martes, 26 de mayo de 2009

El activismo vegetariano (reloaded)

Recordemos que hay un vegetariano que no come carne por puro gusto culinario, éste no pretende cambiar nada a lo sumo mas allá de un mercado que ofrezca productos que amplíen la libertad de comer como a uno se le dé la gana. A priori es alguien con el que podemos hablar de cualquier cosa por lo que hay en común no es el gusto culinario, sino la aceptación de que cualquier gusto culinario es moralmente igual de válido (omnívoro o vegetariano). Es decir, no cree que por no comer carne sea superior a otras personas. A priori estamos hablando de alguien que puede ser tan piola como uno. Apartemos a esta variante del presente desarrollo, es alguien que no impone vengativamente a otros algo que sienta como un sacrificio. Simplemente disfruta de una dieta a base de vegetales o whatever.

Y tenemos al vegetariano moralista pasivo y al activista. El primero aspira a un mundo vegetariano futuro creyendo que su práctica se impondrá de forma pasiva, demostrándose como más sana y evolucionada ante todo el mundo como una evidencia progresivamente innegable. Esta creencia lo habilita para no hacer nada en pos de causa más que elegir en el supermercado productos que no le den culpa para sentirse mejor, sentir que "salva vacas" imaginariamente. No necesita ir a ninguna marcha, no necesita convencer a nadie ni hacer ninguna protesta, le alcanza con creer que manteniéndose firme (frente a sus inmediatos: familia, amigos, pareja, etc) alcanza para aportar su granito de arena de manera pacífica a una supuesta evolución de las costumbres que derivará inevitablemente en el mundo con el que disfruta fantasear. Al segundo no le alcanza con esta pretensión pasiva, necesita poder sentir que ejerce efectos concretos e identificables en su medio social que lleven a erradicar la ingestión de carne como una práctica primitiva, insalubre, etc. Éste es el que jode, el que increpa, el que reclama, el que juzga abiertamente, es Lisa arruinándole el chancho a Homero, sintiéndose con derecho a invadir terrenos de decisión personal, como si le debiésemos algo. Y yo creo haber identificado por qué lo hace en general, y también, por qué el vegetariano moralista pasivo desprecia en silencio y como en murmullo al medio omnívoro que lo rodea...

Sinceramente no sé si a ustedes les pasó como a mí, pero me llama la atención encontrar indefectiblemente (hasta ahora) en el relato de los vegetarianos sobre el origen de su dieta un hecho recurrente: una escena en la que sintieron un asco o repugnancia muy grandes asociadas de alguna forma con la carne (ver como matan una vaca en el matadero, ver un manojo de tripas de un animal muerto al costado de la calle, etc). Esta escena es variable casi en todo sentido, lo que no cambia es la asociación con la carne y la elevada sensación de asco, repugnancia y tal vez algo de culpa cuando se encuentran luego de ese suceso con la posibilidad de comer carne otra vez (por ejemplo en casa ese día mamá hace churrascos con puré bien jugosos). Es como si eso los definiera, no quieren volver a sentir lo mismo, y llevados por esta sucesión de hechos y sensaciones específicos de su manera particular de sentir y ver el mundo pretenden que todo el que vea un animal siendo destripado, una vaca derribada por el martillo en el matadero, un chancho apuñalado en el cuello o un pescado debatiéndose en manos del pescador siendo decapitado por un tramontina le pase necesaria e inevitablemente lo mismo que a él.
Porque... ¿en base a qué idea sino imaginan que el mundo cambiará y entenderá el salvajismo en el acto de matar y comer del animal muerto? ¿Y la gente que trabaja en los mataderos, en el campo, no son seres humanos con uso de razón? ¿son necesariamente estúpidos? Llegamos al punto crucial. Estos activistas dicen que estos trabajadores están apoyados en la fuerza de la pura costumbre y tal vez de la necesidad económica (es decir, si pudiesen elegir otro oficio lo harían sin dudarlo jaja), para ellos es necesario que los omnívoros comprendan lo irracional de su oficio y de su dieta, y tienen la esperanza de algún día poder liberarlos del trabajo que, según ellos, atenta contra la razón. Pretenden que estas personas comprendan desde una lógica puramente racional postulados que ellos mismos nunca asumieron de tal forma, sino siempre y solo a partir de elementos irracionales como el asco, la repugna, la culpa... pretenden algo que ellos no pudieron ni pueden hacer, y al ilusionarse con que ese reclamo contradictorio sea atendido se sienten mejor consigo mismos.
Lo cual nos lleva a que por alguna razón muy variable, el vegetariano moralista juzga en primer lugar porque se siente mártir. Siente que se sacrifica en una abstinencia que lo vuelve superior al resto y modelo de conducta. No puede comer a gusto si no puede sentir que hace un bien al mundo ("salvando vacas"), como aquél que no puede tener sexo si no es para procrear (como si eso lo salvara de un orgasmo... jaja y lo sabe bien...). Extraños son los disfraces que algunas personas eligen para poder comer sin culpa, disfraces que para poder finalmente sentirse como reales y creíbles para el que los viste tienen consecuencias en su medio social. De ahí el reclamo moral, tanto en el vegetariano activo, como en la ortodoxia cristiana que por ejemplo abogue por un mundo sin sexo fuera del matrimonial. Estamos ante, en el fondo, la misma clase de persona, no necesariamente vegetariana o cristiana, sino fundamentalmente rompepelotas que no pueden disfrutar de la vida por una culpa que de alguna forma integraron en un nivel que no admite hedonismos (cada uno en su campo respectivo). La relación entre lo tomado como "primitivo", "irracional" y los impulsos desde un sentir muy profundo, incluso sexuales, no es nunca casual. Libre soy de sacar mis conclusiones en este sentido y actuar en consecuencia...

Repito, no incluyo al vegetariano que no come carne porque simplemente no le gusta sin sentir que nadie le debe nada por su dieta, con ese hay una compatibilidad bárbara de ideal democrático, de no sentirse nunca superior en lo moral por lo que uno come. Al margen del estilo de vida, lo que me rompe las pelotas no es eso, sino que alguien además de manifestar que se cree superior (mientras no me joda y se masturbe mentalmente en silencio allá él), se lo crea lo suficiente todavía como para sentirse con derecho a reclamar que yo cambie en algo mi estilo de vida porque le da asco lo que como. Conmigo no les va a funcionar instalarme una culpa que nunca voy a tener asi tenga que matar al mamífero mas tierno para saciar mi apetito, y eso significa que su mundo fantaseado es imposible, porque negar a gente como yo (como algun vegetariano indignado puede desear: matándola, relegándola al ostracismo, etc) constituiría una abierta transgresión del supuesto valor "antisalvaje", más "civilizado" del vegetarianismo activista, quiebre que constituiría el fin del espejismo.

Imagen: "Their feelings", de Ryohei Hase

sábado, 23 de mayo de 2009

El activismo vegetariano

Separemos desde el principio al activista y/o moralista de aquel que no consume carne porque no le gusta, o por algun interés individual basado en algun argumento médico, ya que a éste no le interesa que el mundo deje de comer carne, solo le interesa disfrutar cuando come, tanto como lo hace el que come carne, o en todo caso tener un organismo más saludable para realizar las actividades que sean.
Ahora si, el vegetarianismo como activismo o moralismo que aspire (activa o pasivamente) a que la humanidad deje de alimentarse de animales no tiene ningún futuro mas allá de un mercado fértil para determinada franja poblacional. Por supuesto que para los intereses comerciales de, por ejemplo, los que venden milanesas de soja, no es poco. Pero no van a cambiar nada. Se trata de un producto revestido de ideología, precisamente porque esta ideología que opera en las personas que la sostienen las lleva a comprar productos vegetarianos. No es la primera vez que pasa, por ejemplo con los graffitis: al principio como protesta antisistema y suburbana, derivo en toda una industria basada en aportar al graffitero de todo el arsenal que necesite. Detrás? Inevitablemente el dinero. Esta observación puede disparar alguna puntada de indignación, lo cual no invalida para nada mi razonamiento, al contrario, le da toda la razón: es una respuesta ya contemplada en lo que estoy diciendo.
Pero cómo puede ser que alguien no se dé cuenta de esta sencilla implicación? Para saberlo, hay que ir solo un poco más allá de lo evidente. No nos es desconocido el discurso recurrente del vegetariano indignado:

-la angustia por la crueldad de la muerte del animal destinado al consumo humano. Y de ahí, cierta imposibilidad de la persona de asumir esa sensación de culpa acerca de las consecuencias que implica estar vivo (consumir vida). Animales y humanos nos alimentamos por definición de productos moleculares creados por otros organismos. Nuestra existencia se basa en el robo y apropiación del trabajo ajeno, y fué ésta la condición que mediante el principio de selección natural dió origen a los animales. Su actividad requiere mayores cantidades de energía, o al revés, al mayor consumo de energía posibilita una actividad cualitativamente más dinámica que la de cualquier vegetal. Los animales consumieron vegetales, a la vez que sobrevivieron aquellos vegetales que selectivamente adaptaron su subsistencia a la interacción con sus depredadores. El siguiente paso era que surgiesen animales que se alimentaran de otros animales. Este aumento exponencial del robo de uniones carbono posibilitaría animales cada vez más complejos. Es de esa línea que provenimos los humanos. En este sentido tener culpa por comer carne es lo mismo que tener culpa de estar vivo. No hay escape posible a esto que no constituya hipocresía, por ejemplo, negando la evolución natural en favor del creacionismo.

-el relato de lo difícil que es practicar el vegetarianismo en un mundo carnivoro. No se necesita mucho esfuerzo para saber que todo lo que es sostenido como dificil de realizar por alguien funciona como un refuerzo de la integridad moral de la persona, de su fuerza personal, de su seguridad en sus valores. Asistimos a una práctica que sirve para sostener una identidad que se erige orgullosa por sobre el resto, más evolucionada y sofisticada, superior. El problema es cuando queremos hacerle entender a las personas cuyo sostén es la superioridad, que necesitan del inferior para colocarse como tal. Necesitan de un referente negativo que los contraste y les permita verse a ellos mismos como mejores. En este sentido todo vegetariano activista necesita de todos los cavernicolas que chupamos la costillita del asado, de los salvajes que agarramos la pata de pollo con la mano para sentir repulsión y encontrar en la abstinencia un refugio que los fortalece muy a lo narcisista. Como identidad basada en una tarea difícil y por tanto más escasa en su concretación, este vegetarianismo autocomplaciente siempre será cualitativamente menor del estrato social del que surgió, y por ende jamás podrá modificar ese tablero que lo implica y a la vez lo limita.

Las máximas aspiraciones que un vegetariano realista puede tener: que en su barrio abra algun local de comidas afín, conocer a otros vegetarianos para amigarse o enamorarse, encontrar una página web donde haya miles de recetas copadas, que haya más marcas para elegir en las góndolas del supermercado, que se desnaturalizen ciertos manejos innecesariamente violentos para con los animales en su crianza y/o matanza para el consumo humano... Y paremos de contar.

Porque el dolor es parte de la vida, el dolor en tanto detección selectiva de lo que nos hace mal, gracias al cual estamos vivos. Negar el dolor de la existencia es negar la existencia. Ponganme el video que quieran, yo puedo matar un animal, verlo debatirse por seguir viviendo y sentir como se apagan los latidos de su corazón, al tiempo que veo como deja de respirar y se queda fija su pupila en la nada. Y comérmelo. Con gente como yo un mundo futuro vegetariano es imposible.

Imagen: Sin título, de Beksinski

viernes, 22 de mayo de 2009

El poder del amor

El amor es un sentimiento que en parte puede expresarse en palabras y hechos, pero en parte no lo es. Hay algo acerca de él que no podemos explicar a otra persona cuando tratamos de hacer entender el por qué amamos a alguien. Como se trata de un sentir en gran parte incomunicable, uno siente que se encuentra ante algo único entre su objeto de amor y él mismo. Por un lado el enamorado reconoce esta imposibilidad, y por otro lado el pecho le estalla lo suficiente como para cometer una herejía hacia su teoría e intentar mostrar al origen de sus padecimientos todo lo que la quiere. Y ponele que le va bien.
El amor entonces se vuelve el símbolo de la comunicación más profunda entre dos seres humanos, ya que parece que si una parte dice "te amo" y la otra también lo dice (y como supuestamente era algo incomunicable y terriblemente angustiante), el problema se resuelve y si se besan significa que el entendimiento sobrepasa las palabras y va mas allá de todo. Una conexión de esencias no? Esto lo vuelve sagrado. Es el amor como símbolo cultural, como función de encarnar la esperanza del género humano de superar las barreras, la incomunicación, los obstáculos...

Fin? Claro que no. Tarde o temprano empieza caer la ficha de que el supuesto entendimiento no era más que una cortina de humo para que cada uno fantasee acerca de cómo eran las cosas entre ambos. Lo que quiere decir que el sentirse maravillosamente bien, aún cuando sea deseable pensar que si, no garantiza nada. Se entiende que no sea un saber que esté de moda. No da. No habría divorcios porque directamente no habría casamientos, y la institución de la familia hay que hacerla deseable si o si porque sino se va todo al carajo. Capisce?

"Y qué? No queda lugar para el amor? Sí o si enamorarse es una cagada? Andá a cagar pendejo de mierda yo lo amo a mi gordo y a su ombligo peludo"

Primero, nadie dijo que lo pasajero sea malo. Tal como la vida, mientras dura se siente que es verdadero y eso ya es bastante. Y Segundo, hay un amor perdurable: es el que se mantiene a flote cuando arriesgás a que no lo haga. Por ejemplo decís "ay si lo/la quiero porque es tan inteligente...". Bueno andá y preguntale a ver sobre religión o política a ver si no dice una pelotudez. Si te arriesgás constantemente a saltar esa clase de vacío, por ahí consigas algo más tangible, y por ahí lo arruinás todo. No hay garantías de nada, y menos en el amor.

Ahora que loco no? Por qué hay personas que cuando la pareja dice "te amo" en vez de mentir como corresponde diciendo "yo te amo" dicen simplemente "yo también"? Como si eso los salvara moralmente, si vas a ensuciarte las manos hay que hacerla bien. Decile que la amás y besala como si tu vida dependiese de eso. Es algo que no entiendo la verdad, qué poca decisión que hay en este pais...

Imagen: "Under the rain of love" de Leonid Afremov

lunes, 18 de mayo de 2009

Double bind


Se puede mentir por puro placer. Por ejemplo a veces me preguntan una calle y no tengo ni idea pero me hago el seguro y los mando a cualquier lado con la mejor cara de buena onda. Por qué? Me gusta tanto hacerlo!. A lo mejor otro dia tengo que preguntar yo por una calle y me mandan a cualquier lado, y me la voy a tener que bancar. Pero el karma no existe y que yo haga lo que hago me convierte en tan posible víctima como cualquier otro (y tal vez bastante menos probable... jaja). Que injusticia no? XD

El tema pasa, si se quiere profundizar, por cómo alguien se construye de tal forma que encuentre un gusto excepcional en mentir. Tal vez esa persona ni siquiera reconozca ante sí mismo ese placer y lo viva con culpa (lo cual no va a evitar que mienta asquerosamente a la menor oportunidad de poder hacer caer a alguien en la red). A lo mejor le gusta vulnerar constantemente lo que de chico le dijeron que era "la verdad" (como algo incontestable e incorruptible). Hacer funcionar una mentira en la mente de otros instruye acerca de muchas maneras en que funciona el mundo (perpetuacion de la historia de los ganadores de una guerra, criminales próceres, el dogma y la religión), y eso no sería en el fondo otra cosa sino... una búsqueda de la verdad. Que irónia dijo Rodrigo.
A lo mejor esa persona se miente a sí misma pudiendo ver reflejada en la mirada o creencia de otro la imagen de la realidad que le gustaría vivir (por ejemplo dice que sale a todos lados, que tiene miles de amigos, que le llueven las minas, etc). Creo que hay un placer extraño en por ejemplo pensar "me gustaría tener un Porsche 911" y decirle a alguien "tengo un Porsche 911" y que ese otro lo crea. Es como si por un momento fuese verdad, como si LA VERDAD... solo dependiese del consenso de las personas implicadas en los efectos de esa proposición... y eso quiere decir que... jaja

Un buen mentiroso no es tenido como tal, sino al contrario. Si la hizo bien no tiene de qué preocuparse. Claro que cuando es descubierto no le va a quedar otra que decir que el hecho le sirvió para aprender y ser "mejor persona", que se replanteó la vida, que va a cambiar, que todo va a ser diferente. Lo que sea que haya que decir y mirándola a los ojos, no importa qué, con tal de que la otra persona vuelva a creer. Es esa sensación de redención la que incluso puede ser el origen y causa de las mentiras (tal como el catolicismo propone pecar de las maneras mas diversas para despues disfrutar del la limpieza de la confesión. Una y otra y otra y otra vez) Sensación que solo va a conseguir mintiendo de nuevo y arruinando todo, para volver a arreglarlo con más mentiras.
Y si eso le hace perder a alguien la credibilidad en sus palabras y actos, esa persona va a querer alejarse, pero el mentiroso sabe bien que no es tan fácil despegarse, sabe que la otra persona quiere y necesita creer, que su víctima ya probó lo que él hace y que le gustó demasiado... entonces insiste e insiste hasta que logra lo que quiere, y es perfectamente lógico que lo haga.
Por lo demás alguien puede saber e inteligir al tablero, pero aunque desde su racionalidad se queje y diga "pero cómo?? yo le doy otra oportunidad y me hace esto?!" en el fondo le re cabe el jueguito, es evidente.

Por eso la única solución contra el mentiroso es no tolerar las mentiras desde el principio. Así, te pueden cagar. Una vez.

Imagen:"Battle", por Ryohei Hase