />
-Tranquilo Nico, no hablés con nadie y dejame hacer a mí.<br />
-¿Qué vas a hacer? No quiero que hables nada eh.<br />
-¿Qué te pensás, que Carina no sabe? Fija que ya sabe. Dejáme a mí.<br />
-No, dejalo así… No quiero molestar a Pato, al pedo.<br />
-Bueno ¿Le dijiste a alguien más de esto?<br />
-A nadie.<br />
-Listo, no le cuentes a nadie entonces. Y si vas a hacer algo así de nuevo avisáme, no seas boludo.<br />
<br />
A
la salida Juan me acompañó a casa, se dio cuenta de que había pasado
algo y me preguntó. Cuando le dije, esperaba que tuviese alguna
expresión de regocijo, de “bienvenido al club”, pero lo vi muy serio,
escuchando todos los detalles que yo necesitaba contar para graficar el
momento. Se sorprendió cuando le dije que quería cambiarme al turno
mañana. Le dije que no podía soportar verla todos los días, tan cerca
mío, sabiendo que nunca iba a ser mi novia. Le dije que era demasiado
para mí. “Soy débil, Juan” le dije. “No, Nico –dijo-. Ya entendiste que
es mejor olvidarla. Yo soy débil”. No le respondí. Caminamos en silencio
el resto del camino.<br />
<br />
Con cada día se repitió lo mismo.
Despertar era sentir que iba a tener que verla de nuevo. Caminar hacia
el colegio era acercarme a ella. Llegaba tarde casi siempre, a veces la
portera me dejaba pasar sin avisar a la secretaria y llegaba al aula
antes de que pasaran lista. Me daba mucha vergüenza que Patricia pudiese
sentirse incómoda por mi presencia, entonces intentaba pasar
desapercibido. Hablaba mucho menos, casi no hacía chistes, y era difícil
reírme. Si lo hacía, me paraba en la mitad, como un enfermo que olvida
por un momento su dolencia, intentando levantarse, para sentir un dolor
en el pecho y volver a reposar. Sentía la necesidad de estar solo, de
cerrarle las puertas a todo el mundo. Si mis amigos se juntaban en el
fin de semana, buscaba excusas para no ir.<br />
<br />
Cuando caminaba
solo hacia mi casa lloraba, y entonces me quedaba un rato en la
esquina, hasta sentir que mis ojos no estaban hinchados. En casa
también, cuando estaba solo y sentía que el aire no podía entrar, que
nada tenía sentido, que cómo era posible sentir algo así por alguien y
no ser correspondido. Cómo podía ser que todas las películas, toda la
música se la pasaran hablando del amor, repitiendo siempre el mensaje de
“hacé lo que sientas”, de “no esperes más, decíselo ¿Y si ella está
esperando que lo hagas?”. Me sentía enfermo si ponían la radio, cada
estribillo de los temas de moda me parecía peor que un vómito. Sentía
tristeza, pero por momentos sentía odio. Cómo podía ser que nadie me
hubiese avisado que el amor podía ser así. Me sentía víctima de una
trampa, de un mundo alimentándome día a día de esperanza para después
no avisarme que había un paredón infinitamente alto. Y cuando intentaba
negarle lugar a mis sentimientos por Patricia, la recordaba de perfil,
escribiendo en la carpeta. No podía no amarla.<br />
<br />
Me ocupaba
mucho menos de las tareas que hacía para ayudar a mamá, y los domingos
de limpieza general me volví intratable. A veces faltaba al colegio y me
quedaba mirando la tele en el fondo de casa, mientras mamá miraba la
del living o se ocupaba de la ropa en el lavadero. A veces discutíamos y
yo terminaba barriendo el patio. A veces subía a la terraza y caminaba
por el borde, haciendo equilibrio, o me quedaba sentado, con las piernas
colgando, mirando pasar los coches. A veces agarraba la bici de Hernán y
salía a dar vueltas, y algunas de esas veces me encontré casi sin darme
cuenta cerca del Bajo de Pacheco, peligrosamente cerca de la casa de
Patricia. Incluso una vez paré a una pareja mayor y le pregunté si
conocía la casa de la familia Van Hess, pero no tenían idea. A veces
ponía el disco de solos de piano de Emi, para escuchar Moonlight
Sonata de Beethoveen, mientras hilaba los momentos felices antes de mi
sincericidio con lo que vino después. Cuando terminaba lo volvía a
poner. Una y otra vez.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-52617546577664500542011-09-05T11:47:00.000-03:002011-09-05T11:47:27.853-03:00El polimodal (6)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-O--J7st9fSc/TmTg6K6SlzI/AAAAAAAAAj8/tPMuHls6810/s1600/306107_10150305564366122_529631121_8063036_7434803_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-O--J7st9fSc/TmTg6K6SlzI/AAAAAAAAAj8/tPMuHls6810/s320/306107_10150305564366122_529631121_8063036_7434803_n.jpg" width="320" /></a></div> Incluso cuando me levantaba pensando en que ese sería el día, siempre encontraba una excusa para posponerlo. Podía ser que la ropa que quería ponerme no estuviese limpia, que mi pelo se pusiese inmanejable o que durante la clase Patricia se mostrase inusualmente seria. Varias veces a la salida dejé ir a mis amigos, diciendo que necesitaba sacar libros en la biblioteca, para salir un minuto después y detenerme en la esquina, sintiendo que era el momento, y sin poder dar un paso más, mientras la veía alejarse. Otras lograba caminar hacia ella, pero de repente creía percibir una mala señal: una paloma que se posaba inesperadamente sobre una rama, un gato que no lograba saltar un paredón, o una ráfaga de viento que pegaba de costado, llevándome de vuelta por Jujuy. Si Juan venía conmigo ese día, me esperaba a mitad de cuadra, sin decir palabra.<br />
<br />
No siempre, pero a veces podía saludarla con un beso de mejilla, más que nada cuando estaba en grupo. Entonces podía dárselo como a una chica entre varias, sin miedo a quedar en evidencia. A la salida podía pasar también, en la esquina que siempre nos dividía. Parecía mentira estar así de cerca de darle un beso de verdad, y recogía un placer tan impune en ese instante, que por miedo a que se diera cuenta resignaba muchas ocasiones de hacerlo.<br />
<br />
A veces me enojaba con ella, me mostraba molesto con todos en clase y salía solo, directo hacia mi casa, a despecho de cualquier posible iniciativa que ella pudiese tener. No podía evitar pensarla caminando detrás de mí, apurándose para tomarme del brazo y preguntarme qué me pasaba. Posibilidad que se hacía absurda cuando hacía una cuadra, llegando a la plaza. En vano me detenía un momento en la esquina, aprovechando el bebedero de la heladería.<br />
<br />
Cesar gustaba de Débora, aplicada y cortante, por momentos agresiva, tenía un peinado que (especulábamos) la madre debía hacerle todas las mañanas. Sus chances no parecían mayores a las mías. Sole ignoraba completamente a Juan, una vez incluso se rió en voz alta cuando Natalia lo mencionó en una conversación. Carlos y Ezequiel la zafaban, siempre parecía irles bien y nunca se enganchaban con nadie. “Lo que pasa es que vos pensás demasiado” me decían. Pero estar en el colegio era muy distinto a ir a bailar.<br />
<br />
En un boliche el alcohol anula la capacidad de pensar bien, entonces la cabeza agarra el primer salvavidas que encuentra, las decisiones son rápidas, actuar por impulso se vuelve lo mas lógico. La música está tan alta que reduce las conversaciones al mínimo, todo tiende a resolverse con miradas, alguna frase, un gesto, bailar un tema o dos. La oscuridad y la cantidad de gente hacen que uno pueda enfrentar muchos fracasos como si fueran el primero, incluso a pocos metros de distancia (algunos se dedican a tocar los culos de todas las que pasan en fila). Pero la oscuridad, también hace que las personas se vean mejores de lo que son.<br />
<br />
La tarde del viernes 31 de agosto de 2001, en la esquina de Jujuy y Entre Ríos, no tenía oscuridad, ni música, ni un tumulto de gente donde esconderse en caso de una derrota. Salimos temprano, había faltado la profesora de inglés. Todos se habían ido, y Patricia se quedó hablando conmigo en la esquina. No había sol, mala señal, pero reíamos. En mi cuaderno de comunicados yo había puesto “Sres padres: la profe faltó por borracha que es, nos vamos a la mierda…” y la preceptora como nunca leía nada lo había firmado igual. Y entonces se lo dije. Todo.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-8977010961079520952011-08-27T22:38:00.001-03:002011-08-27T22:41:34.613-03:00El polimodal (parte 5)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/-HMLw7t0Otjw/TlmbwYjJpYI/AAAAAAAAAjY/Tm1E37C55v4/s1600/wallpaper-707206.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://3.bp.blogspot.com/-HMLw7t0Otjw/TlmbwYjJpYI/AAAAAAAAAjY/Tm1E37C55v4/s320/wallpaper-707206.png" width="320" /></a></div><br />
No llovió mucho ese año. Y no podría decirse que fue un invierno realmente distinto a todos, pero no puedo olvidarlo. Cada vez que salía del colegio, doblaba la esquina con mis amigos, agarrando la calle Jujuy. Siempre buscaba alguna excusa para parar un ratito en la esquina, mientras veía a Patricia seguir derecho sola por Entre Ríos, haciendo una cuadra hasta llegar a Córdoba y doblar a la derecha. Retengo imágenes de cuando la veía caminar así: con sol, su pelo agitado por el viento seco, su bufanda roja y amarilla, su campera negra encima del guardapolvo blanco, su mochila pequeña; o nublado, con mejillas coloradas, pelo recogido, a veces mojado por el rocío, su mirada al piso, de regreso a lo que sea que soportase en su casa. Córdoba, la calle que hacia la izquierda, varias cuadras mas arriba, cortaba Tucumán, en la esquina de mi casa. Esquina en la que a veces me paraba, cuando necesitaba sentirme más cerca de ella, mirando hacia el fondo, para recordar que sólo me separaban 6 cuadras hasta su casa (las dos últimas en bajada, por eso ese barrio se llama el Bajo de Pacheco), para recordar que al día siguiente la vería de nuevo, y que entonces nos separarían apenas más que unos pasos. Podía salir a la esquina a la tarde, cuando se veían mas allá del bajo los terrenos descampados de la Radio Nacional, y mas al fondo los edificios blancos cerca del centro del Tigre. Podía ser a la noche, cuando el brillo del neón daba a las calles ese tono anaranjado que fascina a los noctámbulos, cuando los árboles pelados rasguñaban el aire y las hojas me hablaban de que Patricia dormía.<br />
<br />
Córdoba era la calle que Juan había empezado a agarrar conmigo para ir a su casa, haciendo un leve desvío. Mis conversaciones con él constantemente recaían sobre el sentido de la vida, sobre estar enamorado, sobre la posibilidad de ser feliz. Él había llegado a pensar que de conseguir lo que quería con Sole, entonces habría sido mas infeliz que nunca, porque seguro se decepcionaría y después ya no tendría nada con qué ilusionarse. Yo me defendía de ideas de esa clase, no quería resignarme a ver en Patricia un espejismo, no podía aceptar que todo mi sufrimiento fuese en el fondo tan vacío. A mi favor estaba el hecho de que no importaba que dijera Juan sobre el amor, a la mínima llamada habría ido corriendo hacia Sole. Nunca me lo negó. El entendimiento con Juan llegó al punto de que nos alcanzara con intercambiar una mirada para transmitirnos pensamientos acerca de las cosas que sucedían en clase, a veces de melancolía, cuando Sole o Pato reían o respondían a un profesor en voz alta. A veces de acidez corrosiva, cuando alguna de las dos hacía o decía algo que las dejaba mal paradas, como si eso resaltara la falacia implícita en la imagen que teníamos de ellas. Aún cuando hubiésemos dado la vida por ellas, sin pensarlo.<br />
<br />
Fueron tantas las veces que vi a Patricia alejarse caminando sola por Entre Ríos que empecé a tener una sensación de loop, de repetición de una secuencia interminable. En esos deja vú veía una nueva posibilidad desperdiciada de decirle todo lo que sentía, de terminar con mi angustia, de descubrir si yo le interesaba o no. Con cada día, empezó a tomar forma a su lado mi figura fantasmagórica, proyección holográfica de cómo sería ir caminando con ella por Entre Ríos hasta llegar a la Córdoba, hablando, riendo, demorando la despedida en esa esquina de direcciones opuestas, al principio con un beso en la mejilla, y después quien sabe. Así imaginé muchas maneras de encararla, en cada una veía errores que me erizaban la piel, al tiempo que me sentía a salvo por estar todavía en la antecámara de esa escena, por sentirme así como un viajero del tiempo que ensaya una y otra vez distintos futuros hasta quedarse con el mejor. Decisión que creí tomar cuando llegó Agosto.Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-74340118320071846192011-08-23T02:30:00.004-03:002011-08-27T22:40:40.296-03:00El polimodal (parte 4)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-TM7qBL8Ukwg/TlM62JvWhAI/AAAAAAAAAjM/xgxO8s_Ks4w/s1600/1311458480360.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://4.bp.blogspot.com/-TM7qBL8Ukwg/TlM62JvWhAI/AAAAAAAAAjM/xgxO8s_Ks4w/s320/1311458480360.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><br />
Estábamos esperando Carlos y yo en la fila para entrar a La Mónica, cuando Ale y Tincho se pegaron a nosotros, nos dijeron que el grupo de Diana ya estaba adentro. Una vez que entramos pedimos cervezas, y no llegó a pasar una hora cuando la hermana de Diana me agarró del brazo y me llevó hasta donde estaban sus amigas. Diana estaba justo enfrente de mí, no me miraba. Eso me molestó, pero me acerqué a ella y empezamos a bailar. Ella miraba hacia abajo o al costado, no sabía si por tímida o por orgullosa. Solo fugazmente sorprendía su mirada de reojo. Habíamos bailado más de 5 minutos cuando sin aviso alguno acerqué mi boca rápidamente a la suya, que respondió a mi movimiento instantáneamente, como si hubiese estado esperándome. Nuestras lenguas chocaron como dos fieras soltadas en el coliseo, encarnizándose en la lucha. Se sentía bien, muy bien de hecho. Apreté su cuerpo más estrechamente contra el mío, una mano en su cintura y otra detrás de su cuello, y la besé más fuerte, abriendo más mi boca y esforzándome por meter mi lengua más allá de su paladar. Ella parecía buscar lo mismo conmigo. Pasaron unos minutos hasta que sentí que su deseo aflojaba, que su boca empezaba a cerrarse cada vez más. Retiré mi lengua del todo y le di unos besos suaves sobre sus labios húmedos. Abrí mis ojos al hacerlo, ella los tenía cerrados aún, vi su boca esperando un poco más de esos últimos resquicios de placer, y entonces Diana no me pareció ya mediocre, sino fea. Bailamos un poco más, y cuando solté su mano, en seguida se dio vuelta y bailó sola la cumbia, como si nada hubiera pasado. Me apresuré en volver con mis amigos, Carlos me señalaba riéndose, decía “¡te vi guachín, te viii, le comiste la boca! jaja”. Solo él sabía que había sido mi 1º beso. Me pasó la cerveza y tomé un trago largo. Esa noche Carlos se tranzó 3 minas. Yo me limité a seguir tomando cerveza mientras lo veía chamuyar. Se reía, Carlos siempre se reía.<br />
<br />
Yo no trabajaba, el único dinero que conseguía me lo daban mis padres con cuentagotas, no podía salir a bailar siempre, pero me las arreglaba para ir de vez en cuando con Carlos, a veces venía también Ezequiel. El otoño fue pasando así. Carlos me daba consejos para chamuyar, me faltaba algo de carisma pero estaba aprendiendo a bailar bien. Una vez una chica preciosa de ojos verdes me tomó de las manos y empezó a bailar conmigo, me dijo que por favor no la soltara porque su novio era un idiota y quería hacerlo sentir mal. Estuvimos un rato así, ella mirando por encima de mi hombro para cerciorarse de que su novio la veía bailar con otro, mientras yo intentaba sacarle conversación. Otra vez estaba subido a una tarima con mucha gente mientras una pecosa rozaba sus tetas contra mí, entonces le dije “me pasan cosas con vos”. Se rió y se dio media vuelta, buscando a otro para rozarse, a lo mejor alguien que no le viniera con cuentos.<br />
<br />
Otra vez caminábamos con Carlos entre la gente con nuestras cervezas, y Carlos me dijo “¿Viste como te miró esa boludo? Andá y encará”. “¿Posta?” le dije. “Si, si, está con vos, dale, dale andá”. Estaba buena, le ayudaba el maquillaje, tetas medianas y culo grande. Me dije a mí mismo que no solo me la tranzaría sino que le manosearía el culo. Todavía me miraba, sin desesperación pero sin disimulo. Me acerqué y sin preguntar la tomé de la mano. Pasaban una cumbia que me gustaba, hacía gestos con la letra, coordinando los pasos. Ella sonreía. Al rato levanté su mano y la hice dar vuelta, y en la mitad me pegué a su espalda, ella no protestó. La agarré del vientre y las caderas, bamboleándola hacia un costado y al otro. Puse mi boca en su cuello, y su mano se posó en mi nuca, atrayéndome hacia sus labios que se abrían en flor para recibirme. Mientras le hacía una transfusión de saliva la seguía apretando contra mí, ahora no nos movíamos casi. La zona de apriete no estaba lejos, un largo asiento al costado de la barra y la llevé hasta ahí, mis piernas sintieron su peso al ponerla sobre mi regazo. Tenía todavía fija la idea de meterle mano a ese culo enorme, pero demoraba el momento. Le puse una mano al cuello, acariciando su nuca con mis dedos, empujándola contra mí. Y mientras más me metía en su boca, más iba bajando mi otra mano por su espalda hasta sentir la curva hacia afuera, y apreté bien fuerte cuando por fin palpé de lleno la nalga. Permanecimos así mucho tiempo, ella me mantenía agarrado y no parecía querer soltarme por nada, entonces deslicé mi otra mano junto a la otra y sentí que el cielo se abría, que Moisés separaba las aguas, que el piojo López hacía su inflador al borde del área y que me convertía en un supersaiyayin. Le dije al oído suspirando en un quejido “Ay, que culo que tenés…”, mientras se lo apretaba fuerte. Puso su frente en mi hombro, y la besé de nuevo. Tocarle las tetas no estaba mal, pero no había comparación posible. Cuando mi mano quiso ir más allá, ella la sacó despacio, tanto no daba. Yo me reí y seguimos apretando. Al rato tuvimos sed. Busqué una cerveza y cuando volví los dos estábamos más calmados. Nos besamos despacio mientras tomábamos, hasta que me dijo que se tenía que ir. Le di mi teléfono pero nunca me llamó. Analía se llamaba, o Anabella, no sé.<br />
<br />
Una noche terminé en el nivel superior, una pasarela alrededor del centro de la planta baja y me acerqué a la baranda para mirar hacia abajo, se veía la muchedumbre apretujada bailando el cuarteto. Después puse atención en la chica al lado mío, apoyada también en la baranda, pelo oscuro y tez pálida, miraba hacia abajo con desinterés. Relojié que me había visto también, y cuando sonó un cuarteto de Rodrigo la saqué a bailar, tenía una sonrisa tímida y una mirada esquiva pero curiosa. Agustina era su nombre. Después de 3 temas seguidos descansamos apoyados como antes en la baranda, me preguntó de qué signo era, le dije que de Escorpio, entonces se rió nerviosa, dijo que sus preferidos eran los de Escorpio. El horóscopo para mí era todo chamuyo, pero sólo entonces entendí que eso era cierto en más de un sentido. Dije que eso seguro era porque los de mi signo sabían besar bien, y como la tenía ya tomada de la mano la acerqué hacía mi y la besé, casi logra esquivarme, pero en pocos segundos pude ver que lo quería tanto como yo. Un rato después me dijo que tenía que volver con sus amigas, yo estaba contento de no haberla manoseado porque no era su estilo, parecía inocente, aunque sin serlo.<br />
<br />
Muchas veces me encontré completamente solo, deambulando sin sentido entre la gente, tomando cerveza en un rincón, o apoyado contra la pared mirando a los grupos mantenerse unidos para no ser devorados por la marea, a las chicas rechazar o aceptar invitaciones de tragos y baile, algún altercado entre varones con irrupción de los patovicas, y de vez en cuando alguna cara conocida del colegio que asentía levemente al pasar.<br />
<br />
Un día Carlos me dijo que su amiga Marina gustaba de mí, me había visto en fotos. Esa clase de garantías se me daba bien porque me ahorraba el trabajo de tener que adivinar si sus gestos eran una invitación o no, lo cual, si no tenia alcohol en la sangre era todo un problema, y le dije que nos presentara. Nos juntamos primero en casa de Carlos. Cuando llegué, hora de la cena, Marina ya había llegado con una amiga. Como me había adelantado Carlos, Marina era un poco más bajita que yo, flaquita y morocha, con el tono de piel que deben haber tenido los primeros egipcios, y no el más propio de estas tierras. Parecía seria pero sólo porque no se reía mucho, usaba mucho el sarcasmo. La otra, Florencia, era rubiecita y no estaba nada mal, era más dócil y Carlos no me había dicho pero ya se la había transado. Después de comer unas pizzas fuimos a la pieza de Carlos y jugamos verdad-consecuencia, y cuando tomamos el remis a La Mónica los dos ya les habíamos dado picos a ambas en medio de risas.<br />
<br />
Cuando entramos me hice el banana como nunca, riéndome, haciéndole bromas y gestos pícaros, bailando como si fuese año nuevo. Le dije, en medio del quilombo:<br />
-Si yo te pidiese que por un segundo me dejes hacer lo que yo quiera ¿Me dejarías?<br />
-No sé- dijo ella y me miró. La miré. Le di un pico, y al abrir mi boca sobre la suya despacio asomé mi lengua, que acarició la suya suavemente, una ola del Mediterráneo. Fue un beso dulce, que duró bastante, casi podía ignorar la música y las luces alrededor, sumido en el calor de su cuerpo junto al mío, de sus labios finos y delicados, de su lengua pequeña pero hábil. La música paró de golpe, ella se apartó un poco, se anunciaba la banda que tocaba en vivo esa noche: Mala Fama. “El tecladista es amigo mío” dijo. Me puse a sus espaldas y la abracé mientras los vimos tocar, a veces levantábamos las manos para acompañar, pero mis brazos volvían siempre a los suyos. Ella los tenía cruzados sobre el pecho, y jugueteaba con los dedos de mi mano derecha. Cuando la banda se fue y volvió la cumbia del dj, le dije si me daba otro segundo. “Vos sos peligroso con un segundo” me dijo. Sonreía. La besé de nuevo.<br />
<br />
Cuando busqué a Carlos lo encontré sentado, transándose a una morocha que tenía encima con las manos en el culo de ella. Me vió y me guiñó un ojo. Lo esperé un rato y salimos. Los dos estábamos un poco borrachos, caminamos hasta su casa que quedaba más cerca, a veces me quedaba a dormir. “¡Qué puta esa Vanina boludo! Me pasó el teléfono, me la voy a garchar ya vas a ver”. “¿Y Flor?” le dije. “No sé, por ahí jaja” dijo. Le conté de Marina y me felicitó, preguntándome detalles. “¿Así que le dijiste eso? Jaja alto chamuyo, te lo voy a robar. Ya vas a ver cuando garches a una mina lo que es. Son re putas las pendejas, te vas a volver loco”. Yo me reía. Me brillaban los ojos, en el fondo pensaba en Patricia.</div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-21233349932842354222011-08-19T04:27:00.003-03:002011-08-20T19:02:19.965-03:00El polimodal (Capítulo 3)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-OxSkSUL_FIQ/Tk4P0D3rYtI/AAAAAAAAAjA/O7G4Qqj5l74/s1600/wallpaper-27028.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://1.bp.blogspot.com/-OxSkSUL_FIQ/Tk4P0D3rYtI/AAAAAAAAAjA/O7G4Qqj5l74/s320/wallpaper-27028.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><br />
La casa de Juan era más grande y apacible, nuestro cuartel general. Sus padres tenían al fondo de la casa un taller grande donde fabricaban cortinas de plástico. Poníamos música con algo para tomar y pasábamos la noche. No pasó mucho tiempo para que todos supiesen que me gustaba Patricia. En algún momento Carina se enteró. Empezó a hacerme miradas cómplices, encontraba maneras de acercarme a ella, yo le dejaba hacer, aunque no estaba seguro de qué sabia Carina exactamente, y peor aún, qué sabía Patricia. No sabía si interpretar su calidez para conmigo como un guiño o como ignorancia de su parte, y vivía cada día en la cuerda floja, sin atreverme a dar pasos definitivos, pero también sin dar un paso atrás.<br />
<br />
Al llegar a mi casa me encerraba en la pieza de mis hermanos a escuchar música, mientras todavía no volvían del trabajo, y entonces recordaba momentos del día con ella, y fantaseaba con mutuas declaraciones, donde todo se resolvía con un eterno beso. Muchas veces encontraba así detalles que no había apreciado, que tanto podían alegrarme como podían quitarme el aliento, algo quizás demasiado obvio que yo había hecho en su presencia, alguna mirada suya de indiferencia o hasta de frialdad hacia mí, y enredaba estos elementos, complicándolos entre sí y dando lugar a conclusiones que se disolvían con el sueño durante la noche, o que recordaba vagamente al caminar las 4 cuadras que me separaban del colegio, desapareciendo por completo al entrar al salón y verla sentada, porque fue en esa época que empecé a llegar tarde casi todos los días.<br />
<br />
En 8º, cuando iba a la 50, me gustaba María, de 14 años pero cuerpo de 18. En esa época era fanático del cazador. La dibujaba desnuda y rodeada de hombres, asaltada desde todas las posiciones posibles. Se ve que le llegó el rumor de mis dibujos obscenos, y encontró uno adentro de un tacho de basura. Me denunció con la preceptora, quién reconoció el parecido, pero dijo que no podía comprobarse a menos que yo confesara. La preceptora tenía esas ojeras no producto del cansancio sino de la pigmentación de la piel, rasgo que siempre me atrajo. Cuando quedé a solas en su despacho quise empezar a decirle que tenía problemas en casa, pero enseguida me dijo que me quedara tranquilo, que no pasaba nada. Ese día dibujé a la preceptora.<br />
<br />
Pero con Patricia era diferente, era sagrada. Me resistía a imaginarla desnuda, y cuando finalmente cedía, estaba rodeada por una especie de aureola suave, como de ensueño. Casi siempre la veía con el delantal, que escondía sus líneas, excepto en las clases de gimnasia por la mañana, cuando podía verla sólo con un jogging y una camiseta. A veces no podía contenerme de pensarla transpirada y en ropa interior, pero aún así permanecía ella en un halo de pureza, como si verla así solo pudiera deberse a su descuido y a mi voyeurismo, pero no a su voluntad.<br />
<br />
Todo eso se acabó cuando la vi transando en el recreo con Ricky, un rolinga. Ese día algo se rompió dentro de mí. Pero no sólo por mis celos y por la amargura de que otro me hubiese ganado de mano, sino también porque entonces se desbordó mi deseo, y ya no pude contener mi imaginación. Lo suyo con Ricky no duró mucho, era una transa nada más. Eso no evitó que todos los que sabían de mi pesar estuviesen expectantes de mí, sobre todos mis amigos. Me decían: “¿Y ahora que vas a hacer?”, “No sé” les decía. No lo sabía. Pero lentamente se gestaba en mí la resolución de hacer algo, empezaba a necesitarlo de verdad.<br />
<br />
La miraba con más insistencia. A veces nuestros ojos se encontraban, como pasa con todo el mundo (contaba con precisamente esa inevitabilidad), y la miraba directamente, como interrogándola y queriendo decirle algo a la vez, un lenguaje que ella no podía o no quería corresponder, porque sólo se mostraba un poco perpleja primero, y luego desviaba la mirada como si nada hubiera pasado. Entonces yo miraba a mi derecha, hacia los ventanales que desde el 2º piso daban vista a la ciudad de Pacheco, y me quedaba en silencio un largo rato. Al verme así Carlos intentaba hacerme reír, y cuando yo, desconsolado, apoyaba mi mentón en la mesa como un perro viejo, me ponía la mano en el hombro y me decía “No te mates boludo, te estás ahogando en un vaso de agua”. Carlos creía que cuando yo conociese muchas mujeres una atrás de otra, rápidamente olvidaría a Patricia. Yo intentaba creerle, pero entonces otra vez la veía y me parecía imposible, ofendido por la idea.<br />
<br />
Era cierto que no tenía mucha experiencia. Ni siquiera había tenido mi primer beso con lengua, y esto me atormentaba, porque me encantaba la idea de tenerlo con Patricia, pero tampoco era prudente arriesgarme a dar una mala impresión a la primera oportunidad y arruinarlo todo. Me había enterado de que una amiga de Ale que iba a un colegio privado gustaba de mí, al parecer me había visto cuando cruzamos a ella y a su grupo de amigas caminando por el cruce, la principal avenida comercial donde se paseaba todo Pacheco, pero eso le había alcanzado para echarme el ojo. Tenía curiosidad por saber cuál de las del grupo era ella, Ale me la describió pero no la recordé, y me decepcioné porque evidentemente no era la rubia castaña de labios carnosos y piel sonrosada. Era la hermana menor, ni linda ni fea, mediocre. Mi ansiedad alrededor del 1º beso me entorpecía tanto a la hora de encarar cualquier chica que pensé que estaba bien así. Diana se llamaba.</div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-36924836085794547902011-08-17T06:10:00.002-03:002011-08-17T06:19:42.004-03:00El polimodal (2)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-TFFP00yHiec/TkuD6T6SL0I/AAAAAAAAAi8/QclHv59Zo-E/s1600/wallpaper-392551.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://2.bp.blogspot.com/-TFFP00yHiec/TkuD6T6SL0I/AAAAAAAAAi8/QclHv59Zo-E/s320/wallpaper-392551.png" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: small; line-height: 115%;"> <span style="font-family: Times,"Times New Roman",serif;"> </span></span><br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Yo vivía más cerca que nadie, a 4 cuadras, pero mi casa no era el mejor lugar para juntarnos. No tanto por mis 5 hermanos, sino sobre todo por mi madre, que sabía hacer de ese hogar un infierno cuando se lo proponía, reprochándole a mi viejo su falta de iniciativa, quien a su vez cansado después de 12 horas de trabajo rezongaba intentando seguir su película de Steven Seagal o Van Damme. Era común verlo dormido en el sillón después de la cena mientras mi madre lavaba los platos, diciendo que había tomado “una decisión”, “me harté”, “se piensan que me van a tener toda la vida fregando (haciendo chasquidos de negación), no señor, ya me van a conocer…”. Y entre cada uno de estos descargos intercalaba un silencio punzante que hacía zumbar el aire en mis oídos, dejando en claro que en su cabeza no cesaban las maquinaciones, como agua que hierve y siempre a punto de rebalsar. Su silencio, acompañado del sonido por momentos frenético con que limpiaba la cocina, mantenía mi angustia, y con cada año que pasaba así yo mismo me iba convirtiendo en una olla hirviendo, fermentando refutaciones a sus estallidos, que pusieran en evidencia sus contradicciones con algo dicho por ella la semana pasada, y a veces esa misma tarde. Pero esto demostraba ser la mayoría de las veces un gran error, porque entonces toda su ira se enfocaba en mí, como si el ojo de Mordor viera el anillo en mi mano y procurara aplastarme con fuego.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">En principio mi madre podía razonar normalmente, pero sus accesos la dominaban al punto de ubicarse siempre como una víctima de todo, de mi abuela que la puso en un convento a los 7 años cuando murió mi abuelo y donde permaneció hasta los 15, de sus hermanos que no la apoyaron como ella hubiese querido con sus proyectos, de los hermanos de mi padre que la hicieron a un lado por meterse donde no la llamaban, de nosotros sus hijos por estancarle su realización personal, de los empleados públicos que la hacían esperar demasiado para los trámites, del colectivero que pasaba de largo, y así toda una serie de atenuantes que la excluían de cualquier responsabilidad sobre sus decisiones, sus malas decisiones. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Fueron mis 2 hermanos mayores, Emiliano y Hernán, quienes lentamente y sin saberlo, me mostraron el camino para dominar a la bestia, o al menos para hacerle frente, aunque eso implicara episodios de violencia antológicos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">-¿Te acordás- me decía Fede, Dos años menor que yo- esa vez que mamá discutía con papá, que Emi le dijo a mamá que la tía Antonia la había cagado con lo de la casa en Córdoba que no fue?<br />
-Seee- decía yo-, agarró la pila de platos sucios de la mesada y los revoleó contra el piso.<br />
-Jaja y Emi agarra y dice “Claro, no queda bien decirle a tu hermana que es una garca, pero bien que te la agarrás con papá y con nosotros como si nada, eso si queda bien”.<br />
-Y mamá dando un grito se quiere tirar encima de Emi mientras papá la agarra de los brazos, mamá se pone a llorar.<br />
-Y Emi diciendo re tranqui “si, está bien mamá, está bien…”.<br />
-Se la hizo bien. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Emiliano era más retórico con ella, la desafiaba. Hernán era más pragmático, sólo la encaraba cuando ya no había salida pacífica posible. Decía mi mamá con tono de suficiencia: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">-Mirá Hernán, vos me tenés cansada ya, así que andá buscándote un lugar. Ya estás grande además.<br />
-¿Querés que me vaya? Listo, sabés que me llevo el lavarropas, la secadora, la computadora y la tele del living. Te acordás que es mía ¿No?<br />
-Llevatelá, te la doy.<br />
-No mamá, es mía. Me gasté medio aguinaldo ahí, no me vas a correr con esa. Y quiero ver cómo te las arreglás sin la plata que te paso por mes.<br />
-Pero si, como no me voy a arreglar, que te creés, si las habré pasado yo…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Curiosamente la discusión iba tomando tono de conversación, hasta que Hernán se iba a la pieza haciendo gesto de “por favor lo que hay que aguantar”, mientras mamá parecía olvidar su tentativa de desalojo y hasta parecía extrañamente calmada. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Mi hermana Elena era quien la tenía más difícil de todos. La mayor, Clarisa, con síndrome de Down, era como una nena grande, por lo que mi mamá, que por supuesto no tenía amigas (o solo por escaso tiempo, hasta que las espantaba), tendía a acercarse a Elena como confidente. Pero después de que Elena comprobara la facilidad con que mi madre tornaba su amistad en reproches, o incluso en actos de abierta traición (como esos secretos que le contaba a la tía Fabiola, quien por lo demás se los contaba a todo el resto de la familia), no quería saber nada, y se revolvía tortuosamente buscando la manera de mantenerse a salvo sin ofenderla. Para empeorar las cosas, Elena había repetido de año. Papá intentaba protegerla de los cachetazos, tironeadas de pelo y zamarreadas que mi madre le soltaba en los peores momentos. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Fede solía despreocuparse por la conducta de nuestra madre. Yo me lo tomaba más a pecho, anotando mentalmente sus erratas, y teniendo discusiones con ella, que muchas veces comenzaban con algún comentario que yo dejaba escapar sobre Dios, el Papa, y que no quería retractar, aún cuando mi padre me instaba a ello con un “porque sí y punto”, en el que yo leía “por favor no hagas enojar a tu madre que hoy juega Racing”. En mis discusiones con ella la cosa podía llegar a lo filosófico o metafísico, temas en los que mi madre creía tener alguna clase de erudición, en realidad escasa, terrenos de los cuales la obligaba a batirse en retirada, y entonces cambiaba de tema sacando del pasado algún reproche que hacerme para avergonzar, hasta que llegábamos inevitablemente al punto en que para ganarle debía disponer de recursos como los de Hernán. Al no tenerlos tenía que resignar la partida, no sin sufrir amenazas que rayaban la extorsión acerca de las salidas y el dinero, pero incluso a veces de la comida y de mi lugar en la casa. Fede me remarcaba siempre mi actitud suicida, pero con cada una de esas derrotas algo dentro de mí se hacía más y más fuerte, sediento de por fin verla alguna vez caer de lleno. </span><br />
<br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Así y todo Fede era mi compinche para las bromas y burlas que podía hacerle a mi madre sobre su pensamiento pseudorreligioso, sobre la basura que miraba en la tele, sobre su desproporcionado histrionismo. Mamá dejaba al acostarse un vaso de agua en la mesita de luz, para “absorber las malas ondas”, vaso que yo a veces tomaba antes de que ella pudiera atajarme, con alarido de protesta. Durante la cena Fede pasaba su dedo por alrededor del vaso, según ella “llamando a los demonios”. También abríamos paraguas adentro de la casa en días soleados, eso siempre la desquiciaba. Cuando hablaba por teléfono se ocupaba de que toda la casa escuchara su conversación: nos dedicábamos a hacerle chistidos desde la pieza para que se callara, era cuestión de minutos que apareciera en la puerta con su peor cara. Durante la cena, cuando Tinelli era la única opción, soltábamos gestos de fastidio, o incluso comentarios como “¿Podemos cambiar esta mierda que miramos todos los días?”, “¿No se cansa este hijo de puta de robar tanto?”, “Este tipo representa lo peor de la televisión, me da vergüenza tener que aguantarlo” o “Mañana consigo un chumbo en la villa para ir a matar a Tinelli”. Enseguida venía la represalia, el estallido de mamá y la llamada de papá a cerrar la boca. Fede era el único que podía entender lo que yo sufría con el carácter de mamá, no me sentía capaz de contárselo a mis amigos. Había aprendido a ver en ella la esencia de lo falso, ese gesto amable después de una discusión, “Te hago un té ¿Querés?”, o un bizcochuelo una tarde de domingo, gestos que en un inevitable ciclo tornaban hacia la sed de venganza, a los reproches de siempre, casi siempre a medida que se acercaba fin de mes y no daban las cuentas. Y nunca daban las cuentas. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14pt; line-height: 115%;"> <span style="font-size: x-small;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><span style="font-size: x-small;">Imagen: sin datos. </span></span></div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-84896591699339155352011-07-10T17:09:00.001-03:002011-07-10T17:10:10.738-03:00<div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><u><span style="font-size: 14pt;">(intento</span></u></b><b><u><span style="font-size: 14pt;"> de) Análisis de poesía: Fiesta, de Alfonsina Storni</span></u></b></div><div class="MsoNormal"><b><u><span style="font-size: 14pt;"><br />
</span></u></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-L76eNnW8KPc/ThoForJYroI/AAAAAAAAAio/bX8xvmJyQCA/s1600/800px-Miranda_-_The_Tempest_JWW.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="226" src="http://4.bp.blogspot.com/-L76eNnW8KPc/ThoForJYroI/AAAAAAAAAio/bX8xvmJyQCA/s320/800px-Miranda_-_The_Tempest_JWW.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><u><span style="font-size: 14pt;"><br />
</span></u></b></div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><u><span style="font-size: 14pt;"><span style="text-decoration: none;"></span></span></u></b> </div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><u><span style="font-size: 14pt;">Fiesta<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn1" name="_ftnref1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><u><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 14pt;">[1]</span></u></b></span></span></a></span></u></b></div><div style="mso-element: footnote-list;"><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Junto a la playa, núbiles criaturas,</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dulces y bellas, danzan las cinturas</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Abandonadas en el brazo amigo.</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Y las estrellas sirven de testigo.</i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Visten de azul, de blanco, plata, verde...</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Y la mano pequeña, que se pierde</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Entre la grande, espera. Y la fingida,</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vaga frase amorosa, ya es creída.</i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hay quien dice feliz:-La vida es bella.</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hay quien tiende su mano hacia una estrella</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Y la espera con dulce arrobamiento.</i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Yo me vuelvo de espaldas. Desde un quiosco</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Contemplo el mar lejano, negro y fosco.</i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Irónica la boca. Ruge el viento. </i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Se trata de la proposición de un escenario típico de la época, y en particular para la mujer. Como conocedora de la poesía clásica que es, la autora no ahorra recursos líricos para retratar la escena en su esplendor, a la vez que se guarda algunos trucos para el final, una vuelta de tuerca.</div><div class="MsoNormal">En primer lugar, tenemos una primera estrofa plagada de términos que participan de un mismo campo semántico, en oposición a otro que irrumpirá después. Tenemos: “playa”, “estrellas” y “núbiles criaturas”. Es decir, una playa en la noche con mujeres pequeñas. Se trata de una analogía implícita entre las estrellas, como luz en medio de un cielo nocturno, y las “núbiles criaturas”, inocentes en medio de una playa oscura. La imagen evocada podría ser también las de las luciérnagas.</div><div class="MsoNormal">En la segunda estrofa irrumpe el 2º grupo, justo después de “una mano pequeña se pierde”: una mano grande que espera, y una frase amorosa fingida que es creída. Este elemento que irrumpe es el hombre, desde la perspectiva de la mujer. No vemos un rostro, no vemos una sonrisa, vemos una mano grande. A su vez, la repetición de la palabra “mano”, de modo similar a una ecuación matemática, provoca una anulación entre ambas, su repetición al mismo tiempo que evoca la imagen de una mano grande envolviendo a una pequeña, permite pensar en una pequeña, una niña, que se pierde. Una playa en la noche, es así el lugar donde las pequeñas pierden su inocencia. No es otra cosa lo que insinúan los versos sobre una frase amorosa fingida que surte su efecto, que es “creída”. El propietario de esa mano grande, claramente es el mismo de “un brazo amigo” en la cintura abandonada.</div><div class="MsoNormal">La tercera estrofa es similar a la primera, sirve ante todo para marcar un contraste con la que seguirá, donde la autora mostrará su carta final. Como parte de ese primer grupo del que se hablaba antes tenemos: “feliz”, “bella”, “estrella” y “dulce arrobamiento”. Está otra vez aludiendo a la inocencia, con “hay quien dice”, o sea existen personas que esperan de la vida lo bueno, lo bello.</div><div class="MsoNormal">La voz narradora entonces aparece en escena por primera vez diciendo “Yo”. Dice “Yo me vuelvo de espaldas”. Una negación, un rechazo manifiesto frene a la escena. En vez de ello, contemplación de un “mar lejano, negro, fosco (hosco)”. (y entrando ahora sí de lleno el segundo grupo semántico, contrapuesto al primero). Es una pose de una exiliada, de una ermitaña, desengañada de la sociedad, que prefiere la observación de la naturaleza a la de los hombres. Esa “irónica boca” remite naturalmente a todo lo que de fingido tiene la escena amorosa anterior, hacia lo falso en ella. Porque del mismo modo en que la poesía la niega a la autora ser mujer sin tratar de los temas que debiera tratar una mujer, forzada a tratar sobre el amor para ser una figura poética legítima, así es que las pequeñas no tienen mas opción, para cumplir sus deseos si los tienen, que fingir una inocencia que no poseen. La “frase amorosa que ya es creída” llega, incluso, a ese punto doble, de jugar con la ambigüedad acerca de quien miente a quien. “Irónica la boca” es ese gesto de lo malo conocido frente a quien (porque “hay quien”) aún extiende su mano hacia las estrellas. Ese gesto acaso evoca lo vivido, porque toda mujer que en el término de su inocencia no se deja envolver, no espera ser atrapada por el hombre y va en busca de su deseo, choca ineludiblemente con prejuicios, impedimentos y censura moral, que la excluyen del género femenino, de lo bello. “Ruge el viento”, dice al final, porque dando espaldas al amor, la voz de una mujer solo puede callar, parece decir.</div><div class="MsoNormal">Un último detalle a señalar, respecto del aspecto gráfico, de la organización visual de los versos: en la última estrofa, como esos mensajes en clave que un niño rebelde incluye en sus trabajos, usando la primera palabra de cada renglón, puede leerse así:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Yo (…)</i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Contemplo (…)</i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Irónica (…)</i><br />
<br />
<i> </i></div><hr align="left" size="1" width="33%" /><div id="ftn1" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref1" name="_ftn1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 10pt;">[1]</span></span></span></a> <span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-AR">Storni, Alfonsina, “Fiesta”, en <i>Ocre</i>, 1925.</span></span></div></div></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"> <span style="font-size: x-small;">Imagen: <i>Miranda- The tempest</i>, de John Williams Waterhouse </span><i><br />
</i></div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-43652964885145211122011-06-02T03:48:00.000-03:002011-06-02T03:48:48.085-03:00Borges y Proust: la memoria y dos formas de hacer literatura<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/-WYkE1ow0Oso/TecxzH34-XI/AAAAAAAAAic/-Nc74TTmGMc/s1600/Seurat-+Le+port+de+Gravelines.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="251" src="http://3.bp.blogspot.com/-WYkE1ow0Oso/TecxzH34-XI/AAAAAAAAAic/-Nc74TTmGMc/s320/Seurat-+Le+port+de+Gravelines.jpg" width="320" /></a></div><!--[if gte mso 9]><xml> <w:WordDocument> <w:View>Normal</w:View> <w:Zoom>0</w:Zoom> <w:HyphenationZone>21</w:HyphenationZone> <w:PunctuationKerning/> <w:ValidateAgainstSchemas/> <w:SaveIfXMLInvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:IgnoreMixedContent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:AlwaysShowPlaceholderText>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:Compatibility> <w:BreakWrappedTables/> <w:SnapToGridInCell/> <w:WrapTextWithPunct/> <w:UseAsianBreakRules/> <w:DontGrowAutofit/> </w:Compatibility> <w:BrowserLevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel> </w:WordDocument> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <w:LatentStyles DefLockedState="false" LatentStyleCount="156"> </w:LatentStyles> </xml><![endif]--><!--[if !mso]><img src="http://img2.blogblog.com/img/video_object.png" style="background-color: #b2b2b2; " class="BLOGGER-object-element tr_noresize tr_placeholder" id="ieooui" data-original-id="ieooui" /> <style>
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<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD"> A partir de la lectura de Borges puede advertirse un diálogo del autor con la obra de Proust. Por momentos como un detalle cifrado, pero a veces también bajo la forma de una interpelación casi obvia, incluso de una réplica, sobre todo a propósito de la concepción de la novela (y por ende), del modo en que se construye un relato. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">A primera vista, la oposición resulta casi inevitable. El grueso de la producción ficcional del escritor francés se concentra en su monumental novela <i>En busca del tiempo perdido</i>, que supera en cualquier edición las 3000 páginas, admirada por su profundidad psicológica y reseñada por buena parte de la crítica como la novela mas influyente del siglo XX. El argentino, en cambio, nunca escribió una novela, su obra de ficción por el contrario consiste en una multiplicidad de cuentos, en los que el autor sorprende continuamente al lector con la guardia baja, donde la elegancia de la síntesis es la gran protagonista. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">En </span><i>La novela de Proust/ Ts’ui Pên, según Borges<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><b><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt;">[1]</span></b></span></span></span></a></i><span lang="ES-TRAD">, </span>Herbert E. Craig <span lang="ES-TRAD">hace un registro de las referencias explícitas e implícitas de Borges sobre Proust. Por ejemplo, en el prólogo a <i>La invención de Morel</i> de Adolfo Bioy Casares dice Borges: </span>"Hay paginas, hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y ocioso de cada día"(3). Sostiene Herbert E. Craig<span lang="ES-TRAD">, en el mismo ensayo, que Ts´ui Pen, antepasado de Yu Tsun en <i>El jardín de senderos que se bifurcan<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt;">[2]</span></b></span></span></span></a></i>, está inspirado en la figura de Proust. Dice<i>: </i></span>“Tanto este como Ts'ui Pen abandonaron un mundo de placeres y de banquetes y se enclaustraron por una docena de años para escribir una novela. Asimismo al morir dejaron un manuscrito inconcluso que parecía caótico.” (4).<i><span> </span></i>La oposición de Borges a la novela era explícita. Dijo a Sorrentino en <i>Siete conversaciones</i>: "Nunca pensé en escribir novelas. Yo creo que, si yo empezara a escribir una novela, yo me daría cuenta de que se trata de una tontería y que no la llevaría hasta el fin" (1).<i><span lang="ES-TRAD"></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">Asimismo, hay numerosos comentarios de diversa índole de Borges a propósito de Proust, pero e<span lang="ES-TRAD">l presente análisis no pretende abarcar toda la complejidad de este contrapunto que, por lo demás, ya ha sido tratado por varios estudiosos de la materia.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Mi propósito es acaso instalar algunas cuestiones elementales en esta articulación para aquellos que, como yo, están en los inicios del estudio de la literatura. En ese sentido creo que resulta más ilustrativo tomar un caso particular y profundizarlo. Para ello he escogido Funes el memorioso, cuento de <i>Ficciones</i>.</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">Análisis del cuento</span></b></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">El autor comienza diciendo “Lo <i>recuerdo</i>”. Es llamativo que repita el término seis veces tan solo en el primer párrafo, utilizándolo dos veces más en el siguiente, y tan solo una en el resto del relato. Esto puede estar queriendo mostrar el modo en que se construye un relato, porque por un lado, en esta parte inicial nos encontramos con una seguidilla de detalles inconexos, como de un pensamiento en voz alta:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><b><span>“</span></b><i><span>Lo recuerdo</span></i><span> (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano, viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda una vida entera<b>. </b><i>Lo recuerdo</i>, la cara taciturna y aindiada y singularmente </span><span>remota</span><span>, detrás del cigarrillo. <i>Recuerdo</i> (creo) sus manos afiladas de trenzador. <i>Recuerdo</i> cerca de esas manos un mate, con las armas de la Banda Oriental; <i>recuerdo</i> en la ventana de la casa una estera amarilla, con un vago paisaje lacustre. <i>Recuerdo</i> claramente su voz; la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora.”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[3]</span></span></span></span></a></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Luego, a partir del segundo párrafo, la voz narradora se sumerge progresivamente en una sucesión de hechos deliberadamente recortados, es decir, escogidos de entre el total posible, a fin de hacer más entendible la historia para el lector. Esta operación es organizadora, arriba desde el divague hacia la síntesis. Este detalle cobrará importancia a medida que se avance en la lectura de esta exposición.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">En su primer encuentro con el narrador, Ireneo Funes es un chico físicamente diestro:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">“Había oscurecido de golpe, oí rápidos y secretos pasos en lo alto; alce los ojos y vi un muchacho que corría por la estrecha y rota vereda como por una estrecha y rota pared.”(51)</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Pero además, Funes está metido de lleno en el presente. El autor da clara cuento de ello mediante un elemento plenamente simbólico (como veremos no es el único presente en el cuento), es decir, este niño sabe siempre sabe la hora presente con exactitud. Luego del accidente se encuentra físicamente desvalido, y vive principalmente del recuerdo. Hay en este<span> </span>sentido un contraste muy fuerte entre un Funes rebozante de vida, y otro postrado en el encierro, como un viejo que se vale de la nostalgia y la melancolía para terminar sus días. Porque al parecer para el autor, vivir en el recuerdo sería propio de la vejez, es decir, aquello a lo que el humano se aboca con resignación por la degradación de sus fuerzas, pero no por verdadera elección ni porque aquello comporte alguna utilidad. Funes encarna la oposición a este concepto,”Llevaba la soberbia hasta el punto de simular que era benéfico el golpe que lo había fulminado<i>”;</i> y también: “Razonó <i>(sintió)</i> que la inmovilidad era un precio mínimo. Ahora su percepción y su memoria eran infalibles” (52). Es precisamente este regocijo en la rememoración lo que el autor se propone rebatir como iluso al final. Ya donde Funes dice haber razonado, el narrador le agrega un corrector: “sintió”.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Por otro lado, si la vejez permite una actividad en todo caso más rica en cuanto a la evocación del pasado y en cuanto al balance de la vida hecha, lo hace ante todo por la vastedad de experiencias que décadas de vida brindan al sujeto. Es razonable sospechar que el autor considera de este modo la sabiduría en relación a la vejez, y que de ese modo un joven que se dedique a extraer un saber a partir de su corta vida caiga en arrogancia. </span>Herbert E. Craig<span lang="ES-TRAD"> sostiene, en el ensayo citado anteriormente, que el cuento en sí mismo </span>es una parodia del <i>Hommage a Marcel Proust</i> de La Nouvelle Revue Francaise, en el que numerosos escritores de renombre, poco después de la muerte del escritor, fueron convocados a escribir sobre él. Recordemos lo que el narrador dice al principio: </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;">“Me parece muy feliz el proyecto de que todos aquellos que lo trataron escriban sobre él; mi testimonio será acaso <i>el más breve</i> y sin duda el mas pobre (…). <span>Mi deplorable condición de argentino me impedirá incurrir en el ditirambo -género obligatorio en el Uruguay-, cuando el tema es un uruguayo”</span><span lang="ES-TRAD"> (51)</span><span>. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;">(De modo que para Funes, así como para Proust, Borges sería alguien que viene a entrometerse, desde “el otro lado del charco”). </span>Una posible lectura es entonces entender este relato como un correctivo de parte de un “viejo sabio y conciso” (Borges) a un “joven arrogante y verborrágico” (Proust), de parte de un maestro a un alumno.<span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">Muestras de la futilidad en la profusa actividad mental de Funes son dos tentativas que él mismo ni siquiera llega a realizar del todo (de este modo la crítica es doble: la tarea emprendida no solo es inútil, sino también imposible): por un lado, el intento de elaboración de un sistema original de numeración, y por otro, la clasificación de los recuerdos por cada día vivido. Ambos intentos pecan de singularismo, porque para el narrador hay una concepción positiva del olvido<span style="color: red;">. </span><span style="color: black;">El olvido como omisión, como recorte y posibilidad de toda síntesis.</span> Están en juego dos cuestiones: el entendimiento entre los sujetos, la necesidad de un código convencional por una parte, y por la otra la capacidad misma de elaborar un pensamiento lógico. Acerca del primer punto se aprecia que la singularización<span> </span>del pensamiento de Funes no es casual respecto de su soledad, así como la inclusión de un dato aleccionador: “Locke, en el SXVII, postulo <i>(y reprobó)</i> un idioma imposible en el que cada cosa individual (…) tuviera un nombre propio”<span lang="ES-TRAD"> (54)</span>, es decir, solo para refutar la idea y demostrar su inconsecuencia, obviamente en relación con el contrato social que el filósofo defendía. En esto encontramos de nuevo el tono correctivo de un maestro, otra vez entre paréntesis.</div><div class="MsoNormal">Acerca del segundo punto, el de la posibilidad de pensar, dice el narrador (hablando de Funes):</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span>“Éste, no lo olvidemos, <i>era casi incapaz de ideas generales, platónicas</i>. (…) Su propia cara en el espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez. (…) Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso”. </span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span>(…) Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar<b>. </b><i>Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer.</i> En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.”</span><span lang="ES-TRAD"> (54)</span></span><span style="font-size: 11pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">De hecho el principio sintético es esencial en Borges, en ello reside su negativa a la novela en general y su adscripción al cuento como modo de relato por excelencia.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">Otro aspecto de interés en el cuento aparece en una posible articulación con otro del mismo autor: <i>El milagro secreto<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><b><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt;">[4]</span></b></span></span></span></a></i>. Porque en ambos el tiempo sufre una manipulación de tinte fenomenológico. En este relato Jaromir Hladík, el protagonista, puede estirar los últimos momentos de vida en base a su percepción del tiempo, separado del flujo normal de los acontecimientos y a salvo del fuego de sus verdugos por gracia divina. En “Funes…” sucede algo similar pero llevado más lejos en su consecuencias, lo que deriva en efectos opuestos. Porque la plenitud con que Funes percibe la realidad exige a su cuerpo un esfuerzo que lo consume en la misma proporción. Este efecto se revela estéticamente solo al final del relato, cuando el protagonista menciona la edad de Funes y su fecha de nacimiento, y a continuación describe su aspecto, aunque majestuoso, de vejez demacrada. Esta doble evocación de una imagen solemne pero a la vez desgastada es conseguida mediante otro elemento simbólico: el antiguo Egipto. Las pirámides ante todo, pero entonces inevitablemente el lector se representa la imagen de un faraón momificado, una momia ni mas ni menos. No es casual pues, que inmediatamente después el lector tenga noticia de la muerte de Funes, esto consolida la imagen de un cuerpo cadavérico, como si la visión de ese cadáver quisiera significar el castigo ante las pretensiones humanas de eternidad, de querer saber y ser todo. No es descabellado suponer ironía en este fragmento en la mitad del relato:</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span>“Lo cierto es que vivimos postergando todo lo impostergable, tal vez todos sabemos profundamente que somos <span style="color: black;">inmortales</span> y que tarde o temprano, todo hombre hará todas las cosas y sabrá todo” (54).</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">Eran los faraones quienes se sometían a la momificación para que su cuerpo estuviese en condiciones de volver a la vida en el futuro. Y ante esto el cuento nos dice que el tiempo se pierde irremediablemente, que nadie escapa de la muerte. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">Se resuelve así la aparente contradicción ante el uso de la relatividad fenomenológica del tiempo en ambos cuentos, porque es posible en todo caso escapar por un momento a su inclemencia, pero invariablemente hemos de sucumbir ante él. Tarde (Jaromir Hladík) o temprano (Funes).</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">La fenomenología es uno de los elementos identificables en la novela de Proust, es decir específicamente respecto del tiempo, el principio según el cual el eje del mismo reside en la percepción que el sujeto tiene de él, y no en el tiempo objetivo, es decir el del mundo exterior al sujeto. La influencia de Bergson y su principio de <i>memoria vital</i> (que revive un acontecimiento pasado en su originalidad única y constituyendo así el fondo de nuestro ser) acerca de esto es patente.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: xx-small;"><span style="font-family: TimesNewRoman; font-size: 11pt;"><span style="font-size: x-small;">“En el transcurso de mi vida, la realidad me decepcionó muchas veces porque, en el momento de percibirla, mi imaginación, que era mi único órgano para gozar de la belleza, no podía aplicarse a ella, en virtud <i>de la ley inevitable que dispone que sólo se pueda imaginar lo que está ausente. </i>Y he aquí que, de pronto, el efecto de esta dura ley quedaba neutralizado, suspendido, por un expediente maravilloso de <i>la naturaleza</i>, que </span><i><span style="font-size: x-small;">hizo espejear una sensación (…) a la vez en el pasado,</span></i><span style="font-size: x-small;"> lo que permitía a mi imaginación saborearla, <i>y en el presente</i>, donde la sacudida efectiva de mi sentido por el ruido, el contacto de la servilleta, etc., añadió a los sueños de la imaginación aquello de que habitualmente carecen: la idea de existencia, y, en virtud de este subterfugio, <i>permitió a mi ser lograr, aislar, inmovilizar</i> -el instante de un relámpago- lo que no apresa jamás:<b> </b><i>un poco de tiempo en estado puro</i>.”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: TimesNewRoman;">[5]</span></span></span></span></a></span> </span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: TimesNewRoman;">Y poco después: </span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: TimesNewRoman;">“Un minuto liberado del orden del tiempo ha recreado en nosotros, para sentirlo, <i>al hombre, liberado del orden del tiempo.</i> Y se comprende que este hombre sea confiado en su alegría, aunque el simple sabor de una magdalena no parezca contener lógicamente las razones de esa alegría; se comprende que la palabra «muerte» no tenga sentido para él; situado fuera del tiempo,<b> </b><i>¿qué podría temer del futuro?</i>"(113)</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">La obra de Proust se destaca, entre mucho otros factores, por el uso del tiempo como un principio activo, es decir, no como algo que el sujeto simplemente padece y ante el cual sólo le resta observar con impotencia, sino como algo que le permite, primero a partir del depósito de las experiencias en la memoria, y luego a través de su recuperación mediante el recuerdo, reinterpretar los sucesos pasados, resignificarlos. Este elemento numerosas veces se demuestra como de gran importancia para el sentir del protagonista, que se permite observar escenas de las que fue partícipe en primer lugar ahora desde un punto de vista especulativo y estético, sobretodo cuando se trata de sus desencuentros con Gilberte (295) y Albertine (79). Si para el narrador de Funes, pensar es olvidar, para Proust pensar es ante todo recordar.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">A grandes rasgos el paralelismo a nivel más general, a sabiendas de todo lo indicado anteriormente, se observa entre la vida de Funes y la de Marcel Proust (cuya novela es en gran parte autobiográfica). Para ambos, la precarización de su salud física (que prácticamente los obliga al encierro y al reposo, y si bien en el caso de Proust esto ocurre con intermitencias durante su infancia y adolescencia, y hacia el final de su vida ya definitivamente), es un motivo impulsor de una actividad mental profusa, introspectiva<span style="color: black;">, que se aboca al recuerdo y que ahonda en el detalle.</span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">En el primer volumen de su eminente novela, Proust escribió:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">“Tal vez las cosas a nuestro alrededor deban su inmovilidad a nuestra incertidumbre de que son ellas y no otras, a la inmovilidad de nuestro pensamiento ante ellas. El caso es que, cuando me despertaba así, agitándome mentalmente para intentar</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">-sin conseguirlo- saber donde estaba, todo –las cosas, los países, los años</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">– giraba en torno a mí en la oscuridad. Mi cuerpo, demasiado entumecido para moverse, intentaba descubrir –por la forma de su fatiga</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">– la posición de sus miembros para de ella deducir la dirección de la pared y el lugar ocupado por los muebles a fin de reconstruir y nombrar la morada en que se encontraba.<b> </b><i>Su memoria –la memoria de sus costillas, sus rótulas, sus hombros– le presentaba sucesivamente varias de las alcobas en que había dormido, </i>mientras que a su alrededor las paredes invisibles –al cambiar de lugar según la forma del cuarto imaginado</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">– giraban en las tinieblas. Y, antes incluso de que mi pensamiento, que vacilaba en el umbral de los tiempos y las formas, hubiera identificado la casa al relacionar las circunstancias, él –mi cuerpo</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">– recordaba en cada caso cómo era la cama, dónde estaban las puertas, adónde daban las ventanas, si había un pasillo, <i>junto con lo que estaba pensando en el momento de quedarme dormido y que recobraba al despertar.</i>”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman";">[6]</span></span></span></span></a></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">Y en “Funes…”, el narrador dice:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">“Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía la forma de las nubes australes del amanecer del treinta de abril de 1882 y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro de pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro en la víspera de la acción del Quebracho. Esos recuerdos no eran simples, <i>cada imagen visual estaba ligada a sensaciones musculares, térmicas, etc. Podía reconstruir todos los sueños, todos los entresueños.</i> Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido un día entero. Me dijo: Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. Y también: mis sueños son como la vigilia de ustedes. Y también, hacia el alba: Mi memoria, señor, es como un vaciadero de basuras.”(53)</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Es llamativo el nivel de paralelismo. El protagonista de <i>En busca del tiempo perdido </i>aduce en el primer volumen de la obra que su encierro, la uniformidad de estímulo que le brinda su cuarto, le permite proyectar imaginariamente sobre las paredes sus recuerdos (15), se puede decir que a la manera de un cine. Precisamente en el cine se da por descontado que uno permanece más o menos inmóvil mientras fija su vista en la pantalla (por supuesto que esta analogía no la realiza el autor, puesto que no había en esa época salas de proyección, la primera surgió en 1929, varios años después de su muerte).</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">En “Funes…” también es de vital importancia este desapego del cuerpo, esta pérdida de conexión con el plano físico y más despiadado de la condición humana. Para resaltarlo el autor escoge una posible profesión para el padre de Funes, la de domador de caballos:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">“…algunos decían que su padre era un médico del saladero, un inglés O´Connor, y otros <i>un domador</i> o rastreador del departamento del Salto. Vivía con su madre, a la vuelta de la quinta de los Laureles.”(51)</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">La ambigüedad <span> </span>está presente en esta elección, pero es la que hace verosímil el incidente que cambia para siempre la vida de Funes:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">“Me<span> </span>contestaron que <i>lo había volteado un redomón</i> de la estancia de San Francisco, y que había quedado tullido, sin esperanza.”(52)</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">El narrador duda de la veracidad del hecho, pero Funes lo confirma después:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">“Me dijo que antes de esa tarde en que <i>lo volteó el azulejo</i><i>,</i> el había sido lo que son todos<span> </span>los cristianos; un ciego, un sordo, un sonámbulo, un desmemoriado.”(53)</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Es de vital importancia este elemento, un caballo indomable, porque otra vez se trata de un recurso plenamente simbólico, en el que el autor se propone encarnar todo aquello que frustra el desempeño del sujeto por medio de su cuerpo, en relación con un mundo inclemente, salvaje. Representa aquello de lo que el hombre huye cuando no puede lidiar con la realidad, sea cual sea el elemento del que se trate en cada caso. De este modo, vemos en acción con toda su fuerza la actividad sintética del autor, representando muchas cosas posibles a partir de pocas, fiel a su modelo de pensamiento.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">En Proust, se puede decir que esa bestia indomable es su enfermedad pulmonar, pero en un sentido más existencial también lo es la mujer. Y a la inversa del autor argentino, para retratar este conflicto dedica gran parte de su extensa obra, representándolo desde múltiples situaciones, diálogos, idas y vueltas, arranques de manía posesiva, etc.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">En un primer momento Gilberte, que en su infancia lo desconcierta, digamos, aplicando la analogía, a la cual nunca puede de hecho montarse. Pero es Albertine la que, siendo poseída carnalmente por el protagonista, y enredada con él en un intenso romance, repleto de intrigas, celos y especulaciones de ambas partes, la que se muestra auténticamente inmanejable. Gilberte le aclara al protagonista que en sus desencuentros, tan sólo hubiese alcanzado con que él avanzara sobre ella para que sus deseos fueran correspondidos<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt;">[7]</span></span></span></span></a>. Albertine en cambio se entrega solo aparentemente, utilizando múltiples recursos para escapar al control de Marcel, sin admitirlo nunca. Muere en una de sus escapadas al campo, llamativamente para el contexto del presente trabajo, en un accidente de equitación (66).</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">Conclusión</span></b></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Consideraciones finales acerca de esta oposición serían excesivas. Pero como tentativas de lectura, como puntos de partida, algunas cosas quedan más claras. En Borges hay un modo de hacer literatura (decir mucho con poco, con lo imprescindible), que a su vez deviene de un modelo de pensamiento (sinteticista). Por supuesto, la pregunta inicial debería ser: ¿Cómo funciona éste en el cuento de Funes? Y bien, funciona vehiculizando una lección filosófica: la aclaración del malentendido en el que incurren aquellos que pretenden extraer un saber verdadero con un desapego del mundo “real” o físico, para aquellos que, al pretender abarcar la totalidad del ser, se olvidan de la inevitable barrera de la muerte. Pero esta lectura cobra aún una mayor profundidad si tenemos en cuenta la figura de Funes en relación con la de Proust, cuya concepción de la literatura y del valor estético, antes que por la síntesis, pasaba mucho más por la multiplicidad fractal, para quien el verdadero goce sucede en el reencuentro con los “paraísos perdidos” del pasado<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt;">[8]</span></span></span></span></a>, y en base a lo cual la rememoración exhaustiva se reviste de un valor altamente productivo (en primer término por el goce estético en sí, pero también por su derivación artística).</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD">Por último, hay un fragmento de <i>Albertine desaparecida</i> donde Proust casi pareciera replicar a Borges, porque habla en realidad del modelo del pensamiento al que el autor argentino adscribe:</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: TimesNewRoman;">“En cuanto a las verdades que la inteligencia -hasta de los más esclarecidos cerebros recoge delante de sus narices, en plena luz, su valor puede ser muy grande; pero tienen unos contornos muy secos y son planas, carecen de profundidad porque, para llegar a ellas, no ha habido que franquear profundidades, porque no han sido recreadas. Muchas veces algunos escritores, en el fondo de los cuales no aparecen ya esas verdades misteriosas, a partir de cierta edad no escriben más que con su inteligencia, que ha adquirido cada vez más fuerza; debido a esto, los libros de su edad madura tienen más fuerza que los de su juventud, pero no tienen ya el mismo aterciopelado.”(130)</span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div><hr align="left" size="1" width="33%" /> <div id="ftn1"> <div class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[1]</span></span></span></span></a> Craig, Herbert E., "La novela de Proust/ Ts’ui Pên, según Borges", <i>The Place of Letters: The World of Borges</i>. Universidad de Iowa, Ciudad de Iowa, Abril. 2007.<span lang="ES-TRAD"></span></span></div></div><div id="ftn2"> <div class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[2]</span></span></span></span></a> <span lang="ES-TRAD">Borges, Jorge L., “El jardín de los senderos que se bifurcan”, Ficciones, Milennium, Barcelona, 2001.</span></span></div></div><div id="ftn3"> <div class="MsoBodyText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman";">[3]</span></span></span></span></span></a><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">Borges, Jorge L., “Funes el memorioso”, <i>Ficciones</i>, Barcelona, Millenium, 2001, p. 51</span></span></div><div class="MsoFootnoteText"><br />
</div></div><div id="ftn4"> <div class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[4]</span></span></span></span></a> <span lang="ES-TRAD">Borges, Jorge L. “El milagro secreto”, <i>Ficciones</i>, Milennium, Barcelona, 2001</span></span></div></div><div id="ftn5"> <div class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[5]</span></span></span></span></a> <span lang="ES-TRAD">Proust, Marcel, “Albertine desaparecida”, <i>En busca del tiempo perdido</i>, Sudamericana, Bs. As, 2009, p. 112</span></span></div></div><div id="ftn6"> <div class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[6]</span></span></span></span></a> <span lang="ES-TRAD">Proust, Marcel, “Por la parte de Swann”, <i>En busca del tiempo perdido</i>, Sudamericana, Bs. As, p.12</span></span></div></div><div id="ftn7"> <div class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[7]</span></span></span></span></a> <span lang="ES-TRAD">Proust, Marcel, “Albertine Desaparecida”, <i>En busca del tiempo perdido</i>, Sudamericana, Bs. As, p. 295</span></span></div></div><div id="ftn8"> <div class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1154199767194830669#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman";">[8]</span></span></span></span></a> <span lang="ES-TRAD">Proust, Marcel, “El tiempo recobrado”, <i>En busca del tiempo perdido</i>, Sudamericana, Bs. As, p.111</span></span></div><div class="MsoFootnoteText"><br />
</div><div class="MsoFootnoteText"><br />
</div><div class="MsoBodyText"><span lang="ES-TRAD"></span><span style="font-size: small;"><b><span style="font-family: TimesNewRoman;">Bibliografía</span></b></span></div><div class="MsoBodyText"><br />
</div><div class="MsoBodyText"><span lang="ES-TRAD">Borges, Jorge L., “Funes el memorioso”; “El milagro secreto”; <i>Ficciones</i>, Barcelona, Millenium, 2001.</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Craig, Herbert E., "La novela de Proust/ Ts’ui Pên, según Borges", <i>The Place of Letters: The World of Borges</i>. Universidad de Iowa, Ciudad de Iowa, Abril. 2007.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Proust, Marcel, “Por la parte de Swann”, “Albertine desaparecida”, “El tiempo recobrado”, <i>En Busca del Tiempo Perdido</i>, Sudamericana, Buenos Aires, 2009.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><span style="font-size: x-small;">Imagen: Seurat, "Le port de Gravelines"</span></div></div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-73318475069793679012010-11-28T03:22:00.000-03:002010-11-28T03:22:06.618-03:00Argentina sangra<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/_QtJ_6oWKkIQ/TPH0RxAJKtI/AAAAAAAAAiI/CWmsK-eFp-A/s1600/sangre-salada-donar-donacion-hospital.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/_QtJ_6oWKkIQ/TPH0RxAJKtI/AAAAAAAAAiI/CWmsK-eFp-A/s1600/sangre-salada-donar-donacion-hospital.jpg" /></a></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Heridas. Repartidas tiene llagas Argentina sobre su piel, heridas que sangran. No a chorros ni a borbotones, sino como una grieta por donde el agua se filtra en la piedra. No como surtidores pero si como un drenaje por el que se escapa un goteo incesante. Adolescente en protesta muere a manos de patota mercenaria, jubilada muere al resistirse a un asalto, muere el policía que intenta frustrar una salidera, muere el motochorro al chocar cuando huía a toda velocidad. Muere un niño de hambre en el interior, no sale en ningún diario, pero muere. Muere embarazada atropellada por borracho. El borracho huye y muere después, se suicida. La muerte a la vuelta de la esquina, desde siempre, ya sangraba Argentina cuando Roca decide despejar el desierto de sus improductivos pobladores, ya sangraba cuando los negros fueron carne de cañón, exterminados en el frente de guerra, y sangró cuando una generación fue presa del genocidio sistemático, secuestrada y torturada. La muerte siempre exhalando su aliento sobre almas atemorizadas, pero acostumbradas a que ella pueda en cualquier momento y sin dilación apoyar la funesta mano en su hombro. Con cada una Argentina pierde un padre, una madre, un hijo, la sangre corre a través de las rendijas hasta tocar la pared.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">No obstante Argentina da señales de mejoría, se levanta como puede, camina lentamente y antes de poder abrir del todo sus ojos ya señala a quienes le robaron sus islas, cuando un general borracho envió a sus hijos a ocuparlas, desprovistos de cualquier posibilidad de plantar cara al contraataque pirata. Sus médicos de siempre, horrorizados, le piden que se acueste nuevamente, que duerma, sobre todo que duerma, que cierre sus ojos a lo que es sometida cada día por ellos, que en elogio de las prácticas más supersticiosas le hacen sangrados, le provocan con exactitud metódica nuevas heridas, para que no se recupere, para que no se levante, para que no sienta jamás que puede levantarse. Revisan sus papeles, cómo puede ser, tantos años de hermoso coma, otra vez quiere levantarse, pero ahora tendremos que ser más sutiles, habremos de segregarle en sus venas algún veneno que socave en su cuerpo cualquier inicio de voluntad, inducirle una nueva crisis, y entonces volverán los buenos tiempos, porque morir no queremos que muera, necesitamos su sangre. Pero no puede levantarse, no señor: Argentina ha sido, es y será el escudo de nuestros intereses, el arcón del que siempre podremos sacar más, a costa del hambre, de la violencia y de lo que sea, por nuestro señor Jesucristo amén. Los médicos asienten con seriedad, no hay que permitirlo, pero Argentina camina otra vez por los pasillos y los ve, comienza a entender lo que están tramando, como si recordase haberlo entendido antes, como si en algún momento hace años también hubiese querido caminar y entonces la hubiesen maniatado en su camilla, dándole shocks y extrayéndole su preciada sangre. Si, ellos otra vez afilan el bisturí y los colmillos, ella lo sabe, desde el final del pasillo los mira, dispuesta a hacerles frente. Argentina pronto llama la atención de otros pacientes, que como ella renuevan sus fuerzas, muchas de sus heridas siguen abiertas, pero otras van cerrándose, algunas costras se caen dejando en su lugar una cicatriz. Los médicos la acosan con informes de su salud, donde dicen que no tiene fuerza, que es mejor acostarse, que les haga caso, que es por su bien, y a veces ni siquiera, le dicen que no tiene derecho a levantarse, que le corresponde cerrar los ojos y callar, seguir sangrando para ellos. Argentina se revuelve y reparte imprecaciones, hace memoria, vos eras el que elegía el sedante, vos me ataste las muñecas, vos me pusiste la inyección, vos me violaste mientras yo tenía convulsiones. Los médicos están rabiosos, y ésta que se cree, que se piensa. Pero los sexagenarios médicos, verdaderos dinosaurios, ya no pueden con ella, intentan convencer al personal auxiliar para que la sometan. Ellos, que siempre siguieron las órdenes sin rechistar, ahora titubean, dudan, recuerdan todas las veces que su conciencia se resintió por participar de esa violencia, de callar, de mirar para otro lado cuando escuchaban los gritos de Argentina arrastrada hacia la sala del quirófano, vieron a los médicos llenarse los bolsillos mientras un espantajo de patillas largas le cortaba con tijeras sus cabellos de oro a una Argentina inconsciente. Y mientras tanto Argentina sangre, sigue sangrando, y los médicos quisieran pintar las paredes con su sangre, llenar el hospital entero con su sangre, para convencer a todos de que no puede ser, que se tiene que acostar, sacuden en alto sus papeles, análisis de nivel de glucosa en sangre, colesterol alto, presión alta, influenza, cáncer dice uno, viva el cáncer dice otro, viva la sangre dice el más viejo, mientras todos se mantienen a salvo de cualquier salpicadura, de cualquier manchita, jamás la sangre los toca a ellos, erigirían muros si fuese necesario para estar a salvo de la sangre.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Argentina, dejando un rastro de pisadas rojizas, habla con los otros enfermos, ata cabos sueltos, estrecha alianzas, no nos van a poner en cama de nuevo dicen, y su palidez de antaño va dejando paso a un tono más lozano. Cuando los médicos traen a un cirujano de renombre internacional especializado en extirpaciones (lobotomías quizás), entre todos los pacientes sacan a patadas al cirujano, que sube de vuelta a su avión y se vuelve a su casa, contrariado, le corrieron el arco, como si su padre le hubiese instruido con técnicas en desuso. El hospital ya no parece un hospital, ya no aloja a enfermos crónicos, mas bien a individuos con dolencias diversas pero con francas señales de recuperación, comparten experiencias, los más avezados en el horror advierten a los menos versados de los peligrosos médicos, que no dejan de rondar por los pasillos, acechando, siempre con sus informes, con ese porte de profesionalismo y sentido del deber, detrás del cual ya pocos no ven la ambición de poner a Argentina y a todos los pacientes de nuevo a su merced, ellos mismos no son sino mercenarios, que muy a gusto les pasa una generosa comisión.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Argentina ya asiste a eventos públicos, tiene pretendientes que no dejan de advertir heridas en su piel, pero con cada día la ven mejor, todas tienen miedo de no aprovechar la oportunidad de invertir en ella sus esfuerzos antes de que otro lo haga. Argentina, que antes ni siquiera podía dignarse de fregar el piso del salón de recepción, y que en vez de levantar la voz sólo dejaba oír un quejido ahogado (frente a la mirada satisfecha de sus doctores, que habiéndola exhibido así la volvían a dormir), ahora se sienta en la mesa de los 20 comensales mas importantes, y ella sangra, todavía sangra, pero muchos en esa mesa sangran también y otros tienen las manos manchadas de sangre. Argentina hace sentir su voz, y ahora, como al principio, apunta directamente con el dedo a quien le debe sus islas, algunos de los 20 ya le dan la razón. Argentina ya no confía en sus médicos, que desesperados apelan a cualquier recurso que les permita sentir cercana la posibilidad de dormirla de nuevo, día a día pierden el respeto de sus auxiliares, algunos directamente los ignoran y otros ya<b><span style="color: red;"> </span></b>se interponen entre ellos y Argentina, cada vez que ella baja una escalera. El terror de los médicos se hace monstruoso cuando algunos de sus predecesores más venerados son llevados a un calabozo por orden de Argentina, que con cada día recupera más la memoria, se hace consciente de quién y por qué la sometió, la sangró, la torturó, la violó y la saqueó. Ya retirados de su ejercicio, y amparados en por el cumplimiento de lo que llaman deber, estos carniceros habían logrado su impunidad, y muchos otros aún escapan al yugo, hasta mueren impunes algunos, pero el miedo se extiende, esta hija de puta nos va a hundir a todos, hay que aplastarla antes de que sea demasiado tarde, dicen los médicos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Un día Argentina inesperadamente sufre una descompensación, algo se ha perdido en su interior, una nueva herida se abre en el pecho de Argentina, de sus ojos caen lágrimas, los ojos de los médicos en cambio brillan, por fin pierde su fuerza dicen, éste es el momento, la sala de los médicos es una fiesta, con los globos, las prostitutas y la música alternan conciliábulos, donde intentan ponerse de acuerdo en cómo repetir el proceso de siempre, Argentina cayendo de nuevo, Argentina encadenada para siempre. Es como si algo irremplazable se hubiese ido de Argentina, desapareciendo. Pero así como esos corpúsculos eléctricos que son las neuronas al perderse no pueden recuperarse, el espacio que una de ellas deja permite a las restantes aumentar las conexiones entre sí, asimismo es como si Argentina estrechase los lazos que la componen, y sin dejar de llorar Argentina sigue caminando, sus compañeros la abrazan y sorprende a los médicos en medio de su fiesta, que no salen de su estupor, uno de ellos apenas alcanza a recoger un informe del piso para repetir la consabida fórmula: es hora de descansar. Pero Argentina ni siquiera les replica, se da vuelta y camina, cada día está más entera, como si haber perdido algo en lo profundo de sí le hubiese permitido despertar una fortaleza inusitada, como si su sangre hirviera, esa sangre que todavía mana de ella, pero que ya puede pensarse que un día no muy lejano deje de hacerlo, lejos de los que quieren que vuelva a ser esclava impasible ante el saqueo y el horror, ante la muerte de sus hijos. No podrán con ella, nunca más podrán.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><br />
</div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1154199767194830669.post-63119250498590045292010-10-30T14:39:00.005-03:002011-08-23T02:17:25.268-03:00El polimodal<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/_QtJ_6oWKkIQ/TMxj6sdFbpI/AAAAAAAAAhc/ZgFF23_Tj7A/s1600/Aula+2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="238" src="http://2.bp.blogspot.com/_QtJ_6oWKkIQ/TMxj6sdFbpI/AAAAAAAAAhc/ZgFF23_Tj7A/s320/Aula+2.JPG" width="320" /></a></div><br />
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Siempre buenas notas, pero sin demasiado esfuerzo: mejor un 8 con improvisación que un 10 de memoria, por más que no aprendiese mucho en el colegio realmente. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">“En Humanística los profesores faltan más” había dicho Cintia a fin de año, arqueando las cejas en desaprobación.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pero mientras ella lo veía como una condena a la desocupación después del egreso, con Carlos vimos enseguida horas libres que se proyectaban en nuestras tardes futuras como en una pasarela sin fin que se perdía en el horizonte. Además así ya no teníamos que soportar a la conchuda de Cintia. Le dije:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">–Cintia, cuando pases con tu 4x4 y me veas mendigando en la calle me vas a sacar a dar un paseo no? </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">–Moríte pendejo- contestó y se dio vuelta. Carlos se reía, y yo también.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">El 1º día entramos al aula y elegimos asiento, atrás de todo. El curso terminaba de acomodarse, algunas caras nuevas, otras conocidas, como Juan y César del otro 9º, que se sentaron al lado nuestro. Conté: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-5 varones, y 22 mujeres. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-23- dijo Carlos y entonces se me cerró la garganta. Como una aparición entró al salón una chica. Pelo castaño claro, ojos celestes, grisáceos. Pómulos perfectos, buena cintura. Era como si nuestro colegio fuese una película clase B y hubiese fichado a Nicole Kidman en el reparto.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Te gustó eh?- dijo Carlos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-¿Quién es? –dije idiotizado.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Te averiguo, pero no la vi antes, es nueva.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Carlos conocía bien a Carina, también del otro 9º, quien al parecer obraba de confidente y celestina con sus amigas, pasando cartas, mensajes y chismes. Su obesidad robusta le daba cierto toque de madama, su carácter frontal y risa ruidosa impedían a cualquier otra discutirle el puesto.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Patricia Van nosequé- me dijo por lo bajo, y ese nombre me llegó como una diadema que se aparecía en la frente de Patricia. Parecía simpática, ya estaba hablando animadamente con las que estaban sentadas cerca suyo, pero aún así no podía evitar verla como una diosa del Olimpo que se mezclaba entre los mortales por curiosidad. Su voz tenía un tono suave y nítido, femenino, sobre todo femenino. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Pará de mirarla tanto, boludo. La vas a gastar- me dijo Carlos, y<span style="color: red;"> </span>tenía razón.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Intenté seguir el día sin prestarle demasiada atención, pero apenas dejaba de concentrarme en la clase me encontraba mirándola, a veces de reojo, a veces de pasada cuando pedía prestado el liquid paper a César, y otras abiertamente, encandilado, hasta que Carlos me daba un codazo en las costillas. El primer día de clases siempre es interesante, se empieza a ver quien se junta con quién y esas cosas, pero ese día yo solo podía pensar en Patricia. Intenté llevar una conversación decente con mis amigos durante el trecho que compartíamos camino cada uno a su casa, y cuando me separé de ellos a unas cuadras de la mía suspiré aliviado. Casi podía ver su nombre formado en las nubes.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Mientras pasaban los días los varones fuimos formando un mismo grupo. Carlos tenía el pelo corto y enrulado, piel morena, excelente enganche para jugar al a pelota, siempre interrumpía los trabajos en clase con alguna boludez que me hacía reír. César era un poco rellenito, supuestamente sabía de computadoras, tenía una moral despreciable pero con nosotros se comportaba. Juan era amable pero taciturno, costaba hacerlo reír, parecía constantemente absorto en algo que no podía adivinarse. También estaba Ezequiel, que se sentaba solo y fumaba desde los 15, el más vago de todos, se las arreglaba para transarse a alguna de vez en cuando en los recreos (la Dirección no lo permitía pero tampoco pretendía un control absoluto al respecto). A veces lo miraba y me preguntaba cómo, siendo tan flaco y con esas cejas anchas podía irle tan bien. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Para los trabajos en grupo Juan y César me ayudaban a buscar las respuestas, sobre mí recaía encargarme de enunciarlas, como un notario de actas. Carlos y Ezequiel hacían divertido el proceso, y sobre todo Carlos negociaba con los grupos de mujeres para intercambiarnos respuestas. Siempre recordábamos con risas el día que la vez que a Gaby, que tenía novio, le dio una respuesta de Historia a cambio de un beso en la mejilla, pero a último momento le corrió la cara y le dio un pico. Gaby protestó con un cachetazo en el hombro de Carlos, quien volvió al grupo entre nuestros festejos y las risas generales. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">El intercambio solía ser de unas respuestas por otras, la calidad dependía del grupo. Las mejores eran del grupo de Sole, porque ella leía bastante y ya se reconocía de izquierda, lo que mal o bien ya implicaba alguna clase de visión personal sobre el mundo. El año anterior ya era compañera mía y de Carlos, no nos sorprendía escucharla protestar en clase. Aún así, y Carlos lo sabía, yo nunca me perdía de intercambiar con el grupo de Carina, donde estaba Patricia. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">–Dales la 6 y pedíle la 4 que no la encuentro- le decía yo y Carlos sonreía sin delatarme, había escuchado tan bien como yo que al lado nuestro el grupo de Carina discutía sobre la pregunta 6, con Patricia impacientándose,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y sabía también que la 6 yo la tenía marcada entre corchetes en el libro. Carlos era un buen amigo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Un problema adicional era que a raíz de este mercado negro de respuestas, los productos finales de los distintos grupos tendían a ser muy similares, y un par de profesores (los más jóvenes, claro) mostraron su recelo. Por eso me preocupaba de que nuestros trabajos fuesen distintos al resto, más completos. En menor medida lo mismo hacía con lo que le pasábamos a Carina. No pasó mucho tiempo para que me diera cuenta de que Juan se preocupaba por lo que intercambiábamos con Sole. Fue César quien me iluminó sobre eso.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Esto viene de hacer largo ya, Juan se le declaró a Sole hace 2 años, fue a su casa con una flor en la mano el boludo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-¿Y qué pasó?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Nada, Sole le dijo que lo quería como amigo nomás, y se lo dijo por decir, porque amigos no eran, porque no podía decir “como hermano” ¿No?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Y no… pero ¿Cómo puede ser que no me haya enterado de nada?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Bueno, es que Juan sólo me lo contó a mí después de insistirle una semana, lo veía tan mal… y parece que Sole ni siquiera se lo contó a Natalia.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Si Natalia supiera…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Por eso. Y como vos y Carlos llegaron el año pasado, a lo mejor alguien se enteró y ustedes no.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Y me lo contás ahora.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Sé que te gusta Pato- y se me hizo un nudo en la garganta.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Cualquiera, nada que ver.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Dale boludo, a ver decime que es fea.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Bueno y qué.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Que veo como le pasas lo mejor a Carina porque está con Pato, y a Sole le pasás medio pelo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Solté una risa forzada, César me estaba poniendo nervioso.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Hacélo por Juan no seas forro. El resto me chupa un huevo- lo decía por los otros grupos dos grupos, formado por chicas de perfil bajo que no jodían a nadie.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Dale, no hay drama- dije. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Desde ese día entendí mejor a Juan, esa mirada perdida, mirando hacia nada y hacia adentro, pendiente de la voz de Sole, a quien tenía casi al lado, pero a la vez tan lejos, completamente inalcanzable, porque ella no le prestaba la menor atención, ni siquiera con antipatía. A lo mejor por eso, y por el hermetismo de Juan no lo había sospechado, Sole no estaba mal pero no había pensado que pudiese tener tan encandilado a alguien. A mí me iba un poco mejor, por lo menos Patricia me hablaba, mirándome a los ojos, se reía de algo que yo podía decir, y me decía “qué cabeza tenés nene, no sé como hacés”. Pero ella no sospechaba de mí, y si lo hacía, en todo caso podía refugiarse en la duda para tratar conmigo. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Ahora tenía más trabajo, intentando que a veces hubiese 4 respuestas diferentes para una misma pregunta, variando la forma del contenido. Sólo en Historia y Geografía, en el resto de las materias daba prácticamente lo mismo, en general los profesores sólo querían sus respuestas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Una vez saltó la ficha en Historia de que algo estaba pasando, pero Carina logró escandalizarse más que el profesor, diciendo en voz alta que los libros de texto eran muy simples, y que muchas veces marcaban lo mas importante en negrita (o sea, las respuestas).</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-¿Qué podemos hacer si lo ponen así? No es culpa nuestra ¿Sabe?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Es una guía, a partir de ahí ustedes tienen que analizar y…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Las respuestas están correctas ¿Nos va a desaprobar?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-No digo eso, pero inténtenlo chicos, no es tan difícil.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Estos libros- dijo sosteniendo uno con la mano y soltándolo sobre la mesa- son una mierda, y encima son carísimos-. El libro cayó sonando como la sentencia de un juez en su martillo, dando inicio a que todo el curso irrumpiera a viva voz en las mismas protestas, en un coro ininteligible.<span style="color: red;"></span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Chicos, calma, acá nadie va a desaprobar a nadie…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Y Carina ya estaba sentada, satisfecha. Me miró como diciendo “No lo voy a poder hacer siempre, ponéte las pilas”.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Cuando llegaron los primeros exámenes la tuve difícil, pero me las arreglé para terminar rápido lo mío mientras guiaba a Carlos en lo suyo. Entonces me quedaba cerca de la mitad del tiempo, mientras fingía no haber terminado, para empezar a soplar al resto a mi alrededor, en voz baja o en pequeños machetes, papelitos enrollados adentro de una birome. César podía necesitar alguna que otra ayuda, pero generalmente se las arreglaba para aprobar solo. Juan nunca me pedía nada, y podía sacar un 9 como un 5, no parecía importarle demasiado tener un buen promedio, ni siquiera aprobar, pero era evidente para mí que iba a media máquina. Juan estaba en otra parte, lejos, como lejos de él estaba Sole, sentada una mesa a la izquierda y delante de él, en diagonal. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Idéntica era mi ubicación respecto a Patricia (ya todos le decían Pato). Así podía verla de espaldas cuando miraba al pizarrón, y de perfil cuando giraba un poco su cabeza a la derecha para hablar con Adriana, su compañera de banco. A veces se daba vuelta para hablar con Carina o con Gaby, y yo tenía que sacarle rápido la mirada para no ser sorprendido. Que eso pasase a la vez me aterrorizaba y lo deseaba, pasando más de una vez que sus ojos celestes cruzaran los míos, quedando yo paralizado como liebre antes de ser aplastada por un camión. Soportaba esta presión en el pecho día tras día, al tiempo que crecía como un cáncer, tomando mi garganta y el vientre, provocándome temblores compulsivos, lapiceras mordidas y suspiros al techo. Mi oído había aprendido a tomar su voz de entre el confuso murmullo del salón, desenmarañándolo, elevándolo por encima de cualquier otro registro, y cuando giraba sobre su hombro y me miraba de reojo, susurrándome para pedir ayuda durante un examen, poco faltaba para que me meara encima. Se la pasaba a Carlos con la birome, que inventaba un bostezo estirando el brazo hacia Gaby, o sino en un bollito de papel que yo tiraba al suelo despacito, pateándolo en dirección a Patricia mientras Carlos tosía como un condenado. Había que regular el movimiento dependiendo de cuán atento estuviese el profesor de turno.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">En los recreos solíamos juntarnos con los de contable que habían sido compañeros nuestros el año pasado: Ale, Tincho y Damián. Carlos y Ezequiel eran los que más ligaban, solían tener alguna transa. Una vez dijo Carlos:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Mirá ¿Ves esa que está ahí?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-¿Cuál?- preguntó Ezequiel</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Esa, la de la trenza.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Sí.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Esa me la comí en La Mónica en las vacaciones. Un mal aliento tenía la hija de puta! Pero me dejó tocarle el culo. Ahora se hace la que no me conoce.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Esta de novia con Matías de 3º boludo. Hace 2 meses ya- dijo Ezequiel.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-¿Quién te dijo?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-Mi hermana la conoce desde 9º</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">-La concha de tu hermana entonces.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Y todos reíamos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">La hermana de Ezequiel se llamaba María. Flaquita, bien proporcionada, pelirroja, pelo corto a lo Meg Ryan. Divina. Pero yo solo podía fijarme en Patricia, del otro lado del patio, sentada entre las demás chicas, con la coleta en la boca mientras se acomodaba el pelo hacia atrás con las manos. Patricia riendo, con súbita coloración de sus mejillas. Patricia yendo al quiosco, mientras yo buscaba algo de dinero en el bolsillo para comprar algo también, preguntando si alguien quería que le comprara algo ya que estaba y me dieran la plata. Y Carlos con sonrisa cómplice: “Andá, andá” me decía. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 10.0pt; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: Calibri; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Yo iba.</span></div>Nicoláshttp://www.blogger.com/profile/04488848938895335777noreply@blogger.com6