sábado, 28 de noviembre de 2009

La pregunta por el saber

Desde la epistemología se nos alienta a interrogarnos por la pregunta acerca del saber en sí mismo. Eso me hizo pensar que o se asume de antemano alguna clase de respuesta válida, o que al menos el ejercicio de preguntarse al respecto es productivo, que vale la pena. Tal vez el sentido que el efecto cronológico provoca nos sirva para explicarlo, pero antes voy a decirlo desde el principio: hay algo alrededor de este asunto de la verdad que huele mal.
Para algunos la alegoría de la caverna de Platón representa el camino al alumbramiento. Cuando se admite la ignorancia y la oscuridad que nos rodea nos vemos tentados a asumir que ello nos acerca algunos pasos hacia un saber más fiable, y acaso (anzuelo mordido) definitivo. Guiados por esta esperanza confiamos en que si bien no tenemos la verdad ella existe en alguna parte en lo alto (suena bien a menos que tengamos en cuenta a Yuri Gagarin...). Platón se equivocaba cuando censuraba los saberes de la caverna al ensalzar los del iluminado, puesto que si ese iluminado no es capaz de convencer o someter a los que se quedaron entretenidos en la oscuridad no hay utopía que valga: no funcionará. Sabemos que Platón políticamente fue un fracasado.
Si el saber es poder, siempre es una construcción social. Siempre se manifestará de alguna forma por parte de alguien hacia otros, en forma de discurso o indirectamente en forma de artefacto. Como sea, un saber enteramente abstracto es un oximorón. Un saber que no se despliega es un fuego que no quema. Así, el saber será siempre relativo a un contexto histórico determinado, en el que estarán operando condiciones específicas por las que algo pueda llamarse verdadero. Incluso cuando en oposición al poder alguien levante la voz indignado, en el fondo apela a algún ideal particular y propio de su época. Es lógico que nos sintamos el centro de la historia, pero no es la primera vez ni la última que ella nos vea pasar con esa convicción.
Bacon no se queda atrás en la mortificación de los sentidos, y al igual que Platón aspira a un conocimiento definitivo, en este caso de las leyes de la naturaleza por medio del método científico. También ahí hay algo que suena a falsa promesa, al menos en parte. Kant se percató de ello, y entremezcló los requerimientos practicos de un método científico con las condiciones a priori del conocimiento humano. Una mano lava a la otra. En el fondo harto de tanto desvarío metafísico advirtió que era necesario determinar los conceptos, ya que los cimientos de la torre de Babel es que todos hablen el mismo idioma. Y otra vez en el fondo hay algo de trampa en esto de lo que es y de lo que se necesita para que podamos decir que algo es. El mundo verdadero ya no era posible, pero sí necesario teóricamente ¿Para qué? Para ejercer el poder. El estado de todos contra todos no lo permite, y Hobbes lo sabía.
Nietzche es quien ya habla claramente sobre este tratado de paz. Podremos no saber nada en absoluto, pero mientras acordemos en algo, sea lo que sea, ya estaremos encaminados. La esencia de las cosas no es sino la esencia del dogma acerca de lo que se precisa pensar para que las cosas sean. A medida que va pasando el tiempo nunca falta quien se ensueña en este requisito práctico para ponerlo en un altar tornando el efecto en la causa, y el embuste queda completo. Incluso ya podemos creer que el mundo verdadero es asequible. Por supuesto eso no sucede de manera históricamente identificable, es a la vez una simplificación grosera de la historia de la humanidad para que nos demos una idea de en qué estamos metidos. Y al hacerlo, no podemos sino ser cómplices de la verdad, de las condiciones de saber que ella impone.
Aquí el saber muta y pasa a ser la conciencia de la imposibilidad del saber absoluto, tal como lo postulaba Sócrates, concepción aparentemente desanimadora y en desventaja, pero si hay un muro en el horizonte adonde apuntamos, siempre es mejor saberlo. Actualmente el saber pasa en mucho por el establecimiento del límite a las aspiraciones de lo absoluto, consigna que siempre distinguió al posmodernismo. El positivismo, creyendo ser capaz de aprehender las leyes de la naturaleza no aspiraba sino a poder ejercer un poder por sobre todas las cosas, y en ese sentido la muerte de dios fué como una fiebre de oro de la tecnología. El mundo era una mina inexplotada. Fueron los horrores de la guerra en el SXX (sobre todo la 2º) los que darían el principal influjo a que se empezase a desconfiar de las excesivas esperanzas puestas en la ciencia, que se tendiese más a pensar que siempre hay algo indeterminado que excede a la razón, y que aunque sea infinitesimalmente puede provocar un desastre. Siguiendo a Tusam, Chernobyl demostró que "puede fallar".
Sin embargo en las últimas décadas se advierte una especie de síntesis que proviene de la experiencia y que deriva en una ciencia más madura. Muchos matemáticos ya no tienen problemas en decir que una ecuación es una obra de arte. Aún cuando las tendencias deterministas subsistan en el biologicismo galopante no se trata de un corpus teórico serio, antes bien de una imagen que se pretende acompañe mejores ventas en campos como la clínica farmacológica, donde hay una pastilla para cada malestar (y la mercadotecnia simpre implica que lo que dice un eslogan no es necesariamente cierto, pero si conveniente). Lo que parece cobrar más vigencia es lo que surge en la conciliación (o choque, según como se lo vea) entre la necesidad de adquirir poder y la imposibilidad de dominarlo todo. Es el razonamiento que hay detrás de la designación de un juez: no se pretende que sepa todo, pero ya que es necesario designar a alguien que dicte sentencia en las disputas, que sea alguien lo mejor preparado posible. Desde este pragmatismo se sabe que aún cuando no se pueda determinar con exactitud la correlación entre cada átomo del cuerpo humano con los que lo rodean, eso no evita que pueda evitarse una enfermedad X aplicando una vacuna X. El saber se fragmenta, se hace válido según el objetivo y el campo el que se aplique, se relativiza. No importa que algo sea cierto o no en lo abstracto, importa que funcione. Es un pensamiento volcado de lleno a la tecnología y menos hacia el discurso ético y filosófico. Hay experimentos medicinales en humanos por parte de los laboratorios en África en beneficio del Primer Mundo, pero está bien mientras no se haga ruido sobre eso en los medios, mientras los consumidores presten atención a otra cosa. Eso evita el dilema. Probablemente más de la mitad de quienes lean esto usen calzado hecho en algún país del sudeste asiático en condiciones deplorables, pero está bien mientras nadie se detenga a pensarlo. En este sentido la ciencia actual, detentora por excelencia del saber, se benefició del discurso posmodernista: si todo es relativo, la relación entre la carne y los mataderos es la misma que entre el mar y la cotización del dólar ¿Los impuestos que la gente paga en EEUU van para la guerra? Bueno... ¿Quién sabe verdad?
En Nietzche se entreveía que detrás del saber siempre está la voluntad de poder, no es nada descabellado que Foucault viniese después a decir a decir sin rodeos que el saber es inseparable del poder, que ambos son caras de la misma moneda. Desde el poder se sabe que la gente siempre está insatisfecha, y que por ende siempre tendrá motivos para quejarse, incluso aunque todos estuviéramos en el cielo que las religiones prometen. La fe nunca puede constituir un saber, porque no implica un poder, sino un ponerse a merced de algo o alguien. Y si el mundo perfecto es imposible, los que sabemos siempre correremos con ventaja sobre los ingenuos.

Imagen: título desconocido, de Quentin Lëwn

martes, 13 de octubre de 2009

El ansia

Despierto otra vez. Intento retener el sueño que te devolvía a mí, vestida sólo con un camisón blanco. Lo consigo a medias por un lapso confuso de tiempo. Después paso una hora con los ojos entrecerrados por la luz de un sol que pasó de largo el mediodía, debatiendo en si estoy un día mas cerca de verte o un día más lejos de la última vez que te vi. Sopeso cada posibilidad detenidamente, una y otra vez, insistiendo en cada una para aumentar el efecto de la contraria. Si es imposible decidirse, puedo pensar en la idea de verte interminablemente.
Te vi tantas veces ya esperando que yo llegue a nuestra cita, te vi tantas veces llegar habiéndote yo esperado, nos abrazábamos redimiéndolo todo, nos reíamos de cómo habíamos cambiado. Demorábamos el beso que sabíamos sería irrepetible, y a cada paso entrábamos en un mundo privilegiado, a resguardo del horror del mundo. En esa idea que yo tenía de vernos eso era posible. Y cuando dudo de si no estoy cayendo en una espiral de humaredas y ficciones, recuerdo tu voz confesándome por teléfono esa frase que resuena en mí por momentos como un martillo angustiante, y a veces como un suave oleaje que me desarma por completo. Abandonándome entonces al imperio de esa frase, caigo en imágenes innombrables, en breves alucinaciones que me acosan en el colectivo y en verdad en cualquier lado en que llegue a mi pensamiento tu imagen. Es un padecimiento y a la vez un verdadero placer que andes rondando siempre mi foco de atención a la menor excusa, extraordinaria la habilidad con la cual tu nombre logra infiltrarse por vía de asociaciones insólitas que causan mi risa y que causarían también la tuya.
Como un mástil rompiendo olas persisto ante las postergaciones, y enredado en lo más hondo por la vergonzosa idea de que la consumación es enemiga del deseo. Es que hay cierta magia en la idea de verte que me inunda y que hace de mi espera todo lo contrario a un sacrificio. Aún así, me pregunto si esa magia soportará a pesar de todo, y por cuánto tiempo… mientras el viento me arranca la ropa y la lluvia moja mis pies me cobijo en la esperanza de estar ahí para cuando quieras verme de verdad.

Hora de levantarse. Es tarde. Siempre es tarde.

Imagen: Beso, de Edvard Munch

lunes, 28 de septiembre de 2009

Debate y consenso

Una de las cosas más cómicas que me tocó observar en lo que va de cursada fué cómo en el último plenario se iba llegando a una especie de consenso a medida que se iban retirando de la clase más y más personas porque se hacía más y más tarde (cuando finalmente todos nos levantamos ya eran las 23.15). Es evidente que en la medida en que se llegue al acuerdo que sea por esa vía el plenario será siempre una ficción que no lleve a ninguna parte. Una de las razones por las que el consenso se hacía imposible, era la insistencia de cada uno en cerrarse en la propia lógica, desde un individualismo ingenuo. Es decir, todos creen saber qué es lo mejor para todos buscando sin saberlo lo mejor para uno mismo. Para ejemplificarlo, es como el mecanismo psicológico que subyace al mártir cristiano, que necesita sacrificarse por el resto para sentir que vale algo. Tenemos que ser más pragmáticos muchachos. Tenemos que encontrar la manera en que los intereses individualistas de cada uno se encuentren complacidos en la mayor medida posible, es decir, poder desarrollar una salida al asunto de la evaluación y la calificación que logre concatener la divergencia de intereses y razones de manera que nadie sienta que se quedó afuera, y a la vez, que todos puedan sentir que no había forma de salirse con la suya en mayor medida porque tal cosa sea inviable (por ejemplo, que todos ustedes tengan 1 y yo 10, evidentemente nadie consentiría conmigo en ello jajaja). De ese modo, creo que algunos no quieren que todos tengamos 10 porque en el fondo puede tomarse como un acto ficticio, o sea bajo la lógica de la Academia. Imaginemos que en Exactas se enteran de esta cursada.

-¿y que onda?
-Se terminaron poniendo todos 10! jajajaja
-Ahhh cualquiera! un título así no lo cuelgo ni en la pieza eh

Por un lado asumiendo que esta cátedra se propoga reformular la lógica académica integralmente en estos términos, supongamos: ¿qué empresa tomaría como parámetro aceptable para tomar aspirantes a un puesto un promedio de una facultad donde todos tuviesen 10 en todo? entonces ¿Tiene sentido pensar la salida de ponernos todos 10 pensando en el sistema de mercado? ¿La lógica de mercado prescribe la lógica de la Academia? ¿Se pretende además de un cambio académico alguna clase de transformación del orden económico? No es mi caso al menos. Creo que la democracia tal como la conocemos es un asco. Pero también creo que la queja es una condición humana y una de las mejores conquistas es que haya libertad de expresión para la misma. Peor sería un sistema socialista donde no hubiese un marco cuantitativo para el mercado que de todas formas habría (en este caso hablamos de mercado laboral). Me hago cargo de esto, y me hago cargo de decir que en ese sentido ponernos todos 10 sería un delirio, y que afecta la calidad institucional de la Facultad, es decir da imagen de poca seriedad.
Por otro lado, ponernos todos 10 puede ser un medio para poner de relieve el malestar de la Academia, sin que por ello se pretenda que en un futuro plausible el nuevo sistema de calificación recaiga en que todo el mundo se saque 10 en todo. Tal vez esta cátedra sirva como un "parar la pelota", un "cerrar los ojos para ver" a lo Derrida, y permitirse pensar que se evalúa cuando se evalúa, bajo qué parámetros se califica. En ese sentido, ponernos todos 10 es llevar el propio sistema imperante al absurdo. Me gusta esa idea: somos poco serios, porque el sistema académico tradicional se volvió poco serio en primer lugar. De este modo, no hay que preocuparse por lo negativo de las repercusiones, puesto que viéndolo así, tales reacciones van acorde a nuestros fines: poner de relieve un malestar por las cosas que se están haciendo mal bajo la fachada de imagen institucional, y es que "algo anda mal en la Academia". Es una medida política en pos de una facultad mejor (y pobre el que hace política cuando dice que justamente no le gusta esa palabra).

Sabemos que la opción de calificación por grupos es inviable. Es decir ¿Cómo evitar que calificando yo a mis compañeros no empiece a jugarse una especie de circuito de retribuciones y venganzas, y que en base a ellos se instalen prácticas de negociación ("poneme 9 y yo te pongo 9")? Dada esa situación, yo sería el primero en empezar a pactar, pero nadie podrá negar que su juicio estará afectado por si el compañero lo aprobó a uno o no. Metodológicamente no es válido. En ese sentido creo que lo mejor que podemos hacer es separar evaluación de calificación, pero tal vez en un sentido muy diferente al que algunos entienden esa división. Pienso DE QUE (jaja) todos tenemos que tener 10 para evitar ese conflicto, lo cual implica que una calificación por ende debe provenir de un cargo institucional que permita al calificado sentir que una instancia superior a él determina su rendimiento (y así puede amortiguar el sentimiento de ofensa, porque no es lo mismo decir "el forro del profesor me reprobó" que decir "el forro de mi compañero de grupo me reprobó"). La relación indisoluble entre saber y poder. En cuanto a la evaluación, creo que no debe pasar por un momento a lo Operación triunfo en que el grupo le dice al alumno si estuvo bien o mal. Eso me parece una payasada ingenua, porque como dije, sería el primero en tomar represalias, y tales condiciones validarían mi estrategia, en mi caso y en el de cualquiera que la aplique. La evaluación creo que tiene que pasar por la valoración personal que cada uno hace de los miembros de su grupo sin que eso se ponga en juego como mecanismo de poder, de "poner nota" (siempre y cuando no entendamos a la mera interacción social en sí como mecanismo de poder, lo cual sería válido). En mi caso, estoy muy a gusto con mis compañeros (tal vez no lo estén conmigo pero bue), tanto en el taller en general como en la instancia de discutir los trabajos puntualmente me parece que valió la pena asistir siempre que pude hacerlo. En el plenario me encuentro con que a veces se vuelve un poco caótico porque las personas que hablamos más estimulamos a los menos propensos a hablar a que se queden en el molde, dando lugar a veces a sensaciones ficticias de consenso generalizado, cuando en realidad hay triunfo de unas perspectivas sobre otras. Las de los que hablan por sobre las de que no hablan. Y hasta ahí llega mi evaluación. No pretendo más.

Aún asi, me queda algo por remarcar. Nada de lo que dije quita el hecho de que sacándonos todos 10 alguien que quiera mejorar su promedio sonría satisfecho y en silencio. Esa persona sabrá que es imposible que en la otra cátedra todos saquen 10 (si es que alguien saca un 10 jajaja), y de ese modo se está beneficiando a costa de todos los que la cursan. Desde ese punto de vista, todos nosotros lo estaríamos haciendo. Pero no censuren al utilitarista, sea como sea, forma parte del colectivo y lo necesitamos. Negar que haya gente que busque sus intereses puramente individuales en esta materia nos cegará respecto del camino al consenso. Ofrezcámosle algo que él quiera (el 10), y obtengamos lo que nosotros queremos (una medida política). Y todos contentos! Pero... ¿No seré yo el utilitarista que busco ese 10 so pretexto de poner de relieve el malestar académico? Y eso qué importa. Se llama falacia ad hominem. Si mis razonamientos funcionan... funcionan. Así de simple.


Nota: este texto fué enviado como aporte al grupo de mails de la materia Epistemología y Métodos de Investigación social de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en relación al debate sobre el sistema de evaluación y calificación en la materia en corriente discusión al momento de la publicación de este posteo.

Imagen: Título desconocido, de Cam de León

El Reglamento

Cuando terminé de leer el Reglamento buscando material para hacer esta evaluación me surgían varias preguntas. En parte se trataba de interrogantes que preexistían a esta materia y en parte a otros que se originaron a lo largo de lo que llevamos de cursada. Demoré hasta último momento la realización del trabajo porque no estaba seguro de poder abarcar mi óptica en la evaluación, es decir darme a entender como necesitaba hacerlo y a la vez corresponder a lo que yo presupongo que tiene que hacerlo una evaluación. Decidí que no podía hacerla sin en varios puntos transgredir mi propia lógica desde la cual estoy acostumbrado a realizar un trabajo de evaluación.

Sinceramente creo que por parte de varios de mis compañeros, al menos en clase, hay cierto componente de ingenuidad en la crítica. En el fondo creo que se trata de la negativización del poder, y peor aún! de la relación de necesariedad entre saber y poder tal como la entiende Foucault. No creo que Foucault haya remarcado esa relación para combatir el saber-poder (lo cual para mí sería absurdo), sino en todo caso para una aplicación más prudencial de ese saber-poder que no sólo restringe sino que es productivo, y yo agrego: inevitable. Donde hay dos personas, hay poder, y si hay poder, no puede haber simetría. En ese sentido sentía que cada condicionamiento en el Reglamento hacía resonar en mí las palabras de Foucault:

“Se trata de saber no cuál es el poder que pesa desde el exterior sobre la ciencia, sino qué efectos de poder circulan entre los enunciados científicos, cuál es de algún modo su régimen interior de poder, cómo y por qué en ciertos momentos dicho régimen se modifica de forma global”


Tal como los humanos devenimos eventualmente en algún sistema lingüístico para interactuar socialmente, asimismo las sociedades se institucionalizan, es decir, asumen determinadas estructuras de poder que se construyen históricamente. En ese sentido, es inevitable que haya quejas. Mi interés no pasa entonces mientras leo el Reglamento en si podría o no ser diferente (por ejemplo desde la voz de un aspirante que no sume suficientes puntos), antes bien me preocupa pensar si efectivamente está basado en un sentido práctico con los intereses de la Facultad y como esa corresponcia se articula a su vez con mis intereses. En ningún momento siento que los intereses de la institución tengan que estar identificados con los míos, pero no por eso creo lo contrario, que se opongan a ellos. Es insostenible la idea de un grupo de individuos persiguiendo un fin común (en este caso, los jefes de la cátedra por un lado y el aspirante por el otro). Creo que si a eso apunta esta materia, apunta mal. Creo que es más acertado contemplar de antemano que cada individuo irá en pos de sus intereses egoístas inevitablemente confrontados a los de otros, y este caso no es la excepción. Creo que en ese sentido una institución tendrá que lidiar con conflictos de intereses y favorecer el mejor desenlace posible, siempre “injusto” en algún punto. Creo que una institución como esta Facultad necesitará de una forma u otra aplicar algún criterio que recorte candidatos, porque no pueden todos los aspirantes ser aceptados para lo cual aspiran. No es que no pueda imaginarlo, puedo imaginar un desastre en su esplendor (al menos con el presupuesto educativo actual). ¿Y qué criterio es ese? ¿En qué consiste ese recorte? Sea como sea, siempre quedará gente afuera del recorte que protestará por ello.


Concuerdo con la visión de Bordieu cuando enuncia el fenómeno de la acumulación de capital científico, de los mecanismos de prestigio, de los requisitos para publicar. El efecto de su exposición no pasa por negarle a la cientificidad toda validez, sino de negarle la validez absoluta per se, naturalizada. La ciencia produce un saber teñido de luchas internas, pero a diferencia de lo que entiendo como el sentir de algunos de mis compañeros, no a pesar de ello, sino en base a ello. Se trata de la relación indisoluble entre saber y poder. Me opongo a esa visión tanto como me opongo al que piensa que por ir a un matadero a presenciar como matan una vaca dejaría de comer carne. La mataría yo mismo, y yo mismo si quisiera ser aspirante no tendría problema en acumular mi capital científico en vistas a ello. No veo que haya conflicto.

Creo que aquellos que sostienen un idealismo colectivista no entendieron todavía el aporte de Malinowski cuando, en el seno de lo que se creía el exponente máximo del esprit de corps “primitivo” (las Islas Tobriand), demostró etnográficamente que tal pretensión era una falacia. El ser humano ha sido egoísta, es egoísta, y es razonable suponer que seguirá siendo así. Este énfasis mío viene al caso porque entiendo que es imposible que una institución pueda adecuarse a los intereses de todos, ya que concibo las estructuras de poder como los dispositivos por los cuales algún interés deviene históricamente dominante. A su vez, el poder institucionalizado se legitimiza mitificándose, escondiendo la violencia de su dominación imponiendo su versión de la historia como la verdad, imponiendo condiciones de enunciación de verdades. Y es claro que no puede ser de otra naturaleza el origen de toda ley coercitiva como en este caso lo es el Reglamento: el poder. Al decir de Foucault:

“Pienso que no hay que referirse al gran modelo de la lengua y los signos, sino al de la guerra y la batalla. La historicidad que nos arrastra y nos determina es belicosa; no es habladora. Relación de poder, no relación de sentido”.


Cuando Foucault dice que el poder es productivo, quiere decir que además de restringir, lleva a producir saber, induce placer, hace actuar y hablar. De este modo, a cada restricción que el Reglamento impone, se crea a la vez un determinado espectro de posibilidades de creación de un saber, científico claro está. Por ejemplo, si el Reglamento otorga puntos por asistencia a seminarios, no sería raro que eso favorezca la creación y el sostenimiento de diversos seminarios; que para tener éxito en una entrevista el aspirante practique su elocución; que para poder ostentar publicaciones practique su estilo de escritura; etc. Y yo agrego, que además es productivo en el sentido de resultar en un mayor aprovechamiento de los recursos disponibles que en el caso en que el poder no estuviese. De ese modo ¿Hay que cambiar el Reglamento? Todo depende de si puede enunciarse otro Reglamento que pueda devenir en una mayor productividad científica (entendiendo dentro de ella a la producción concreta como a los discursos que hagan crítica de ella para una producción más prudente). ¿Es posible un Reglamento así? No lo sé, pero al llegar al final de esta evaluación estoy satisfecho al menos de haber encontrado un punto concreto a partir del cual en todo caso estipular dicho cambio.

Para concluir, me permito complejizar la relación poder-saber citando a Nietzche, lo que tal vez sirva a la hora de interpretar mi perspectiva de que no hay escape del poder, sólo puede haber encubrimiento:

“¿Queréis un nombre para este mundo? ¿Una solución para todos los enigmas? ¿Una luz también para vosotros, los más ocultos, los más fuertes, los más impávidos, los más de media noche? ¡Este mundo es la voluntad de poder, y nada más! ¡Y también vosotros mismos sois esa voluntad de poder, y nada más!"

Nota: este ensayo, en carácter de articulación crítica con el Reglamento de aspirantes para ayudantes de cátedra, fué entregado como trabajo de evaluación en la materia de Epistemología y Métodos de Investigación Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Imagen: Lapins rouges, de Emmanuael Malin

lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Freud era un mentiroso?

Interrogarse acerca de si Freud decía la verdad o no ¿Qué clase de verdad presupone?¿Se refiere a si Freud era honesto o a si su teoría llevaba a prácticas contraproducentes en la terapéutico?

En el primer caso, se presupone una verdad simplista y bastante ingenua, puesto que independientemente de la honestidad (y de las motivaciones para ser o no honesto respecto de lo que se dice) la teoría puede (o no) tener su lógica y su vigencia clínica corroborable. Y no digo que no sea interesante la información acerca de las posibles falsaciones de los famosos casos clínicos, sino que el ataque a la teoría sólo desde esta clase de anécdota de la historia del psicoanalisis poco dice de la práctica psiconalítica actual. En el segundo caso, sería como reprocharle a Newton haber inventado la anécdota de la manzana, o como criticarle a los primeros telescopios no tener la misma precisión que los actuales. Ahora, alguno podrá decir que el enfoque psiconalítico poco se desarrolló desde sus inicios, muy bien entonces, hablemos del ahora ¿Por qué esa operacíon de atacar al pasado?. Jesús tal vez no haya existido y María en todo caso no era virgen, pero se confunden los que atacan al cristianismo apuntando su artillería ahí. Para desarticular las bases del cristianismo hay que aprehender cómo opera en sus adeptos y cual es la estructuración del poder en ese sistema, etc. Creo entonces que el ataque desde un Freud mentiroso no tiene mucha seriedad, es como un trolleo epistemológico. Freud era un cocainómano (y ahi llega la connotación actual para un hecho que en ese entonces poco tenía que ver con la condición actual del consumo de cocaína). Baratijas que encubren las discusiones importantes, es decir, acerca de si el psicoanálisis entendido como método comporta actualmente alguna vigencia práctica o si es terapéuticamente contraproducente.

Me gusta pensar que Freud fué un gran mentiroso, puesto que al asumir yo la Verdad como la ficción imperante, él fué capaz de meter en la historia su mentira, la invención del inconsciente. En contra de todo platonismo, como idea y como verdad era algo que no existió hasta que él lo mintió (excepto como antecedentes que podemos considerar siempre y sólo a posteriori de Freud, sobre todo en la filosofía [Nietzche por tirar algo]y el arte [que se yo, Goya, El Bosco, Milton]). El día que todo esté contemplado y racionalizado, espero que haya gente capaz de mentir así. Ya lo dijo Goebbels.

Imagen: La verdad saliendo del pozo, de Edouard Debat-Ponsan.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Dilemas existenciales II: ¿Quién paga?¿Él o ella?

Bueno el tema es así. El que paga, por más que diga que no, está ostentando un "poder de pago". Esto no quiere decir que si la cena sale $200 el corazón de su pretendida pareja valga $200. Pero sí quiere decir que el que paga en principio está dispuesto a poner de sí lo que pueda para complacerla. Por más que después pasen cosas muy diferentes, eso es lo que sugiere el acto de pagar. Este hecho en ningún momento se ve negado por otro hecho también comprobable: la hipocresía. De este modo por más que alguien niegue en 15 idiomas tener la intención de ostentar al pagar, hablo de las consecuencias, y del provecho de esas consecuencias. En efecto, si la ostentación funciona en un caso dado la mujer sentirá una especie de deuda difusa que intentará corresponder. El varón intentará por todos sus medios que la mujer no corresponda a esa deuda de ninguna manera, y cerrándole todos los caminos llegará el momento en que la mujer, angustiada, estará dispuesta a corresponder de un modo que el varón a esta altura no negará. No puede ser casual.

Ahora supongamos que la mujer se apiola de este esquema, y se decante por una de estas dos variantes de aprovecharse del mismo. Por un lado, podrá mofarse del caballeroso varón, haciéndole pagar todo lo que pueda sin dar señal de esperanza, ni tampoco negándola jeje. Cegado en su empeño el varón pagará, pagará, y pagará hasta la ruina. Ella se reirá de él, y como corresponderle del modo que él quiere significaría perder a un gran despilfarrador a su merced, no le tocará un pelo. Mientras mas grotesca sea la relación de esclavitud, más estará ella propensa a burlarse y reírsele en la cara, abandonándolo al menor impulso como a un estorbo, solicitando su presencia cuando necesite de sus atenciones. Les contará a sus amigas al estúpido que tiene en la palma de mano! Tantos platudos fueron arruinados así... comprando las joyas más caras, los vestidos más delicados! Ah pero fué sobre todo en Francia, en el París del S XIX, (y anticipadas por las grandes cortesanas) donde estas divinidades aparecieron por primera vez en todo su esplendor, a la caza de los grandes banqueros e industriales en alza. Salida de un cabaret o del teatro (cof cof!), una buena tirana podía escalar hasta un título noble y tener su propio chateaux. Dovstoievski nos presenta en "El jugador" a madame Blanche. Esta admirable tradición vampírica por fortuna continúa en nuestros días y con gran porvenir.
La otra variante es la de la mujer que quiere pagar. Es la mujer moderna que trabaja, que quiere hacer valer sus derechos y que sabe que no pueden conquistarla poniendo algo en la mesa que ella puede poner en igual o mayor cantidad. Sabe que el hombre va a tener que poner mucho más de sí que una billetera, quiere ser deslumbrada y pretende del hombre cualidades que la sorprendan. Suele tener una lista de condiciones: que sea gracioso, que tenga imaginación, que sea sensible, que sea responsable, que tenga un poco de locura, que sea maduro, etc. La prueba es dura, y más si en vez de a ir a medias quiere pagar todo ella. "YO pago nene, vos bailá, a ver como bailás. Dale, muy bien, haceme reir, y más te vale que garches bien porque te pego una patada en el orto". Se trata de dinero. ¿Y el dinero de qué trata? De poder, por supuesto.

Se me ocurre eso.

Imagen: "At the Moulin Rouge", de Henry Toulouse-Lautrec

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Dilemas existenciales I: depilada o natural?

En mi experiencia hay cosas que comportando cierto asco después por esa misma razón se ponen mejor de lo esperado. No creo que eso se deba a alguna excepcionalidad de mi perversión, creo que habla de un hecho humano. Descreo bastante del asco que alguien pueda manifestar por algunas cosas, sobre todo relacionado a lo sexual. No porque no digan la verdad (o sea, que en el momento de decirlo les genere asco pensar en X, pongámosle que si les da asco en ese momento), sino que ese asco no creo que comporte un obstáculo para el acto sexual. Por ejemplo, me da asco que una mina fume. Hasta que la beso. Y lo digo con bronca por mi contradicción eh! jajaja
Al mismo tiempo, creo que hay una maquinaria publicitaria que vende una imagen de objeto sexual perfecto, sin componente de asco (de la cual soy extremadamente cómplice jajaja), por ejemplo, mostrando una mina con el culo perfecto, las tetas perfectas, depilada, cara de ángel. Ok. Compro. Pero dejarse llevar siempre por esta imagen implica más que comprar, implica venderse por completo, concibiendo la propia sexualidad bajo los términos que la rentabilidad publicitaria exige. La complejidad humana, como sabrán, no es muy rentable para considerarla.
Pero la vida (o el deseo mas bien XD) me llevó a lugares donde el pensamiento general del cual la publicidad se aprovecha no puede llevar. Situaciones donde la depilación no se echaba de menos, al contrario. El arte sí puede llevar a esos lugares. Hay que buscar.

Así que... depilada o natural? Si me mira y me habla de la forma en que mi deseo necesita que lo haga, es secundario, aún cuando de primera piense que prefiero que esté depilada conservando un poco arriba del monte venusiano. Simbólico XD

Imagen: "White thread", de Natalie Shau

miércoles, 26 de agosto de 2009

Otoño

Antes de conocerte, mi estación preferida era el otoño. Sentía que cada día era un paso más adentro de la mas completa oscuridad, y disfrutaba de que aún así el sol todavía brillara sobre mí. Contemplaba mis pensamientos marchitar y acumularse al costado de la calle, pegarse a la suela de mi zapatilla. Cuando llovía, anhelaba el momento en que pudiese confirmar que las hojas de los árboles estaban más desnudas. “El invierno está mas cerca” pensaba, y al hacerlo una media sonrisa delataba mi melancolía. Sobre todo repasaba una y otra vez los momentos en que mi corazón había latido con más fuerza que nunca, cuando había sentido que de la mirada de alguien dependía mi vida, muriendo cada día y resucitando todas las veces que fuesen necesarias.
Un día te conocí. No me estabas mirando, yo te vi primero. Uno nunca puede estar preparado para ver a alguien así, uno simplemente es arrollado por un tren teniendo que mantener la compostura. Uno de repente siente su cuerpo arrancar con tumulto desde lo más hondo como una gran maquinaria que hasta entonces había estado estropeada y tapada en un galpón por una manta polvorienta. Uno tiene que observar paralizado como la fuente de toda esa perturbación ni siquiera advierte nuestra presencia y se aleja probablemente para siempre. No pude hacer nada. Cuando te vi de nuevo, acepté que tal vez no hubiese otra oportunidad, y que a la vez era demasiado tarde para negar tu existencia. Tenía que hacer algo. Te hablé. Y me viste. Hacía tanto frío, pero el mundo se volvió primavera al instante. Y por un tiempo…

Después de conocerte, mi estación preferida siguió siendo el otoño. Sentía que había sido bueno poder volver a sentir brillar el sol con tanta fuerza, aún cuando todo hubiese terminado una vez más. El verdadero invierno estaba más cerca.

Imagen: "Reflections of Autumn V" de Connie Tom

domingo, 9 de agosto de 2009

Cultura para los humanos (otra que Doctrina Monroe XD)

El concepto de cultura nace en el historicismo alemán, que se proponía estudiar "el espiritu del pueblo [alemán]" o volkgeist. Dado que este enfoque antropológico ponía gran énfasis en el folklore (es decir, cultos y creencias populares), la manera más válida de todas para entender la cultura es entenderla como "conjunto de creencias y cultos populares". Con posterioridad, diversas corrientes antropológicas irían enriqueciendo este concepto. Por ejemplo desde el estructuralismo funcionalista británico la cultura es la estructura abstraíble de una sociedad determinada, funcional a las necesidades de la misma. Esto incluye las creencias y los cultos populares, solo que vistos de esta forma se admite a priori que todos los aspectos de la cultura son retrotraíbles a una función determinada. Hubo muchas corrientes que ya caducas aportaron lo suyo, y hay otras en actual debate y con vigencia en mayor o menor medida que actualmente están aportando enfoques relevantes sobre la cultura. Pero que esto no nos permita desatender lo esencial: la cultura es excluyentemente humana, refiere necesariamente al humano, porque el concepto de la misma nació solo a partir del estudio sistemático de las sociedades humanas con un método comparativo. El fenómeno que se logró delimitar bajo el concepto de cultura es humano, se construyó desde la antropologia. No hay vuelta. Un aprendizaje como el que tiene un ave para arrojar el pan al agua y así alimentarce de peces, o el que tiene una ardilla para arrojar una nuez a la calle para que la rompan los coches al pisarla es restringido, no admite complejización al modo humano porque en ningún momento implica alguna clase de creencia o de culto, ni de sistema de organización política, ni de estructura de parentesco, ni sobre todo de lenguaje.

Ahora, si todo intento de extrapolar la cultura a especies no-humanas constituye un abuso epistemológico y un engaño bajo apariencia de cientificidad... ¿Cómo pueden concebirse los intereses de este accionar? Claro, si el animal tiene cultura, entonces los humanos no seríamos tan diferentes, y una vez que podemos bajar al humano del pedestal en que el salto cualitativo lo coloca, los métodos de predicción serán mas convincentes. No importa que sean válidos, importa que la gente compre y se amolde al paradigma, que la cultura se minimice (y consecuentemente, como la creencia está incluida en la causalidad de las conductas, si las personas creen que la incidencia explicativa de la cultura acerca de la conducta humana es menor, la evidencia del factor cultural se verá encubierta bajo una aparente simplicidad, lo cual desde el otro punto de vista se toma como un "esclarecimiento de la continuidad cualitativa entre humanos y animales"). De este modo, la biología podrá "explicar" progresivamente las diversas conductas humanas. Si una cultura incluye la creencia de que gran parte de la conducta humana es netamente biológica, es claro que aún cuando no sea cierta esa creencia tendrá consecuencias objetivas (como cualquier creencia, por ejemplo la creencia en un ente divino rector del universo). Pero este intento de reduccionismo sólo es viable mediante el método de Procusto:
Procusto era un posadero y asaltante en la antigua Grecia, que debido a no sé que desviación de su mente, tenía una costumbre un tanto estrambótica. Hizo una mesa en la que alargaba a sus clientes, si eran pequeños y cortaba a los altos, para que entraran a la perfección en los ataúdes que ya tenía listos, siempre conforme a sus intereses asesinos.

Así, ha resultado una imagen que se usa respecto de las cosas, procesos, relaciones, ideas que queremos que entren a la perfección en un algo que ya tenemos preparado de antemano, de manera que recortamos las que resultan demasiado grandes y alargamos a las que resultan pequeñas, para repetir nosotros la hazaña en el propio “lecho de Procusto” que ya habíamos construido.


Esto es: "lo que me conviene es natural, lo que no es cultural". Podemos apreciar que esta creencia de biológica no tiene nada. Y no estoy de acuerdo conque aplicar cultura a los animales tenga un aspecto anti-biologicista y por ende positivo, creo que ese doble filo solo es valido si se valida el abuso expuesto. Una cosa es comunicación (animal y humana) y otra cosa es el lenguaje (solo humano). Me parece chistoso que un concepto perteneciente a un campo de estudio sea tironeado por otro, es como si quisieran aprovechar la carga simbólica que ese concepto tiene en el uso popular, como si esa carga se hubiese cimentado observando delfines y bonobos.

Y es que la tentación de antropomorfizar a las demás especies es tan grande para algunos...

martes, 21 de julio de 2009

Silencio

Silencio.

Silencio para el que escucha en la marea la voz de las sirenas.

Silencio para el que en la niebla rodea las esquinas.

Silencio para el que en la noche se adentra en lo desconocido.

Silencio para el que en tus labios ve el último beso.

Silencio. Y adiós.

Imagen: "The isle of dead" de Arnold Bocklin

miércoles, 24 de junio de 2009

La Emperatriz

No recuerdo la fecha exacta, ni cuando hablé con ella por primera vez.. Pero me acuerdo perfectamente del momento en que su forma de expresarse me llamó la atención, y entonces ya era tarde, ella había entrado en mi vida. Lo que más me gustaba era el descaro con que decía lo que sea que tuviese en mente, la desvergüenza para reírse de lo que sea: relatar sus fracasos más escandalosos, bastardear a algún pajero, quejarse de su sequía sexual... y en su despreocupación la empecé a adorar. Esperaba que ella llegase adonde estábamos todos reunidos, y ensayaba todo recurso que estuviese a mi alcance para hacer reír a todos con el claro objetivo de hacer reír a ella. En ese sentido cada carcajada de éxito era para mí todo un suceso, una flor más arrojada en su camino desde las gradas del populacho, desde donde yo la veía pasar con un nudo en la garganta. Mi Emperatriz…
Yo sabía que no podía tener ninguna posibilidad si en el delirio de mi fantasía me arrojaba a sus pies suplicando por besarle aunque sea el empeine. Tenía que usar la máscara de la muerte y colocarme de igual a igual, aún cuando mi corazón clamase ante esa audacia como ante un crimen. Fui tomando fuerza de donde no tenía, y daba estocadas en la oscuridad, a las que ella iba reaccionando como una araña que detectase algo sorprendida una presa en la entrada de su madriguera. Mi deseo de arrojarme en su boca a la menor oportunidad crecía peligrosamente.
En algún momento una de mis provocaciones dio en el blanco y terminamos hablando en privado. Mi sorpresa fue grande cuando vi que a solas ella era tímida y sensible. También tenía ella entonces su máscara y todo ese tiempo habíamos estado bailando tan bien, casi como si fuese Carnaval en Venecia. La idolatré todavía más, y más esfuerzo aún tuve que hacer para mantener mi compostura de hacerme el libertino en pose de interesante, así habría de hacerlo hasta que fuese necesario.
Tuvimos una cita. Yo, como siempre, llegué tarde. Tomamos mucho mate y hablamos sin un tema fijo. En un momento mientras caminábamos, lidiando con mi nerviosismo y el de ella, improvisé un recurso sorpresa y nos besamos. Resultó ser tan cálida. Pero a la vez, todo lo que en principio implicaba un romance (decirse cosas lindas, besarse al atardecer, caminar de la mano) era para ella como un mundo abandonado y lejano, al cual se acercaba con recelo y cierta expresión de ironía. Tenía un corazón tan roto como el mío. Antes de irme, nos besamos de nuevo, despedida que se prolongó por tiempo inimaginable, y olvidándonos en ese beso del mundo exterior. Ella me enseñó todos los pliegues y enredos que un beso puede tener como nunca antes ninguna mujer había podido hacerlo. Fue posiblemente el mejor beso que tuve hasta ahora, y aunque quisiera pensar que así fue también para ella, sé que me derrotó, siendo mucho más instruida y pervertida que yo.
Entonces empezaron los problemas. Para vernos de nuevo no me la hizo fácil, sin que nunca pudiese yo entender del todo como era eso posible después de esa tarde. Pero ella misma se definía como la reina de las histéricas, y al hacerlo definía una perversión acerca de esa práctica. Y tal era la forma en que me pasaba los días repitiendo su nombre en voz baja, pensando en verla y arrancarle placer en todos los rincones del cuerpo que me daba cuenta de todo el resultado que su veneno tenía conmigo. No podía odiarla, bajo ningún concepto. Creo que una de las cosas que más le gustaba era sentir mi relieve palpitante, por momentos amagando a darme el alivio, sin jamás hacerlo y manteniéndome inescrupulosamente así por horas. Era tan malvada, y yo me hice tan adicto a someterme a todas esas maldades… nunca me quejé, todo lo contrario. Ni siquiera cuando para verla por tercera vez pasaron meses.
En un momento sentí que quería de ella mucho más de lo que en principio había buscado, y empecé a fantasear en visitarla más seguido, en acompañarla en las cosas que tuviese que hacer, en tomar mate en el patio de su casa. Y un día se lo di a entender. Rendido yo a sus pies, me dijo que “depende de cuánto quieras arriesgar…” y le dije “Todo”. Le dije mis fantasías con ella, le dije que sexualmente me hacía sentir cosas de otro planeta, y no solo eso, sino que le dije esas ideas que tenía de tener alguna especie de relación sólida. Dije todas esas cosas con felicidad, sentía que me liberaba de un peso, que por fin podía decirle todo lo que sentía por ella. Y entonces ella, muy sutilmente, me cortó los pelos. Ahora, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que ella no podía haber reaccionado de otra manera.
Tal vez fué porque en ese momento de su vida estaba pasando por cosas que no le permitían vivir algo conmigo como yo quería vivirlo. Tal vez desconfió de mí, pensando que yo solo quería cumplir mis fantasías sexuales con ella. Tal vez yo no le gustaba tanto como sentía que me daba a entender. Tal vez quería estar sola. Tal vez quería que así yo quedara enamorado de ella por mucho tiempo, deseando por siempre como cuenta pendiente hacer todo lo que no hicimos, y tal vez sabiendo eso ella sienta que me tiene en su poder y a su disposición como el súbdito que logró hacer de mí. Tal vez tendemos a creer lo que necesitamos creer cuando no entendemos algo para dormir mejor. Puede ser. Pero nunca voy a olvidar a mi Emperatriz.

Imagen: "Blue Hat", de Brian Holderman

martes, 16 de junio de 2009

El ser humano no es un animal

Cualitativo y cuantitativo
Con esta distinción me refiero sobre todo al tipo de enfoque que se utilice para estudiar un fenómeno. Las herramientas de cuantificación corresponden tradicionalmente al método deductivo, e intentan recoger en variables medibles (es decir, bajo parámetros que valgan por igual independientemente de quien los observe) la información del fenómeno estudiado. Por otro lado, las herramientas cualitativas pertenecen a una alineación inductiva, y responden a un criterio reconocidamente subjetivo que intenta dar cuenta de la complejidad de un fenómeno no susceptible de ser aprehendido con suficiencia bajo parámetros cuantificables. No hay una línea predelimitada entre qué fenómenos corresponden mejor a un estudio cuantificador y cuáles ameritan un enfoque de búsqueda de cualidades. En teoría, algunos fenómenos son más o menos cuantificables que otros, distinción basada en las diversas formas en que el ser humano puede concebir e integrar la información para a su vez modificar su conducta. Pero lo concreto es que esto suele depender de la aplicación práctica que se tenga en vista a realizar respecto del fenómeno estudiado (así como de los instrumentos a utilizar en dicha aplicación). Nada evita entonces que un mismo fenómeno sea abordado desde un enfoque u otro según sea el interés que incline a hacerlo.
Se puede decir de modo general y orientativo que los métodos cuantitativos propician aplicaciones generalizables a contextos muy diversos, y en ese sentido tienen estrecha relación con las innovaciones tecnológicas. Así, el funcionamiento de un celular, de un arma, de una vacuna, o de un nuevo combustible se adapta fácilmente a diversos contextos culturales, pudiendo desplegar en cada uno de ellos una significación radicalmente distinta, y manteniendo una variable perfectamente cuantificable: la recepción de dinero por el producto, o un número concreto de gente inmunizada, una menor contaminación ambiental, etc. En estrecha relación, estas innovaciones precisan de un método cualitativo que evalúe potenciales mercados para ubicar el producto y la mejor forma de hacerlo, o incluso para orientar la invención de un producto que todavía no existe; para captar de la manera más efectiva al target de público que se desea atraer, para diseñar el aspecto del producto, para evaluar en profundidad y en contacto el impacto de un producto o política sobre determinada franja de la población (el caso de los investigadores encubiertos de Nike que se metían en las bandas de adolescentes de EEUU para captar la "onda").
También, cuando hay una confrontación entre ambos tipo de herramienta, para llevar a cabo su objetivo, cada interés lógicamente se presenta como el mejor y más apto según las cirncunstancias y en necesario contraste y conflicto con otros, por ejemplo, en la competición por una beca, en la defensa de un producto en el mercado tecnológico, etc. Esto no comporta en sí nada de negativo, se asume hasta en el caso judicial más desfavorable un abogado que defienda los intereses del acusado. Las estructuras occidentales se basan, en muchos sentidos, en la atribución de un funcionamiento armónico posible para los sistemas que integren intereses contrapuestos, lo cual se verifica sobre todo en tres aspectos fundamentales: la política (el voto democrático y el funcionamiento parlamentario), la economía (el funcionamiento de los mercados) y la jurisprudencia (funcionamiento de un juicio con una parte querellante y otra acusada con derecho a una defensa). El funcionamiento de las instituciones científicas no es la excepción, de ahí que no pueda acusarse por puro principio a todo intento de cuantificación de un fenómeno sin a la vez criticar las bases del sistema occidental. En todo caso, sí es válido presentar mejores fundamentos de un proyecto cualitativo sobre el mismo fenómeno que prevalezca por sobre otro de tipo cuantitativo. No que necesariamente tenga que ser uno o el otro en todo momento, pero remarco la incidencia concreta de este conflicto (cuando sucede) para ilustrar cómo el actual estado de cosas respecto de lo que se concibe como cuantificable de por sí, o solo cuantificable de por sí, podría estar respondiendo a un desarrollo histórico de intereses en pugna, y no a algo dado de antemano.
Sería un error identificar a las herramientas de cuantificación con un grupo específico de personas interesadas en someter todos los fenómenos sin distinción a una cuantificación irrestricta que permita abordar la totalidad de los mismos, hacia una homogeneidad unívoca. También sería un error identificar las herramientas cualitativas con un grupo específico de individuos que condenen todo intento de cuantificación, otorgando a toda información un caracter único e irreductible, hacia una heterogeneidad absoluta. Ambas pretensiones carecen de sentido práctico y no pueden aportar al método científico nada serio. Lo concreto es que los científicos profesionales genuinos están preparados para utilizar herramientas de ambas clases según el tipo de fenómeno que se propongan estudiar (pudiendo articular ambos en un mismo estudio) o, al menos, están capacitados para reconocer cuando sus herramientas no alcanzan para dar cuenta de la complejidad del fenómeno acorde a la aplicación que buscan efectuar sobre él.

Entonces ¿qué implica un salto cualitativo?
Un salto cualitativo tiene lugar cuando en el abordaje de un fenómeno las herramientas de tipo cuantitativo se demuestran no susceptibles de explicar con suficiencia el mismo. Evito decir "sus causalidades", porque lo que busca el científico al cuantificar no es ninguna clase de causa última, sino ante todo una relación de causalidad manipulable y capaz de reproducirse experimentalmente, sea bajo los términos y la reducción que sean. Dije que todo dependía de la expectativa de aplicación, y en efecto, cuando los parámetros de cuantificación de un estudio no alcanzan para explicar el fenómeno (extraer la relación de causalidad manipulable deseada), y a su vez, esa insuficiencia se demuestra irreductible, estamos ante un salto cualitativo.

¿En base a qué se determina esa irreductibilidad?
En base a información que comporta datos sobre el fenómeno en cuestión, evidentemente conectada al mismo, sin que a la vez pueda ubicarse esta información en algun parámetro cuantificado disponible. Por ejemplo, si tenemos un vaso con agua, y nuestro parámetro es cuán lleno o vacío esté, un poco de jugo en polvo inevitablemente va a afectar el agua en su composición, densidad, color, etc, sin que nada de esto sea aprehensible desde una medición de cuán lleno está el vaso. Tal vez se trate de tanto jugo en polvo que efectivamente se registre una suba en el nivel de agua. Pero esa suba por sí misma no alcanza a explicar todo lo que pasó con el agua a partir del jugo. Estamos ante un salto cualitativo. No significa que la variable irreductible lo sea en todo escenario, eso sería negar el avance que la ciencia deductiva y la tecnología tuvieron desde sus inicios esotéricos hasta el momento presente. Lo que por el momento destaco es que, con los parámetros disponibles en un momento dado, si una información no es reductible en términos cuantitativos, el salto cualitativo implica un cambio en el enfoque del fenómeno, que derive en una aplicación más efectiva, al menos hasta que se desarrolle una herramienta, técnica o dispositivo que permita cuantificar esa información. Entiendo que una aplicación que tenga en vista esta irreductibilidad acerca del fenómeno que le ocupa será mas efectiva porque será cautelosa y derivará en una práctica consciente de una indeterminación. En cambio, una aplicación que pretenda ignorar un salto cualitativo, que pretenda pasar por alto esa indeterminación, que asuma haber reducido adecuadamente lo irreductible forzándolo a entrar en sus parámetros, será una aplicación irresponsable, menos efectiva y potencialmente desastrosa. Por ejemplo, en meteorología, si hay un escenario de probable de lluvia, el pronosticador hará bien su trabajo al aconsejar que llevemos paraguas, siendo que en realidad por la complejidad de los escenarios del clima nunca puede determinarse con total exactitud si lloverá o no (especialmente en este campo científico esto es así); si en un sistema de test de control vehicular de colisión un organismo estatal detecta una irregularidad en la deformación de la estructura de un automóvil de prueba, que se evidencia como anormal, sin que ésta sobrepase ninguno de los parámetros establecidos, los encargados de la prueba harán bien en comunicarlo en el reporte adjunto de la prueba, o llamar a su supervisor; si ante una competencia de paintball mi adversario en vez de dispararme por la espalda se precipita al piso y comienza a tener convulsiones, yo, en vez de asumir que perdió, cumpliré mejor con la dinámica del juego si interpreto que le está pasando algo potencialmente grave; si al intentar hablar con alguien que articula sonidos que no comprendo a pesar de que sus gestos indican que él si le atribuye significación a lo que articula, busco un traductor que me facilite superar el abismo cualitativo; en todos estos casos, y en muchos otros posibles que conforman parte del funcionamiento de los seres humanos en el mundo y de sus diversas maneras de concebir e integrar la información, tenemos la necesidad de reconocer un salto cualitativo, de tomar medidas que den cuenta de él, o aunque sea de la insuficiencia para dar cuenta de él como se quisiera.

¿A qué se puede deber que se pase por alto un salto cualitativo?
Hay muchas razones posibles que pueden estar presentes a la vez, incluso estrechamente relacionadas. No podemos reducir esta incidencia a un único factor. Sí podemos remarcar, algunos elementos más frecuentes que otros para tener un acercamiento general a lo que estos casos implican. En primer lugar, el dinero invertido en investigaciones que imprevistamente llegan a puntos donde no se disponen de herramientas que permitan un salto cualitativo acorde a las exigencias pautadas. En casos como éste la exigencia de la empresa asumida impulsa a los investigadores a pormenorizar esa irreductibilidad, a lo sumo a incluirla en el informe final como un escollo sin relevancia, superado sin mayores inconvenientes.
En otros casos hablamos de un orgullo o tradición institucional en juego, incluso ciertos valores morales específicos. En estos casos es posible que los propios investigadores, comprometidos en conseguir resultados que satisfagan las expectativas de lo que representan alteran intencional o inintencionalmente el correcto trato del fenómeno, aún pretendiendo después que sus resultados provienen de enfoques estrictamente científicos.
El caso anterior puede estar en profunda relación con intereses políticos definidos que manipulen deliberadamente los resultados de estudios que por alguna razón les ocupen, por ejemplo, como hizo Bush con los informes supuestamente científicos acerca de que las campañas de alerta por el medio ambiente estaban exagerando.
También podemos encontrar casos en los que una empresa o grupo económico busca colocar o mantener a toda costa un determinado producto en un mercado, sin preocuparse demasiado por los efectos colaterales que el uso o consumo de ese producto puede tener sobre su usuario o consumidor (por ejemplo, la falta de un salto cualitativo por parte de las empresas de celulares estaría cuando deliberadamente eluden toda inclinación a estudiar la incidencia del uso de celulares en la contracción de determinados tipos de cáncer).
Y también, no por eso menos importante, el nivel individual de falta de salto cualitativo, mediante el cual una persona intenta eludir la complejidad humana de su responsabilidad moral mediante intentos de determinismo reduccionista. Con este último elemento llegamos por fin a la cuestión que específicamente ocupa mi pensamiento al respecto.

¿Por qué se habla de un salto cualitativo no contemplado en el determinismo biológico acerca del humano?
Porque la conducta humana explicada desde los parámetros que sirven en menor o mayor medida para explicar la de las diversas especies de animales conocidas no se demuestra suficiente. Por supuesto, si con eso dijésemos que no se está incluyendo la completa determinación biológica del comportamiento humano estaríamos diciendo muy poco, en todo enfoque acerca de un fenómeno se recortan datos, se elige determinado tipo de información por sobre otra, y la pérdida es inevitable. Lo que implica una contradicción es que la complejidad que no se aborda en el humano con el determinismo excesivamente biológico es demasiado relevante para la aplicación que se pretende extraer del estudio del que se trate, demasiado como para pasarla por alto. Para ejemplificar, recordemos el paraguas del meteorólogo. Imaginemos ahora que ciertos aspectos de la realidad humana conforman una analogía de la lluvia, y ahora entendámonos sin paraguas en esas situaciones. Esa es la contradicción. El determinismo biológico excesivo pormenoriza la complejidad de la subjetividad humana, intentando forzarla a que cuadre con sus parámetros casuísticos y de medición, pretendiendo que puede actuar sobre el ser humano en su complejidad al tiempo que lo despoja de elementos complejos que asume que inoportunan su óptica y su tarea. De ahí toda una lista de estos elementos catalogados como irrelevantes que al ser dejados de lado, convierten al objeto que el determinismo biológico construye al fin como humano, en lo concreto en algo inhumano, algo que no es humano, que no da cuenta de la complejidad de la realidad humana. El problema reside en que básicamente la manera en que el ser humano concibe subjetivamente su realidad afecta objetivamente su conducta. El elemento que se deja así de lado está potencialmente actuando ahora en la impunidad del fenómeno, en el campo de lo no contemplado, contaminando todas las variables pretendidamente cuantificadas con exactitud científica. Esta contaminación, al ser potencial (es decir, el individuo siempre podría estar influido en la conducta estudiada por su realidad subjetiva), se vuelve efectiva por componer alguna clase de probabilidad al respecto, en base a la cual se da un resultado siempre indeterminado en cuanto a la incidencia efectiva de esa realidad subjetiva sobre la conducta estudiada. Ejemplos concretos: el individuo pudo haber desarrollado un adiestramiento en el fingimiento de ciertos rasgos conductuales aparentemente espontáneos que pasen luego como efectivamente espontáneos y predeterminados; el individuo pudo haber aprendido a controlar movimientos estadísticamente registrados como involuntarios mediante técnicas brahmanicas; entre otros. Esta mácula probabilística, que originalmente solo mencioné como "realidad subjetiva" o "historia de vida", se ve ensanchada drásticamente debido a que toda historia de vida transcurre en un marco cultural dado que compone la acumulación de sucesos históricos integrados por vía de la tradición correspondiente, implicados a la vez como causalidad por ejemplo en el orden socioeconómico que lo lleva a al individuo en estudio a acceder a un taller de expresión corporal donde se entrena en el fingimiento de movimientos "espontáneos", de ahí en más siempre entrecomillados, relativos, para lo que compone su realidad subjetiva. Por otro lado, esa historia de vida no se detiene, ni tampoco lo hace el marco cultural e histórico en que esa persona vive. De esta forma, por esa vía impune del dato "irrelevante" e ignorado ingresan al estudio biológico del comportamiento un torrente heterogéneo de factores extremadamente complejos que atentan indefectiblemente contra la exactitud de sus investigaciones en la medida en que se incluyan en un pretendido determinismo biológico, tanto más cuanto más relegados a la impunidad sean esos factores que así podemos llamar cualitativos.
Un claro ejemplo de falta de salto cualitativo y reduccionismo biológico es cuando se considera el caso de dos gemelos genéticamente idénticos que componen rasgos conductuales similares. En principio puede parecer lo más lógico y simple atribuir esa similitud conductual a la causalidad genética, tal vez su semejanza física contribuya a esa sensación de verosimilitud del principio explicativo, pero al hacerlo, se ignora que esos 2 hermanos comparten una historia de vida y convivencia que no se puede negar influyó sobre el estado actual de las cosas, siendo que sus genes probablemente indiquen ante todo la posibilidad de haberse criado juntos y estar expuestos a cuidados y cariño similares, a la vez que la observación del hermano como alguien similar físicamente a uno mismo pueda también influir en el proceso de conformación de un yo complejo, potencialmente de tipo simbiótico. Ni siquiera se puede ignorar que dos hermanos siameses comporten complejidad psicológica en la conformación de su identidad, ignorar esto es otra muestra de falta de salto cualitativo.

¿Por qué entre otras posturas, el psicoanálisis se ubica especialmente en ruptura con el determinismo biológico?
Porque adscribe a un determinismo de tipo psíquico, que considera vital la influencia de la historia de vida del individuo sobre su realidad subjetiva. Específicamente, el psicoanálisis ubica la construcción psíquica fundamental del sujeto en su infancia temprana, en la cual el niño iría sexualizando y simbolizando su cuerpo por medio del lenguaje de la madre. De esta manera, siendo la base biológica en su variabilidad cualitativamente insuficiente para explicar la variabilidad de la conducta, el principio explicativo del psicoanálisis se propone abordar esa complejidad en el mayor grado en que el paciente pueda hacerlo para su bienestar psíquico, y su instrumento de terapia es el uso del lenguaje, en la realización a través del uso del mismo del deseo del paciente, sin nunca dejar de lado el terreno de lo sexual, donde para el psicoanálisis la especifidad e irreductibilidad del sujeto se expresa en su mayor medida, y es ahí donde choca con el determinismo biológico de lo sexual. Para el psicoanálisis no es nada trivial el hecho de que esos postulados sin ser exactos se afirmen en la cultura mediante una escenificación de autoafirmación masturbatoria de la propia práctica sexual como natural, que ese abuso mismo se vea propiciado por una demanda de homogeneización de la conciencia globalizadora, ni tampoco es menos importante la utilidad con que un discurso así contribuye a desplegar la práctica sexual específica e individual sin reparo alguno de responsabilidad por ello. Muchos podrían ayudarme a mejorar este último párrafo porque están mas capacitados que yo para enunciarlo, pero, otro ejemplo de falta de salto cualitativo sería tomar los términos psicoanalíticos utilizados por mí acá y adjuntarlos a alguna observación de tipo biologicista bajo algúna connotación despectiva, en vez de admitir la incapacidad, inconveniencia o desinterés en entender esos postulados. El problema residiría en que eso dejaría en evidencia la falta de interés en comprender lo que el otro nos está queriendo decir.

Por eso pienso que toda pretensión de haber explicado las preferencias sexuales del sujeto en alguna medida mínimamente importante a través de postulados biológicos, constituye un error. Lindas maneras de sentirse irresponsable para hacer cualquiera. ¿Qué gracia tiene si no hay culpa?

Imagen: "Anonymous Atrocities", de Joel Peter Witkin

miércoles, 10 de junio de 2009

Un post adaptativo

A ver, voy a postular algo a ver si concuerda con lo que la psicología evolucionista estaria planteando. A ver si capté.

Supongamos etapas en que la humanidad se componía de comunidades más pequeñas. Esas comunidades ya tenían una cultura que no podemos especificar, pero se podria decir con certeza que su desarrollo tecnológico se restringia a suplir ciertas demandas mas elementales (no que su cultura fuese limitada, sino solo su desarrollo tecnologico). Bien. En este contexto, ciertas conductas efectivamente podrian haber sido adaptativas. Por ejemplo, si un nene se empezaba a tocar todo el día estaba consumiendo una energia fisica en algo poco productivo PARA la comunidad. Entonces podrian, de alguna forma, basados en la ineficacia reproductiva de esta práctica, haberse sancionado socialmente, marcandola como pecado, como tabú, etc. Siendo así, la eyaculacion del hombre se reservaria por medios culturales para la reproduccion en este caso, particular e hipotético. Pero estariamos hablando de una mayor racionalizacion en terminos de efectividad reproductiva para las eyaculaciones masculinas, racionalizacion de un recurso reproductivo. Hasta acá, creo que estamos de acuerdo, esta practica asi planteada habria contribuido a un mayor exito reproductivo, a la expansion de la comunidad, a la extensión de la práctica misma, que tiene asi vista un sentido adaptativo.
Ahora bien, si observamos como criamos a nuestros nenes, nos podemos dar cuenta de todo el cuerpo de restricciones que les imponemos desde que nacen. A una nena, antes de que sepa que es el mundo y quien es ella, le ponemos unos aritos, porque es nena no? No. Le ponemos aritos para que sea nena. Una nena quiere jugar a la pelota con sus hermanos. Es una nena porque no puede jugar a la pelota no? entonces hay que decirle que no lo haga. Miremos bien: es porque no le dejamos jugar a la pelota que es nena, que adquiere todas cualidades, que va asumiendo como nena que pretendemos que sea. Un nene quiere jugar a las barbies.... no, cómo va a jugar a las barbies? es un nene... creo que ya me entienden.

En efecto, cada imposicion al niño es la instauracion de una verdad que nosotros establecemos como tal, y logico, cuando el nene y la nena actuen acorde a esas imposiciones vamos a decir "que bien que nos salieron nuestros hijos, son normales". Vamos a creer que los asistimos en el camino del mandato natural, y repito, este uso de lo supuestamente natural nunca puede desligarse de una construccion cultural. Porque ¿No sabemos de sobra que cada religión dice ser la que realmente habló con los dioses?¿No se anulan unas a otras sin excepcion en esta pretensión?¿No dicen los hinchas de cada cuadro de fútbol que su equipo es el mejor? No estamos exentos. Vamos a buscar, cada vez que alguien elija algo distinto a nuestros reclamos culturales, asumidos como más naturales, una transgresión a la naturaleza, a nuestra naturaleza tan querida, la que abrazamos desde que nos dijeron que no nos podiamos tocar, la que obedecimos cuando el dios le dice a Onan que no acabe afuera de la mujer, porque la raza hebrea tiene que expandir su progenie. ¿No estaria demas todo mandato y censura si estas practicas, si Sodoma y Gomorra, si el sadomasoquismo, si la pedofilia fuesen antinaturales? porque si así fuesen, no existirian. ¿Qué derecho tenemos a decir que algo es antinatural si efectivamente sucede? ¿En qué nos basamos para decir que algo no pertenece a la naturaleza humana si vemos humanos comportandose de esa manera y siendo coercionados a abandonar esas conductas ahora mismo, mientras tenemos internet y usamos celular para hacer las compras? Y entonces llegamos al punto clave. Escuchamos ante esta pregunta, esta sentencia: "No se niega la existencia de esas conductas en seres humanos, pero son antinaturales porque no fueron ellas las que contribuyeron a la conservacion y propagacion de la especie, es por el coito hombre-mujer que estamos acá, no por los homosexuales, ni por los onanistas". Muy bien. Ahora te propongo considerar lo siguiente.

¿No formamos nosotros, seres humanos vivos, parte de la historia de la humanidad? ¿Y qué pasaria si, en base a la demanda de vivencias sexuales que dispara la vida moderna, intentasemos restringir ese acto a lo reproductivo?¿No estariamos incentivando la sobrepoblación y la escasez de recursos, en una palabra, la ruina de la humanidad?¿No sería adaptativo aceptar la práctica homosexual, el onanismo, la zoofilia y la necrofilia como valvulas de escape para el exceso de fecundación y de población?¿Ya creemos que Marte está conquistado como para multiplicarnos a lo loco?¿China tiene una política anti-adaptativa al incentivar el control de la natalidad?¿No está disminuyendo el nivel de natalidad de los paises desarrollados en base a la liberación sexual contemporánea? Ya lo ves. Tenés que reconocer que la transmisión de las conductas sexuales-reproductivas tiene vía cultural, de transmision por medios de tradición, ,no genética ni biológica, normas que integra cada individuo a lo largo de su vida, sobre todo en su infancia, porque si no fuese así ¿Por qué insistiríamos tanto en que los nenes gusten de las nenas y que no se toquen? Todo intento por controlar la natalidad estaría destinado a fracasar, y si creés eso, si realmente creés que estamos destinados a desaparecer, va a ser muy lógico que por ejemplo lo aceptes como algo inevitable. Eso no se llama realismo, se llama pesimismo, y es una creencia que se autocumple como profecía. ¿O acaso es natural y adaptativo por ejemplo adelantar el inevitable fin de la humanidad, cuya tendencia genética segun vos es reproducirse incesantemente? Dale, fabricá una bomba atómica y apretá el boton rojo. Así nos morimos todos y tenés razón. Game over.

Ahora tenés que reconocer que hoy día, los parámetros adaptativos que en su momento pudieron ser válidos pueden ya no serlo. Tenés que aceptar que lo único que define hoy dia lo adaptativo, es que la humanidad sobreviva como especie, y los hechos demuestran que hay muchas maneras de sobrevivir, tantas como todas las culturas que existen.Y si esto es cierto, toda rotulación de "natural/adaptativa" con pretensión de exclusividad sobre el resto, "antinatural/antiadaptativa", es, por supuesto un uso cultural de un discurso que de biológico no tiene nada, de biologicista si, mucho. Vas a tener que aceptar que prácticas homosexuales, y parafílicas de todo tipo pueden formar parte de un sistema efectivo de reproduccion de una comunidad. Te voy a contar una historia para que entiendas y me voy a dormir.

Habia una vez una tribu que se denominaba "Baruya", en una isla cerca de Australia. En el momento en que los europeos hicieron contacto con ella, los Baruya estaban en plena expansión, es decir, que sea cual fuese su politica sexual-reproductiva, era exitosa, adaptativa si te gusta llamarla así. Bueno, resulta que ellos se distinguían, entre otras cosas, por arrancar del seno materno a los varones a la edad mas o menos de los 9 años. A partir de ese momento eran obligados a vivir en "la casa de los hombres" hasta la edad del casamiento, alrededor de pasados los 15 años, incluso hasta los 19, según como le fuese en los arreglos familiares para conseguirle novia. Resulta que los varones Baruya tenían una práctica secreta que las mujeres no podían jamás saber. Ahi, cada novicio era iniciado, sin opción, en la practica homosexual. Los baruya creian que el semen era fuente de vida, de energía, y creian que un varon no podia convertirse en un hombre adulto sin alimentarse del semen de un compañero varón durante años. Creian que, con ayuda de la energía del Sol, padre espiritual de los hombres, el semen fortaleceria su contextura física. Cuando llegaba el matrimonio, el hombre también "alimentaba" a su mujer por el resto de su vida, ya que estas eran consideradas más debiles por "perder la energía vital" en las menstruaciones. Entonces las mujeres se recuperaban a base de sexo oral y acabadas en la boca, y tenian que tragar todo. Las mujeres mayores, de muchas maneras, y con rituales especificos, exhortaban a las mujeres a jamás rechazar el semen del hombre, bajo ningun concepto. Los baruya también creian que alimentaban al bebé de la mujer embarazada al tener sexo con ella, creian que gracias a eso (por sobre todo) el bebé crecía, engordando la panza de la mujer. ¿Buena onda los Baruya no? No? Qué? Su cultura era antinatural? Antiadaptativa? Si si, eso dijeron los europeos cuando se enteraron de todo esto, les prohibieron muchas cosas, bajos pretextos religiosos y supuestamente "naturales".

Es para que pienses, la próxima vez que veas a dos trolos caminando por la calle, a un trava en una esquina, a dos mujeres besándose, a un zoofilico cojiendose una oveja, a un pajero que solo se calienta con el porno de internet, para que reconsideres si todas estas prácticas, en la medida en que la humanidad como sistema integrado sobreviva, llamar a alguna de estas prácticas menos naturales, menos adaptativas, no es ridículo. Cuando hables de conductas sexuales adaptativas entonces acordate, pudieron haber sido adaptativas en SU momento, y de ninguna manera excluyendo otras conductas igual de adaptativas, igual de humanas.

Ahora una mujer de 70 años puede ser madre a partir de óvulos fértiles congelados, alquilando además un vientre. Una tipa así es tan fértil desde el punto de vista reproductivo como cualquier otra. Si no se la elije, es porque no nos calienta, o porque consideramos que no le va a dar lo que le queda de vida para criar un hijo. ¿Qué? ¿Me vas a decir que esa consideración viene predeterminada genéticamente por una serie de rasgos conductuales? Por favor!

Bueno y es por eso que pienso que el postulado de que "preferir sexualmente a mujeres más jóvenes que uno es más natural/tiene un sentido adaptativo", dicho así, en tiempo presente y con dennotacion de exclusividad, constituye un error.
Esto fué Nivel X, yo soy Palette, y espero que les haya gustado.

Imagen: título desconocido, de Aurélien Police

sábado, 6 de junio de 2009

Sexo a medias

¿Por qué a una mujer le molesta que el hombre se deje las medias puestas para coger?

Para mí es un fetiche. Tanto como puede haber una chica que le guste un flaco con medias puestas, habrá mujeres que necesiten como condicion para disfrutar plenamente del sexo que el hombre se saque las medias (necesidad relativa, según, pero lo importante es que sin las medias esa persona disfruta más, no le es indiferente). No se puede fundamentar como algo necesario, hay mujeres que no les gusta (capaz la mayoria) y mujeres que les gusta o que no les interesa.
Bien. Ahora ¿por que alguien necesitaria que el hombre se saque las medias para garchar bien? Yo creo que las medias tienen una significación infantil. La mujer puede llevarlas (no hablo de medias de red, digo medias tenis blancas con puño) porque el hombre tiene ese morbo de pervertir a la pendeja inocente, desvirgarla, etc. Ella se puede poner una bombacha con un dibujito de las chicas superpoderosas y cosas asi. Porque hay un morbo fuerte en hacer contrastar esa imagen de princesita y que te mire a los ojos mientras se porta muy mal. Es una necesidad bien masculina. Yo no sé todo sobre las mujeres, pero estoy convencido de que no tienen tanta necesidad de sentir que pervierten, sino al contrario, de servirse de un hombre para liberarse del pudor, incluso de derivarle a veces una responsabilidad por la iniciativa sexual. Entonces, que ese "hijo de puta" que la vuelve loca y le hace hacer cosas que jamás confesaría, de repente tenga unas medias puestas genera el contraste que disgusta, porque el hombre no es un nene. La nena es ella.
Para evaluar si esta idea tiene sentido, habria que fijarse que perfil sexual tienen las personas que especialmente necesitan de un varón que no se deje las medias puestas, fijarse especialmente si se la dan de inocentes, si insisten en que no disfrutan mucho que digamos del sexo anal y del sexo oral (por decir lo básico). Y para mi eso es lo que dicen, para mí hacen todas esas cosas tanto como cualquier mina, y usan el discurso rosa para generar el contraste y potenciar el morbo... y las que no les joda para mí asumen más abiertamente un papel sexual activo, se hacen cargo de un deseo sexual y estan dispuestas a tomar las riendas para satisfacerlo. Fijense cada una que piensa del tema y de que lado se ubica, lo pueden verificar a ver si digo una boludez o no.
Mientras no se tomen muy a pecho el discurso y sepan explotarlo por mí todo bien. Relevant to my interests...
"...mirá que esto nunca se lo hice a nadie...". Si, dale, yo te aviso (una mano en cada coleta de pelo). Gag.


¿Y por qué alguien habría de dejarse las medias puestas para cojer?


En el caso de una mina puede ser por frio en los pies, porque tiene complejo con sus pies, por fiaca, o para hacer el papel de nena que quiere portarse mal. Las primeras tres a los hombres no nos interesan, y la cuarta nos vuelve locos. De ahí que supongamos esa posibilidad antes que las otras, simplemente porque asi nos calentamos más.
En el caso de que un hombre se las deje, por frio en los pies, por fiaca, por complejo en los pies (mas raro igual que en las mujeres esta razón) o por situarse en un papel infantil. Las primeras 3 no les interesan a las mujeres que se asumen como pudorosas, que se ponen coloradas si tienen que admitir en publico que tienen orgasmos anales (o que por la culpa de esa posibilidad precisamente no hagan nada por atrás), pero la cuarta les rompe los ovarios. Y es por la especificidad de ese disgusto que asocian el hecho a la cuarta posibilidad sin pensarlo demasiado. Porque la nena, la que pierde la inocencia ahí es ella. Y un verdugo no puede tener medias tenis blancas. Inaceptable.
Claro que no puedo esperar que una chica así asuma su papel acá y me diga que tengo razón, todo lo contrario.Yo [lo veo así y actúo en consecuencia/sé esas cosas y las utilizo].


"Cualquiera. Puedo venir de jugar a la pelota y dejarme las medias de boquita puestas, sin que pase nada de lo que estás diciendo, ni en mí ni en ella. Mandaste fruta."


Si son medias de futbol tiene otra significación. Es esa onda de que no importa la situación, de venir todo transpirado de jugar un fulbo y querer ponerla como viene, de limpiarte con la cortina de la pieza mientras ella grita indignada. Yo decía mas por las medias que uno usa cotidianamente, reconozco además que para mi eso tiene una significacion que remite a la infancia y que atribuyo a la mayoría.
En el caso de las mujeres el cambio de unas medias de Floricienta a unas medias negras de red con portaligas totalmente, es otra cosa, pero no otra cosa al margen, sino en la más clara oposición, la versión en negativo del mismo elemento. Muy importante el tipo de media.


Imagen: "Merrie Maladies" de Brian Holderman

martes, 26 de mayo de 2009

El activismo vegetariano (reloaded)

Recordemos que hay un vegetariano que no come carne por puro gusto culinario, éste no pretende cambiar nada a lo sumo mas allá de un mercado que ofrezca productos que amplíen la libertad de comer como a uno se le dé la gana. A priori es alguien con el que podemos hablar de cualquier cosa por lo que hay en común no es el gusto culinario, sino la aceptación de que cualquier gusto culinario es moralmente igual de válido (omnívoro o vegetariano). Es decir, no cree que por no comer carne sea superior a otras personas. A priori estamos hablando de alguien que puede ser tan piola como uno. Apartemos a esta variante del presente desarrollo, es alguien que no impone vengativamente a otros algo que sienta como un sacrificio. Simplemente disfruta de una dieta a base de vegetales o whatever.

Y tenemos al vegetariano moralista pasivo y al activista. El primero aspira a un mundo vegetariano futuro creyendo que su práctica se impondrá de forma pasiva, demostrándose como más sana y evolucionada ante todo el mundo como una evidencia progresivamente innegable. Esta creencia lo habilita para no hacer nada en pos de causa más que elegir en el supermercado productos que no le den culpa para sentirse mejor, sentir que "salva vacas" imaginariamente. No necesita ir a ninguna marcha, no necesita convencer a nadie ni hacer ninguna protesta, le alcanza con creer que manteniéndose firme (frente a sus inmediatos: familia, amigos, pareja, etc) alcanza para aportar su granito de arena de manera pacífica a una supuesta evolución de las costumbres que derivará inevitablemente en el mundo con el que disfruta fantasear. Al segundo no le alcanza con esta pretensión pasiva, necesita poder sentir que ejerce efectos concretos e identificables en su medio social que lleven a erradicar la ingestión de carne como una práctica primitiva, insalubre, etc. Éste es el que jode, el que increpa, el que reclama, el que juzga abiertamente, es Lisa arruinándole el chancho a Homero, sintiéndose con derecho a invadir terrenos de decisión personal, como si le debiésemos algo. Y yo creo haber identificado por qué lo hace en general, y también, por qué el vegetariano moralista pasivo desprecia en silencio y como en murmullo al medio omnívoro que lo rodea...

Sinceramente no sé si a ustedes les pasó como a mí, pero me llama la atención encontrar indefectiblemente (hasta ahora) en el relato de los vegetarianos sobre el origen de su dieta un hecho recurrente: una escena en la que sintieron un asco o repugnancia muy grandes asociadas de alguna forma con la carne (ver como matan una vaca en el matadero, ver un manojo de tripas de un animal muerto al costado de la calle, etc). Esta escena es variable casi en todo sentido, lo que no cambia es la asociación con la carne y la elevada sensación de asco, repugnancia y tal vez algo de culpa cuando se encuentran luego de ese suceso con la posibilidad de comer carne otra vez (por ejemplo en casa ese día mamá hace churrascos con puré bien jugosos). Es como si eso los definiera, no quieren volver a sentir lo mismo, y llevados por esta sucesión de hechos y sensaciones específicos de su manera particular de sentir y ver el mundo pretenden que todo el que vea un animal siendo destripado, una vaca derribada por el martillo en el matadero, un chancho apuñalado en el cuello o un pescado debatiéndose en manos del pescador siendo decapitado por un tramontina le pase necesaria e inevitablemente lo mismo que a él.
Porque... ¿en base a qué idea sino imaginan que el mundo cambiará y entenderá el salvajismo en el acto de matar y comer del animal muerto? ¿Y la gente que trabaja en los mataderos, en el campo, no son seres humanos con uso de razón? ¿son necesariamente estúpidos? Llegamos al punto crucial. Estos activistas dicen que estos trabajadores están apoyados en la fuerza de la pura costumbre y tal vez de la necesidad económica (es decir, si pudiesen elegir otro oficio lo harían sin dudarlo jaja), para ellos es necesario que los omnívoros comprendan lo irracional de su oficio y de su dieta, y tienen la esperanza de algún día poder liberarlos del trabajo que, según ellos, atenta contra la razón. Pretenden que estas personas comprendan desde una lógica puramente racional postulados que ellos mismos nunca asumieron de tal forma, sino siempre y solo a partir de elementos irracionales como el asco, la repugna, la culpa... pretenden algo que ellos no pudieron ni pueden hacer, y al ilusionarse con que ese reclamo contradictorio sea atendido se sienten mejor consigo mismos.
Lo cual nos lleva a que por alguna razón muy variable, el vegetariano moralista juzga en primer lugar porque se siente mártir. Siente que se sacrifica en una abstinencia que lo vuelve superior al resto y modelo de conducta. No puede comer a gusto si no puede sentir que hace un bien al mundo ("salvando vacas"), como aquél que no puede tener sexo si no es para procrear (como si eso lo salvara de un orgasmo... jaja y lo sabe bien...). Extraños son los disfraces que algunas personas eligen para poder comer sin culpa, disfraces que para poder finalmente sentirse como reales y creíbles para el que los viste tienen consecuencias en su medio social. De ahí el reclamo moral, tanto en el vegetariano activo, como en la ortodoxia cristiana que por ejemplo abogue por un mundo sin sexo fuera del matrimonial. Estamos ante, en el fondo, la misma clase de persona, no necesariamente vegetariana o cristiana, sino fundamentalmente rompepelotas que no pueden disfrutar de la vida por una culpa que de alguna forma integraron en un nivel que no admite hedonismos (cada uno en su campo respectivo). La relación entre lo tomado como "primitivo", "irracional" y los impulsos desde un sentir muy profundo, incluso sexuales, no es nunca casual. Libre soy de sacar mis conclusiones en este sentido y actuar en consecuencia...

Repito, no incluyo al vegetariano que no come carne porque simplemente no le gusta sin sentir que nadie le debe nada por su dieta, con ese hay una compatibilidad bárbara de ideal democrático, de no sentirse nunca superior en lo moral por lo que uno come. Al margen del estilo de vida, lo que me rompe las pelotas no es eso, sino que alguien además de manifestar que se cree superior (mientras no me joda y se masturbe mentalmente en silencio allá él), se lo crea lo suficiente todavía como para sentirse con derecho a reclamar que yo cambie en algo mi estilo de vida porque le da asco lo que como. Conmigo no les va a funcionar instalarme una culpa que nunca voy a tener asi tenga que matar al mamífero mas tierno para saciar mi apetito, y eso significa que su mundo fantaseado es imposible, porque negar a gente como yo (como algun vegetariano indignado puede desear: matándola, relegándola al ostracismo, etc) constituiría una abierta transgresión del supuesto valor "antisalvaje", más "civilizado" del vegetarianismo activista, quiebre que constituiría el fin del espejismo.

Imagen: "Their feelings", de Ryohei Hase