domingo, 28 de noviembre de 2010

Argentina sangra

Heridas. Repartidas tiene llagas Argentina sobre su piel, heridas que sangran. No a chorros ni a borbotones, sino como una grieta por donde el agua se filtra en la piedra. No como surtidores pero si como un drenaje por el que se escapa un goteo incesante. Adolescente en protesta muere a manos de patota mercenaria, jubilada muere al resistirse a un asalto, muere el policía que intenta frustrar una salidera, muere el motochorro al chocar cuando huía a toda velocidad. Muere un niño de hambre en el interior, no sale en ningún diario, pero muere. Muere embarazada atropellada por borracho. El borracho huye y muere después, se suicida. La muerte a la vuelta de la esquina, desde siempre, ya sangraba Argentina cuando Roca decide despejar el desierto de sus improductivos pobladores, ya sangraba cuando los negros fueron carne de cañón, exterminados en el frente de guerra, y sangró cuando una generación fue presa del genocidio sistemático, secuestrada y torturada. La muerte siempre exhalando su aliento sobre almas atemorizadas, pero acostumbradas a que ella pueda en cualquier momento y sin dilación apoyar la funesta mano en su hombro. Con cada una Argentina pierde un padre, una madre, un hijo, la sangre corre a través de las rendijas hasta tocar la pared.
No obstante Argentina da señales de mejoría, se levanta como puede, camina lentamente y antes de poder abrir del todo sus ojos ya señala a quienes le robaron sus islas, cuando un general borracho envió a sus hijos a ocuparlas, desprovistos de cualquier posibilidad de plantar cara al contraataque pirata. Sus médicos de siempre, horrorizados, le piden que se acueste nuevamente, que duerma, sobre todo que duerma, que cierre sus ojos a lo que es sometida cada día por ellos, que en elogio de las prácticas más supersticiosas le hacen sangrados, le provocan con exactitud metódica nuevas heridas, para que no se recupere, para que no se levante, para que no sienta jamás que puede levantarse. Revisan sus papeles, cómo puede ser, tantos años de hermoso coma, otra vez quiere levantarse, pero ahora tendremos que ser más sutiles, habremos de segregarle en sus venas algún veneno que socave en su cuerpo cualquier inicio de voluntad, inducirle una nueva crisis, y entonces volverán los buenos tiempos, porque morir no queremos que muera, necesitamos su sangre. Pero no puede levantarse, no señor: Argentina ha sido, es y será el escudo de nuestros intereses, el arcón del que siempre podremos sacar más, a costa del hambre, de la violencia y de lo que sea, por nuestro señor Jesucristo amén. Los médicos asienten con seriedad, no hay que permitirlo, pero Argentina camina otra vez por los pasillos y los ve, comienza a entender lo que están tramando, como si recordase haberlo entendido antes, como si en algún momento hace años también hubiese querido caminar y entonces la hubiesen maniatado en su camilla, dándole shocks y extrayéndole su preciada sangre. Si, ellos otra vez afilan el bisturí y los colmillos, ella lo sabe, desde el final del pasillo los mira, dispuesta a hacerles frente. Argentina pronto llama la atención de otros pacientes, que como ella renuevan sus fuerzas, muchas de sus heridas siguen abiertas, pero otras van cerrándose, algunas costras se caen dejando en su lugar una cicatriz. Los médicos la acosan con informes de su salud, donde dicen que no tiene fuerza, que es mejor acostarse, que les haga caso, que es por su bien, y a veces ni siquiera, le dicen que no tiene derecho a levantarse, que le corresponde cerrar los ojos y callar, seguir sangrando para ellos. Argentina se revuelve y reparte imprecaciones, hace memoria, vos eras el que elegía el sedante, vos me ataste las muñecas, vos me pusiste la inyección, vos me violaste mientras yo tenía convulsiones. Los médicos están rabiosos, y ésta que se cree, que se piensa. Pero los sexagenarios médicos, verdaderos dinosaurios, ya no pueden con ella, intentan convencer al personal auxiliar para que la sometan. Ellos, que siempre siguieron las órdenes sin rechistar, ahora titubean, dudan, recuerdan todas las veces que su conciencia se resintió por participar de esa violencia, de callar, de mirar para otro lado cuando escuchaban los gritos de Argentina arrastrada hacia la sala del quirófano, vieron a los médicos llenarse los bolsillos mientras un espantajo de patillas largas le cortaba con tijeras sus cabellos de oro a una Argentina inconsciente. Y mientras tanto Argentina sangre, sigue sangrando, y los médicos quisieran pintar las paredes con su sangre, llenar el hospital entero con su sangre, para convencer a todos de que no puede ser, que se tiene que acostar, sacuden en alto sus papeles, análisis de nivel de glucosa en sangre, colesterol alto, presión alta, influenza, cáncer dice uno, viva el cáncer dice otro, viva la sangre dice el más viejo, mientras todos se mantienen a salvo de cualquier salpicadura, de cualquier manchita, jamás la sangre los toca a ellos, erigirían muros si fuese necesario para estar a salvo de la sangre.
Argentina, dejando un rastro de pisadas rojizas, habla con los otros enfermos, ata cabos sueltos, estrecha alianzas, no nos van a poner en cama de nuevo dicen, y su palidez de antaño va dejando paso a un tono más lozano. Cuando los médicos traen a un cirujano de renombre internacional especializado en extirpaciones (lobotomías quizás), entre todos los pacientes sacan a patadas al cirujano, que sube de vuelta a su avión y se vuelve a su casa, contrariado, le corrieron el arco, como si su padre le hubiese instruido con técnicas en desuso. El hospital ya no parece un hospital, ya no aloja a enfermos crónicos, mas bien a individuos con dolencias diversas pero con francas señales de recuperación, comparten experiencias, los más avezados en el horror advierten a los menos versados de los peligrosos médicos, que no dejan de rondar por los pasillos, acechando, siempre con sus informes, con ese porte de profesionalismo y sentido del deber, detrás del cual ya pocos no ven la ambición de poner a Argentina y a todos los pacientes de nuevo a su merced, ellos mismos no son sino mercenarios, que muy a gusto les pasa una generosa comisión.
Argentina ya asiste a eventos públicos, tiene pretendientes que no dejan de advertir heridas en su piel, pero con cada día la ven mejor, todas tienen miedo de no aprovechar la oportunidad de invertir en ella sus esfuerzos antes de que otro lo haga. Argentina, que antes ni siquiera podía dignarse de fregar el piso del salón de recepción, y que en vez de levantar la voz sólo dejaba oír un quejido ahogado (frente a la mirada satisfecha de sus doctores, que habiéndola exhibido así la volvían a dormir), ahora se sienta en la mesa de los 20 comensales mas importantes, y ella sangra, todavía sangra, pero muchos en esa mesa sangran también y otros tienen las manos manchadas de sangre. Argentina hace sentir su voz, y ahora, como al principio, apunta directamente con el dedo a quien le debe sus islas, algunos de los 20 ya le dan la razón. Argentina ya no confía en sus médicos, que desesperados apelan a cualquier recurso que les permita sentir cercana la posibilidad de dormirla de nuevo, día a día pierden el respeto de sus auxiliares, algunos directamente los ignoran y otros ya se interponen entre ellos y Argentina, cada vez que ella baja una escalera. El terror de los médicos se hace monstruoso cuando algunos de sus predecesores más venerados son llevados a un calabozo por orden de Argentina, que con cada día recupera más la memoria, se hace consciente de quién y por qué la sometió, la sangró, la torturó, la violó y la saqueó. Ya retirados de su ejercicio, y amparados en por el cumplimiento de lo que llaman deber, estos carniceros habían logrado su impunidad, y muchos otros aún escapan al yugo, hasta mueren impunes algunos, pero el miedo se extiende, esta hija de puta nos va a hundir a todos, hay que aplastarla antes de que sea demasiado tarde, dicen los médicos.
Un día Argentina inesperadamente sufre una descompensación, algo se ha perdido en su  interior, una nueva herida se abre en el pecho de Argentina, de sus ojos caen lágrimas, los ojos de los médicos en cambio brillan, por fin pierde su fuerza dicen, éste es el momento, la sala de los médicos es una fiesta, con los globos, las prostitutas y la música alternan conciliábulos, donde intentan ponerse de acuerdo en cómo repetir el proceso de siempre, Argentina cayendo de nuevo, Argentina encadenada para siempre.  Es como si algo irremplazable se hubiese ido de Argentina, desapareciendo. Pero así como esos corpúsculos eléctricos que son las neuronas al perderse no pueden recuperarse, el espacio que una de ellas deja permite a las restantes aumentar las conexiones entre sí, asimismo es como si Argentina estrechase los lazos que la componen, y sin dejar de llorar Argentina sigue caminando, sus compañeros la abrazan y sorprende a los médicos en medio de su fiesta, que no salen de su estupor, uno de ellos apenas alcanza a recoger un informe del piso para repetir la consabida fórmula: es hora de descansar. Pero Argentina ni siquiera les replica, se da vuelta y camina, cada día está más entera, como si haber perdido algo en lo profundo de sí le hubiese permitido despertar una fortaleza inusitada, como si su sangre hirviera, esa sangre que todavía mana de ella, pero que ya puede pensarse que un día no muy lejano deje de hacerlo, lejos de los que quieren que vuelva a ser esclava impasible ante el saqueo y el horror, ante la muerte de sus hijos. No podrán con ella, nunca más podrán.

sábado, 30 de octubre de 2010

El polimodal


1º del Polimodal, tenía 16 años. Año 2000, las computadoras seguían funcionando. Ahora los profetas se dedicaban a robar diciendo que en el 2012 se iba todo a la mierda. Algunos habíamos hecho 9º juntos, y con el polimodal nos dividimos en Contable o Humanística. Los que seguían el consejo de sus padres y se proyectaban a un futuro con mejor currículum elegían Contable. Los vagos como yo elegían Humanística. Siempre buenas notas, pero sin demasiado esfuerzo: mejor un 8 con improvisación que un 10 de memoria, por más que no aprendiese mucho en el colegio realmente.
“En Humanística los profesores faltan más” había dicho Cintia a fin de año, arqueando las cejas en desaprobación.  Pero mientras ella lo veía como una condena a la desocupación después del egreso, con Carlos vimos enseguida horas libres que se proyectaban en nuestras tardes futuras como en una pasarela sin fin que se perdía en el horizonte. Además así ya no teníamos que soportar a la conchuda de Cintia. Le dije:
–Cintia, cuando pases con tu 4x4 y me veas mendigando en la calle me vas a sacar a dar un paseo no?
–Moríte pendejo- contestó y se dio vuelta. Carlos se reía, y yo también.
El 1º día entramos al aula y elegimos asiento, atrás de todo. El curso terminaba de acomodarse, algunas caras nuevas, otras conocidas, como Juan y César del otro 9º, que se sentaron al lado nuestro. Conté:
-5 varones, y 22 mujeres.
-23- dijo Carlos y entonces se me cerró la garganta. Como una aparición entró al salón una chica. Pelo castaño claro, ojos celestes, grisáceos. Pómulos perfectos, buena cintura. Era como si nuestro colegio fuese una película clase B y hubiese fichado a Nicole Kidman en el reparto.
-Te gustó eh?- dijo Carlos.
-¿Quién es? –dije idiotizado.
-Te averiguo, pero no la vi antes, es nueva.
Carlos conocía bien a Carina, también del otro 9º, quien al parecer obraba de confidente y celestina con sus amigas, pasando cartas, mensajes y chismes. Su obesidad robusta le daba cierto toque de madama, su carácter frontal y risa ruidosa impedían a cualquier otra discutirle el puesto. 
-Patricia Van nosequé- me dijo por lo bajo, y ese nombre me llegó como una diadema que se aparecía en la frente de Patricia. Parecía simpática, ya estaba hablando animadamente con las que estaban sentadas cerca suyo, pero aún así no podía evitar verla como una diosa del Olimpo que se mezclaba entre los mortales por curiosidad. Su voz tenía un tono suave y nítido, femenino, sobre todo femenino.
-Pará de mirarla tanto, boludo. La vas a gastar- me dijo Carlos, y tenía razón.
Intenté seguir el día sin prestarle demasiada atención, pero apenas dejaba de concentrarme en la clase me encontraba mirándola, a veces de reojo, a veces de pasada cuando pedía prestado el liquid paper a César, y otras abiertamente, encandilado, hasta que Carlos me daba un codazo en las costillas. El primer día de clases siempre es interesante, se empieza a ver quien se junta con quién y esas cosas, pero ese día yo solo podía pensar en Patricia. Intenté llevar una conversación decente con mis amigos durante el trecho que compartíamos camino cada uno a su casa, y cuando me separé de ellos a unas cuadras de la mía suspiré aliviado. Casi podía ver su nombre formado en las nubes.

Mientras pasaban los días los varones fuimos formando un mismo grupo. Carlos tenía el pelo corto y enrulado, piel morena, excelente enganche para jugar al a pelota, siempre interrumpía los trabajos en clase con alguna boludez que me hacía reír. César era un poco rellenito, supuestamente sabía de computadoras, tenía una moral despreciable pero con nosotros se comportaba. Juan era amable pero taciturno, costaba hacerlo reír, parecía constantemente absorto en algo que no podía adivinarse. También estaba Ezequiel, que se sentaba solo y fumaba desde los 15, el más vago de todos, se las arreglaba para transarse a alguna de vez en cuando en los recreos (la Dirección no lo permitía pero tampoco pretendía un control absoluto al respecto). A veces lo miraba y me preguntaba cómo, siendo tan flaco y con esas cejas anchas podía irle tan bien.
Para los trabajos en grupo Juan y César me ayudaban a buscar las respuestas, sobre mí recaía encargarme de enunciarlas, como un notario de actas. Carlos y Ezequiel hacían divertido el proceso, y sobre todo Carlos negociaba con los grupos de mujeres para intercambiarnos respuestas. Siempre recordábamos con risas el día que la vez que a Gaby, que tenía novio, le dio una respuesta de Historia a cambio de un beso en la mejilla, pero a último momento le corrió la cara y le dio un pico. Gaby protestó con un cachetazo en el hombro de Carlos, quien volvió al grupo entre nuestros festejos y las risas generales.
El intercambio solía ser de unas respuestas por otras, la calidad dependía del grupo. Las mejores eran del grupo de Sole, porque ella leía bastante y ya se reconocía de izquierda, lo que mal o bien ya implicaba alguna clase de visión personal sobre el mundo. El año anterior ya era compañera mía y de Carlos, no nos sorprendía escucharla protestar en clase. Aún así, y Carlos lo sabía, yo nunca me perdía de intercambiar con el grupo de Carina, donde estaba Patricia.
–Dales la 6 y pedíle la 4 que no la encuentro- le decía yo y Carlos sonreía sin delatarme, había escuchado tan bien como yo que al lado nuestro el grupo de Carina discutía sobre la pregunta 6, con Patricia impacientándose,  y sabía también que la 6 yo la tenía marcada entre corchetes en el libro. Carlos era un buen amigo.
Un problema adicional era que a raíz de este mercado negro de respuestas, los productos finales de los distintos grupos tendían a ser muy similares, y un par de profesores (los más jóvenes, claro) mostraron su recelo. Por eso me preocupaba de que nuestros trabajos fuesen distintos al resto, más completos. En menor medida lo mismo hacía con lo que le pasábamos a Carina. No pasó mucho tiempo para que me diera cuenta de que Juan se preocupaba por lo que intercambiábamos con Sole. Fue César quien me iluminó sobre eso.
-Esto viene de hacer largo ya, Juan se le declaró a Sole hace 2 años, fue a su casa con una flor en la mano el boludo.
-¿Y qué pasó?
-Nada, Sole le dijo que lo quería como amigo nomás, y se lo dijo por decir, porque amigos no eran, porque no podía decir “como hermano” ¿No?
-Y no… pero ¿Cómo puede ser que no me haya enterado de nada?
-Bueno, es que Juan sólo me lo contó a mí después de insistirle una semana, lo veía tan mal… y parece que Sole ni siquiera se lo contó a Natalia.
-Si Natalia supiera…
-Por eso. Y como vos y Carlos llegaron el año pasado, a lo mejor alguien se enteró y ustedes no.
-Y me lo contás ahora.
-Sé que te gusta Pato- y se me hizo un nudo en la garganta.
-Cualquiera, nada que ver.
-Dale boludo, a ver decime que es fea.
-Bueno y qué.
-Que veo como le pasas lo mejor a Carina porque está con Pato, y a Sole le pasás medio pelo.
Solté una risa forzada, César me estaba poniendo nervioso.
-Hacélo por Juan no seas forro. El resto me chupa un huevo- lo decía por los otros grupos dos grupos, formado por chicas de perfil bajo que no jodían a nadie.
-Dale, no hay drama- dije.
Desde ese día entendí mejor a Juan, esa mirada perdida, mirando hacia nada y hacia adentro, pendiente de la voz de Sole, a quien tenía casi al lado, pero a la vez tan lejos, completamente inalcanzable, porque ella no le prestaba la menor atención, ni siquiera con antipatía. A lo mejor por eso, y por el hermetismo de Juan no lo había sospechado, Sole no estaba mal pero no había pensado que pudiese tener tan encandilado a alguien. A mí me iba un poco mejor, por lo menos Patricia me hablaba, mirándome a los ojos, se reía de algo que yo podía decir, y me decía “qué cabeza tenés nene, no sé como hacés”. Pero ella no sospechaba de mí, y si lo hacía, en todo caso podía refugiarse en la duda para tratar conmigo.
Ahora tenía más trabajo, intentando que a veces hubiese 4 respuestas diferentes para una misma pregunta, variando la forma del contenido. Sólo en Historia y Geografía, en el resto de las materias daba prácticamente lo mismo, en general los profesores sólo querían sus respuestas.
Una vez saltó la ficha en Historia de que algo estaba pasando, pero Carina logró escandalizarse más que el profesor, diciendo en voz alta que los libros de texto eran muy simples, y que muchas veces marcaban lo mas importante en negrita (o sea, las respuestas).
-¿Qué podemos hacer si lo ponen así? No es culpa nuestra ¿Sabe?
-Es una guía, a partir de ahí ustedes tienen que analizar y…
-Las respuestas están correctas ¿Nos va a desaprobar?
-No digo eso, pero inténtenlo chicos, no es tan difícil.
-Estos libros- dijo sosteniendo uno con la mano y soltándolo sobre la mesa- son una mierda, y encima son carísimos-. El libro cayó sonando como la sentencia de un juez en su martillo, dando inicio a que todo el curso irrumpiera a viva voz en las mismas protestas, en un coro ininteligible.
-Chicos, calma, acá nadie va a desaprobar a nadie…
Y Carina ya estaba sentada, satisfecha. Me miró como diciendo “No lo voy a poder hacer siempre, ponéte las pilas”.
Cuando llegaron los primeros exámenes la tuve difícil, pero me las arreglé para terminar rápido lo mío mientras guiaba a Carlos en lo suyo. Entonces me quedaba cerca de la mitad del tiempo, mientras fingía no haber terminado, para empezar a soplar al resto a mi alrededor, en voz baja o en pequeños machetes, papelitos enrollados adentro de una birome. César podía necesitar alguna que otra ayuda, pero generalmente se las arreglaba para aprobar solo. Juan nunca me pedía nada, y podía sacar un 9 como un 5, no parecía importarle demasiado tener un buen promedio, ni siquiera aprobar, pero era evidente para mí que iba a media máquina. Juan estaba en otra parte, lejos, como lejos de él estaba Sole, sentada una mesa a la izquierda y delante de él, en diagonal.
Idéntica era mi ubicación respecto a Patricia (ya todos le decían Pato). Así podía verla de espaldas cuando miraba al pizarrón, y de perfil cuando giraba un poco su cabeza a la derecha para hablar con Adriana, su compañera de banco. A veces se daba vuelta para hablar con Carina o con Gaby, y yo tenía que sacarle rápido la mirada para no ser sorprendido. Que eso pasase a la vez me aterrorizaba y lo deseaba, pasando más de una vez que sus ojos celestes cruzaran los míos, quedando yo paralizado como liebre antes de ser aplastada por un camión. Soportaba esta presión en el pecho día tras día, al tiempo que crecía como un cáncer, tomando mi garganta y el vientre, provocándome temblores compulsivos, lapiceras mordidas y suspiros al techo. Mi oído había aprendido a tomar su voz de entre el confuso murmullo del salón, desenmarañándolo, elevándolo por encima de cualquier otro registro, y cuando giraba sobre su hombro y me miraba de reojo, susurrándome para pedir ayuda durante un examen, poco faltaba para que me meara encima. Se la pasaba a Carlos con la birome, que inventaba un bostezo estirando el brazo hacia Gaby, o sino en un bollito de papel que yo tiraba al suelo despacito, pateándolo en dirección a Patricia mientras Carlos tosía como un condenado. Había que regular el movimiento dependiendo de cuán atento estuviese el profesor de turno.

En los recreos solíamos juntarnos con los de contable que habían sido compañeros nuestros el año pasado: Ale, Tincho y Damián. Carlos y Ezequiel eran los que más ligaban, solían tener alguna transa. Una vez dijo Carlos:
-Mirá ¿Ves esa que está ahí?
-¿Cuál?- preguntó Ezequiel
-Esa, la de la trenza.
-Sí.
-Esa me la comí en La Mónica en las vacaciones. Un mal aliento tenía la hija de puta! Pero me dejó tocarle el culo. Ahora se hace la que no me conoce.
-Esta de novia con Matías de 3º boludo. Hace 2 meses ya- dijo Ezequiel.
-¿Quién te dijo?
-Mi hermana la conoce desde 9º
-La concha de tu hermana entonces.
Y todos reíamos.
La hermana de Ezequiel se llamaba María. Flaquita, bien proporcionada, pelirroja, pelo corto a lo Meg Ryan. Divina. Pero yo solo podía fijarme en Patricia, del otro lado del patio, sentada entre las demás chicas, con la coleta en la boca mientras se acomodaba el pelo hacia atrás con las manos. Patricia riendo, con súbita coloración de sus mejillas. Patricia yendo al quiosco, mientras yo buscaba algo de dinero en el bolsillo para comprar algo también, preguntando si alguien quería que le comprara algo ya que estaba y me dieran la plata. Y Carlos con sonrisa cómplice: “Andá, andá” me decía.
Yo iba.

viernes, 30 de abril de 2010

Si dudás, redondeá para arriba


Un colectivo pasaba sobre la ruta 197 camino a Pablo Nogués y alejándose de la Panamericana, conmigo arriba. Pasaban de las ocho, y ya había anochecido. Así cedía el verano su paso. De día es fácil ubicarse, tener una dimensión del tiempo, e imperceptiblemente el sol regula lo que hacemos, según se ponga en lo alto o se acerque en el horizonte. Es como si a la noche eso no le gustara, como si renegase del modo en que el sol hace las cosas. Sean las 8 o sea madrugada hay sombra, a veces con luna, y eso es todo. Uno de mis pasatiempos como aspirante a antropólogo, aventurar concepciones animistas del universo. Imaginaba el punto de vista que suponía debieron tener los humanos hace miles de años. Es decir, cuando con la misma docilidad que ahora el mundo aceptaba que las cosas eran de tal o cual manera, solo que no existían aún las herramientas geométricas y menos todavía los viajes espaciales. La necesidad en ese entonces, como ahora, era que todos estuviesen de acuerdo en lo que el mundo es y en lo que se puede esperar de él, y quien fuese capaz de erigirse como poseedor de ese conocimiento, tendría el poder. Por como le veía, todo habría empezado por algo mas simple. Un golpe, y a lo mejor uno con garrote. La mujer se queda en casa y el varón sale a cazar. Y a la vez, el varón mas poronga se gana el respeto de los otros, ocasionalmente la obediencia. Esto me enloquecía y obsesionaba, porque a una escala infinitesimal empezaban las disyuntivas, variables a través de las cuales cada sociedad iba deviniendo en lo que vemos ahora ¿El lider es respetado o dirige con mano de hierro? La pregunta quedaba suspendida en el aire un momento, como parte de un ejercicio ritual. La angustia generada por el interrogante demandaba una respuesta a mi intelecto, quien por sus propios medios parecía no dar pie. Pero la angustia por sí misma tarde o temprano genera un calmante. Es un fenómeno psíquico, orgánico, que se manifiesta en forma de una idea. Mi objetivo era prolongar el mayor tiempo posible la ansiedad para encontrar una respuesta que realmente me sorprenda, y a la vez volver mi plato más y más apetitoso. Era esto lo que daba en un desenlace como de iluminación, de verdad revelada. En mi caso se daba al punto de cambiar el registro interno de la voz que a este ese momento había llevado adelante el proceso. En vez del escéptico impávido y minucioso, aparecía la seducción del orador. Lo primero fue dar con un término claro, que pudiese enlazar la serie de elementos hasta entonces inconexos y darles sentido. “Los recursos”. Según esa idea la clave para diferenciar el origen de los distintos tipos de liderazgo estaba en la disposición de recursos de subsistencia. Una red de comunidades podía convivir más o menos en paz si cada una tenía todo lo necesario para vivir y desarrollarse. Así parecía haber sido en el este de la Norteamérica precolonial, donde cada año las diversas tribus se reunían para competir por los mejores regalos. Esa parecía ser a la vez la razón de que pueblos surgidos de parajes inhóspitos como los vikingos y los mongoles fuesen grandes conquistadores. ¿Pero qué quería decir esto en el fondo? Así rezaba mi yo antes mecánicamente descreído, ahora absorbido por el hechizo de sencillez con que podía verse el asunto. Todo se trataba de la fuerza con que se imponía el poder cuando una sociedad está en peligro de desaparecer. Cuando los recursos son escasos comienza la lucha por sobrevivir, como en toda especie, solo que en nuestro caso aumentamos nuestras chances trabajando en grupos. Y enseguida pensé en los chimpancés o en los mandriles de la sabana tirando piedras a un gran felino. Intenté llevar esa imagen a la enésima potencia y pensé en una especie que fuese triunfando sobre todo el resto, expandiéndose por todo el mundo gracias a su combinación de grupo unido y manejo de herramientas. Nosotros. En ese caso, tarde o temprano la lucha por sobrevivir sería entre nosotros mismos. Sentía en el fondo que había alguna clase de ecuación al estilo “Relación apellido alemán-apellido noruego” que cuantificaba los elementos de este enfoque, y que en tono glacial debía decir algo como “a menor disposición de recursos para un mismo número de comunidades (o a un mayor número de comunidades para una misma cantidad de recursos), es más probable que alguna/s de ellas devenga dominante para someter, expulsar o exterminar al resto”. Para quienes presentan una fijación pitagórica por los números y las fórmulas, es decir, para quienes este envase indica que dentro está la verdad buscada, esta especie de principio así presentado sería suficiente, pero mi ritual exigía más. Porque había una razón todavía más profunda que lo dirigía, a una escala más diminuta y por eso difícil de precisar. Pero yo la sabía, y la presentía como se espera la lluvia después de los primeros truenos. Se trataba de lo que era capaz de hacer una persona cuando se ve forzada a sobrevivir, sea lo que sea que eso signifique en cada caso. No era otra cosa lo que toda persona sondea cuando pregunta a otra que haría en tal o cual situación límite. Ezequiel hacía esas preguntas.

-Ponele que viene un chorro y te ata a vos y a tu familia en tu casa. Pero onda, viste esos chorros que se violan a gente que le roban y les pegan hasta dejarlos inconcientes.
 -Se.
-Bueno que son varios chorros y te están desvalijando, y entonces uno así el más poronga se pone gede- intercaló una pequeña risa, como de quien propone una jugada audaz- y se quiere violar a tu hermana que tiene síndrome de down, y los demás se cagan de risa y les cabe la idea.-Me detuve levemente en la sensación de mierda que la idea me provocaba, imaginando el escenario.
-Ahá. Bueno estaría atado, pero trataría de apelar a su moral, no sé, onda “No seas así, a ella no”, o sea que nos robe, ya fue, le prometo no hacer denuncia total sabe donde vivo.
-Pero es un chorro y violador, le chupa un huevo. Además no le estás ofreciendo nada que de por sí ya no te pueda sacar por tener un arma y saber donde vivís.
-Bueno no sé, grito a lo desquiciado para que no pueda cogérsela en paz, capaz desiste.
-O te pega un tiro, pero eso no salva a tu hermana, te salva a vos nomás de presenciar como la violan.
-Capaz… Pero si grito capaz alguien afuera escucha y eso no le conviene. Suponiendo que no me hayan amordazado. Ahí no podría hacer nada… De última me muerdo la lengua para empezar a chorrear sangre, a lo mejor eso espanta al más impresionable y empieza a presionar para irse a la mierda rápido. Viste que siempre hay un gil en las bandas.
-Si, en las películas de bandas… -risas de ambos-.Y ponele entonces -se rió ahora otra vez, como retrucando-, te querés hacer el loco pero estás atado y le decís onda que pare, y se te caga de risa. Y te dice que vos elegís, que te deja vivir violando a tu hermana y a tu vieja mientras vos mirás todo, o te mata y no les hace nada.
-Le digo que me mate. Pasa que ¿Cómo creerle? Si es un chorro que me está desvalijando la casa no voy a pretender que sea un tipo piola.
-Pero hay chorros piola, no es lo mismo que te la hagan fácil para que les des todo sin lastimarte a quemarte de una sin preguntar.
-¡Chorros piola! Jajaja igual eso suele ser porque vienen re duros de merca, bah antes. Ahora es con paco. El problema es que por más que no pueda saber si me dice la posta, sería una mierda vivir sabiendo mi familia ve en mí al que no dió la vida por la inocencia de su hermana. Que se yo, en el fondo me pregunto, ella seguiría viva, yo también, pero es una sensación de mierda. No es tanto por esa lógica de quien queda vivo y después remontarla como se pueda, que te admito sería mas racional, es más ese momento en que pensás en como va a ser tu vida si no te morís ahí aunque sea con la esperanza de que el gede esté diciendo la verdad y no la vayan a tocar después.
-No decís nada de tu vieja… -sonrisa malévola-. No la querés.
-Pero es mi hermanita boludo la que más importa, si hay alguien que es prioridad que no pase por algo así es ella, no tiene herramientas como una persona normal para racionalizar lo que pasó y superar el trauma. No sé, me la imagino re perturbada…y si no muero ahí intentando salvarla me volvería depresivo de verla nomás, mortificándome toda la vida y me terminaría suicidando. Ya de por sí me comporto como buscando la excusa para recibir castigo, así habría encontrado la excusa perfecta para pegarme un tiro…
-O sea que si la quieren agarrar a tu vieja, te hacés el boludo mostrando algo de indignación, pero sin ofrecer tu vida.
-Hay un estudio sobre una comunidad…
-Daaale jajaja
- Pará. Hay un estudio etnográfico sobre una comunidad, creo que de Malinowski en las islas Tobriand.
-Ahá.
-Cuando alguien moría, las minas tenían que mostrar signos de dolor y sufrimiento desgarrador, tirarse tierra en el cuerpo, llorar, todo. Los familiares ¿No? Y se ponían en grupo para hacerlo, ponele que era un flaco el muerto, bueno, entonces la madre, las hermanas, etc. Pero también la esposa y sobre todo la familia de la esposa, porque si no mostraban ese padecer en el ritual se pudría todo y no les correspondía nada en el reparto de los bienes.
-Ahá, claro.
-Onda que cuando alguien moría todos pensaban en los bienes, era particular de esa cultura, como acá con los regalos de navidad. Viste cuando alguien se va del país y quiere vender todo ya, casi regala las cosas, y que aparece gente de cualquier lado desesperada por conseguir algo por dos mangos. Bueno así.
-Re piola. Acá nos hacen vestir de negro y ponen un cura a decir pelotudeces de alguien que no conocía. Seguro el cura es pedófilo.
-¡Ja! Si. Y resulta que el tipo este que los estudia se da cuenta de que las minas tienen-que mostrar dolor, y que no lo hacen así espontáneamente. Así como algo más teatral, no de posta.
-Bueno pero si él se da cuenta y la familia del fiambre no, son medio pelotudos, cualquiera. ¿Cómo que se dio cuenta?
-Pero no, o sea…
-Era rubio y de ojos celestes, claro. Y cristiano.
-Jajaja no boludo o sea, claro que la otra familia se daba cuenta de que era un acto todo, pero era el ritual. Ellos querían que den los signos ceremoniales del funeral como muestra de respeto al grupo, no importaba que sea fingido o no. Reclamaban respeto, y el dolor en sí no era importante, era…
-…el símbolo de ese respeto.
-Cláaa…
-¿Y entonces?
-¿Bueno y viste esa peli “Cuatro funerales y una orgía”?
-No existe esa película.- dijo sonriendo.
-Debería existir. Pero viste que en los funerales de gente de plata todos los interesados en la herencia por lo menos tienen que ir al funeral. Puede ser una cláusula del testamento que se lee después, imagináte. Yo haría eso.
-Y si quieren morder algo sí, mímino tienen que estar.
-Es así, todo pasa por ahí. Lo reconozcamos o no, es secundario. Bueno, y con mi vieja pasaría algo así.
-Jajaj ¿Cómo?
-Nadie, ni ella, me podría pedir con autoridad moral que yo dé mi vida para que no le hagan eso. Y enton…
-Decílo, que la violen.
-… y entonces yo daría mi señal de respeto. Tendría que demostrar que eso me parte el alma, sacudirme en la silla o en el suelo sin amenazar seriamente mis ataduras, enloquecido, rabioso, hasta llegar al momento de la frustración y de llorar desconsoladamente. Tendría que vivir con eso, pero se puede pilotear.
-Para mí que no la querés a tu vieja, que querés que te diga….
-Tomatelá hijo de puta…
-Jajaja!
-Si no me pasas el control remoto me garcho a la perra. Ahora.
-Te recomiendo a Selene que está en celo.
-Dale paja cambiá de canal, odio esta publicidades de mierda. “Mandá joda al 2020.” ¿Qué mierda se supone que va a pasar? ¿Aparece una bola de espejos de la nada? La verga!
-Sale una trola mágicamente del celular y mueve el culo. Y ahí si mandás “culo” al 2020…

(risas)

No había pasado mucho desde eso, y me servía para pensar desde esa óptica. Porque una comunidad que diese la vida por la supervivencia de otra es simple, dejaría de existir. No sabríamos nada de ella y evolutivamente sería un fracaso. Una comunidad que en condiciones de escasez de recursos puede sobrevivir es porque acapara esos recursos, a menos que emigre a otro lugar. Y al analizar una zona geográfica dada, las que hayan emigrado son irrelevantes. Interesan las que pudieron quedarse, y cómo lo hicieron. Como dice el Dos-Caras, te morís siendo héroe, o vivís lo suficiente para convertirte en villano. Mi intento de explicación era que se trataba de un líder. La gente sufriendo, temerosa de ver morir a sus hijos de hambre o de sed comienza a exaltarse, y acentúa la frecuencia sus danzas de la lluvia o lo que sea. Pero nada de eso funciona. Y entonces el pueblo ya está dispuesto a cualquier salvación, sea cual sea. Dispuesto a seguir a quien sea que proponga una salida, cueste lo que cueste. Es decir, todo estaría preparado para la aparición de un gran lider, patriarcal, de tipo militar. Alguien capaz de coordinar la fuerza hasta entonces confusa de los individuos y formar un cuerpo coordinado (Y pensé en los grandes conquistadores, incluso los fascistas contemporáneos, desfilando ante mis ideas, como escudriñando una pintura; los veía asentir levemente, con interés). El impulso vital de esta unificación a modo de esqueleto era la voluntad de poder del líder, su capacidad para ser obedecido. Es lo que permite hacer planes sólidos por ejemplo para invadir una aldea, y a la vez reaccionar rápido al ser invadidos. Un consejo de ancianos no sirve ante una situación así, genera demasiadas variables y posibilidades de traición por la filtración de la información. (Una imagen del parlamento democrático volando en pedazos pasó en un flash). Como hacía Ezequiel con sus planteos de mierda, había que llevar la situación al límite, como una prueba de simulación, y establecer probabilidades de supervivencia. Una voluntad que domine todo puede decir vuelen el puente sobre el río para que los invasores no lleguen, y el puente se vuela. Si fuese por los ancianos para cuando la aldea está prendida fuego todavía van a estar discutiendo. En ese sentido un gran lider garpa mucho más. Con el tiempo, el lider muere, pero su deseo de perpetuarse lo lleva a establecer un heredero para su legado, no necesariamente un hijo, y puede que el sistema de poder se sostenga, puede que no. Pero si sucede ¿Cómo es que sucede? Y entonces volví al principio, al establecimiento de una cosmovisión más o menos firme, una versión de lo que es el mundo y el significado de la vida. La luna, el sol las estrellas, los animales, el mar, las montañas, la putrefacción de los cuerpos. Todo tenía que tener sentido en una especie de cuento pleno de simbolismo. Probablemente la comunidad ya tuviese alguna clase de sistema de creencias que preexistan al gran líder. Mi interés pasaba por cómo éste debía consensuar con esta visión, públicamente ante sus súbditos, para legitimizar su poder político. Un chamán respetado, una hechicera de prestigio. Un detentor espiritual. Napoleón me miró mientras recibía la corona de las manos del Papa, me guiñó el ojo mientras se la colocaba él mismo, y Constantino se reía por lo bajo. Es ahí, en ese cruce, cuando el poder político se vuelve religioso, y viceversa. Ahí el líder empieza a meter mano en el orden del universo y mete lo que le conviene. Enrique VII tosió. Y cuando logra volverse representante de las fuerzas espirituales sobre la Tierra, la farsa es completa. Cuando un sistema así echa a rodar tarde o temprano aparece un dios al estilo monoteísta, o al menos un dios supremo que domina a los dioses menores. Cristalización personificada, antropomórfica, en la conciencia de los dominados de ese poder que los enreda, el que todo puede, todo lo ve, y todo lo juzga. Y quien tuviese la marca del poder era la voz de ese dios en este mundo, más valía seguirlo. Era la salida más eficaz para que el poder sobreviviese a los líderes históricos, a los malos líderes sobre todo. Cuando un pelotudo cualquiera pueda gobernar sabremos que la civilización habrá progresado al máximo. El próximo paso sería el último de la humanidad: Deus Ex Machina.

Sabía que estaba dejando cabos sueltos, problemas irresueltos. Pero la seducción de entender de qué se trataba todo era muy fuerte, y me llevaba a toda marcha. Todo buen orador sabe evitar los detalles que complican todo, recorta, simplifica lo conflictivo, lo que no sirve para contar su historia. Sabe generar la sensación de que las cosas cierran, y es entonces cuando mejor miente. Y todos adoramos a los buenos oradores, casi olvidamos que para tener carisma hay que saber mentir bien, redondear los ángulos agudos de la realidad. La gente lo pide a gritos.


Imagen: "Eyes see U 2", de Flame Eluge

martes, 6 de abril de 2010

La homosexualidad y la confesión

¿Por qué la homosexualidad es cosa de confesion y la heterosexualidad no? es muy simple, una cosa es tradicional y la otra no. No es que algo esté bien y lo otro esté mal en el sentido moral-filosófico, pero si es algo que está mal visto por nuestra cultura, en la cual pesa el elemento judeocristiano, queramos o no. A mi me parece un poco naif cuestionar las bases de esa moral, en el caso en que se pretenda que las masas cambien su parecer al respecto a fuerza de razonamientos, porque no lo van a hacer por esa vía. La discriminación a la homosexualidad tiene ante todo un papel social definido, por ejemplo en un pueblo, que es preciso primero reconocer si se quiere hacer algo al respecto. La homosexualidad, antes que una elección de objeto sexual (individualmente), implica ser menos varón en términos de masculinidad y virilidad (socialmente). Lógico, las víctimas de este criterio protestan indignadas por el juicio a una elección en apariencia inocua, pero para decirlo en criollo, el típico padre no quiere que su hijo sea homosexual. Si, a pesar de todo el discurso de dejarlo que elija, un padre que quiere a su hijo le proyecta sus aspiraciones y no quiere que sea homosexual. Algunos son felices mientras sea un escritor fracasado con tal de que no sea homosexual. A un padre así no le gusta que un homosexual ande por ahí como si nada, que se pueda casar con un hombre, etc. Ése es el principal problema, que en la ciudad no se ve tanto, porque precisamente la urbe es el símbolo moderno, donde cada uno hace lo que quiere y todos son desconocidos. Falta ahí lo que si está presente en un pueblo, donde si a fulano lo ven cogiendo con un flaco afuera del bar al otro dia todos se van a enterar, va a ser marcado, alejado de los nenes, oveja negra. Los medios a lo mejor revitalizan eso, porque hacen pública una realidad que "mejor sería ocultar a los nenes", y ahí cae Ricky Martin diciendo que le cabe. En eso que a lo mejor podemos llamar aldea global, todos "conocen" y "saben" quien es Ricky, el que cantaba Maria, etc. Entonces pasa un poco lo que pasaba en el pueblo, donde de repente todos se enteran que el Zoilo es bufarra.
Hay que buscar las razones a ese nivel para mí. No tanto en los motivos particulares que pueden aducir las personas que discriminan (como el ejemplo del padre que no quiere que su hijo sea trolo), generalmente ellos ni saben por qué lo hacen (en el sentido de la función social que eso cumple). Solo hacen lo que les enseñaron a hacer. Pero hay una historia de esa enseñanza. Quien quiere respuestas, puede rastrearla.

En cuanto a Ricky Martin, convengamos en que su carrera estaba bastante baqueteada ya, y con esto remontó bastante, volvió a las tapas de las revistas, etc. Si dentro de poco saca un nuevo disco, me atrevo a sospechar de que tenga un representante maquiavélico.

Imagen: nombre y autor desconocidos

sábado, 6 de marzo de 2010

Mi primer pseudo-orgía

 Creo que todo empezó hace mucho tiempo, cuando me topé con libros del marqués de Sade, pero fue cuando conocí un blog de relatos eróticos hace unos meses que empecé a coquetear mas en serio con la idea de tener una experiencia libertina. A mi me gusta llamarlas así porque a pesar de lo que puedan decir los swingers del respeto, lo cierto es que se quiebran ciertos cánones clásicos, que hay un contraste entre el juicio de los más puritanos y las miradas cómplices que hay entre los libertinos en los mejores momentos (que no puedo calificar sino de perversas). De sólo pensar en ese veneno de las miradas a lo Andrew Blake me da tanto morbo…Me encontraba fantaseando mas a menudo con escenas de tríos, de orgías, de intercambios, de guerras silenciosas: en el colectivo, en el trabajo, en la facultad.

Había conocido a esta chica. Sumido en ese encandilamiento que da inicio a todas las buenas historias pasamos muy buenos momentos, teniendo ansiedad del próximo encuentro, extrañándonos, imaginando como sería hacer el amor. Cada noche que pasamos juntos nos complementábamos mejor, haciéndole jugarretas al deseo, dejando siempre algo para hacer en la próxima que pudiéramos anhelar. Así pasaron varios meses y nos apegamos bastante. Ella tenía esa costumbre de pellizcarme en los lugares públicos, y yo tenía que controlar mis reacciones de risa/dolor. Cuando con sonrisa triunfal le decía que es una sádica, que su rechazo a la violencia es una hipocresía, ella me decía que lo hacía para mi placer, porque supuestamente soy masoquista. Y yo no se lo podía negar el todo, así que mientras ella me seguía pellizcando y yo disfrutaba pensando que junto a mí sacaba a relucir su enmascarada violencia, pasábamos un buen rato.
Habíamos hablado varias veces sobre el asunto de tener experiencias con más personas y yo ya había despachado mi artillería contra los celos en las parejas, contra la monogamia burguesa, a favor del placer y del verdadero amor. Ella no se oponía, sino que asentía pensativa, como si le estuvieran mostrando un punto de vista lógico para cosas que ella venía pensando desde antes. A medida que yo me mostraba más abierto pude darle la seguridad de que no iba a tratarla de poco femenina o algo así por tener estos fantasías, sino al contrario, y se soltó más a intercambiar ideas. Nuestro ideal convenido quedó en un trío con otra chica. Su condición era que esa chica se parezca a Celeste Cid, lo que me dio mucha risa por lo tramposa que estaba siendo, pero era un comienzo. Cuando estaba solo en mi casa pensaba en que ella a lo mejor fantaseaba con Celeste Cid y conmigo dándole placer, y cuando me quería dar cuenta me estaba mordiendo el labio inferior a lo dat ass.
Un día quedamos en vernos en el centro, sinceramente no sabíamos que íbamos a hacer. Pero un ratito antes de salir me llegó un mail de la chica blogger atendiendo mi pedido de recomendación de un bar swinger. Chequié la dirección. Era fácil llegar y parecía de buen nivel, así que me costo contener las ansias durante el viaje,  iba ya fantaseando y la cabeza me echaba humo. Cuando nos vimos al poco tiempo le dije de ir a un "antro de perdición" cercano que me habían recomendado. Me hice el confiado, obvio que si me ponía en indeciso no iba a funcionar, y para mi regocijo dijo "dale, vamos". Ella no sabía exactamente adonde íbamos pero confiaba en mí. A pesar de que todo parecía demasiado bueno para estar pasando, tenía que continuar con la pose Sledge Hammer onda "sé exactamente lo que hago".
Llegamos. Nos quisieron explicar una especie de código basico de la gente del ambiente, los dos hicimos gesto cómplice de "no somos idiotas" y entramos. No había demasiada gente, pero pintaba bien. Tomamos unos tragos, mientras la sola idea de estar en ese lugar nos calentaba. Sabiendo que parte del atractivo era mirar y ser observado, nos besamos descaradamente, amenazando nuestras manos los límites de la decencia. Ella, que siempre me sacaba la mano cuando iba demasiado lejos, ahora me dejaba hacer. La gente a nuestro alrededor se conocía, hablaban como si fuesen buenos vecinos o algo así. Nos decíamos que "seguro se juntan desde siempre a hacer de todo, como una especie de comunidad, que envidia...". Sentía que tenía a mi alrededor gente llevando el estilo de vida que yo quería tener algún día. Y entre mis brazos estaba la chica que me permitía estar más cerca de eso, más cerca que nunca.
Cuando entré vi un cartel de una zona de "solo parejas", se lo recordé y fuimos ahí. Entrar a un cuarto a media luz donde hay más de 5 parejas garchando y todos en bolas fué como un sueño hecho realidad. Máxime porque ella miraba con tanto interés como yo, y eso me calentaba todavía más. Ella se rió de mí porque yo miraba más a los reflejos en el espejo gigante de la pared que a las personas mismas, un fetiche (entre otros). Uno de mis miedos era que el lugar resultase grotesco o poco sensual, pero reconozco que había parejas muy atractivas, no solo por lo estrictamente físico, sino por ese canto de sirenas que fué para mí escuchar a muchas mujeres en la misma habitación gemir de placer. Cuando la pareja al lado nuestro, que parecía estar en nuestra misma situación, se sentó en el sillón que teníamos adelante y la chica le empezó a bajar el cierre del pantalón, ya no pude contenerme más. Me senté y ella me lo bajó también, me la empezó a chupar despacio. Mientras miraba al lado mío, la rubia no perdía el tiempo. Me quise matar cuando vi que ella se había venido en pantalón de jean. Claro, si no sabía lo que íbamos a hacer... no me resigné. Le señalé un sillón que estaba un poco más esquinado y rebuscado, le dije que cojiéramos ahí, que yo la tapaba con mi cuerpo. ¿Había estado ella dispuesta desde el principio a hacerlo? ¿Consintió por la calentura del momento? No sé, porque algo que me gusta mucho de ella es que nunca deja de parecerme tímida y tan femenina, por momentos pudorosa, y sin embargo es una pervertida. Pero bueno los hombres nos sentimos re grosos cuando podemos pensar que fue por nuestra irresistible seducción que pasó tal o cual cosa, que infantiles podemos ser, como si la mujer no tuviese su propio deseo. La llevé al sillón esquinado y le bajé el pantalón despacio. Mientras la besaba me terminé de poner el forro y poniéndome encima de ella la penetré. Estaba tan caliente, húmeda. Para los dos era la primera vez que cojíamos a la vista de otras personas (¡que estaban garchando también!), lo más cerca que había estado de una orgía en mi vida. Esa sensación de estar siendo mirados me ponía a mil, y por otro lado me tenía como tensionado y un poco nervioso, por eso fue tan intenso el orgasmo que tuvimos los dos, liberador, ella primero, y yo poco después. Tenía esa sensación de que podía morir en paz y en el nihilismo más puro en ese preciso instante, pero en medio de tantos gemidos poco tiempo pasó para que sintiésemos de nuevo el deseo. Lamentablemente el lugar ya tenía que cerrar y nos tuvimos que ir. Mientras íbamos camino al hotel hablábamos sobre lo que había pasado, porque el lugar estaba bueno, porque el ambiente era genial, porque la experiencia había sido inolvidable. Una vez ahí lo hicimos 2 veces antes de caer desfallecidos. Al otro día, tras poco tiempo de despertar, ya estábamos fantaseando de nuevo. Porque teníamos que volver a ir ahí. Y volvimos.

Imagen: "Mr. Peep" de Brian Holderman

miércoles, 20 de enero de 2010

Libertinaje: nuevo envase


Creo que en la nota de la revista Viva hay algo de farsa. No porque las historias sean inventadas, sino porque se da cierta imagen de que hay un "nuevo" modo de vivir las relaciones amorosas que está en crecimiento. Se da esa idea de que es un anticipo de lo que serán en el futuro esas relaciones, y eso me parece re cualquiera. Poco de realismo y mucho de truco publicitario para jugar con el morbo y el fantaseo del lector. Aún cuando nos creamos tan liberados de los preceptos del pasado acerca del amor y el matrimonio, lo cierto es que para proyectos como un automóvil, una hipoteca, es mucho más factible que se den matrimonios tradicionales (o sea, con la correspondiente cuota de infidelidad, pero eso no es lo decisivo). Desde hace miles de años en Occidente viene siendo la propiedad de los bienes lo que divide a las personas, y si bien ya no se trata tanto de matrimonios arreglados, en todo caso los mismos interesados en casarse son los que velando por sus intereses en ese sentido apuntan a un matrimonio y a tener hijos.

Por otro lado si, tenemos gente como muestra la nota que elige vivir relaciones múltiples, pero se trata en la gran mayoría de personas de entre 20 y 30 años con muchas ganas de garchar y que no le rompan las bolas con planteos boludos, y a la vez formando parte de un nivel socioeconómico que le permita, primero, lograr concebir el poliamor como estilo de vida con carga filosófica (o sea educación y herramientas culturales diversas), y segundo, dinero y medios para realizar y sostener un proyecto así (un departamento con 6 ambientes full equipment en medio de Vicente Lopez o algo por el estilo). De modo que tratándose de una minoría que a su vez forma parte de un sector minoritario no podemos hablar del "amor del futuro", pero si de un intento de reciclaje de algunos conceptos socialistas que se reflejaron en los intentos de comunas que se vieron ya en el SXIX. La gran mayoria fracasó, y lo mismo pasó con los hippies ayudados por las drogas. Solo que ahora no se trata de un ideal para cambiar el mundo, ahora se trata de "vivir la vida al máximo, con responsabilidad y conciencia".
El rechazo que estas personas manifiestan hacia las situaciones de celos me parece muy válido, pero solo pueden tener esa posición tomada en base al contraste con lo tradicional, para poder decir "estamos mas allá de toda esa cosa infantil de la posesividad y las limitaciones sin sentido", y eso implica crecer observando eso que luego rechazan. Con esto quiero decir que sus hijos (si es que los tienen) no serían de ninguna manera una progenie que continuaría a modo de legado un nuevo modo de vida, es decir, no necesariamente. Tampoco deja de ser cierto el que una mujer o un hombre (pero sobre todo una mujer) que se acostumbre a ser deseada sexualmente y codiciada por su entorno, situación en base a la cual se establece un narcisismo fuerte, será siempre alguien más propenso a utilizar esta ventaja a su favor buscando al mejor partido en vistas a la monogamia.
Por último, es una práctica ya conocida la de ofrecer panoramas futuristas que no contemplan la realidad socioeconómica de los sectores mas marginados, lo que los hace más bellos pero menos creíbles. Lo que llamamos poliamor en Palermo Soho, en La Matanza es puterío, y seguirá siendo así mientras haya gente que se muera de hambre.

Una novedosa manera de ofrecer una práctica libertina para quien puede pagarla, un nuevo envase. Pero realmente, nada nuevo bajo el sol.

Imagen: durante el backstage, parte del elenco de "Maria Antonieta" de Sofía Coppola