Un tipo entra cerrando la puerta con rabia apenas controlada. Otro lo contempla llegar desde el sillón, nada sorprendido, pero deja su lectura a un lado. El recién llegado comienza a sacarse el sobretodo mojado...en cada gesto coloca su descontento. El comienzo se hace obvio.
-Estoy cansado.
-¿De qué?
-De que la gente no diga la verdad, de que YO no diga la verdad...
-¿La verdad?
-No somos sinceros. ¿Por qué no somos sinceros? ¿Por qué nos cuesta tanto serlo?
-Como si no supieras. Me irrita tu queja tan oportunista. Ayer de esto nada sabías. De repente hoy el mundo está equivocado.
-Pero ¿Cuándo dejamos de lado la verdad tan sencilla que podemos sentir a cada momento, que estaría ahí brillando sino fuera por...? esa peste...esa voz...
-Es fácil echarle la culpa al destino. Ni siquiera ahora estás siendo sincero.
En el preciso momento en que el tipo sentado terminaba de disparar su frase, el otro colgaba su bufanda en el perchero del vestíbulo, y se detuvo unos segundos de espaldas. La mirada de protesta se volvió personal.
-¡Qué fácil es decir eso para el que lo ve todo! ¿Si ves todo como no anticipaste lo que iba a pasar?!
-Estás malentendiendo los hechos. Para empezar no fuí nunca yo el que te aventuró a romperte la nariz contra la pared. Pensaste que era tán facil. Iluso. Ahora todo está perdido. Y bien, a otra cosa (retomando su lectura de la mesa del velador a su costado).
Por un momento el que protesta le clavó a la figura sentada una mirada de indignación que se desdibujó progresivamente hacia una inexpresividad mortuoria... ¿Quién podría adivinar que había detrás de tal súbito palidecimiento? El hombre sentado levantó su mirada, y de la oscuridad del otro lado de la sala una figura se acercó. Caminaba con porte y gracia, sus ojos brillaban y sonreía plácidamente. Su aspecto era impecable. No tardó en hablar y acompañar su discurso con diestros ademanes.
-Como puede ver monsieur, usted lo ha malentendido completamente. Su búsqueda desquiciada de la verdad no le dejó ver que la mentira tiene su sentido que hay que saber captar. Deje de ver engaño, vea mensajes cifrados. Véalo en usted: su crítica a la hipocresía no es sino una súplica para ello. Para nada un genuino intento de cambiar las cosas, antes la afirmación más grosera de que el mundo está legítimamente establecido tal como está. Y usted se declara fuera de juego, en el preciso instante en que sacude los puños ante el portal de un mundo al que aún no accede. Pero lo hará, ya nada le impide desempeñar su papel.
Primero hastiado, luego encolerizado, ahora desvanecido...nuestro hombre ya no miraba a su alrededor. Finalmente se incorporó y exhaló un suspiro. Sus mejillas recuperaron un tono suave. En ese momento las miradas sellaron el acuerdo entre los tres, ninguno necesitó decir más.
Imagen: "The Art Nouveau Room"by Crtomir Just, Slovenia
sábado, 31 de mayo de 2008
Etiquetas:
Mentira
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2 comentarios:
Que buena lucha mental. Me vino un momento de paradoja moral.
El hombre que llega, el yo que enfrenta la vida real.
Y el acuerdo tácito entre los tres. Equilibrio momentáneo. hasta quien sabe cuando.
Excelente.
beso!
encontre este enlace en un foro de Deleuze ... es bueno saber que no se es el unico que quiere ir mas alla ... que bonito espacio.
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