miércoles, 23 de abril de 2008

Ventana

Me encontré mirando por la ventana un cielo nublado, pero lejos de ser sombrío, parecía sonreir, como la expresión que tiene en el rostro quien duerme estupendamente, Comenzó a llover, y yo seguía mirando. La nostalgia me invadió, una congoja abrumadora subió desde el vientre hasta mi pecho y te recordé. Al ver tu imagen difuminada en mi memoria, un poco lejana pero con algo de claridad, mi mirada se extravió en mis adentros, al pensar cuán limitada era mi línea de pensamiento, puesto que para ponerme melancólico tan solo bastaba que mirara la lluvia caer. Primero pensé que a los sucesos meterorológicos poco les importa nuestro estado de ánimo, mucho menos que estemos justo en el inicio de una lluvia mirando por la ventana y pensando con resignación en un amor ya lejano. Luego, con una sonrisa interior amarga, caí en la cuenta de que cuando dejaba divagar mi atención en un estado de ensoñamiento, mi mirada llegaba inevitablemente a tí, mi amada, como un puerto insalvable en mi viaje por las propias tinieblas. A tí, que nada me has quitado ni puedo yo reprocharte, y sin embargo me has dejado un vacío al cual no he permanecido indiferente jamás. Hacia tí, ante la imagen de quien suspiro involuntariamente y a quien no podría abrir mi abanico de emociones abiertamente sin sentir un estremecimiento en todo el cuerpo y un temblor de profunda vacilación.
El tiempo pasa, bien lo sabes, y aún así este sentimiento perdura en mí, y a decir verdad ya no me interesa que no lo haga, mas bien convivo con él cuando viene a presentarme sus lamentos y esperanzas, sus ideas de lo que podría ser, y reflexiono con él, y le doy la razón pero no sé que más decirle. A veces reímos juntos acordándonos de todos esos tiempos y de los momentos dorados... los momentos dorados. Las distintas facetas de mi alma se disputan la palabra para darme una interpretación exacta de lo que significa mi deseo de abrazarte, caminar de la mano, tomar un helado (y depué no tomamo un café), de besarte y dormirme en tu regazo por la tarde, les escucho pedir la palabra adelantándose frente a mí diciendo: "es un error del destino", "es un error tuyo", "es un capricho", "no es amor, no la conoces bien", "es amor, no hay duda, uno siempre sabe esas cosas", "no era para vos"... yo a veces les escucho, pero en un acto de burocracia psicológica, en el fondo con un profundo desinterés, aún cuando me recuerdan que muy probablemente y hace tiempo no pienses en mi en absoluto, pues de todos modos no me arrepentiría de haber podido conocerte y reir juntos. En esto pienso cuando me encuentro de nuevo mirando de nuevo por la ventana lluviosa, mirándote a tí, diciendo cuando dejo caer mi cabeza con una sonrisa: "eras hermosa".

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