sábado, 22 de noviembre de 2008

La bicicleta

Hace un tiempo que mi bici venía dando señales de que necesitaba mantenimiento, pero yo siempre lo dejaba para después. Creo que lo primero fué acostumbrarme a no tener frenos delanteros "porque el problema es no tener los de atrás", pensé. Entonces una vez frené en la esquina de la plaza y me fui de costado... alcancé a largar la bici que raspó el asfalto, y yo me quedé parado mientas los transeúntes miraban la escena esperando sangre. "Cómo zafé, que grande". Pensé.

Y de a poco me fuí metiendo en esa actitud pelotuda de hacer de cuenta de que no hay un problema. Ya saben adónde nos lleva eso... y yo tambien lo sabía.

El único momento en que pensaba en esa bicicleta que no fuese mientras la usaba, era 20 minutos antes de entrar al trabajo, cuando ya no tenía lugar a arreglarle nada ni llevarla a ningún lado a que lo hagan. Un día estaba exactamente en esa situación de "qué mierda hago ahora que llego tarde", porque la rueda atrás estaba descentrada y tocaba contra la pastilla de freno, y a pesar de mis esfuerzos de ajustarle los conos no podía hacer que gire sin frenarse. Entonces tuve la idea de arrancar esa maldita pastilla que no me dejaba pedalear tranquilo. Soy un genio. Pero a pesar de que tenía cierta imagen de que la personificación de mi sentido común presentaba su renuncia, sentía una satisfacción salvaje por haber zafado así y poder hacer todo al límite. Así estuve un par se semanas, y cuando hacía la bajada atrás del supermercado mi adrenalina se elevaba. Cada viaje al trabajo era una tirada de dados donde sólo podía ganar la sensación de arriesgar todo y no perderlo. Bastante! Si tan solo los cristianos altruistas lo entendieran...

Y una noche volviendo a casa el eje trasero comenzó a hacer un ruido monstruoso. Supe que en cualquier momento la rueda podía atascarse y despedirme hacia el pavimento, pero no tenía ganas de caminar, y entonces pedaleaba aterrorizado, entusiasmado por la idea de llegar a casa en esas condiciones. Y lo hice. Al otro día me di 15 minutos adicionales para ver que podía hacerle a la bici, pero fué imposible resucitarla. Cuando vi algunos rulemanes esparcidos en el suelo, y aunque sabía que era como pretender revivir un pescado metiendole las tripas por la boca, los puse adentro del eje y ajusté las tuercas, y entonces la terminé de cagar, porque la rueda no giró ya de ninguna manera. Listo, era el límite, finalmente lo había encontrado. Cuando después de boludearme a mí mismo casi 2 semanas la terminé llevando a arreglar, el bicicletero arruinó mi presupuesto mensual: por haber usado la bici varias veces desinflada, la llanta de atrás quedó hecha un huevo, y hubo que cambiarla.

"Sí, definitivamente sos un boludo... y?". Y resulta que esos días sin bici tuve que ir al trabajo tomando un colectivo y caminando 2 km de paisaje monótono. Sería éste el escenario de mi iluminación personal.

Resulta que uno puede intentar salvarse de esa caminata tediosa haciendo dedo, a lo mejor algún coche de los que van a su barrio privado se apiada... pero mientras me encontraba caminando cerca del asfalto con mi mano extendida y el pulgar levantado, volteando la cabeza cada 5 segundos para poner cara de "daaale"... me di cuenta de todo el tiempo y energía que estaba perdiendo con ese intento de lotería. Me dí cuenta de que nadie me podía asegurar que alguien se copara por más esfuerzo que hiciese, pero que nadie podía quitarme un tiempo específico de llegada si me ponía caminar a paso firme y sin pelotudeos. De repente me alejé del asfalto y empecé a hacer eso, dejando al momento de sentir esa angustia y la frustración consiguiente a cada coche que seguía de largo. La sensación de serenidad incluso alteró la percepción del tiempo (o al recuerdo de esa percepción), porque cuando me quise dar cuenta ya estaba muy cerca. Al final llegué mas temprano a trabajar caminando que cuando iba con la bici.

Este hecho me resonó toda la semana, pensando en que tal vez encerraba la esencia del desperdicio que estoy haciendo con mi vida, y en que si me pongo las pilas para llegar adonde quiero llegar de una vez por todas, paso a paso como Mostaza, a lo mejor cuando me quiera dar cuenta ya estoy ahi.

Y así fué que ésta seguidilla de detalles pelotudos que acabo de relatar podrían significar un punto de inflexión en mi vida, el comienzo de una aplicación masiva de mi manera de ver las cosas a la vida real y cambiarlo absolutamente todo.


Imagen: sin título, de Joseph Mallord William Turner.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Pseudología


(un poco de reciclaje)

12 de diciembre de 2006, yo, James Smith, con bloc de notas en mano. Nicolas-Palette sentado en el sillon del living de su casa. Se sienta y toma un poco de agua, después me sirve un poco. Nos conocemos de entrevistas para anteriores posteos. Le pregunto que es de su vida amorosa. "No me gusta que indaguen en mi vida privada", lanza casi impertubable con las manos entrelazadas entre sus rodillas. Se queda pensando un poco mirando hacia el vacío a su costado y al cabo de unos segundos agrega: "...si te dijera no entenderías. Nadie podría...y tal vez sea mejor así...". Vuelve en sí como llevado por un deber y pasamos a la cuestión que me trajo a su casa.

JAMES: anticipó en nuestra conversación telefónica que quería presentarme su primer libro en exclusiva.
PALETTE: Si: "PSEUDOLOGÍA."
(Me alcanza un libro de tapa negro mate con carácteres en negro brillante, en ligero relieve).
J: Prometo leerlo. De que trata?
P: Sobre la gran mentira que es el mundo.
J: Podría desarrollar un poco esa idea?
P: Todo lo que se pueda concebir es una construcción mental. Partiendo de esa base, pedirle al cerebro que elabore una verdad es pedir facturas de dulce de leche en la ferretería. Ante la religión y la filosofía objetivista, la pseudología viene a decir al mundo que cada ser humano es un universo paralelo a todos los demás, que no existe el conocimiento verdadero, sólo estructuras útiles a los fines personales, conscientes o no, y siempre efímeros. No olvide que la histeria diagnosticada es la condición humana llevada a un punto peligroso. Creerse "sano" es solo una histeria sofisticada, legal, pero no indefensa.
J: Suena a desengaño.
P:Mas bien a engaño, otro engaño más. Es imposible ser honesto en el sentido estricto de la palabra. Cuando alguien quiera decir lo que omitió, estara dándose vuelta, sí, y dando a espalda a lo que antes tenía de frente.
J: Somos perros mordiéndose la cola?
P: me cabió.
J: No es que me convenza, pero para la gente que quiera saber más. ¿que queda por hacer una vez asumido que LA verdad no existe?
P: una vez que se entiende eso podemos otorgar a la vida el sentido consciente que más nos guste, frente al monopolio mental de las religiones (cierta parte de la ciencia se usa con metodos religiosos). Propongo que cada vida sea un lienzo en blanco para ser pintado por uno mismo, no por un tipo con sotana, ni un barbudo, ni una vieja, ni un tipo con delantal blanco y anteojos. Son moralistas: NO VIVEN Y NO DEJAN VIVIR.
J: El término "pseudología" a que viene en esta construccion suya?
P: A que cuando critico la mentira, supuestamente lo mío debería ser verdad. Pero no: es pseudo-verdad, una creencia. Lo asumo completamente, todo lo que dije es pseudo, por eso puedo decir tranquilamente que el mundo es pseudo, una construccion mental. Por supuesto ahora me creo más piola, asi funciona la mentira bien hecha.
J: Cual cree entonces que es su fin con este libro?
P:La pseudología quiere instaurar la primacía de las diferencias entre las personas. Creer que todos somos iguales es querer regir a todos por los mismos principios, creer que ser distinto es ser peor. De ahí nace la moral de la gente que odia a los gays, zurdos, lesbianas, nativos, negros, prostitutas, extranjeros, libertinos, pobres, ateos, anarquistas, mujeres... todos son o fueron odiados por el miedo de la gente en el poder, que sabía lo que estoy diciendo, y que incentivó su condena a través de la historia: apedreo publico de las prostitutas por los judíos, el Ku Kux Klan, la Inquisición, la Dictadura, el macartismo, el nazismo, la conquista del desierto...y más...
J: en su libro menciona a los "gedes" ¿cumplen algun papel importante para usted en su visión?
P: al gede no le importa nada, hace lo que el momento pide que haga, no le importan los peligros de su diversión. Es lo más subjetivo que existe, y en ese sentido no se miente careteando, queriendo quedar bien. Él quiere divertirse, su intencion real no es molestar. Pero las prohibiciones morales generan ese desborde. Cada tipo de dios genera un diablo en particular, y "si lo prohibido es ser gede, gede seremos". Es un síntoma, no un problema en sí mismo, aislado. Será que un librito rejunte de lo que DÍCESE QUE DIJERON unos tipos sabios hace miles de años es una de pseudo-verdad más creible para algunos que lo que tienen en frente... porque es demasiado doloroso de asumir.
J: a lo mejor dentro de 2000 años si usted tiene la suerte de tener una muerte trágica su libro es la nueva guía. Buena suerte Palette jaja!

Imagen: título y autor desconocido por mí.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Los regalos

A lo largo de la vida uno se encuentra en escenas indeseables. Tirando los ojos hacia arriba, la cabeza hacia atrás y contrayendo muchos músculos del cuerpo, contenemos la respiración para soltarla en un bufido de hastío. Nos preguntamos primero que tiene la otra persona en la cabeza para hacernos un planteo así, y mientras pensamos en eso para salir del paso también pensamos... "qué mierda hice yo para estar acá?". No me malinterpreten, en estos casos no se trata de adjudicarse parte de la culpa, sino de buscar de qué manera no previmos lo que iba a pasar para evitarnos un disgusto producto de la inmadurez ajena. Ante todo retrucar con la primer frase de indignación, implica seguir el juego y desperdiciar nuestro tiempo. Necesitamos una respuesta, tal vez una frase simplemente, que lleve a la persona enfrente a darse cuenta de que está haciendo el ridículo frente a nosotros y de que corre peligro de empeorarlo de manera legendaria, y eso sin que lo tome como una ofensa a su orgullo. El camino para ello consiste en que llegue a esa idea como producto de su pensamiento, que parezca su idea, y no en tener que aceptarlo directamente de nuestra boca. Hecho esto la persona de repente cobrará una especial disposición para abandonar el terreno, a lo que no debemos oponer ninguna resistencia. Pasado el peligro podemos sonreir satisfechos.

Una clase de persona especialmente propensa a crear estas escenas es la que no sabe regalar. Se supone que cuando uno hace un regalo resigna todo poder de decisión sobre ese objeto para dejarlo en manos del agasajado, pero estos personajes nunca aprendieron a desprenderse de algo, aunque no por eso eviten regalar cosas a sus seres queridos. El aparente misterio se resuelve cuando entendemos que si eso no representa un conflicto para ellos, y es que deben encontrar alguna satisfacción en generar la sensación de que les debemos algo, y no importa qué, solo les importa en el fondo la sensación a la que son adictos. Nunca desaprovechan la oportunidad para recordarnos ese excelente presente que nos hicieron y lo mucho que les costó, ni para hacernos los reproches mas asquerosos si descuidamos ese regalo en cualquier sentido. Claro que la satisfacción de la que hablo no es de la que sea fácil reconocer abiertamente, ante todo se trata de un placer que ellos mismos saben despreciable y vergonzoso, y ese punto es el que hay que hacerles sentir en peligro de ser expuesto de manera monstruosa. Incluso tal vez uno entrevea este entramado suyo mas claramente que ellos mismos, pero sea lo que sea que los seres humanos hagamos inconscientemente en el sentido freudiano (subconscientemente para otros), de la misma manera podemos hacer lo que sea necesario para defenderlo, y por eso no debemos subestimar a estas personas: monos con navaja, precisamente, con navaja.

La cagada con poder verlo así es lógicamente una repulsión a regalar durante un tiempo, porque como me dijo Damián hace unos días "che es una cagada que por eso de hacernos los no me importan los regalos, no nos regalemos cosas". Y tiene razón. Es lindo regalarle algo a alguien pensando en que le guste o lo necesite, saber que esa persona va a tener una sensación copada causada por nosotros, y no esperar nada más que precisamente eso. Para qué pedir más? Uno hace esas cosas en el fondo porque nos gustaría estar en el lugar de esa persona, y es una buena manera de ayudar a que sea asi haciendo eso, pero para que sea REAL está absolutamente prohibido hacer cualquier reclamo al respecto, la onda es que le surja a la otra persona como nos surgió a nosotros. Que gracia tiene sino? Pero esta gente no puede superar que la vida es así, que el otro no se complementa necesariamente a nuestro deseo, entonces invade terrenos de decisión. Invade a cada persona que interviene en algo que no resulta como quisiera. Pero a mí no. Eso me es sencillamente inadmisible, y por eso lo hago extremadamente difícil.

Imagen: título y autor desconocido (se acepta informacion XD)

sábado, 8 de noviembre de 2008

Sobre el lenguaje y las cortinas de humo


Siempre me causó curiosidad la etimología de las palabras en general, pero una y otra vez caí en la cuenta de que siempre para cualquier explicación necesitamos más palabras. Eso no me sacaba mucho de los problemas en realidad: no existe ninguna explicación autosuficiente. Pero eso no evita que cuando yo te diga "hola" me entiendas, entonces debía ser mas simple. Pensé.
Pensé que antes de cualquier cuestionamiento a la validez del lenguaje como poder de entendimiento, estaba el hecho innegable de que antes de poder siquiera dudar de si funciona o no (mucho antes!) lo estuvimos usando. Sentí que el ser escéptico respecto de que los seres humanos puedan entenderse implicaba morder la mano que nos alimentó todo ese tiempo. Y no sólo eso: en el preciso momento en que hincamos el diente en la validez del lenguaje esa misma mano no deja de alimentarnos para que podamos decir "saben qué? no creo que el lenguaje sirva de algo". Y la verdad que a mi no va ese histeriqueo de hacerse el interesante, me dan ganas de vomitar el tan sólo imaginarme en una reunión, estirando la silla hacia atrás para decir con tono pseudosofisticado: "señores, tengo la convicción de que no entienden ni una palabra de lo que les estoy diciendo en este momento". Siempre pienso que esa gente debería quedarse callada para ser coherente, lo que no me molestaría para nada. En teoría alguien así no debería ni siquiera quejarse si le pisamos el pie... y ustedes se preguntarán qué clase de persona puede plantear algo así.

Pero yo miro, y mirando aprendí a oler a la distancia a cierta clase de personajes despreciables... los detecto tan infaliblemente como cuando se sabe que alguien va a decir algo estúpido, queriendo parecer que sabe, cuando antepone frases como "todo lo que es el/la"o "el tema de" (ej. "me gusta -todo lo que es- el arte", "me interesa -el tema de- el medio ambiente") abarcando todo para no errar, y por eso mismo incapaces de acertar en nada. Ambas expresiones sobran en cualquiera de ambas frases, como pueden verificar, pero uno sabe perfectamente por qué: es que esa persona durante un tortuoso segundo no sabe qué palabra usar, y como su narcisismo no le permite dejar al descubierto su ignorancia, necesita llenar el vacío con algo que le deje llegar adonde quiere que creamos que su conocimiento llega. "Ya que estamos -piensa este espécimen superdotado- puedo no sólo hacer pasar desapercibida mi ignorancia, sino además poder parecer en ese momento más inteligente". Por supuesto el crédulo siempre completa el trabajo diciendo "a mi también me gusta ese artista! y tal otro?". El impostor asentirá con la cabeza buscando en el secreto de la quiromancia (que no está para nada en la lectura de manos) las palabras que lo acerquen a poder seguir la farsa, y si espera que el tema se repita en el futuro, al llegar a su casa buscará por Internet la vida y obra del artista en cuestión, sin jamás mencionar este último detalle, claro está.

Por supuesto está ese capítulo de los Simpsons donde la mesa directiva discute la necesidad de un nuevo personaje en la serie de Tomy y Daly (Poochy), y la ejecutiva de pelo corto usa con énfasis ciertas palabras. Cuando Krusty le sigue el juego interrumpe un tipo con rasta sentado a la izquierda, sombrerito verde, anteojos y chivita diciendo: "disculpen, pero términos como «asertivo» y «paradigmático» no son los que usa la gente estúpida para parecer intelectual?... estoy despedido no?", y el jefe le dice que sí. Ese día supe que tenía un héroe y con mis amigos en la secundaria recordábamos esa escena riéndonos hasta el dolor de panza y los ojos llorosos.

Por alguna razón hay personas que no se permiten mostrarse humildes y sinceros frente a los demás, buscando siempre poder sentir que dieron al otro una impresión mejor que el pobre concepto que tienen de sí mismos, y por eso mienten, mienten asquerosamente. Yo obtengo una gran satisfacción ejecutando ciertos gestos que les hacen pensar que tal vez soy consciente de lo que hacen y por qué, y mejor mientras más pueda estirar su angustia por su incertidumbre en este punto.

Imagen: "Soir Blue", de Edward Hopper