lunes, 28 de septiembre de 2009

Debate y consenso

Una de las cosas más cómicas que me tocó observar en lo que va de cursada fué cómo en el último plenario se iba llegando a una especie de consenso a medida que se iban retirando de la clase más y más personas porque se hacía más y más tarde (cuando finalmente todos nos levantamos ya eran las 23.15). Es evidente que en la medida en que se llegue al acuerdo que sea por esa vía el plenario será siempre una ficción que no lleve a ninguna parte. Una de las razones por las que el consenso se hacía imposible, era la insistencia de cada uno en cerrarse en la propia lógica, desde un individualismo ingenuo. Es decir, todos creen saber qué es lo mejor para todos buscando sin saberlo lo mejor para uno mismo. Para ejemplificarlo, es como el mecanismo psicológico que subyace al mártir cristiano, que necesita sacrificarse por el resto para sentir que vale algo. Tenemos que ser más pragmáticos muchachos. Tenemos que encontrar la manera en que los intereses individualistas de cada uno se encuentren complacidos en la mayor medida posible, es decir, poder desarrollar una salida al asunto de la evaluación y la calificación que logre concatener la divergencia de intereses y razones de manera que nadie sienta que se quedó afuera, y a la vez, que todos puedan sentir que no había forma de salirse con la suya en mayor medida porque tal cosa sea inviable (por ejemplo, que todos ustedes tengan 1 y yo 10, evidentemente nadie consentiría conmigo en ello jajaja). De ese modo, creo que algunos no quieren que todos tengamos 10 porque en el fondo puede tomarse como un acto ficticio, o sea bajo la lógica de la Academia. Imaginemos que en Exactas se enteran de esta cursada.

-¿y que onda?
-Se terminaron poniendo todos 10! jajajaja
-Ahhh cualquiera! un título así no lo cuelgo ni en la pieza eh

Por un lado asumiendo que esta cátedra se propoga reformular la lógica académica integralmente en estos términos, supongamos: ¿qué empresa tomaría como parámetro aceptable para tomar aspirantes a un puesto un promedio de una facultad donde todos tuviesen 10 en todo? entonces ¿Tiene sentido pensar la salida de ponernos todos 10 pensando en el sistema de mercado? ¿La lógica de mercado prescribe la lógica de la Academia? ¿Se pretende además de un cambio académico alguna clase de transformación del orden económico? No es mi caso al menos. Creo que la democracia tal como la conocemos es un asco. Pero también creo que la queja es una condición humana y una de las mejores conquistas es que haya libertad de expresión para la misma. Peor sería un sistema socialista donde no hubiese un marco cuantitativo para el mercado que de todas formas habría (en este caso hablamos de mercado laboral). Me hago cargo de esto, y me hago cargo de decir que en ese sentido ponernos todos 10 sería un delirio, y que afecta la calidad institucional de la Facultad, es decir da imagen de poca seriedad.
Por otro lado, ponernos todos 10 puede ser un medio para poner de relieve el malestar de la Academia, sin que por ello se pretenda que en un futuro plausible el nuevo sistema de calificación recaiga en que todo el mundo se saque 10 en todo. Tal vez esta cátedra sirva como un "parar la pelota", un "cerrar los ojos para ver" a lo Derrida, y permitirse pensar que se evalúa cuando se evalúa, bajo qué parámetros se califica. En ese sentido, ponernos todos 10 es llevar el propio sistema imperante al absurdo. Me gusta esa idea: somos poco serios, porque el sistema académico tradicional se volvió poco serio en primer lugar. De este modo, no hay que preocuparse por lo negativo de las repercusiones, puesto que viéndolo así, tales reacciones van acorde a nuestros fines: poner de relieve un malestar por las cosas que se están haciendo mal bajo la fachada de imagen institucional, y es que "algo anda mal en la Academia". Es una medida política en pos de una facultad mejor (y pobre el que hace política cuando dice que justamente no le gusta esa palabra).

Sabemos que la opción de calificación por grupos es inviable. Es decir ¿Cómo evitar que calificando yo a mis compañeros no empiece a jugarse una especie de circuito de retribuciones y venganzas, y que en base a ellos se instalen prácticas de negociación ("poneme 9 y yo te pongo 9")? Dada esa situación, yo sería el primero en empezar a pactar, pero nadie podrá negar que su juicio estará afectado por si el compañero lo aprobó a uno o no. Metodológicamente no es válido. En ese sentido creo que lo mejor que podemos hacer es separar evaluación de calificación, pero tal vez en un sentido muy diferente al que algunos entienden esa división. Pienso DE QUE (jaja) todos tenemos que tener 10 para evitar ese conflicto, lo cual implica que una calificación por ende debe provenir de un cargo institucional que permita al calificado sentir que una instancia superior a él determina su rendimiento (y así puede amortiguar el sentimiento de ofensa, porque no es lo mismo decir "el forro del profesor me reprobó" que decir "el forro de mi compañero de grupo me reprobó"). La relación indisoluble entre saber y poder. En cuanto a la evaluación, creo que no debe pasar por un momento a lo Operación triunfo en que el grupo le dice al alumno si estuvo bien o mal. Eso me parece una payasada ingenua, porque como dije, sería el primero en tomar represalias, y tales condiciones validarían mi estrategia, en mi caso y en el de cualquiera que la aplique. La evaluación creo que tiene que pasar por la valoración personal que cada uno hace de los miembros de su grupo sin que eso se ponga en juego como mecanismo de poder, de "poner nota" (siempre y cuando no entendamos a la mera interacción social en sí como mecanismo de poder, lo cual sería válido). En mi caso, estoy muy a gusto con mis compañeros (tal vez no lo estén conmigo pero bue), tanto en el taller en general como en la instancia de discutir los trabajos puntualmente me parece que valió la pena asistir siempre que pude hacerlo. En el plenario me encuentro con que a veces se vuelve un poco caótico porque las personas que hablamos más estimulamos a los menos propensos a hablar a que se queden en el molde, dando lugar a veces a sensaciones ficticias de consenso generalizado, cuando en realidad hay triunfo de unas perspectivas sobre otras. Las de los que hablan por sobre las de que no hablan. Y hasta ahí llega mi evaluación. No pretendo más.

Aún asi, me queda algo por remarcar. Nada de lo que dije quita el hecho de que sacándonos todos 10 alguien que quiera mejorar su promedio sonría satisfecho y en silencio. Esa persona sabrá que es imposible que en la otra cátedra todos saquen 10 (si es que alguien saca un 10 jajaja), y de ese modo se está beneficiando a costa de todos los que la cursan. Desde ese punto de vista, todos nosotros lo estaríamos haciendo. Pero no censuren al utilitarista, sea como sea, forma parte del colectivo y lo necesitamos. Negar que haya gente que busque sus intereses puramente individuales en esta materia nos cegará respecto del camino al consenso. Ofrezcámosle algo que él quiera (el 10), y obtengamos lo que nosotros queremos (una medida política). Y todos contentos! Pero... ¿No seré yo el utilitarista que busco ese 10 so pretexto de poner de relieve el malestar académico? Y eso qué importa. Se llama falacia ad hominem. Si mis razonamientos funcionan... funcionan. Así de simple.


Nota: este texto fué enviado como aporte al grupo de mails de la materia Epistemología y Métodos de Investigación social de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en relación al debate sobre el sistema de evaluación y calificación en la materia en corriente discusión al momento de la publicación de este posteo.

Imagen: Título desconocido, de Cam de León

El Reglamento

Cuando terminé de leer el Reglamento buscando material para hacer esta evaluación me surgían varias preguntas. En parte se trataba de interrogantes que preexistían a esta materia y en parte a otros que se originaron a lo largo de lo que llevamos de cursada. Demoré hasta último momento la realización del trabajo porque no estaba seguro de poder abarcar mi óptica en la evaluación, es decir darme a entender como necesitaba hacerlo y a la vez corresponder a lo que yo presupongo que tiene que hacerlo una evaluación. Decidí que no podía hacerla sin en varios puntos transgredir mi propia lógica desde la cual estoy acostumbrado a realizar un trabajo de evaluación.

Sinceramente creo que por parte de varios de mis compañeros, al menos en clase, hay cierto componente de ingenuidad en la crítica. En el fondo creo que se trata de la negativización del poder, y peor aún! de la relación de necesariedad entre saber y poder tal como la entiende Foucault. No creo que Foucault haya remarcado esa relación para combatir el saber-poder (lo cual para mí sería absurdo), sino en todo caso para una aplicación más prudencial de ese saber-poder que no sólo restringe sino que es productivo, y yo agrego: inevitable. Donde hay dos personas, hay poder, y si hay poder, no puede haber simetría. En ese sentido sentía que cada condicionamiento en el Reglamento hacía resonar en mí las palabras de Foucault:

“Se trata de saber no cuál es el poder que pesa desde el exterior sobre la ciencia, sino qué efectos de poder circulan entre los enunciados científicos, cuál es de algún modo su régimen interior de poder, cómo y por qué en ciertos momentos dicho régimen se modifica de forma global”


Tal como los humanos devenimos eventualmente en algún sistema lingüístico para interactuar socialmente, asimismo las sociedades se institucionalizan, es decir, asumen determinadas estructuras de poder que se construyen históricamente. En ese sentido, es inevitable que haya quejas. Mi interés no pasa entonces mientras leo el Reglamento en si podría o no ser diferente (por ejemplo desde la voz de un aspirante que no sume suficientes puntos), antes bien me preocupa pensar si efectivamente está basado en un sentido práctico con los intereses de la Facultad y como esa corresponcia se articula a su vez con mis intereses. En ningún momento siento que los intereses de la institución tengan que estar identificados con los míos, pero no por eso creo lo contrario, que se opongan a ellos. Es insostenible la idea de un grupo de individuos persiguiendo un fin común (en este caso, los jefes de la cátedra por un lado y el aspirante por el otro). Creo que si a eso apunta esta materia, apunta mal. Creo que es más acertado contemplar de antemano que cada individuo irá en pos de sus intereses egoístas inevitablemente confrontados a los de otros, y este caso no es la excepción. Creo que en ese sentido una institución tendrá que lidiar con conflictos de intereses y favorecer el mejor desenlace posible, siempre “injusto” en algún punto. Creo que una institución como esta Facultad necesitará de una forma u otra aplicar algún criterio que recorte candidatos, porque no pueden todos los aspirantes ser aceptados para lo cual aspiran. No es que no pueda imaginarlo, puedo imaginar un desastre en su esplendor (al menos con el presupuesto educativo actual). ¿Y qué criterio es ese? ¿En qué consiste ese recorte? Sea como sea, siempre quedará gente afuera del recorte que protestará por ello.


Concuerdo con la visión de Bordieu cuando enuncia el fenómeno de la acumulación de capital científico, de los mecanismos de prestigio, de los requisitos para publicar. El efecto de su exposición no pasa por negarle a la cientificidad toda validez, sino de negarle la validez absoluta per se, naturalizada. La ciencia produce un saber teñido de luchas internas, pero a diferencia de lo que entiendo como el sentir de algunos de mis compañeros, no a pesar de ello, sino en base a ello. Se trata de la relación indisoluble entre saber y poder. Me opongo a esa visión tanto como me opongo al que piensa que por ir a un matadero a presenciar como matan una vaca dejaría de comer carne. La mataría yo mismo, y yo mismo si quisiera ser aspirante no tendría problema en acumular mi capital científico en vistas a ello. No veo que haya conflicto.

Creo que aquellos que sostienen un idealismo colectivista no entendieron todavía el aporte de Malinowski cuando, en el seno de lo que se creía el exponente máximo del esprit de corps “primitivo” (las Islas Tobriand), demostró etnográficamente que tal pretensión era una falacia. El ser humano ha sido egoísta, es egoísta, y es razonable suponer que seguirá siendo así. Este énfasis mío viene al caso porque entiendo que es imposible que una institución pueda adecuarse a los intereses de todos, ya que concibo las estructuras de poder como los dispositivos por los cuales algún interés deviene históricamente dominante. A su vez, el poder institucionalizado se legitimiza mitificándose, escondiendo la violencia de su dominación imponiendo su versión de la historia como la verdad, imponiendo condiciones de enunciación de verdades. Y es claro que no puede ser de otra naturaleza el origen de toda ley coercitiva como en este caso lo es el Reglamento: el poder. Al decir de Foucault:

“Pienso que no hay que referirse al gran modelo de la lengua y los signos, sino al de la guerra y la batalla. La historicidad que nos arrastra y nos determina es belicosa; no es habladora. Relación de poder, no relación de sentido”.


Cuando Foucault dice que el poder es productivo, quiere decir que además de restringir, lleva a producir saber, induce placer, hace actuar y hablar. De este modo, a cada restricción que el Reglamento impone, se crea a la vez un determinado espectro de posibilidades de creación de un saber, científico claro está. Por ejemplo, si el Reglamento otorga puntos por asistencia a seminarios, no sería raro que eso favorezca la creación y el sostenimiento de diversos seminarios; que para tener éxito en una entrevista el aspirante practique su elocución; que para poder ostentar publicaciones practique su estilo de escritura; etc. Y yo agrego, que además es productivo en el sentido de resultar en un mayor aprovechamiento de los recursos disponibles que en el caso en que el poder no estuviese. De ese modo ¿Hay que cambiar el Reglamento? Todo depende de si puede enunciarse otro Reglamento que pueda devenir en una mayor productividad científica (entendiendo dentro de ella a la producción concreta como a los discursos que hagan crítica de ella para una producción más prudente). ¿Es posible un Reglamento así? No lo sé, pero al llegar al final de esta evaluación estoy satisfecho al menos de haber encontrado un punto concreto a partir del cual en todo caso estipular dicho cambio.

Para concluir, me permito complejizar la relación poder-saber citando a Nietzche, lo que tal vez sirva a la hora de interpretar mi perspectiva de que no hay escape del poder, sólo puede haber encubrimiento:

“¿Queréis un nombre para este mundo? ¿Una solución para todos los enigmas? ¿Una luz también para vosotros, los más ocultos, los más fuertes, los más impávidos, los más de media noche? ¡Este mundo es la voluntad de poder, y nada más! ¡Y también vosotros mismos sois esa voluntad de poder, y nada más!"

Nota: este ensayo, en carácter de articulación crítica con el Reglamento de aspirantes para ayudantes de cátedra, fué entregado como trabajo de evaluación en la materia de Epistemología y Métodos de Investigación Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Imagen: Lapins rouges, de Emmanuael Malin

lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Freud era un mentiroso?

Interrogarse acerca de si Freud decía la verdad o no ¿Qué clase de verdad presupone?¿Se refiere a si Freud era honesto o a si su teoría llevaba a prácticas contraproducentes en la terapéutico?

En el primer caso, se presupone una verdad simplista y bastante ingenua, puesto que independientemente de la honestidad (y de las motivaciones para ser o no honesto respecto de lo que se dice) la teoría puede (o no) tener su lógica y su vigencia clínica corroborable. Y no digo que no sea interesante la información acerca de las posibles falsaciones de los famosos casos clínicos, sino que el ataque a la teoría sólo desde esta clase de anécdota de la historia del psicoanalisis poco dice de la práctica psiconalítica actual. En el segundo caso, sería como reprocharle a Newton haber inventado la anécdota de la manzana, o como criticarle a los primeros telescopios no tener la misma precisión que los actuales. Ahora, alguno podrá decir que el enfoque psiconalítico poco se desarrolló desde sus inicios, muy bien entonces, hablemos del ahora ¿Por qué esa operacíon de atacar al pasado?. Jesús tal vez no haya existido y María en todo caso no era virgen, pero se confunden los que atacan al cristianismo apuntando su artillería ahí. Para desarticular las bases del cristianismo hay que aprehender cómo opera en sus adeptos y cual es la estructuración del poder en ese sistema, etc. Creo entonces que el ataque desde un Freud mentiroso no tiene mucha seriedad, es como un trolleo epistemológico. Freud era un cocainómano (y ahi llega la connotación actual para un hecho que en ese entonces poco tenía que ver con la condición actual del consumo de cocaína). Baratijas que encubren las discusiones importantes, es decir, acerca de si el psicoanálisis entendido como método comporta actualmente alguna vigencia práctica o si es terapéuticamente contraproducente.

Me gusta pensar que Freud fué un gran mentiroso, puesto que al asumir yo la Verdad como la ficción imperante, él fué capaz de meter en la historia su mentira, la invención del inconsciente. En contra de todo platonismo, como idea y como verdad era algo que no existió hasta que él lo mintió (excepto como antecedentes que podemos considerar siempre y sólo a posteriori de Freud, sobre todo en la filosofía [Nietzche por tirar algo]y el arte [que se yo, Goya, El Bosco, Milton]). El día que todo esté contemplado y racionalizado, espero que haya gente capaz de mentir así. Ya lo dijo Goebbels.

Imagen: La verdad saliendo del pozo, de Edouard Debat-Ponsan.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Dilemas existenciales II: ¿Quién paga?¿Él o ella?

Bueno el tema es así. El que paga, por más que diga que no, está ostentando un "poder de pago". Esto no quiere decir que si la cena sale $200 el corazón de su pretendida pareja valga $200. Pero sí quiere decir que el que paga en principio está dispuesto a poner de sí lo que pueda para complacerla. Por más que después pasen cosas muy diferentes, eso es lo que sugiere el acto de pagar. Este hecho en ningún momento se ve negado por otro hecho también comprobable: la hipocresía. De este modo por más que alguien niegue en 15 idiomas tener la intención de ostentar al pagar, hablo de las consecuencias, y del provecho de esas consecuencias. En efecto, si la ostentación funciona en un caso dado la mujer sentirá una especie de deuda difusa que intentará corresponder. El varón intentará por todos sus medios que la mujer no corresponda a esa deuda de ninguna manera, y cerrándole todos los caminos llegará el momento en que la mujer, angustiada, estará dispuesta a corresponder de un modo que el varón a esta altura no negará. No puede ser casual.

Ahora supongamos que la mujer se apiola de este esquema, y se decante por una de estas dos variantes de aprovecharse del mismo. Por un lado, podrá mofarse del caballeroso varón, haciéndole pagar todo lo que pueda sin dar señal de esperanza, ni tampoco negándola jeje. Cegado en su empeño el varón pagará, pagará, y pagará hasta la ruina. Ella se reirá de él, y como corresponderle del modo que él quiere significaría perder a un gran despilfarrador a su merced, no le tocará un pelo. Mientras mas grotesca sea la relación de esclavitud, más estará ella propensa a burlarse y reírsele en la cara, abandonándolo al menor impulso como a un estorbo, solicitando su presencia cuando necesite de sus atenciones. Les contará a sus amigas al estúpido que tiene en la palma de mano! Tantos platudos fueron arruinados así... comprando las joyas más caras, los vestidos más delicados! Ah pero fué sobre todo en Francia, en el París del S XIX, (y anticipadas por las grandes cortesanas) donde estas divinidades aparecieron por primera vez en todo su esplendor, a la caza de los grandes banqueros e industriales en alza. Salida de un cabaret o del teatro (cof cof!), una buena tirana podía escalar hasta un título noble y tener su propio chateaux. Dovstoievski nos presenta en "El jugador" a madame Blanche. Esta admirable tradición vampírica por fortuna continúa en nuestros días y con gran porvenir.
La otra variante es la de la mujer que quiere pagar. Es la mujer moderna que trabaja, que quiere hacer valer sus derechos y que sabe que no pueden conquistarla poniendo algo en la mesa que ella puede poner en igual o mayor cantidad. Sabe que el hombre va a tener que poner mucho más de sí que una billetera, quiere ser deslumbrada y pretende del hombre cualidades que la sorprendan. Suele tener una lista de condiciones: que sea gracioso, que tenga imaginación, que sea sensible, que sea responsable, que tenga un poco de locura, que sea maduro, etc. La prueba es dura, y más si en vez de a ir a medias quiere pagar todo ella. "YO pago nene, vos bailá, a ver como bailás. Dale, muy bien, haceme reir, y más te vale que garches bien porque te pego una patada en el orto". Se trata de dinero. ¿Y el dinero de qué trata? De poder, por supuesto.

Se me ocurre eso.

Imagen: "At the Moulin Rouge", de Henry Toulouse-Lautrec

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Dilemas existenciales I: depilada o natural?

En mi experiencia hay cosas que comportando cierto asco después por esa misma razón se ponen mejor de lo esperado. No creo que eso se deba a alguna excepcionalidad de mi perversión, creo que habla de un hecho humano. Descreo bastante del asco que alguien pueda manifestar por algunas cosas, sobre todo relacionado a lo sexual. No porque no digan la verdad (o sea, que en el momento de decirlo les genere asco pensar en X, pongámosle que si les da asco en ese momento), sino que ese asco no creo que comporte un obstáculo para el acto sexual. Por ejemplo, me da asco que una mina fume. Hasta que la beso. Y lo digo con bronca por mi contradicción eh! jajaja
Al mismo tiempo, creo que hay una maquinaria publicitaria que vende una imagen de objeto sexual perfecto, sin componente de asco (de la cual soy extremadamente cómplice jajaja), por ejemplo, mostrando una mina con el culo perfecto, las tetas perfectas, depilada, cara de ángel. Ok. Compro. Pero dejarse llevar siempre por esta imagen implica más que comprar, implica venderse por completo, concibiendo la propia sexualidad bajo los términos que la rentabilidad publicitaria exige. La complejidad humana, como sabrán, no es muy rentable para considerarla.
Pero la vida (o el deseo mas bien XD) me llevó a lugares donde el pensamiento general del cual la publicidad se aprovecha no puede llevar. Situaciones donde la depilación no se echaba de menos, al contrario. El arte sí puede llevar a esos lugares. Hay que buscar.

Así que... depilada o natural? Si me mira y me habla de la forma en que mi deseo necesita que lo haga, es secundario, aún cuando de primera piense que prefiero que esté depilada conservando un poco arriba del monte venusiano. Simbólico XD

Imagen: "White thread", de Natalie Shau